DAMASCO

1Ch 18:6 puso David guarnición en Siria de D
Isa 7:8 la cabeza de Siria es D, y la cabeza de D
Isa 17:1 profecía sobre D .. que D dejará de ser
Jer 49:23 acerca de D. Se confundieron Hamat y
Amo 1:3 ha dicho Jehová: Por tres pecados de D
Act 9:2 y le pidió cartas para las sinagogas de D
Act 9:22 confundía a los judíos que moraban en D
Act 22:5 fui a D para traer presos a Jerusalén
2Co 11:32 en D el gobernador de .. guardaba la
Gal 1:17 que fui a Arabia, y volví de nuevo a D


Damasco (heb. Dammeséq, Dúmmeséq y Darmeséq [1, 2], “actividad”; ac. Dimashqa; egip. Tmsk; gr. Damaskós; heb. tappúaj [3], literalmente “fruto o planta de dulce fragancia” [del verbo nápaj, “alentar”, “soplar”]). 1. Ciudad de Siria, al este de los montes Antilí­bano, sobre una meseta de unos 670 m s.n.m. (Gen 14:15). La región está regada por el rí­o Abana* (fig 1), que se divide en varios brazos antes de llegar a la ciudad (una tradición dice que uno de ellos es el Farfar bí­blico; 2Ki 5:12). Estas aguas la transforman en un grande y fértil oasis al borde del desierto, hecho que justifica su importancia, haciendo de la ciudad para el desierto lo que un buen puerto es para el mar. Buenos caminos partí­an de Damasco en todas direcciones. En tiempos antiguos, la ruta más corta entre Egipto y Mesopotamia pasaba por esta ciudad, que también se hallaba en el cruce del camino entre Siria y Transjordania, y conectaba Anatolia y la Mesopotamia del norte con Arabia del Sur. Su posición en la encrucijada de las naciones hací­a de Damasco “la cabeza de Siria” (ls. 7:8). Mapa VI, A-5. Abrahán habrí­a pasado por Damasco en camino 293 de Harán a Canaán; por lo menos se habrí­a relacionado con ella, porque Eliezer, uno de sus principales siervos, era damasceno (Gen 15:2). El nombre de ella aparece por 1ª vez en los registros egipcios del tiempo de Abrahán. Se la menciona otra vez como una ciudad-estado entre los reinos conquistados por Tutmosis III (c 1486-c 1450 a.C.) y enumerados para la posteridad. Durante el perí­odo de Amarna cayó en manos de los hititas (c 1350 a.C.), pero obtuvo nuevamente su independencia con la caí­da del imperio producida por la invasión de los Pueblos del Mar (c 1200 a.C.). Cuando David constituyó el Imperio Hebreo, conquistó la ciudad y puso en ella una guarnición israelita (2Sa 8:5, 6; 1Ch 18:5, 6), pero se la perdió en tiempos de Salomón. Durante su reinado, Rezón, que se habí­a rebelado contra su señor (el rey de Soba) y habí­a organizado una banda de “guerrilleros” en el tiempo en que David derrotó a Soba, llegó a ser rey de Damasco (1Ki 11:23, 24). Rezón fundó un reino arameo que perduró un poco más de 200 años. A continuación se da una cronologí­a aproximada de este reino, establecida con datos bí­blicos e inscripciones arameas y asirias. Mapas VIII, IX, A-5.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

lugar bien regado. Una de las ciudades más antiguas del mundo, ya mencionada en Gn 14, 15; y existen inscripciones egipcias del siglo XV a. C., que informan que fue capital de una ciudad-estado. Situada al sureste de la actual Siria, de la que es su capital, está en un valle fértil bañado por los rí­os Abaná y Farfar, 2 R 5, 12, se encuentra rodeada por el sistema montañoso del Antilí­bano, menos por el oriente, donde aparece el desierto de Arabia. Desde antiguo, debido a su localización estratégica, ha sido una ciudad comercial, punto de cruce de caravanas cargadas de mercaderí­as, además de que la ciudad ha sido centro de elaboración de productos de exportación, como los brocados en seda, los frutos secos, el vino, de gran reputación en todo el Medio Oriente, así­ como también es famosa por la elaboración de objetos de acero damasquinado.

Los arameos conquistaron D. en el año 1200 a. C., y la hicieron capital del reino de Aram, que estuvo en guerra permanente con Israel por el poder sobre la región. El rey David conquistó el reino de D., y lo sometió a tributo, 2 S 8, 5-6; 1 Crón. 18, 5. Pero Rezón, hijo de Elyadá, huyó del lado de su señor Hadadézer, rey de Sobá, y reinó en D., constituyéndose en enemigo durante toda la vida del rey Salomón, 1 R 11, 23-25. Resón, rey de Aram, y Pecaj, rey de Israel, pretendieron conquistar Jerusalén, cercándola, pero fracasaron. Ajaz, rey de Judá, acudió a Teglatfalasar III, rey de Asiria del 745 al 727 a. C., a quien envió mensajeros y presentes para que lo auxiliara, y el rey asirio inició la campaña, atacó D., 733-732 a. C., y mató a su rey Resón, 2 R 16, 1-9, y Judá fue sometido al vasallaje; aquí­ se cumplió el oráculo del profeta, que se lee en Is 7; 17, 1-3; Jr 49, 2327; Am 1, 3-6. De aquí­ en adelante, D. pierde su independencia, y pasa a manos de los diferentes imperios que se sucedieron en la región. Desde el año 538 a. C., estuvo sometida al Imperio persa. Entre el 333 y el 332, tras la irrupción de los macedonios, D. fue tomada por Alejandro Mango, y muerto éste, en el año 323 a. C., fue sometida por el Imperio de los seléucidas. En el año 64 a. C., D. fue conquistada por Pompeyo el Grande y entró a formar parte del Imperio romano.

En el siglo I ya existí­a en D. una comunidad de fieles cristianos. Saulo, cuando iba camino de D. para perseguir a los cristianos, fue derribado por el Señor del caballo en que viajaba, y ocurrió la conversión del Apóstol.

Fue llevado a la ciudad de D. ciego, donde Ananí­as le curó la ceguera y lo bautizó, y comenzó a predicar la Palabra en las sinagogas de la ciudad, Hch 9, 1-22; 22, 4-16; 26, 12-18. Después, Pablo se fue a Arabia para retornar a D., y de allí­ subió a Jerusalén, Ga 1, 15-17. En D. reinaba Aretas IV, nabateo, en época del apóstol Pablo, 2 Co 11, 32. La calle Recta, que se menciona en Hch 9, 11, en una de cuyas viviendas estaba Saulo y a donde lo fue a buscar Ananí­as por orden del Señor, aún existe.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Por más de 4.000 años fue la capital de un gobierno tras otro, un premio por el cual nación tras nación hizo la guerra, una ciudad cuyo alarde durante siglos ha sido: †œEl mundo comenzó en Damasco y el mundo terminará allí­.† Damasco es la capital de Siria, una pequeña región con una singular formación geológica, que yace entre el monte Hermón y el desierto de Siria.

Las rutas de las caravanas de oriente, occidente y sur solí­an cruzarse en la ciudad, llevando tesoros de sedas, perfumes, alfombras y alimentos. Era un ciudad rica cuya mercancí­a era muy afamada (Eze 27:16).

Damasco y Siria desempeñaron una parte importante en la historia bí­blica. Para la época de Abraham, Damasco era lo suficientemente bien conocida como para ser un indicador geográfico (Gen 14:15). Abraham consiguió esposa para Isaac en Siria, por lo tanto Israel es de ascendencia siria (Génesis 24; Deu 26:5). Jacob trabajó largo tiempo en Siria por Raquel (Génesis 29).

Según Josefo, Hadad fue el primer rey. David subyugó y gobernó a la ciudad por un tiempo (2Sa 8:5-6; 1Ch 18:3-6). Habí­a interacciones frecuentes (a veces hostiles) entre Siria e Israel: Rezón y Salomón (1Ki 11:23-25; comparar1Ki 10:29); Ben-hadad y Asa (1Ki 15:16-21); Hazael y Elí­as (1Ki 19:15-17); Ben-hadad y Acab (1Ki 20:1-34); Ben-hadad, Hazael y Eliseo (1Ki 19:15; 2Ki 8:7-15); Hazael, Ocozí­as y Joram (2Ki 8:28; 2Ki 10:32-33; 2Ki 13:3); los sirios y Joás (2Ki 13:14-22); y Ben-hadad II e Israel (2Ki 13:24-25).

Bajo Jeroboam, Damasco fue tomada por Israel (2Ki 14:28). Para salvar a su reino de Siria, Acaz hizo una alianza con Tiglat-pileser (Pul), quien destruyó a Damasco y acabó con el poder de Siria por muchas décadas (2Ki 16:7-9). La ciudad siguió siendo de poca importancia hasta el 333 a. de J.C. cuando un ejército de Alejandro Magno la capturó. Después siguieron dos siglos de levantamiento y caí­da. En el 63 Siria se convirtió en una provincia del Imperio Romano.

