ENEMIGO

v. Adversario, Contrario, Diablo
Gen 22:17 tu .. poseerá las puertas de sus e
Exo 15:6 diestra, oh Jehová, ha quebrantado al e
Exo 23:22 si .. oyeres su voz .. seré e de tus e, y
Lev 26:8 mil, y vuestros e caerán a filo de espada
Num 10:35 sean dispersados tus e, y huyan de tu
Num 35:23 él no era su e, ni procuraba su mal
Deu 28:48 servirás .. a tus e que enviare Jehová
Deu 32:41 yo tomaré venganza de mis e, y daré
Jos 7:12 Israel no podrán hacer frente a sus e
Jdg 5:31 así perezcan todos tus e, oh Jehová
1Sa 12:11 y os libró de mano de vuestros e en
1Sa 18:29 tuvo más temor de David; y fue Saúl e
1Sa 20:15 Jehová haya cortado .. los e de David
1Sa 24:19 ¿quién hallará a su e y lo dejará ir sano
2Sa 24:13 ¿o que huyas tres meses .. de tus e
1Ki 8:44 si tu pueblo saliere en .. contra sus e
Ezr 4:1 oyendo los e de Juda, y de Benjamín que
Est 7:6 el e y adversario es este malvado Amán
Est 8:13 preparados .. para vengarse de sus e
Est 9:22 en que los judíos tuvieron paz de sus e
Job 13:24 escondes tu .. y me cuentas por tu e?
Psa 6:10 se avergonzarán y se turbarán .. mis e
Psa 27:2 los malignos, mis angustiadores y mis e
Psa 72:9 se prostrarán .. y sus e lamerán el polvo
Psa 74:3 el mal que el e ha hecho en el santuario
Psa 74:4 e vociferan en medio de tus asambleas
Psa 89:42 has exaltado la diestra de sus e; has
Psa 92:9 perecerán tus e; serán esparcidos todos
Psa 97:3 fuego irá .. y abrasará a sus e alrededor
Psa 110:1 ponga a tus e por estrado de tus pies
Psa 127:5 cuando hablare con los e en la puerta
Psa 136:24 y nos rescató de nuestros e, porque
Psa 139:22 los aborrezco por .. los tengo por e
Pro 16:7 aun a sus e hace estar en paz con él
Pro 24:17 cuando cayere tu e, no te regocijes
Isa 9:11 Jehová levantará los e de Rezín contra él
Isa 11:13 Efraín, y los e de Judá serán destruidos
Isa 59:18 como para retribuir con ira a sus e
Isa 59:19 vendrá el e como río, mas el Espíritu
Isa 63:10 por lo cual se les volvió e; y él mismo
Lam 2:5 el Señor llegó a ser como e, destruyó a
Amo 3:11 e vendrá por todos lados de la tierra
Mic 7:6 los e del hombre son los de su casa
Zec 8:10 ni hubo paz para el que .. a causa del e
Mat 5:44; Luk 6:27, 35 os digo: Amad a vuestros e
Mat 10:36 y los e del hombre serán los de su casa
Mat 13:25 mientras dormían .. vino su e y sembró
Mat 13:28 él les dijo: Un e ha hecho esto. Y los
Mat 22:44; Mar 12:36; Luk 20:43; Act 2:35; Heb 1:13 hasta que ponga a tus e por estrado
Luk 19:27 aquellos mis e que no querían que yo
Luk 19:43 tus e te rodearán con vallado, y te
Rom 5:10 siendo e, fuimos reconciliados con Dios
Rom 11:28 cuanto al evangelio, son e por causa de
Rom 12:20 si tu e tuviere hambre, dale de comer
1Co 15:25 haya puesto a todos sus e debajo de
Gal 4:16 ¿me he hecho .. e, por deciros la verdad?
Phi 3:18 digo .. que son e de la cruz de Cristo
Col 1:21 erais .. extraños y e en vuestra mente
2Th 3:15 no lo tengáis por e, sino .. hermano
Jam 4:4 quiera ser amigo del mundo .. e de Dios


