DESTIERRO

Nabucodonosor es considerado el organizador del Imperio caldeo o neobabilónico, reinó del 605 al 562 a. C. Con su victoria sobre el faraón Nekó, en la batalla de Karkemis, se apoderó de Siria y Palestina, en el 605 a. C., 2 R 24, 7; Jr 46, 2; Jeremí­as profetizó sobre los setenta años de cautividad en Babilonia, Jr 25, 1 y 11. En el año 604 a.C., el rey caldeo hizo su primera incursión en Palestina, y el rey Yoyaquim de Judá quedó como vasallo de Nabucodonosor, por tres años, 2 R 24, 1; 2 Cro 36, 6; Dn 1, 1. Aproximadamente en el año 600 a. C., Yoyaquim se rebeló. En el año 598 a. C. Nabucodonosor II, rey de Babilonia, declaró la guerra a Judá, asedió y conquistó Jerusalén.

Joaquí­n rey de Judá, se entregó al rey de Babilonia, a los tres meses de reinado. Aquí­ se dio la primera deportación y destierro en Babilonia.

Fueron deportados el rey Joaquí­n quien duró cautivo treinta y siete años, hasta la muerte de Nabucodonosor, los principales de Judá, los artesanos, los hombres aptos para la guerra, dejando sólo a la gente pobre del paí­s; el rey de Babilonia hizo llevar los tesoros del Templo de Salomón y los del palacio real, 2 R 24, 8-16; 2 Cro 36, 9-10. El rey Nabucodonosor puso como rey de Judá a Matatí­as, de la estirpe de David, tí­o de Joaquí­n, y le cambió el nombre por el de Sedecí­as, 597-587 a. C. E profeta Ezequiel anunció la destrucción de Jerusalén, Ez 1, 23. En el año 589/8 a.C., Sedecí­as se rebeló contra Nabucodonosor; dos años más tarde, 587 ó 586, entre junio y julio, el ejército caldeo tomó la ciudad de Jerusalén, el rey de Judá escapó con sus soldados, por el camino de Arabá, el valle del Jordán, pero fue apresado y la tropa lo abandonó y se dispersó. Sedecí­as fue juzgado en Riblá, le sacaron los ojos y fue deportado a Babilonia, habiendo sido degollados sus hijos en su presencia. Al mes de estos sucesos, Nabuzaradán, jefe de la guardia del rey Nabucodonosor, destruyó y saqueó Jerusalén así­ como el Templo, de donde se llevaron todo, y se dio la segunda deportación de judí­os a Babilonia. Un grupo alcanzó a escapar hacia Egipto, llevándose consigo al profeta Jeremí­as, contra su voluntad. De nuevo, sólo quedaron en Judá las gentes más pobres para que cultivaran los campos, 2 R 24, 17-20; 25, 1-21; 2 Cro 36, 11-21; Jr 39, 1-10; 52, 1-30. Con los deportados a Babilonia, estaba el profeta y sacerdote Ezequiel, quien fue su lí­der y cuyo mensaje les sirvió de consuelo así­ como para mantener la identidad del pueblo y la religión.

En esta época se comenzó por parte de los escribas, a recopilar la tradición del pueblo israelita, con lo se formarí­an los libros que componen las Sagradas Escrituras.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Expulsión por decreto de un lugar o territorio determinado, como la tierra o paí­s de la persona; el significado literal del término hebreo es †œsalida; partida†. Cuando Caí­n mató a su hermano Abel, la sentencia fue el destierro del suelo en el que se hallaba y se le condenó a ser un fugitivo errante por la tierra. El se habí­a dedicado a cultivar el suelo, pero este ya no responderí­a a su labranza. (Gé 4:2, 3, 11-14.)
A los israelitas se les dijo que Jehová conducirí­a a la nación al destierro si traspasaban el pacto que Jehová habí­a hecho con ellos por mediación de Moisés. (Dt 28:36, 37, 64; 29:28.) Jehová, de hecho, fue la Autoridad que decretó el destierro de su pueblo en tres ocasiones, si bien se valió del poderí­o militar de otras naciones. Estas ocasiones fueron: 1) el destierro asirio de Israel (2Re 15:29; 18:9-12), 2) el destierro babilonio de Judá (2Re 25:8-11, 21) y 3) el destierro romano del pueblo judí­o (Lu 21:20-24).