Durante la época del NT, Damasco era un centro importante, gobernado por Arabia bajo Aretas (2Co 11:32). Mientras estaba en camino hacia allí­ para arrestar a los creyentes de una fuerte comunidad cristiana, Saulo se convirtió (Act 9:1-18). Se escapó de sus enemigos judí­os en la ciudad siendo bajado de un muro en una canasta (Act 9:25; 2Co 11:33).

Después de una historia variada bajo Roma, Damasco fue capturada por los musulmanes en el 635 d. de J.C. y fue convertida en la sede del mundo musulmán. Siguió siendo el centro de la fe musulmana hasta 1918 cuando fue puesta bajo el mandato de Francia después de la Primera Guerra Mundial. En 1946 se convirtió en un Estado libre.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

La ciudad debe su existencia a las abundantes aguas del Baradá. Realmente no es más que un oasis grande en la llanura, y eso es probablemente lo que significa su nombre, un oasis, un †œlugar abundantemente regado.† Divididas en siete brazos, las aguas del Baradá extienden su murmullo por las calles y casas de la ciudad. Eso ocurre hoy y algo parecido debió de ocurrir también en tiempos antiguos.
Gustosos califican los damascenos su ciudad como la más antigua del mundo. Seguramente que se trata de una exageración; pero que Damasco es una ciudad antiquí­sima lo demuestra su nombre que es anterior al perí­odo semí­tico. Hacia el 2500 a.C. ya era una ciudad de los amorreos semitas; pero Damasco es más antigua. En hebreo se llama Dammesek.
El agua hizo fértil a la ciudad y creó la posibilidad de que Damasco creciese. Pero el que lo hiciese justamente en aquel lugar se debió a su emplazamiento en las rutas comerciales que desde Babilonia y el norte pasaban por Damasco, dividiéndose en tres ramales importantes que conducí­an al sur y al suroeste. Ello condicionó de antemano la importancia estratégica y comercial de la ciudad.
Durante la monarquí­a israelita (desde aproximadamente el año 1000 a.C.) Damasco fue la ciudad Estado de los arameos. David pudo someterla a tributo por algún tiempo (2Sa 8:5); pero ya en tiempos de Salomón empezaron los preludios de las guerras de liberación de los Estados arameos bajo la capitaní­a de Damasco, que desembocaron en continuas luchas contra el reino israelita septentrional. En los perí­odos de paz Damasco fue como vecino el interlocutor comercial nato del reino de Israel.
Los asirios acabaron con la independencia de Damasco. Después de imponerse a Babilonia, los asirios sometieron a Damasco luego que la ciudad Estado hubiera intentado inútilmente, y en alianza con Israel, forzar al reino de Judá a luchar contra los asirios; el 734 a.C. Damasco era conquistada por Asirí­a. Pero la fuerza cultural del Estado arameo era tan grande que no fue el asirio, sino el arameo, el idioma que se convirtió en la lengua comercial y diplomática del imperio de Asirí­a. Desde entonces Damasco formó parte de la historia de Babilonia. Entre el 87 y el 62 a.C. Aretas II, rey de los nabateos, conquistó Damasco; pero después del 64 a.C. los romanos incorporaron la ciudad a la Decápolis, aunque sin que desapareciera con ello el dominio de los nabateos. También en el perí­odo apostólico seguí­a perteneciendo Damasco al territorio soberano del rey árabe Aretas IV.
Destruido el reino israelita del norte por los asirios y deportada su población (722 a.C.), es probable que muchos israelitas escapasen a la ciudad de Damasco, que desde hací­a doce años formaba parte del imperio asirio, y ello debido entre otras cosas a la presencia allí­ de una colonia israelita nacida de las relaciones comerciales entre Israel y Damasco. También tras la desaparición del reino de Judá y la dispersión de gran parte de sus habitantes (añ Ose 605:597 y 586 a.C.) fueron muchos los judí­os que llegaron a Damasco, y, naturalmente, no todos regresaron a Judá cuando lo permitieron los persas, que entre tanto se habí­an adueñado de Babilonia. Bajo el dominio persa Damasco vivió incluso un perí­odo de esplendor. Nada tiene, pues, de sorprendente que en tiempo del apóstol Pablo hubiera en Damasco una gran colonia judí­a que poseí­a varias sinagogas. Y como la juderí­a de la ciudad estaba evidentemente sujeta al gran consejo de Jerusalén, Saulo llegó a Damasco persiguiendo a los seguidores de Jesús entre las comunidades judí­as. Sólo que ante la puerta oriental de la ciudad le llegó a él su †œhora de Damasco.†
Pablo entró en la ciudad por la puerta oriental de los romanos. La experiencia religiosa habí­a dejado ciegos sus ojos. En aquella suntuosa puerta de tres arcos, de la que hasta hace poco sólo se conocí­a un arco secundario, empezaba la espléndida avenida de 30 m de ancha por 1500 m de larga que atravesaba la ciudad. Era la llamada calle Recta, que, según el estilo helení­stico, estaba flanqueada por pórticos de columnas. La actual calle Recta (suk et-Tawil) ya no da la imagen de aquel esplendor; las columnatas romanas sacadas a luz sólo pueden verse de cuando en cuando, entre casas y espacios sin construir.
Pablo se dirigió a una posada judí­a de la citada calle; pertenecí­a a un tal Judas (Hch 9:11); hoy se levanta allí­ una mezquita. Y una casa bajo el nivel del suelo, en un callejón secundario, se señala como la casa de Ananí­as, que bautizó a Pablo en algún ramal del Baradá. Digamos más bien que en la capilla de esa casa se venera la conversión del perseguidor Pablo a discí­pulo de Cristo, aunque la casa, que queda varios metros bajo el nivel de la calle actual, habla en favor de la autenticidad de dicha tradición, ya que el nivel normal de las calles se ha elevado unos metros con los derribos y sedimentos de siglos (incendios, destrucciones bélicas).
En su segunda visita a Damasco Pablo tuvo que salir huyendo (Hch 9:25; 2Co 11:32). Al suroeste de la ciudad se señala la puerta que ocuparí­a el lugar por el que Pablo fue descolgado por una ventana camuflado en una cesta.