latí­n inimicus. Contrario, adversario. Nación armada con quien se está en guerra. Los egipcios, que oprimieron a Israel, y los pueblos que tuvieron que vencer para conquistar la Tierra Prometida son los enemigos de los Israelitas y, por tanto, de Dios. Refiriéndose a la salvación milagrosa al salir de Egipto, Moisés, en el Canto triunfal, dice. †œTu diestra, Yahvéh, aplasta al enemigo†, Ex 15, 6 y 9-10. Yahvéh le dice al pueblo israelita que si cumple sus leyes y preceptos, †œtus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis adversarios†, Ex 23, 22; de lo contrario, serán entregados a sus enemigos, Lv 26, 25; Dt 28, 47-68; en este sentido suplica Salomón a Yahvéh el perdón por el pueblo infiel arrepentido, 1 R 8, 33-34 y 46; 2 Cro 6, 24-25. Entre los profetas se encuentra varias veces a Yahvéh como e. del pueblo de Israel, por sus infidelidades, Is 63, 10; Jr 12, 7; 30, 14; 44, 30; Lm 2, 4 y 7; 4, 12. Pero a pesar de que Dios castiga el pecado de su pueblo enviando contra él a sus enemigos, Os 8, 3; así­ mismo les promete la restauración, Ba 4, 25-37; 5, 6; Ez 36, 1-38. Cuando Saúl, en la última guerra del soberano contra los filisteos, consultó a la pitonisa de Endor, ésta le evocó al Samuel, y el profeta le dijo: †œYahvéh se ha apartado de ti y se ha convertido en tu e.†, 1 S 28, 16; pues Saúl en la guerra santa contra los amalecitas, le perdonó la vida al rey Agag, habiéndole ordenado Yahvéh exterminarlo todo, consagrarlo al anatema, por ser enemigos de Israel y no haberle permitido el paso por su territorio cuando subí­a de Egipto, 1 S 15, 1-15.

En el N. T. este lenguaje fuerte sobre los enemigos cambia, pues Jesús predica una nueva doctrina, la del amor a los semejantes, incluidos los enemigos, Mt 5, 44; Lc 6, 27; el mismo Jesús, antes de morir en la cruz, ruega por sus enemigos: †œPadre, perdónalos, porque no saben lo que hacen†, Lc 23, 34; siguiendo este ejemplo del Señor, Esteban rogó a Dios por quienes lo martirizaron, Hch 7, 60. Por esto dice el Apóstol, en la epí­stola a los Romanos, que nadie debe tomar justicia por su mano, pues esto está reservado a Dios, Rm 12, 14-21. Pablo llamó a Elimas, el mago, que se le oponí­a en la predicación de la Palabra, †œhijo del diablo, e. de toda justicia†, Hch 13, 10. El verdadero enemigo del hombre es el diablo, Ef 6, 11-12; †œquien desee ser amigo del mundo se constituye en e. de Dios†, St 4, 4-10.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(contrario, que odia y procura hacer dano).

1- El diablo: Mat 13:25, Mat 13:39, Luc 10:19.

2- Enemigos de Cristo: Mat 12:14, Mat 26:59, Mar 12:12, Jua 10:1-2.

3- Cristo triunfa sobre sus enemigos,: (Mat 22:24, Luc 13:17). y, aunque terminaron por crucificarlo, sin quererlo, fue cuando mas lo exaltaron, porque la “cruz” fue la gran victoria de Cristo, con la que redimió a toda la humanidad: (Fi1.2:8-I1, 1Co 1:18-25).

4- Dios salva de los enemigos: Lc.

71,74,1Co 21:15.

5- Tengo que perdonar y amar a mis enemigos: Mat 5:38-48, Luc 6:27-38.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

El término hebreo ´oh·yév y el griego ekj·thrós se refieren a aquel que es hostil o que odia. (Ex 23:22; Mt 5:43.) El primer brote de enemistad en el universo fue la acción de la †œserpiente†, que más tarde la Biblia identificó como Satanás el Diablo (Rev 12:9), cuando se acercó a Eva y desafió la veracidad de Dios. (Gé 3:4, 5.) Jesucristo llamó homicida a esta criatura espí­ritu, y también †œmentiroso y el padre de la mentira†. (Jn 8:44; véase SATANíS.)