Israel. Antes de que terminara el reinado del rey israelita Péqah, hacia el año 758 a. E.C., Tiglat-piléser III se llevó al destierro asirio a israelitas de la tribu de Neftalí­, un destierro al que, según parece, también fueron llevados rubenitas, gaditas y algunos de la media tribu de Manasés. (1Cr 5:4-6, 26.) Años más tarde, Salmanasar V sitió la ciudad de Samaria y, después de tres años (en 740 a. E.C.), o bien él o bien Sargón II, su sucesor, llevó al destierro a una gran cantidad de habitantes, a los que sustituyó por gente traí­da de †œBabilonia y de Cutá y de Avá y de Hamat y de Sefarvaim, y los hizo morar en las ciudades de Samaria en lugar de los hijos de Israel†. (2Re 17:5, 6, 24.)

Judá. En 617 a. E.C., el rey Nabucodonosor se llevó al exilio babilonio a la realeza y a los hombres prominentes de Judá. (2Re 24:11-16.) Unos diez años más tarde, después de la caí­da de Jerusalén a manos de Babilonia en 607 a. E.C., Nebuzaradán, el jefe de la guardia de corps, se llevó cautivos a los que habí­an quedado y a los desertores judí­os, un grupo del que solo regresó un pequeño resto setenta años después. (2Re 25:11; Jer 39:9; Isa 10:21, 22; véase CAUTIVERIO.)
Después de la caí­da de Babilonia, muchos judí­os no regresaron a su tierra, por lo que la diáspora judí­a siguió su curso. En la época de Asuero (Jerjes I, rey de Persia, que reinó sobre 127 distritos jurisdiccionales desde la India hasta Etiopí­a), Hamán, un funcionario del rey, dijo al presentar una acusación contra ellos: †œHay cierto pueblo esparcido y separado entre los pueblos en todos los distritos jurisdiccionales de tu reino†. (Est 1:1; 3:8.)

El siglo I E.C. En el primer siglo habí­a comunidades judí­as en Tesalónica, Atenas, Corinto, Efeso, Roma y Babilonia, así­ como en otras ciudades del mundo antiguo. (Hch 17:1, 16, 17; 18:1, 4, 19.) Muchos se asentaron en Babilonia, donde Pedro les predicó. (1Pe 5:13.) Según Josefo, en el siglo I a. E.C. †œhabí­a muchos judí­os† en Babilonia. (Antigüedades Judí­as, libro XV, cap. II, sec. 2.) En el año 49, o a principios de 50 E.C., el emperador romano Claudio decretó el destierro de todos los judí­os de Roma, lo que también afectó a los judí­os conversos al cristianismo, como íquila y Priscila (Prisca), un matrimonio al que Pablo conoció alrededor del año 50 E.C., poco después del decreto de Claudio. (Hch 18:2.) íquila y Priscila acompañaron a Pablo hasta Efeso, y cuando él escribió a los cristianos de Roma desde Corinto (c. 56 E.C.), ambos —así­ como muchos de los judí­os desterrados— ya debí­an haber regresado a Roma, aprovechando que Claudio habí­a muerto y Nerón era el nuevo emperador. (Hch 18:18, 19; Ro 16:3, 7, 11.)
En Lucas 21:24 Jesús predijo que Jerusalén serí­a cercada, un suceso que ocurrió en 70 E.C., cuando el ejército romano a las órdenes de Tito sitió la ciudad en un momento en el que estaba atestada de judí­os que habí­an llegado de otros paí­ses con motivo de la fiesta de las tortas no fermentadas. Los romanos cercaron la ciudad y por fin la destruyeron, dando muerte a 1.100.000 judí­os y tomando cautivos a otros 97.000, a los que luego se dispersó por otras naciones.

Fuente: Diccionario de la Biblia