Fuente: Diccionario de Geografía de la Biblia

Damasco es una ciudad muy antigua de Siria (Aram) ubicada en la región de un oasis fértil al oriente de la cordillera del Antilí­bano con su pico nevado, el monte Hermón, que se levanta majestuosamente al suroeste. Su nombre hebreo (Damneseq) y el arameo (Darmeseq) aparece en la Biblia (2 R. 16:10). En las *Cartas de Amarna aparece como Dimashqa, Dumashqa, y en egipcio Timashgi. Su nombre árabe es Dimasq o Dimaskq ash-Sham. La ciudad del dí­a de hoy es la capital de Siria y constituye una de las ciudades más antiguas en el mundo ocupadas continuamente.
I. Damasco en la Edad Patriarcal ( ca. 1850–1600 a. de J.C. ). La primera mención del distrito (Apum) en el cual la antigua ciudad estaba ubicada ocurre en los *Textos de Execración que datan ca. 1850–1825 a. de J.C. y pertenecen a la primera mitad del reinado del faraón Amenemhet III ( ca. 1837–1789 a. de J.C. ). El distrito de Apum es bien conocido como Api (Upe) de las Cartas de Amarna como la designación de un territorio (matu) en el cual Damasco estaba situado. El nombre Apum también está registrado por otras tres generaciones después de los Textos de Execración en las *Tabletas de Mari de Tell el-Hariri en el Eufrates medio, descubiertas en 1936. Este antiguo nombre de la región damascena viene aparentemente de la palabra acadia apum más tarde apu (a menudo escrita abi o api) denotando †œmatorrales o malezas de juncos (cañuela)†. Esta es una descripción singularmente apropiada para el oriente damasceno, una región que los árabes llaman El Merj (†œla tierra de la pradera†), la que está dotada con lagos y pantanos llenos de juncos.
El nombre de Damasco en el tiempo de Abraham, ca. 2.000 a. de J.C. , era probablemente Mesheq, como aparentemente lo sugiere la difí­cil referencia de Génesis 15:2, 3. La reconstrucción del texto por W. F. Albright de este pasaje es así­: †œY el †˜hijo de mi casa†™ presumible heredero es el †˜hijo de Mesheq†™, (habitante de Mesheq), el cual es Damasco †¦ y he aquí­ el †˜hijo de la casa†™ será mi heredero.† (Véase Merrill F. Unger, Israel and the Arameans of Damascus, London, 1957, pág. 4).
II. Damasco Bajo el Control Egipcio ( ca. 1475 a. de J.C. ). La ciudad se menciona primeramente en forma extra-bí­blica entre las conquistas asiáticas del gran constructor del imperio, Thutmose III (1490–1436) en sus anales preservados en el templo de la gran Karnak de Amun, en Tebas. La ciudad aparece como Timasku, trece en el orden de la enumeración de las ciudades-estados siro-palestinas tomadas por la †œprimera campaña victoriosa† de Thutmose, cuando Meguido, la fortaleza clave en Esdraelón cayó bajo el control egipcio.
III. Damasco en la Edad de Amarna ( ca. 1375 a. de J.C. ). Las *Cartas de Amarna, descubiertas en Egipto en 1886, nos introducen a una revuelta contra el control egipcio de Siria en la región general de Upe y suministran un vistazo í­ntimo del status polí­tico de Damasco y de las ciudades-estados contiguas de este tiempo, especialmente Qatna, al sur de Hamath en el Orontes. El rey Akizzi de Qatna, cuyo dominio colindaba en el norte con Damasco, pagaba alto tributo por la lealtad de Damasco al faraón Amenhotep IV ( ca. 1375–1370 a. de J.C. ) ya que él usa esta fidelidad como una medida de comparación para aquella de su propio reino: †œO Señor, como Damasco al Timashgi en la tierra de Upe ina mat Upe es fiel al faraón así­ Qatna de igual manera es leal† (EA 53:63–65).
Biriawaza, el representante del gobierno egipcio en Upe y Damasco, empleó a *habiru (soldados mercenarios) para mantener la autoridad de su paí­s en esta región (EA 195:27 y sigtes.). Sihabí­a rey en Upe, como parece claro de los textos de *Boghazkoy (E. F. Weidner, Politische Dokumente aus Kleinasien Boghazkoi-Studien, Helt 8, pág. 14 lí­neas 40 y sigtes.) no se menciona en las Cartas de Amarna. Biriawaza, al contrario, fue aparentemente un prí­ncipe o noble de Mitani (un reino de Mesopotamia) relacionado de alguna manera por matrimonio con la familia real egipcia, como era común en ese perí­odo.
IV. Damasco en el Perí­odo de la Ascendencia Hetea ( ca. 1350 a. de J.C. ). El control egipcio de Damasco iba a sufrir un rompimiento temporal con el surgimiento del poder heteo, bajo Suppiluliumas ( ca. 1380–1346 a. de J.C. ), quien saqueó varias ciudades de Mitani e invadió a Siria. Ariwana, mencionado como el rey del territorio de Apina en este tiempo, resistió la invasión hetea. Aunque los heteos reclamaron la victoria y los despojos de Apina, lo que debe ser claramente identificado con Upe (Ape), la tierra de Damasco mencionada en las Cartas de Amarna (véase Weidner, Boghazkoi–Studien VII<, pág. 14), se retiraron de la región. En la reorganización de Suppiluliumas de sus conquistas sirias, él estableció una serie de pequeños reinados vasallos, pero su dominio no se extendió a Damasco y la tierra de Upe, el cual debió haber vuelto al control egipcio como en los dí­as de Amarna. Los agresivos faraones Seti I (1319–1301 a. de J.C. ) y Ramesés II (1301–1234 a. de J.C. ) intentaron reconquistar el dominio asiático de Egipto al norte de Upe. Estos últimos chocaron con los heteos en la famosa batalla de Cades. Lejos de ser una victoria brillante como es pintada por el hipócrita panegirista egipcio, el ejército heteo bajo Mutwatallis se dice que causó la retirada desordenada del enemigo hasta †œel territorio de Apa†, la región de Damasco (Albrecht Gotze, OL XXXII, 1929, pág. 837). Eventualmente Ramesés II y los heteos firmaron un tratado de paz en 1280 a. de J.C. , una copia cuneiforme del cual fue encontrada por Hugo Winckler en Boghazkoy, la capital hetea del Asia Menor. En la delimitación de esferas de influencias Egipto aparentemente controlaba la región de Damasco y el territorio sur de Hamat, aunque el tratado no menciona lí­mites especí­ficos. La ausencia de remanentes heteos al sur de Hamat muestra que los heteos no ejercieron control permanente sobre los damscenos. V. Damasco Bajo el Control Hebreo ( ca. 1000–930 a. de J.C. ). La colonización aramea en Siria y en el noreste de Palestina se realizó durante los varios siglos que siguieron al éxodo y la conquista de Canaán por Israel. Damasco en esta época llegó a ser colonizada por los arameos. Un pasaje que recuerda los primeros choques entre Aram e Israel se conserva en Jueces 3:7–11. Para el tiempo de Saúl, 1020 a. de J.C. , los poderosos reinos arameos tales como Soba, Abel, Bet-maaca, Tob y Gesur habí­an crecido sobre las fronteras nororientales de Israel. Saúl chocó con estos principados (1 S. 14:47) (LXX). David los conquistó, (2 S. 8:1–18), así­ que durante el imperio daví­dico-salomónico, Damasco vino a ser parte del reinado hebreo. Sin embargo, durante los últimos años del reinado de Salomón, Rezón, un antiguo oficial de Hadadezer de Soba, estableció un fuerte centro de poder arameo en Damasco y rechazó con desdén a Salomón (1 R. 11:24). Esta agresiva ciudad estado, tan atrevida como para desafiar aun al poderoso Salomón, estaba destinada, después de la muerte de aquél, a gozar de un rápido crecimiento y convertirse en una seria amenaza para Israel, especialmente porque este último se debilitó por la división del reinado de las doce tribus. VI. Damasco como un Rival de Israel ( ca. 930–879 a. de J.C. ). Rezón, que estableció a Damasco como un dominante poder arameo (1 R. 11:24), evidentemente no era su primer rey, a menos que se lo identifique con Hezión, el padre de Tabrimón, padre del famoso Ben-adad I, mencionado en la lista dinástica conservada en 1 R. 15:18. Este orden de los primeros reyes arameos es corroborado extrabí­blicamente por la importante estela de Ben-adad descubierta en 1940 al norte de Alepo en el norte de Siria (véase BASOR 87, octubre 1942, págs. 23–29, 90, abril 1943, págs. 30–32; Maurice Dunand, †œStele araméenne didiée a Melquart,† Bulletin de Musée de Beyrouth Vol. iii. 1941, págs. 65–76). Hezión y Tabrimón rápidamente tomaron ventaja de la división del reino israelita para asumir el control polí­tico en Siria y para legar a Ben-adad I ( ca. 883–843 a. de J.C. ) con un reinado lo suficientemente fuerte como para desafiar a todos sus enemigos. Asa de Judá (917–876 a. de J.C. ) envió al último un soborno para atacar a Baasa rey de Israel ( ca. 900–877 a. de J.C. ) El duramente presionado Judá obtuvo descanso inmediato. Baasa tuvo que abandonar su fortificación de Rama como amenaza a Jerusalén y retirarse a su capital Tirsa (1 R. 15:16–22), ya que Ben-adad I habí­a aprovechado la dorada oportunidad para extender el poder de Damasco e invadir el Israel nororiental ( ca. 879 a. de J.C. ). VII. Damasco en Conflicto con Israel ( ca. 879–843 a. de J.C. ) Aunque el poder de Ben-adad I aumentó subtancialmente como resultado de su victoria sobre Baasa y el perí­odo de la debilidad dinástica que siguió, el fundar una nueva dinastí­a agresiva por Omri ( ca. 876–869 a. de J.C. ) resultó en el fortalecimiento de Israel como un enemigo formidable para detener la expansión aramea. El más destacado entre los logros de Omri fue la fundación de Samaria como la ciudad capital fortalecida y su control de las rutas comerciales de Transjordania testificado por la Piedra Mesa (lí­neas 4–8), la que muestra que él conquistó el norte de Moab, obteniendo un fuerte tributo anual (véase 2 R. 3:4). Evidentemente Ben-adad I vaciló en invadir a Israel durante el reinado de Omri, pero lo hizo algunos cinco años antes del fin del reinado de Acab ( ca. 869–850 a. de J.C. ) sufriendo una derrota que casi le costó la propia vida a Benadad (1 R. 20:1). El retorno de los sirios el siguiente año ( ca. 854 a. de J.C. ) para vengar la humillante derrota resultó en una derrota peor cerca de A fec, la moderna Fiq al oriente del mar de Galilea (1 R. 20:23, 24). Acab, de una manera magnánima, le perdonó la vida al derrotado Ben-adad. El año siguiente, 853 a. de J.C. , halló a Acab aliado con Ben-adad para detener la formidable invasión de Asiria bajo Salmanasar III (858–824 a. de J.C. ) en *Karkar sobre el Orontes, guardando las proximidades de la ciudad de Hamath y toda la baja Siria. La famosa batalla de Karkar se registra en la inscripción monolí­tica de Salmanasar, actualmente en el Museo Británico. †œHadadezer de Aram† (Benhadad I, como se le conoce por la evidencia de la *estela-Melcarth, véase arriba) encabeza la coalición antisiria seguida por Irhuleni de Hamath y Ahabbu Sir†™elai (Acab de Israel). La resistencia a los asirios evidentemente desanimaba a Salmanasar, a pesar de sus pretensiones de victoria, porque él no sólo fracasó en seguir con sus jactanciosos éxitos, sino que no reasumió ataques sobre Hamat o Damasco hasta unos seis años después. El perí­odo de tres años de paz entre Siria e Israel (1 R. 20:1) terminó en el intento de Acab de recobrar Ramot de Galaad ( ca. 851 a. de J.C. ). La inexcusable perfidia de Ben-adad al fracasar en restaurar las ciudades israelitas que habí­an sido tomadas por Damasco, de acuerdo con los términos del tratado de Afec (1 R. 22:1–53), movieron a Acab a atacar lo cual resultó en su muerte ( ca. 850 a. de J.C. ). En las coaliciones antiasirias de 849, 848 y 845 a. de J.C. , †œAdadidri† (Ben-adad I) se menciona prominentemente; pero Israel no se menciona como tal, aunque puede haber enviado algunos contingentes bajo Ocozí­as ( ca. 850–849 a. de J.C. ) o Joram ( ca. 849–842 a. de J.C. ). VIII. Damasco Como Señor de Israel (843–801 a. de J.C. ). El largo reinado de Ben-adad I llegó a su fin en 843 a. de J.C. , por mano del usurpador Hazael, a quien los asirios adecuadamente llamaron †œhijo de nadie†. Pero en 841 a. de J.C. Hazael habí­a ganado control. En la confusión el hijo de Acab, Joram, fue capaz de reconquistar Ramot de Galaad. Pero la dinastí­a de Omri fue pronto extirpada por Jehú ( ca. 842–815 a. de J.C. ), el extirpador del culto de Baal Melcarth de Israel. Jehú ganó el implacable odio de Hazael cuando rehusó aliarse con Siria en el avance asirio bajo Salmanasar III en 841 y 837 a. de J.C. Damasco tuvo que encarar el avance asirio solo mientras Jehú es representado en el *Obelisco Negro como postrándose humildemente y pagando el tributo al emperador asirio. Cuando Salmanasar tuvo que abandonar sus campañas sirias para atender otros problemas que le presionaban después del 837 a. de J.C. , Hazael se encontró finalmente libre para usar su poder de conquista contra Israel y Judá. Durante el reinado de Jehú inexorablemente hostigó a Israel, especialmente en la región al orients del Jordán (2 R. 10:32, 33). Más tarde redujo al hijo de Jehú, Joacaz (815–801 a. de J.C. ), a un estado extremo de humillación (2 R. 13:1–9, 22, 25) en el cual Israel era nada más que un vasallo servil. IX. Damasco y un Estado Israelita Revitalizado (801–746 a. de J.C. ). Benadad II sucedió a su padre Hazael como rey de Damasco después del fallecimiento de este último ( ca. 801 a. de J.C. ). Las conquistas de Adanirari III en el norte de Siria (805–802 a. de J.C. ), incluyeron su campaña victoriosa contra Damasco, tan debilitado quedó el poder arameo que Joás, el hijo de Joacaz ( ca. 801–786 a. de J.C. ), fue capaz de reintegrar las fortunes de Israel (2 R. 13:25). Sin embargo, Damasco fue capaz de recobrarse del golpe asirio como está demostrado por la estela Zakir descubierta en 1903, la que nombra a †œBirhadad (Ben-adad II) hijo de Hazael, rey de Aram† como encabezando una coalición de más de una docena de reyes del norte de Siria en contra de †œZakir rey de Hamat y Lu†™ash† ( ca. 870 a. de J.C. ). Mientras tanto, los éxitos de Joás contra Ben-adad II fueron continuados por su hijo Jeroboam II ( ca. 876–746 a. de J.C. ). Este último no sólo recuperó todo el territorio israelita que habí­a sido tomado por Aram, sino que fue capaz de levantar a Israel a la cumbre de su poder polí­tico y económico disfrutado solamente en los dí­as de Salomón. Uzí­as (Azarí­as) de Judá ( ca. 783–742 a. de J.C. ) disfrutó de una prosperidad similar. De acuerdo con 2 R. 14:28 Jeroboam II †œrestituyó al dominio de Israel a Damasco y Hamat que habí­an pertenecido a Judᆝ. Esto sólo puede significar que Israel vino a ser el señor de Aram en los dí­as de Jeroboam II como Damasco habí­a sido el señor de Israel en los dí­as de Hazael y Joacaz. Sólo hacienda esto podrí­a decirse que Jeroboam habí­a restaurado †œlos lí­mites de Israel desde la entrada de Hamat† (entre Cades y Ribla) †œhasta el mar de Arabᆝ (2 R. 14:25). X. Damasco y Su Caí­da en Manos de Asiria (746–732 a. de J.C. ). De acuerdo con los eventos preservados en la estela de Zakir prácticamente nada se sabe de Ben-adad II y de sus sucesores en el trono de Damasco. El monarca siguiente que se encuentra en las fuentes accesibles es Rez í­n ( ca. 750