Enemigos de Dios. Desde aquel tiempo Satanás fue el enemigo principal de Dios. (Mt 13:25, 39.) Ha ejercido su influencia sobre la humanidad, a la que ha doblegado, de modo que †œel mundo entero yace en el poder del inicuo†. (1Jn 5:19.) Este mundo es, por tanto, enemigo de Dios. (Snt 4:4.) No obstante, Dios ha tenido gran paciencia con sus enemigos y ha mostrado misericordia a los que han deseado servirle. Ha provisto para estas personas un medio de reconciliación mediante el sacrificio de Jesucristo. (Ro 5:10; Col 1:21, 22.) A los que están en unión con Cristo los ha nombrado †œembajadores† en un mundo hostil, encomendándoles el ministerio de la reconciliación. (2Co 5:18-21.)
Por otra parte, hay muchos que se hacen enemigos enconados de Dios, entre quienes se cuentan Satanás y los demonios inicuos, quienes reúnen a las naciones contra Dios (Rev 16:13-16); el †œhombre de desafuero† apóstata, que se coloca en oposición a Dios (2Te 2:3, 4); †œBabilonia la Grande†, cuyos †œpecados se han amontonado hasta llegar al cielo† (Rev 17:5; 18:5); †œla bestia salvaje† que sale del mar, que recibe su poder y autoridad del dragón Satanás (Rev 13:1, 2, 6); la †œbestia salvaje† de dos cuernos, que promueve la adoración de aquella †œbestia† marina (Rev 13:11, 12); la †œbestia salvaje de color escarlata† que está †œllena de nombres blasfemos† (Rev 17:3) y los que persisten en apoyarla (Rev 19:17-21). Dios destruirá a todos estos. (Dt 32:41; Isa 59:18; Rev 20:10.)

Enemigos de Cristo. Los enemigos de Dios son también enemigos de Cristo. (Jn 8:42-47; Mt 10:40.) Cuando estuvo en la Tierra, Jesucristo sufrió mucho a manos de los enemigos de Dios. No obstante, no devolvió mal por mal; no intentó hacerles ningún daño. (1Pe 2:21-23.) Incluso curó a un hombre que iba con la muchedumbre que salió con espadas y garrotes para prenderlo. (Lu 22:49-51; Jn 18:10, 11.)
Sin embargo, después de su resurrección †œse sentó a la diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que se coloque a sus enemigos como banquillo para sus pies†. (Heb 10:12, 13; Lu 20:41-43.) Esta profecí­a se registró en el Salmo 110, donde se expone el mandato que Dios le dio a su Hijo: †œVe sojuzgando en medio de tus enemigos†. (Sl 110:2.) Se dice que estos enemigos de Jehová y de su †œungido† son †œnaciones† y †œgrupos nacionales†, †œreyes de la tierra† y †œaltos funcionarios†. (Sl 2:1-9.) En Revelación 19:11-21 se ve al que se llama †œFiel y Verdadero†, †œLa Palabra de Dios† y †œRey de reyes y Señor de señores† dirigiendo a los ejércitos del cielo contra sus enemigos. Estos enemigos son †˜la bestia salvaje y los reyes de la tierra y sus ejércitos†™, así­ como el †œfalso profeta†; Cristo aniquila a todos estos.

Enemigos de la humanidad. Los enemigos de Dios son al mismo tiempo enemigos de la humanidad, porque luchan contra la reconciliación del hombre con Dios y contra los propósitos de Dios para la familia humana. Se oponen a la proclamación de la verdad, y por lo tanto están en contra de los intereses de todos los hombres, como lo estuvieron aquellos que persiguieron a los cristianos primitivos. (1Te 2:15.)
Además, debido a la entrada del pecado en el mundo por medio de Adán, la muerte se ha extendido a todos los hombres y ha sido, según la Biblia, el †œenemigo† de la humanidad. (1Co 15:26; Ro 5:12.) El hombre no puede vencer a la muerte por sus propios esfuerzos. (Sl 89:48.) Solo Jehová Dios, mediante Jesucristo, podrá acabar con este enemigo del hombre. (1Co 15:24-26; Isa 25:8.)