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

(lugar bien irrigado).

Ciudad en Siria, de más de 4.000 años de existencia.

David la conquistó, 2Sa 8:5-6.

San Pablo se convirtió camino de Damasco, y predicó allí­: Hec 9:1-22.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Ciudad de Siria, hoy su capital. Uno de los asentamientos humanos más antiguos del mundo. Está situada a unos 80 km de la costa mediterránea en un oasis al SO del monte †¢Hermón, en un punto estratégico para las rutas comerciales de esa parte del Oriente Medio. Cuando Abraham venció a Quedorlaomer y sus aliados los †œfue siguiendo hasta Hoba al N de D.† (Gen 14:15). †¢Eliezer, el mayordomo de Abraham, era de esa ciudad (Gen 15:2). En tiempos de David, sus habitantes apoyaron y dieron †œayuda a Hadad-ezer rey de Soba† y fueron vencidos, †œy puso David guarnición en Siria de D.† (2Sa 8:3-7). Más tarde, en dí­as de Salomón, †œRezón hijo de Eliada† fue hecho rey de D., y se convirtió en adversario de Israel (1Re 11:23-25). Una vez dividido éste en dos reinos, Judá e Israel, ambos buscaron una que otra vez aliarse con los sirios de D. para pelear contra su vecino. Así­, el rey †¢Asa de Judá pagó al rey de D. †¢Ben-adad para que rompiera su alianza con †¢Baasa, rey de Israel (1Re 15:16-22; 2Cr 16:1-5). El poderí­o de D. creció hasta el punto de tomar territorio a Israel y sitiar a Samaria en tiempos del rey †¢Acab, pero éste logró vencer dos veces. Acab perdonó la vida al rey damasceno y éste le restituyó territorios, y le concedió derecho para que comerciantes israelitas pudieran operar en D. (1Re 20:1-43).

A pesar de su enemistad, los habitantes de D. se aliaron con el reino de Israel para defenderse ambos de los asirios, a los cuales vencieron en el año 853 a.C. Cuando se reanudaron las viejas hostilidades entre Israel y D., el rey Acab murió en una batalla (1Re 22:29-36). Eliseo fue a D. y le profetizó a †¢Hazael que serí­a rey de Siria (2Re 8:7-13). El poder de D. creció. Vencieron los sirios a †¢Joás, rey de Judá (2Cr 24:23). Quitaron mucho territorio a Israel en tiempos de †¢Jehú y su hijo †¢Joacaz (2Re 10:32-33; 2Re 13:1-3), pero luego Jeroboam II †œrestituyó al dominio de Israel a D. y Hamat, que habí­an pertenecido a Judᆝ (2Re 14:28) posiblemente cuando los asirios volvieron a atacar a los sirios. Más tarde los damascenos se aliaron con el rey †¢Peka de Israel para atacar a Jerusalén a causa de que su rey †¢Acaz se habí­a entendido con los asirios †œmas no pudieron tomarla†.

†œSubió el rey de Asiria contra D., y la tomó, y llevó cautivos a los moradores.† Acaz fue †œa encontrar a Tiglat-pileser rey de Asiria en D.† y vio allí­ un altar que mandó copiar (2Re 16:5-11). Siglos después, D. seguí­a siendo un centro comercial importante. En el año 64 a.C. cayó bajo el poder romano, pero éstos dejaron como gobernadores a una dinastí­a nabatea. Saulo de Tarso, en su afán de perseguir a los creyentes, †œpidió cartas para las sinagogas de D.† adonde se dirigí­a cuando tuvo su encuentro con el Señor Jesús. Hch. 9 narra sus experiencias en esa ciudad. La mención que hace Pablo en 2Co 11:32-33 (†œEn D., el gobernador de la provincia del rey Aretas†), se refiere a un etnarca puesto por Aretas IV, que reinó en tiempos de †¢Herodes Antipas. D. tení­a muchas sinagogas. En ellas se levantó un ambiente persecutorio contra Pablo, quien tuvo que huir. Pero más tarde regresó a esa ciudad después de haber ido a Arabia (Gal 1:17).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CIUD

sit, a9, 573, 330

vet, Ciudad de Siria, en una meseta regada por los rí­os Abana y Farfar (2 R. 5:12), región que forma un vasto oasis y donde convergen las rutas de Egipto, Arabia y Bagdad. Es antiquí­sima (Gn. 14:15). Conquistada por David (2 S. 8:5, 6), fue recobrada por un súbdito del rey vencido, quien fundó el nuevo reino de Siria (1 R. 11:23, 24). Fue capital de varios reyes que entraron en alianzas y contraalianzas con Judá e Israel (1 R. 15:18, 20; 20:34; 2 R. 8:8-15; 16:5). Sometida por el rey asirio Salmanasar (842 a.C.) a tributo, fue capturada por Tiglat-pileser (734), aliado del rey de Judá (2 R. 16:1-9; Is. 7:1). Después estuvo sucesivamente sujeta a babilonios, persas y macedonios. Existí­a en ella una numerosa colonia judí­a. Juega un papel importante en la historia de la conversión de Pablo (Hch. 9:2, 3, 10, 24, 25); en esa época la ciudad estaba bajo el dominio de Aretas, rey de la Arabia Pétrea (2 Co. 11:32).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[872]
Ciudad de antigüedad inmemorial, céntrica en la Siria histórica. Se halla en la ruta de las caravanas del antiguo Oriente, frecuentemente aludida en la Biblia (Jue. 1. 34; 2 Rey. 5.12; Jer. 49.25) y presente en la Historia hasta nuestros dí­as (Capital de Siria)

De especial significación en el cristianismo es la expresión de “camino de Damasco”, en alusión al cambio de vida cuando la gracia llega, como aconteció a S. Pablo al acercarse a la ciudad en busca de cristianos que detener (Hech. 9. 2-25) y en donde luego, en la calle “recta” (todaví­a hoy existente) halló la gracia de la conversión.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

La fecha exacta del origen de Damasco no se sabe, pero es una de las ciudades más antiguas del mundo. En verdad, se dice que es la más antigua de todas las que han tenido una historia continua. Esta historia puede ser trazada con exactitud por más
de 35 siglos. Josefo dice que fue fundada por Uz, el nieto de Sem. Está situada como a 225 Kms. al noreste de Jerusalén. Está limitada al oriente por el gran desierto sirio y en los otros tres lados por montañas, y está sobre un llano como de
48 Kms. de diámetro y como a 701 ms. sobre el nivel del mar. Corren por el centro de la ciudad los rí­os Abana (ahora Nahr Barada), y Farfar (ahora Nahr el A’waj). Estos rí­os y los manantiales que están alrededor de la ciudad hacen que este distrito sea más fértil, comparado con el desierto que la rodea; viéndola desde una montaña, uno puede simpatizar con los árabes que la describen como un “paraí­so terrenal”.
En el curso de su larga historia, Damasco ha pasado por muchos cambios y ha experimentado una gran variedad de fortuna. Ha reconocido muchos diferentes dueños (entre ellos Asiria, Persia, Grecia, Roma, Arabia, Egipto, Turquí­a), y varias
veces ha gozado de libertad polí­tica. Pero debido a todos estos cambios, y a causa de sus recursos naturales y a su belleza, ha permanecido como un centro importante, como un puerto en el gran desierto sirio. En una ocasión fue el punto de reunión de eruditos, pero ahora casi la han abandonado.
Todaví­a es una de las ciudades más importantes de todo el oriente y tiene una población de 562.907. Tiene 1.609 ms. de largo por 805 ms. de ancho. Si se incluye el suburbio Meidán, que tiene la forma de un mango, la ciudad tendrí­a la forma de una cuchara. Hay barrios que anteriormente estaban separados por puertas de madera como el barrio judí­o, que, como en el tiempo de los apóstoles,
está cerca de la calle llamada Derecha; el barrio grande cristiano al norte de éste y el resto del pueblo es musulmán.
Las casas de Damasco son de estilo lujoso. Hay patios espaciosos ornamentados con hermosas piedras de diferentes colores, con fuentes y estanques y con hermosas flores. A veces hay dos o aun tres de estos patios con peristilos al lado del sur y con divanes suaves que hacen las salas deleitosas. Hay como 360 mezquitas en la
ciudad, algunas de ellas adornadas y alfombradas ricamente.
Todaví­a quedan grandes porciones de la calle llamada Derecha, del tiempo de Pablo y del muro antiguo. Sobre este muro al turista se le enseña una ventana o abertura, que se supone que es el lugar de donde Pablo fue bajado en una canasta para que escapara de los judí­os que habí­an fraguado un complot para matarlo. También muestran la casa de Judas a donde Pablo fue llevado después de que tuvo la visión y quedó ciego; también señalan la casa de Ananí­as a quien Dios envió para que pusiera las manos sobre Pablo para restaurarle la vista, y enseñarle el propósito que Dios tení­a para él. Hay otros lugares que también son señalados a los turistas, pero no podemos estar ciertos en cuanto a su identidad.
Los ciudadanos se sienten muy orgullosos de su ciudad, pero tienen celos y son insolentes cuando se refieren a la cultura superior y a las civilizaciones con las que ellos han tenido relación; y cada clase es notable por su fanatismo en asuntos de religión. Los diferentes tipos de trabajadores están organizados en gremios, o uniones, y aun los limosneros tienen una organización poderosa.
Damasco tiene una población de 372.708 y es la capital de Siria. Es notable por sus famosos artesanos, quienes han producido trabajos de metal con incrustaciones, y hojas de espadas de acero. Son famosos por sus telas de seda o lana con dibujos formados con el tejido. Siempre ha sido una ciudad manufacturera. Aquí­ también se fabrican y se enví­an a todas partes del mundo los más hermosos muebles con perlas incrustadas. Los principales artí­culos de exportación son, además de muebles, telas de seda y de lana, obras de plata y oro, aceite con esencia de rosas, perfumes, y alfombras y tapices.
Fue visitada por Abraham, Génesis 14:15. El hogar de Eliezer, Génesis 15:2.
Conquistada por David, pero siguió siendo enemiga de Israel, 2 Samuel 8.
Rezón, que se oponí­a a Salomón, aquí­ fue proclamado rey, 1 Reyes 11:23-25. Asa, rey de Judá hizo alianza con el rey de Siria, que viví­a en Damasco, 1
Reyes 15:16-21; 2 Crónicas 16: 1-10.
Elí­as volvió de Horeb por Damasco, 1 Reyes 19:9-17 (v. 15).
Acab hizo un voto insensato acerca de damasco, 1 Reyes 20 (v. 34 en adelante). Hogar de Naamán, a quien Dios por medio de Elí­as sanó de la lepra, 2 Reyes 5. Ben-adad, de Damasco, consultó con Eliseo tocante a que si él sanarí­a de su enfermedad, 2 Reyes 8:7-15.
Acaz, rey de Judá, hizo alianza con el rey de Asiria para derrotar Damasco, y copió un altar que estaba en este lugar, 2 Reyes 16:5-18.
David la conquistó, 1 Crónicas 18:5-8.
Profecí­a de la destrucción de Damasco, Isaí­as 17:1, 2; Jeremí­as 49:23-27;
-Ezequiel 27:18; 47:16.
Pablo fue convertido allí­, Hechos 9:1-25; 22:5-16; 26:12-20; Gálatas 1:11-
17; 2 Corintios 11:32, 33.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

Ciudad antigua e importante de Siria. Está situada al pie de la cadena montañosa del Antilí­bano, cerca del desierto siroarábigo, el cual se extiende desde allí­ hacia el E. (Can 7:4.) Al SO. de la ciudad se eleva el monte Hermón, coronado de nieve, que tiene una altitud de 2.814 m. y constituye el extremo meridional de la cordillera del Antilí­bano.
Las colinas que jalonan la parte occidental de Damasco presentan una árida orografí­a, pero las frescas aguas del rí­o Barada (el Abaná de 2Re 5:12), que descienden por una garganta abierta en las montañas, llegan hasta el valle donde se halla la ciudad, convirtiéndolo en un exuberante oasis de 16 Km. de ancho por 48 Km. de largo. Este abundante caudal de agua hizo de Damasco una importante encrucijada de rutas militares y mercantiles entre los paí­ses del Mediterráneo oriental y los de Mesopotamia y el Oriente Medio. La configuración geográfica de las cordilleras del Lí­bano y Antilí­bano contribuyó a canalizar el tráfico de caravanas por Damasco, ya que estas sirvieron de trazado natural tanto para las que iban hacia la costa mediterránea como para las que entraban desde la zona costera.
Cerca de la ciudad de Damasco hay una abertura en el sistema montañoso que desde tiempos antiguos ha sido el paso por el que transcurrí­a una de las principales ví­as de comunicación, que, girando al SO., se encaminaba hacia el rí­o Jordán, pasaba junto a la cuenca del Huleh y continuaba hasta el extremo occidental del mar de Galilea, desde donde proseguí­a a través de la llanura de Meguidó en dirección al litoral mediterráneo y, orientándose al S., cruzaba Filistea y terminaba en Egipto. Las fuerzas militares de Egipto, Asiria, Babilonia y Persia recorrieron esta ruta. Otra importante ruta antigua fue el camino del rey (compárese con Nú 21:22), que partí­a desde el S. de Damasco y bordeaba el lí­mite de la meseta que está al E. del Jordán hasta llegar al mar Rojo y la pení­nsula arábiga. Las caravanas que iban hacia Mesopotamia pasaban primero por Damasco, seguí­an hacia Tadmor y de allí­ a la región del Eufrates. Otra ruta conducí­a hacia el N., a Hamat, Alepo y Carquemis.
Situada en una meseta que se eleva unos 700 m. sobre el nivel del mar, Damasco disfruta de un clima agradable, con una temperatura media que va de los 7 °C en invierno a unos 30 °C en verano. La tierra es muy fértil. Produce aceitunas, higos y albaricoques de gran calidad, y hay también fértiles campos de cereales. Sin embargo, la prosperidad de la ciudad provení­a principalmente del tráfico comercial y de la posición de que gozaba como centro natural de intercambio comercial para las tribus nómadas. El profeta Ezequiel llamó a Damasco un †œmercader† de Tiro, pues por lo visto cambiaba vino de la ciudad vecina de Helbón y lana de un gris rojizo por artí­culos manufacturados que exportaba Tiro. (Eze 27:18.) Ben-hadad le ofreció a Acab asignarse †œcalles† en Damasco, probablemente para que abriera en ellas bazares o mercados con el fin de fomentar su comercio en la capital siria. (1Re 20:34.)