La pelea cristiana. El apóstol Pablo se refirió al guerrear del cristiano con las siguientes palabras: †œTenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales†. (Ef 6:12; compárese con 2Co 10:4.) De modo que el cristiano no pelea contra fuerzas humanas, es contra espí­ritus inicuos que intentan apartarlo de Dios. Por otra parte, Jesucristo explicó a sus seguidores que el mundo los perseguirí­a y hasta los matarí­a (Mt 10:22; 24:9; Jn 16:2), y que en algunos casos los enemigos del hombre serí­an los de su propia casa. (Mt 10:36.)
¿Cuál debe ser la actitud del cristiano hacia quienes se hacen sus enemigos? Jesús aconsejó: †œContinúen amando a sus enemigos, haciendo bien a los que los odian†. (Lu 6:27, 28.) Explicó: †œOyeron ustedes que se dijo [en la tradición, no en la Biblia]: †˜Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo†™. Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen†. (Mt 5:43, 44.) Y, seguramente refiriéndose a Proverbios 25:21, el apóstol Pablo advierte: †œSi tu enemigo tiene hambre, aliméntalo†. (Ro 12:20.) Este principio ya se habí­a enunciado en la Ley, que leí­a: †œSi encontraras el toro de tu enemigo, o su asno, descarriado, sin falta has de devolvérselo. Si vieras echado debajo de su carga el asno de alguien que te odia, entonces debes guardarte de dejarlo. Junto con él, sin falta has de librarlo.† (Ex 23:4, 5.)
El que los siervos de Jehová hayan seguido estos excelentes principios ha resultado en que algunos de sus anteriores enemigos hayan ablandado su corazón y cambiado su actitud hacia ellos y también hacia Dios mismo. Este hecho está en armoní­a con Proverbios 16:7: †œCuando Jehová se complace en los caminos de un hombre, hace que hasta los enemigos mismos de este estén en paz con él†. (Compárese con Ro 12:17, 18, 21; 1Pe 2:19, 20; 3:9.) Un ejemplo sobresaliente de misericordia a un enemigo es el trato que prodigó Jesucristo a Saulo de Tarso (quien llegó a ser el apóstol Pablo). (Hch 9:1-16; 1Ti 1:13; compárese con Col 1:21, 22.)
Jehová Dios dice: †œMí­a es la venganza, y la retribución†. (Dt 32:35; Ro 12:19; Heb 10:30.) Por lo tanto, el siervo de Dios no se venga, ni tampoco desea calamidad a sus enemigos para su propia satisfacción, recordando el prudente consejo: †œCuando caiga tu enemigo, no te regocijes; y cuando se le haga tropezar, no esté gozoso tu corazón†. (Pr 24:17.) Bajo la Ley, cuando habí­a que determinar si un homicidio habí­a sido deliberado o accidental, se tení­a muy en cuenta si existí­a enemistad u odio previos, o si el acusado habí­a herido a la ví­ctima en enemistad. (Nú 35:20-25.)
El cristiano tiene que vencer a muchos †œenemigos† durante su vida, aparte de la oposición literal. Existe un grave peligro en capitular ante estos †œenemigos†, porque, de hacerlo, nos colocarí­a en una posición de enemistad con Dios. Dice el apóstol: †œPorque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar†. (Ro 8:7; Gál 5:17.) Las Escrituras hablan de un conflicto que se produce dentro del cristiano debido a la confluencia de dos fuerzas contrarias: 1) †œla ley de Dios†, la ley que Pablo decí­a que gobernaba su mente y a la que también llama †œla ley de ese espí­ritu que da vida en unión con Cristo Jesús†, y 2) †œla ley del pecado que está en [los] miembros†, o †œla ley del pecado y de la muerte.† (Ro 7:22-25; 8:2.) En esta misma lí­nea, el apóstol Pedro advierte a los cristianos que †œsigan absteniéndose de los deseos carnales, los cuales son los mismí­simos que llevan a cabo un conflicto en contra del alma†. (1Pe 2:11.) Santiago, el medio hermano de Jesús, también hace referencia a los †œdeseos vehementes de placer sensual que se hallan en conflicto en sus miembros†. (Snt 4:1.) Debemos reconocer que estas cosas son enemigos para poder mantenernos firmes contra ellas.

Fuente: Diccionario de la Biblia

aréí†s, “tirano; opresor” (Job 6:23). En la Septuaginta, tsar generalmente se traduce echthros (“enemigo”). En la rva Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