Historia. En la actualidad se desconoce la historia primitiva de Damasco. Josefo expone el punto de vista tradicional judí­o de que Damasco fue fundada por Uz (Us), hijo de Aram y nieto de Sem (Antigüedades Judí­as, libro I, cap. VI, sec. 4), aunque hay indicios de que los descendientes de Uz se establecieron más al S. (Gé 10:21-23; véase UZ núm. 4.) Es probable que Abrahán pasase por Damasco o sus proximidades de camino a la Tierra Prometida. Eliezer, que ya era siervo de Abrahán cuando este aún no tení­a hijos, era un †œhombre de Damasco†. (Gé 15:2.) Abrahán persiguió a los reyes invasores hasta Hobá, un lugar que se encontraba al N. de Damasco, con el fin de rescatar a su sobrino Lot, que estaba cautivo. (Gé 14:1-16.)

Se opone a Israel. Después de este tiempo, Damasco desaparece del registro bí­blico por casi mil años, y cuando vuelve a aparecer, por lo general es como oponente de la nación de Israel. Para ese entonces era el centro de uno de los muchos reinos arameos de Siria. Cuando David luchó y derrotó al rey de Zobá, †œSiria de Damasco† fue a ayudar a los perdedores. David también la derrotó, apostó guarniciones en el reino damasceno e hizo que Damasco le pagara tributo a Israel. (2Sa 8:3-6; 1Cr 18:5, 6.) Sin embargo, durante el reinado de Salomón, un fugitivo llamado Rezón, del reino arameo de Zobá, consiguió el control de Damasco y se coronó rey. Mostró su odio a Israel con actos de agresión. (1Re 11:23-25.)
El rey Ben-hadad I de Damasco pactó primero con Baasá, del reino norteño de Israel, pero luego se vendió a Asá de Judá (977-937 a. E.C.) e invadió el territorio de su anterior aliado. (1Re 15:18-20; 2Cr 16:2-4.) Su sucesor, Ben-hadad II invadió dos veces el reino septentrional de Israel a la cabeza de una coalición de treinta y dos reyes, pero fue vencido en ambas ocasiones. (1Re 20:1, 16-22, 26-34.) Aunque la segunda vez se le capturó, el rey Acab lo liberó (c. 940-920 a. E.C.). Más tarde, en la batalla de Ramot-galaad este rey sirio dirigió sus carros contra las fuerzas aliadas de Judá e Israel, a las que derrotó. En esta batalla murió Acab. (1Re 22:29-37.) Durante el reinado de Jehoram de Israel (c. 917-905 a. E.C.), Ben-hadad II intentó por última vez capturar Samaria, pero fue puesto en fuga milagrosamente. (2Re 6:24; 7:6, 7.)
El profeta Eliseo fue a Damasco para cumplir con la comisión dada a su predecesor, Elí­as, y le comunicó a Hazael que reemplazarí­a a Ben-hadad II como rey de Siria. (1Re 19:15; 2Re 8:7-13.) Antes de la muerte de Ben-hadad, Damasco habí­a sido el foco de la resistencia siria a la expansión del Imperio asirio, resuelto a dominar las tierras mediterráneas. Damasco era un blanco clave por ser una importante encrucijada en la ví­a principal de Mesopotamia al Mediterráneo. A la cabeza de una coalición de reinos vecinos, Damasco logró resistir una serie de ataques de Salmanasar III de Asiria. Una de las inscripciones de Salmanasar registra que Hazael tomó el trono sirio. Después de una importante batalla, Salmanasar sitió la ciudad de Damasco, donde atrapó a Hazael, pero no pudo tomarla.
Como rey de Damasco, Hazael continuó una polí­tica agresiva hacia Israel. (2Re 10:32.) Al extender el poder damasceno hasta la ciudad filistea de Gat, llegó a invadir Judá e intimidar al rey Jehoás (898-859 a. E.C.), de manera que el rey de Judá tuvo que pagar un enorme tributo para librar a Jerusalén del ataque sirio. (2Re 12:17, 18; 13:3, 22; 2Cr 24:23, 24.) Durante el reinado de Ben-hadad III, sucesor de Hazael, Jehoás de Israel (c. 859-845 a. E.C.) derrotó en tres ocasiones a Siria, lo que hizo que remitiese el yugo de Damasco sobre el territorio de Israel. (2Re 13:24, 25.) Posteriormente, Jeroboán II de Israel (c. 844-804 a. E.C.) penetró en Siria hasta el †œpunto de entrada de Hamat†, y †œrestituyó Damasco y Hamat a Judá en Israel†. (2Re 14:23-28.) Se cree que esto significa que hizo tributarios a tales reinos, una situación similar a la de los dí­as de David y Salomón. (1Re 4:21.)

Los juicios de Jehová sobre Damasco. Sin embargo, un siglo más tarde vuelve a aparecer Damasco como †œla cabeza de Siria†. (Isa 7:8.) Durante el reinado del rey Acaz de Judá (761-746 a. E.C.), Rezí­n de Damasco, coligado con Péqah de Israel, invadió Judá hasta Elat, en el golfo de `Aqaba. Esto alarmó tanto al rey Acaz, que sobornó a Tiglat-piléser III de Asiria para que desviara de Judá la presión siria. Los asirios atacaron Damasco sin dilación y la tomaron, dieron muerte a Rezí­n y exiliaron a muchos de los damascenos. (2Re 16:5-9; 2Cr 28:5, 16.) De esta forma se cumplieron las profecí­as que Jehová habí­a dado por medio de Isaí­as y Amós. (Isa 8:4; 10:5, 8, 9; Am 1:3-5.) No obstante, cuando Acaz fue a Damasco para encontrarse con Tiglat-piléser (probablemente con el fin de rendirle homenaje), demostró su insensatez al ordenar que se hiciese una réplica del altar para adoración falsa que vio allí­ y después ofrecer sacrificios sobre él a †œlos dioses de Damasco†. (2Re 16:10-13; 2Cr 28:23.)
A partir de entonces Damasco dejó de ser una amenaza para Israel. A pesar de su exiguo poderí­o militar, la ciudad volvió a tener preponderancia comercial, como se indica en la profecí­a de Ezequiel. (Eze 27:18.) Pero Jeremí­as predijo que Damasco, en un tiempo en la cumbre, serí­a desolada como resultado del mal informe procedente de Hamat y Arpad, en el N. de Siria, probablemente un informe relacionado con la conquista violenta de los reinos arameos por los ejércitos babilonios de Nabucodonosor que avanzaban. (Jer 49:23-27.) Damasco, la joya del desierto, no escaparí­a a los efectos de aquella conquista. Más adelante se incluye a Damasco en una declaración adversa que pronunció Zacarí­as, el profeta de Jehová, en 518 a. E.C. Es probable que esta profecí­a se cumpliese en tiempos de Alejandro Magno, quien ocupó Siria y Fenicia después de su victoria en la batalla de Isos en 333 a. E.C. (Zac 9:1-4.)
Durante el perí­odo de los seléucidas, Antioquí­a se convirtió en la capital provincial de Siria, arrebatando así­ la capitalidad a Damasco. En el año 85 a. E.C., tomó la ciudad Aretas III, rey del reino nabateo de Arabia. Entre los años 64 y 63 a. E.C., Roma conquistó todo el territorio sirio, y hasta el año 33 E.C. Damasco fue una ciudad romana; figuraba en una lista de Plinio (historiador romano del siglo I E.C.) como una de las diez ciudades que originalmente componí­an la Decápolis.

En el siglo I E.C. Cuando Saulo de Tarso se dirigió a Damasco en su campaña contra los cristianos, la ciudad tení­a varias sinagogas judí­as. (Hch 9:1, 2.) En aquel entonces formaba parte del dominio del rey nabateo Aretas IV y estaba regida por un gobernador. (2Co 11:32, 33.) Después de su conversión, Saulo, que habí­a quedado ciego, fue conducido a una casa de la calle llamada Recta. (Véase RECTA.) Pablo (Saulo) predicó por algún tiempo en las sinagogas de Damasco, pero la existencia de un complot para asesinarle hizo necesario que escapara por la noche a través de una abertura en el muro de la ciudad. (Hch 9:11, 17-25; 26:20; Gál 1:16, 17.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

a. Ubicación

La ciudad capital de Siria (Is. 7.8) situada al E del Antilíbano y a la sombra del mte. Hermón en el SO (Cnt. 7.4). Está ubicada al NO de la llanura de Ghuta a 700 m sobre el nivel del mar, y al O del desierto siroarábigo. La zona es famosa por sus huertos y jardines, y es regada por el límpido río Abana (mod. Barada) y el cercano Farfar, que eran mejores que el Jordán (2 R. 5.12) y el Éufrates (Is. 8.5–8), más lentos y barrosos. Es un centro natural de comunicaciones, que unía la ruta de las caravanas a la costa del Mediterráneo (unos 100 km al O) por Tiro (Ez. 27.18) a Egipto con las sendas a través del desierto hacia el E a Asiria y Babilonia, hacia el S a Arabia, y hacia el N a Alepo. Esta ciudad tuvo especial importancia como cabeza de un estado *arameo en los ss. X-VIII a.C.

El centro de la ciudad moderna está situado a orillas del río Barada, y una parte de ella ocupa la antigua ciudad amurallada. Algunas de las calles siguen el trazado de los tiempos romanos, incluyendo la calle llamada Derecha (Darb almustaqim) o calle Larga (Sūq al-Tawilēh) como en Hch. 9.11. Se dice que la gran mezquita edificada en el ss. VIII d.C. está en el sitio donde se encontraba el templo de *Rimón (2 R. 5.18).

b. Nombre

El significado de Damasco (gr. Damaskos; heb. Dammeseq; arm. Darmeseq; 1 Cr. 18.5; 2 Cr. 28.5) no se conoce. El ˒aram darmeseq de 1 Cr. 18.6 corresponde al moderno (Dimašk-) eš-šām como “Damasco del norte (Siria)”. Este nombre se encuentra en el egp. Tjmšqw (Tutmosis III) y en las cartas de Amarna (s. XIV) y en inscripciones cuneiformes como Dimašqi. Otros nombres que figuran en estos últimos textos son ša imerišu (tal vez “ciudad de caravanas”) y Bı̄t-Hazau’-ili (‘casa de Hazael’) en el ss. VIII a.C. (DOTT, pp. 57). Véase ANET, pp. 278, n. 8.

c. Historia

Parece ser que Damasco estuvo ocupada desde tiempos prehistóricos. En el 2º milenio a.C. era una ciudad muy conocida, cerca de la cual Abraham derrotó a una coalición de reyes (Gn. 14.15). Es posible que su siervo Eliezer fuera oriundo de esta ciudad (Gn. 15.2; Sir. y vss.). David capturó Damasco y puso en ella una guarnición después de derrotar a las tropas que ella había aportado en apoyo de Hadad-ezer rey de Soba (2 S. 8.5s; 1 Cr. 18.5). Rezón de Soba, que pudo escapar de esta batalla, entró más tarde en la ciudad, que se convirtió en capital de una nueva ciudad-estado aramea denominada *Aram (Siria; 1 R. 11.24). La ciudad aumentó su influencia bajo Hezión y su hijo Tabrimón, sucesores de Rezón. Ya para la época de la ascensión del hijo de Tabrimón, llamado Ben-adad I (ca. 900–860 a.C.), Damasco fue el miembro dominante en el tratado concertado por Asa de Judá para contrarrestar la presión dirigida contra él por Baasa rey de Israel (2 Cr. 16.2). El mismo rey (salvo que fuera Ben-adad II, véase * Cronología del Antiguo Testamento) exigió que la provisión de viviendas para los mercaderes en Damasco fuera una de las condiciones del tratado con Acab (1 R. 20.34). El objeto de este tratado era el de asegurar el apoyo de Israel a la coalición de ciudades-estados para oponerse a los asirios. Ben-adad (as. Adad-idri) de Damasco proveyó el contingente más numeroso de 20.000 hombres en la indecisa batalla de Carcar en 853 a.C. Ben-adad podría ser el “rey de Aram” cuyo nombre no se menciona, y contra el cual luchaba Acab cuando murió (véase 1 R. 22.29–36).

En la llanura cerca de Damasco el profeta Elías ungió a Hazael, noble damasceno, como futuro rey de Siria (1 R. 19.15), y Eliseo, que había sanado al general Naamán de Damasco, fue invitado a concurrir al mismo lugar para aconsejar acerca de la salud de Ben-adad (2 R. 8.7). En 841 a.C. Hazael debió enfrentar renovados ataques por parte de los asirios bajo el mando de Salmanasar III. Por algún tiempo logró mantener el paso que atraviesa los montes del Líbano, pero después de perder 16.000 hombres, 1.121 carros de guerra, y 470 unidades de caballería, se vio obligado a encerrarse dentro de la ciudad de Damasco, donde pudo resistir un sitio con éxito. Antes de abandonar el asedio los asirios prendieron fuego a los huertos y las plantaciones en las afueras de la ciudad (DOTT, pp. 48; ANET, pp. 280). En los años 805–803 a.C. Adad-nirari III dirigió nuevos ataques asirios contra Hazael y Damasco. Otra campaña emprendida en 797 a.C. por Adad-nirari debilitó Damasco de tal forma que Joás de Israel pudo recuperar ciudades en su frontera N que habían sido capturadas anteriormente por Hazael (2 R. 13.25).

En el reinado de Rezín (as. Raḫanu) Aram nuevamente oprimió a Judá (2 R. 16.6), y en 738 fue, juntamente con Manahem de Israel, vasallo de Tiglat-pileser III de Asiria. Al poco tiempo Rezín se sublevó, capturó Elat, y llevó muchos habitantes de Judá a Damasco como cautivos (2 Cr. 28.5). Entonces Acaz de Judá pidió ayuda a Asiria, la que respondió iniciando una serie de incursiones punitivas en 734–732 a.C., las que culminaron en la captura de Damasco, de acuerdo a las profecías de Isaías (17.1) y Amós (1.4–5), y la muerte de Rezín. El saqueo de la ciudad (Is. 8.4), la deportación de sus habitantes a Kir (2 R. 16.9) y su destrucción fueron citados como lección gráfica para Judá (Is. 10.9s). Como recompensa por esta ayuda se le requirió a Acaz que fuese a pagar tributo al rey asirio en Damasco, donde vio y copió el altar (2 R. 16.10–12), lo cual condujo al culto a dioses sirios dentro del templo de Jerusalén (2 Cr. 28.23). Damasco fue reducida a la categoría de ciudad subsidiaria dentro de la provincia asiria de Hamat y desde entonces perdió su influencia política, aunque no totalmente la económica (cf. Ez. 27.18). Continuaron viviendo en la ciudad mercaderes de Judá, y la frontera de Damasco se consideraba el límite del estado ideal judío (Ez. 47.16–18; Ez. 48.1; Zc. 9.1).

En el período seléucida Damasco perdió su posición como capital, y, por lo tanto, mucho comercio, que pasó a Antioquía, aunque recuperó su posición como capital de Celesiria bajo Antioco IX en 111 a.C. El nabateo Aretas conquistó la ciudad en 85 a.C., pero debió ceder el control a Tigranes de Armenia. Damasco pasó a ser una ciudad romana desde el año 64 a.C. hasta el 33 d.C.

En la época de la conversión de Pablo había en la ciudad un etnarca (2 Co. 11.32–33) nombrado por Aretas IV (9 a.C.-40 d.C.); este último había derrotado a su yerno Herodes Antipas. La ciudad tenía muchas sinagogas (Hch. 9.2; Jos., GJ 2. 20) y en ellas, después de ser conducido a la casa de Judas en la calle la Derecha (Hch. 9.10–12), donde fue visitado por Ananías, Pablo comenzó a predicar. La oposición que se levantó en su contra lo obligó a escapar descolgándose del muro de la ciudad (Hch. 9.19–27), pero regresó después de pasar un período en la vecina Arabia (Ga. 1.17). Damasco siguió siendo subsidiaria de Antioquía, tanto en lo político como en lo económico, hasta que recuperó su supremacía gracias a la conquista árabe del año 634 d.C.

Bibliografía. S. Moscati, Las antiguas civilizaciones semíticas, 1960; G. Cornfeld, Arqueología de la Biblia, 1980; G. A. Smith, °GHTS, pp. 323–328; E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, 1985, t(t). I, pp. 179–182.

M. F. Unger, Israel and the Aramaeans of Damascus, 1957; A. Jepsen, AfO l4, 1942, pp. 153–172.

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Damasco, en Siria, es una de las más antiguas ciudades del mundo. Según Flavio Josefo fue fundada por Us, nieto de Shem. La Biblia la menciona en los tiempos de Abraham (Gén. XIV, 15; 15,2); también figura en las piedras de Karnak, entre las ciudades sirias conquistadas por el Faraón Tutmesis III.