I. EL HECHO DE LA ENEMISTAD. 1. Constancia y lí­mites. El hombre bí­blico está siempre frente a su enemigo: es un hecho sobre el que ni siquiera se plantea cuestiones. Ya en el cí­rculo familiar una enemistad operante opone a Caí­n y Abel (Gén 4, 1-16), a Sara y Agar (Gén 16,1-7), a Jacob y a Esaú (Gén 27-29), a José y a sus hermanos (Gén 37,4), a Ana y Penina (lSa 1,6s). En la ciudad, los profetas y los salmistas se quejan de sus enemigos (Sal 31; 35; 42, 10; Jer 18,18-23). Estos pueden ser deudos (Miq 7,6; Jer 12,6) o antiguos *amigos (Sal 55,13ss). Ha ve-nido a ser como un esquema de pensamiento: tras toda adversidad se descubre un adversario, y el *enfermo de los Salmos es casi siempre un *perseguido (Sal. 13; 38,1-16). Sin embargo, si el enemigo pertenece a la comunidad de Israel, la ley ve en éi un sujeto de derechos (Ex 23,4; Núm 35,15). La nación misma se construye en este mundo de la ene-mistad. Pero la hostilidad conoce matices: sin piedad en el caso de los cananeos o de los amalecitas (Ex 17,16; ISa 15), acaba por no ser más que una guerra frí­a para con Moab y Amón (Dt 23,4-7), y el Deuteronomio deja entender a propósito de Edom y de Egipto (Dt 23,8) que *extranjero no significa necesariamente enemigo.

2. Origen. ¿Cómo explicarse en la historia sagrada la permanencia de este fenómeno? En realidad, es sencillamente un fenómeno o dato de la historia desde el dí­a en que el pecado introdujo el *odio. Israel ad-quiere conciencia de sí­ mismo en un mundo sin piedad. Querer verlo in-mune en este aspecto serí­a querer que fuera de otra esencia que la humanidad de su tiempo. Dios toma al hombre al nivel en que lo halla. Los cananeos son atacados porque son idólatras (Gén 15,16; Dt 20,16ss), pero también porque ocupan el territorio, la tierra prometida (Dt 2,12). En este estadio se comprueba cierta identificación entre enemigos de Dios y enemigos de la nación: “Yo seré enemigo de tus enemigos” (Ex 23,22).

II. LUCES SOBRE EL MUNDO DE LA ENEMISTAD. 1. Un caso tí­pico. La lucha de Saúl contra David es el re-lato más detallado que nos queda de una enemistad personal. Sólo Saúl es aquí­ el enemigo. Se la ha tomado con la vida de David (lSa 18,10s; 19,9-17) y se opone a un designio a la vez divino y terreno: la realeza de su rival. El móvil profundo de su odio es el que presenta la Biblia más frecuentemente : la envidia. En cuanto a David, evita dejarse contaminar por el odio de Saúl, y su actitud es tal que un cristiano, que deberí­a superarla, ti( le todaví­a mucho que hacer para igualarla. No pocos amigos de Dios debieron vivir, a su nivel, un drama semejante al de David, en el que abundan los signos de cierto afinamiento moral. El llamamiento de Dios, insertándose plenamente en su deseo de vivir, los condujo a deshacerse de su egoí­smo sin perder sus contactos con la existencia.

2. La experiencia de la derrota. Israel como nación pasó por una experiencia bastante parecida. Por una *guerra infligida a los otros (como la de la conquista), ¡qué de guerras tuvieron que afrontar! Con el tiempo la imagen del enemigo se confundió progresivamente con la del opresor; en ello no hay nada con qué alimentar sueños de poder. Así­ aprendió Israel que Yahveh, lejos de hacer al justo más *fuerte, prefiere liberarlo él mismo (Ex 14,13s.30). El enemigo no es vencido por el justo al que oprimí­a; perece ví­ctima de sí­ mismo (Sal 7,13-17; cf. Saúl, Amán…). En tanto llega su derrota, no triunfa sin razón; *castiga en nombre de Dios y sin quererlo, enseña. Su eliminación completa está ligada con la plenitud de la *bendición (Gén 22,17; 49,8; Dt 28,7). Ahora bien, a través de la historia, Yahveh lo deja subsistir (Jue 2,3; 2,20-23; Dt 7,22). Esta persistencia señala dos cosas: el nivel de cumplimiento de la *promesa y el de la *fidelidad del pueblo. Por una parte y por otra no ha llegado todaví­a el tiempo de la *plenitud.