Reino de Damasco
Damasco realizó una alianza con Soba contra David, fue conquistada y obligada a recibir una guarnición militar judía (2 Reyes, VIII; I Paral., XVIII, 5), pero bajo el reinado de Salomón se convirtió en la capital de un reino independiente, que estableció a Razon o Rasin (3 Reyes, XI, 24). Desde esta época Damasco entró frecuentemente en guerra con los reyes de Israel, y se apoyó en los reyes de Judá, que buscaban con su ayuda debilitar a sus rivales de Samaria. El más famoso de estos enemigos de Israel fue Hazael, que había ascendido al trono de Damasco con la ayuda de Elías y Eliseo (III Reyes, XIX, 17; IV Reyes, VIII, 28; x, 32; XIII 3). Sus sucesores fueron menos afortunados. Jeroboam II, Rey de Samaria, conquistó Damasco (IV Reyes, XIV, 28). Cuando no estaban trabados en conflictos entre ellos, los reyes de Damasco y Samaria se aliaban con los príncipes vecinos contra los poderosos reyes de Asiria, por lo cual Damasco, que generalmente encabezaba esas confederaciones, aparece mencionada frecuentemente en las inscripciones cuneiformes. En el año 734 A.C. Damasco y Samaria casi arruinaron a Jerusalén. Pero Acaz, Rey de Judá, pidió la ayuda del Rey Asirio Tiglath-Pileser III (Theglathphalasar), quien venció a los aliados, capturó a Damasco después de un sitio de dos años, y puso fin al Reinado de Siria (IV Reyes, XVI, 9-12).

La Ciudad Griega
Desde entonces Damasco parece haber perdido su autonomía. Jeremías (XLIX, 27) la amenaza con nuevas admoniciones, una prueba de que había superado su decadencia; sin embargo, aparece sólo ocasionalmente en la historia de los Judíos, Griegos y Romanos. Después de la batalla de Issus (333 A.C.) la ciudad, que guardaba a las esposas y a los tesoros de Darío, fue entregada a Parmenion. Pronto se convirtió, en contacto con Antíoco, en la ciudad más importante de Siria. Del año 112 al 85 A.C. fue la capital del reino Greco-Romano, pero cayó sucesivamente en el poder de Aretas III, Rey de Petra, de Tigranes, Rey de Armenia, y finalmente del general romano Metelo. En el 64 A.C. Pompeyo recibió allí a los embajadores y los regalos que le enviaban los reyes vecinos; al año siguiente Siria se convirtió en provincia romana. Herodes el Grande construyó un teatro y un gimnasio en Damasco, aunque la ciudad estaba fuera de su dominio. Su población, aunque Siria de raza y lengua, recibió una profunda influencia de la cultura greco-romana, y realizó rápidos progresos en el comercio y la industria. Entonces, como ahora, Damasco era el principal emporio comercial de los árabes nómades. En la época de San Pablo había en Damasco cerca de 50.000 judíos. La mayoría de las mujeres de las altas clases sociales habían abrazado este credo. Fue en camino a Damasco, cerca de ella, que Saulo, el severo perseguidor de los cristianos, reconoció y adoró a aquel Jesús que tanto había odiado. Saulo fue llevado a Damasco, se alojó en casa de Judá en la Vía Recta (hoy Souk el-Taouil), fue bautizado por Ananías (de quien se piensa que fue el primer Obispo de Damasco), predicó a Cristo, y fue obligado a escapar en la noche hacia Arabia (Hechos 9, 3 ss., 16, 6 ss., 12 ssl, Gálatas 1, 17; 2 Corintios, 11, 32). La ciudad pertenecía entonces a Aretas, Rey de los Árabes. En la época de Nerón los paganos asesinaron a traición a 10.000 judíos en el gimnasio de Herodes. Después de la destrucción por Trajano del Reino Nabateano de Petra, Damasco se convirtió en una ciudad romana. En la época de Arcadius el gran templo del dios local, Rimón, fue transformado en la magnífica iglesia de San Juan Bautista. En el año 610, la ciudad fue usada por Chosroes como cuartel general durante la larga guerra que comenzó contra Heraclio.

La Sede de Damasco
Damasco era entonces la metrópolis de Pheenicia Secunda, o Libanensis, que contaba con once sedes sufragantes, dependía del Patriarca de Antioquía y ocupaba el sexto lugar en la jerarquía. Lequien (Oriens christ., II, 833) conocía (del siglo I al XVI) los nombres únicamente de catorce obispos griegos, entre los cuales se contaba San Pedro, que sufrió martirio en manos de los árabes en el siglo VIII. También se conocen numerosos obispos jacobitas. Entre los muchos hombres ilustres nacidos en Damasco, debemos mencionar a:

Nicolás, escritor griego en la época de Augusto.
Damascius, un filósofo pagano del siglo VI.
Juan Moschus, el autor del encantador “Pratum spirituale”,
San Sofronio, Patriarca de Jerusalén (634-638),
San Andrés, Metropolitano de Creta, orador e himnógrafo,
y al celebrado teólogo griego, San Juan Damasceno.

A principios del año 635 Damasco fue conquistada por los árabes en la época de Khalid y Abou Obeidah. A los cristianos se les permitió el culto público en diversas iglesias, también el ala occidental de la iglesia de San Juan, siendo reservada el ala oriental a los musulmanes. Fue sólo al comienzo del siglo VIII que Abd el-Melek obtuvo de los cristianos el uso de todo el edificio, en retribución de lo cual les autorizó cuatro iglesias. Desde el año 660 al 753, en la época de los califas Omaídas, Damasco fue la capital del imperio Árabe, en esa fecha Abu Abbas llevó la sede del gobierno a Bagdad. En los siglos siguientes, entre revueltas y revoluciones, Damasco cayó en manos de los Tolónidas de Egipto, después en las de los Ikshiditas, y las de los Fatimitas. En los años 1075-1076 fue tomada por el Seljuk Turco Aziz. En 1126 los cruzados, comandados por Balduino de Jerusalén, venció al Príncipe Toehtekin cerca y al sur de la ciudad, pero fueron obligados a retroceder. Tampoco fueron los príncipes aliados, Conrado III de Alemania, Luis VII de Francia, y Balduino III de Jerusalén, más exitosos en su sitio de Damasco (1148), debido a la traición de los barones de Siria. Nour-de-Din, Sultán de Aleppo, conquistó Damasco en 1158. En 1177 Saladino repulsó un nuevo ataque del ejército cristiano.

Damasco se transformó entonces en el centro comercial, industrial y científico de Siria; tenía una escuela de medicina y un observatorio en Djebel Kasioun. En la época de los sucesores de Saladino, tuvo que sostener diversos sitios; en 1260 abrió sus puertas a los Mongoles de Houlagou. Luego cayó en manos de Kotouz, Príncipe de los Mamelucos de Egipto, cuyo sucesor, Bibars, reconstruyó la ciudadela. En el año 1300 fue despojada y parcialmente incendiada por los Tártaros comandados por Ghazzen Khan. En 1399 Timur-Leng mató a casi todos los habitantes, excepto los fabricantes de espadas. A éstos los llevó a Samarkand y a Khorassan donde continuaron fabricando las hermosas cuchillas damascenas, cuyo secreto se perdió hace largo tiempo en Damasco. En el año 1516 Selim I conquistó Siria de los Mamelucos, y Damasco perteneció al Imperio Otomano en el siglo XII. Debe mencionarse la ocupación egipcia de Ibrahim Pasha (1832-1840), y la temible matanza de los cristianos (Julio, 1860) que causó la huida de muchos miles y culminó en la ocupación de Siria por un ejército francés.

La Ciudad Turca
Damasco (en árabe Dimisk es-Sham, o simplemente es-Sham), el ojo o la perla del Este para los árabes, es actualmente la capital de Siria. La ciudad está a una altura de 2267 pies sobre el nivel del mar y disfruta de un clima muy agradable, debido al Barada, que la recorre, y a sus numerosas vertientes y manantiales. Está rodeada por los bosques y jardines de Ghouta, que se extienden cerca de diez millas al sur y al este, donde hay veintinueve poblados, cuyos habitantes se dedican al cultivo de fruta (naranjas, limones, etc., especialmente ciruelas y albaricoques). Dentro de la ciudad están las tumbas de Noured-Din, Saladin, y Bibars, 850 manantiales, 64 baños, 25 mercados, una bolsa de valores para el comercio local, una ciudadela parcialmente en ruinas, 248 mezquitas, etc. La mezquita de los Ommayads (antiguamente la iglesia de San Juan) se quemó en 1893, en cuya ocasión se perdieron numerosos manuscritos y trabajos artísticos.

Condiciones Religiosas
Damasco es una sede episcopal arquidiocesana titular de la Iglesia Latina, y en la “Revista Benedictina” de 1907 (82-85) se mencionan tres obispos del siglo XVI. También es una sede metropolitana de los Griegos melquitas católicos (y no católicos), y para los católicos sirios, y finalmente sede episcopal de los maronitas. Desde el siglo XVI los patriarcas griegos no católicos de Antioquía han vivido en Damasco. El Patriarca Católico Griego de Antioquía, así como el patriarca católico sirio, también reside en Damasco y gobierna su diócesis a través de un obispo titular. Los Lazaristas, que reemplazaron a los Jesuitas en la época de su supresión, tienen allí un colegio; en 1872, los jesuitas comenzaron a ocupar la prestigiosa casa de San Juan Damasceno. Los Franciscanos tienen la parroquia de la iglesia latina y un colegio de varones. Otras órdenes religiosas con actividad en Damasco incluyen a las Hermanas de la Caridad y las hermanas nativas de Mariamet.

S. VAILHE
Transcrito por Tomas Hancil
Traducido por Amparo Cabal

Fuente: Enciclopedia Católica