3. La obra del tiempo. Los que repetí­an las *maldiciones del salmista mucho tiempo después de él no podí­an hacerlo en nombre de los mismos intereses particulares ni respecto a las mismas personas: en ello hay ya cierta purificación. Cierto despego de esta í­ndole se nota en el libro de la Sabidurí­a (Sab 10-19), que en la historia ve más los conflictos ideo-lógicos que los conflictos de intereses. Cuando los Macabeos, reanudando la tradición de la *guerra santa, luchan “por su vida y por sus leyes” (lMac 2,40; 3,21), lo hacen con clara conciencia del doble fin que expresa esta fórmula, que une sin confundir. En una palabra, por una parte no se reniega nunca el principio jurí­dico del talión, que, por lo demás, poní­a cierto freno a la *venganza (cf. Gén 4,15.24), y se concibe la victoria de Israel como la destrucción de sus enemigos (Est); por otra parte, la experiencia y la luz divina orientan los corazones hacia el *amor. En me-dio de los consejos de prudencia, Ben Sira pide que el hombre *perdone para ser perdonado por Dios (Eclo 28,1-7; cf. Prov 24,29). Es la exigencia de Jesús mismo.

III. JESÚS TRIUNFA DE LA ENEMISTAD. 1. El mandamiento y el ejemplo. “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian” (Mt 5,44 p). Este mandamiento destaca entre las exigencias más nuevas (cf. 5,43) de Jesús. El mismo tuvo enemigos, que no “lo quisieron como rey”, como dice una parábola (Lc 19,27). Le dieron muerte, y él en la cruz los per-donó (Lc 23,34). Así­ debe hacerlo el *discí­pulo a imitación de su maestro (cf. 1Pe 2,23), a imitación del *Padre que está en los cielos (Mt 5,45ss), cuyo perdón podrá obtener así­ (cf. Mt 6,12). El cristiano que perdona no se hace ilusiones acerca del mundo en que vive, como tampoco Jesús se hací­a ilusiones acerca de los *fariseos y de Heredes. Pero practica a la letra el consejo de la Escritura: amontonar carbones ardientes sobre la cabeza del enemigo (Rom 12,20 = Prov 25,21s). Esto no es *venganza; este *fuego se cambiará en amor si el enemigo consiente en ello; el hombre que ama a su enemigo aspira a convertirlo en *amigo y toma para ello los medios con prudencia. En estas atenciones Dios mismo le precedió: cuando éramos sus enemigos nos reconcilió consigo por la muerte de su Hijo (Rom 5,10).

2. La victoria sobre la enemistad. Jesús no viene, pues, a negar la enemistad, sino a manifestarla en su dimensión completa al momento de vencerla. No es un hecho como los otros; es un misterio, signo del reinado de *Satán, el enemigo por excelencia: desde el huerto del Edén una enemistad lo opone a loi hijos de Eva (Gén 3,15). Enemigo de los hombres y enemigo de Dios, siembra en la tierra la cizaña (Mt 13,39); por eso estamos expuestos a sus ataques. Pero Jesús dio a los suyos poder sobre todo *poder que venga del ene-migo (Le 10,19). Les viene del combate en que Jesús triunfó por su misma derrota, habiéndose ofrecido a los golpes de Satán a través de los de sus enemigos y habiendo vencido a la “muerte con la muerte. Así­ derribó el “muro de enemistad” que cruzaba por la humanidad (Ef 2,14-16). En tanto llega el *dí­a en que Cristo, para poner “a todos sus enemigos a sus pies”, destruye para siempre a la muerte, que es el último ene-migo” (1Cor 15,25s), el cristiano combate con Jesús contra el viejo enemigo del género humano (Ef 6, 11-17). En torno a él, algunos se conducen como enemigos de la cruz de Cristo (F1p 3,18), pero él sabe que la cruz lo lleva al triunfo. Esta *cruz es el lugar, fuera del cual no hay *reconciliación con Dios ni entre los hombres.

-> Amor – Extranjeros – Guerra – Odio – Perdón – Satán – Venganza.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas

En el AT el enemigo de Israel, (o de la divinidad) era ipso facto el enemigo de Dios. Los Salmos imprecatorios y actitud hacia las naciones gentiles deben por lo tanto, entenderse en este sentido religioso-político: la actitud de Dios hacia el mal mismo se expresa en su actitud hacia «el enemigo». El NT aplica el término a Satanás (Mt. 13:39), los poderes demoníacos (1 Co. 15:25s.), los hombres no regenerados (Col. 1:21), y los enemigos personales (Mt. 5:43s.). Pero la connotación del AT no está ausente (Lc. 1:74), y el «verdadero Israel» está enmarcado virtualmente en todo el significado. Véase TWNT.

  1. Earle Ellis

TWNT Theologisches Woerterbuch zum Neuen Testament (Kittel)

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (206). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología