ESTRELLA

v. Arena, Luna, Sol
Gen 1:16 hizo Dios .. lumbreras .. también las e
Gen 15:5 mira ahora los cielos, y cuenta las e, si
Gen 22:17 multiplicaré tu .. como las e del cielo
Gen 37:9 sol y la luna y once e se inclinaban a mí
Num 24:17 saldrá e de Jacob, y se levantará cetro
Jdg 5:20 las e; desde sus órbitas pelearon contra
Job 25:5 ni las e son limpias delante de sus ojos
Job 38:7 cuando alababan todas las e del alba
Isa 13:10 las e de los .. no darán su luz; y el sol
Isa 47:13 te defiendan .. los que observan las e
Dan 8:10 parte del .. y de las e echó por tierra
Mat 2:2 su e hemos visto en el oriente, y venimos
Mat 24:29; Mar 13:25 las e caerán del cielo, y las
Act 7:43 Moloc, y la e de vuestro dios Renfán
1Co 15:41 otra la gloria de las e, pues una e es
Heb 11:12 de uno .. salieron como las e del cielo
Jud 1:13 e errantes; para las cuales está reservada
Rev 1:16 tenía en su diestra siete e; de su boca
Rev 1:20 siete e son los ángeles de las iglesias
Rev 2:28 y le daré la e de la mañana
Rev 3:1 el que tiene los .. y las siete e, dice esto
Rev 6:13 las e del cielo cayeron sobre la tierra
Rev 8:10 cayó del cielo una gran e, ardiendo como
Rev 9:1 vi una e que cayó del cielo a la tierra; y se
Rev 12:4 cola arrastraba la tercera parte de las e
Rev 22:16 soy .. la e resplandeciente de la mañana


Estrella (heb. kôkâb; gr. astor, ástron). Cuerpo celeste. Estos atrajeron la atención de los antiguos, y sus movimientos, su número y su agrupación aparente llegó a ser el tema de mucho estudio y análisis. Cuando la humanidad perdió de vista a Dios como creador, consideró las estrellas como objetos de veneración más bien que como evidencias del poder divino. Las supersticiones de los pueblos paganos en relación con las estrellas dio origen a la seudo ciencia de la astrologí­a, que enseña que los cuerpos celestes tienen influencia no sólo sobre el mundo natural sino también sobre los asuntos humanos. Durante algunos perí­odos los astrólogos* tuvieron cargos de gran importancia en las cortes reales (Dan 2:2). Los astrónomos de Babilonia, Asiria y Egipto determinaron los lí­mites de las constelaciones, y asignaron las 12 constelaciones del plano de la eclí­ptica a los 12 signos del zodí­aco. Establecieron los calendarios y predijeron los eclipses con asombrosa exactitud. Las naciones paganas que rodeaban a Israel en Palestina incluí­an las estrellas (así­ como el Sol y la Luna) en su panteón, y tanto Israel como Judá, durante su apostasí­a, adoraron a la hueste del cielo (2Ki 17:16; 21:3; cf Deu 4:19). Dios se refirió a las incontables estrellas para ilustrar a Abrahán las ilimitadas bendiciones y la incontable descendencia que tendrí­a el patriarca (Gen 15:5; 22:17). Job menciona ciertas constelaciones en su descripción del poder de Dios (Job 9:9; 38:31, 32), y otros escritores bí­blicos reconocieron que las estrellas están bajo el poder de Dios (Isa 13:10; Jer 31:35) y que habí­an sido creadas por él (Psa 8:3, 4; 19:1). Acerca del “lucero” de 2Pe 1:19 (gr. fí‡sfóros) se cree que se refiere al planeta Venus. Véase Lucero; Lucifer; los nombres de las constelaciones individuales.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

latí­n stella. Las estrellas, los luceros, fueron creadas y puestas por Dios en el firmamento celeste para alumbrar la tierra, Gn 1, 16-18; Sal 8, 4; 136 (135), 9; Jr 31, 35; las cuales son innumerables, Gn 15, 5; 26, 4; Ex 32, 13; Dt 1, 10; 10, 22. En la antigüedad hubo pueblos avanzados en cuestiones astronómicas, como los egipcios, los caldeos, los fenicios, por encima del pueblo israelita; sin embargo, cayeron en la idolatrí­a de los astros y las estrellas, los divinizaron, sobre lo cual se previene a los israelitas, Dt 4, 19; los astrólogos, mediante su observación, pronosticaban el futuro, Is 47, 13; estas creencias influyeron en los israelitas, razón por la cual estas prácticas fueron prohibidas por la Ley y los Profetas, Dt 17, 3; 2 R 17, 16; 21, 3; 23, 4-5; Jr 8, 2; 10, 2; 19, 13; Am 5, 26; So 1, 5; Hch 7, 42-43.

En sentido figurado se llama e., lucero, a un rey, a un personaje, al Mesí­as, a Cristo, Nm 24, 17; Is 14, 12; 2 P 1, 19; Ap 22, 16; en el Apocalipsis, el apóstol Juan llama a los ángeles de las siete iglesias de Asia Menor, estrellas, Ap 1, 16-20; 2, 1; 3, 1; estrellas caí­das, a los ángeles caí­dos, Ap 8, 10; 9, 1; 12, 4. E. de Belén, según Mt 2, 1-12, la que vieron salir en Oriente los reyes Magos y que los guió y se detuvo en Belén, en el sitio donde nació el nuevo rey de los judí­os, a quien adoraron. Sobre esta e. se han hecho muchas especulaciones y conjeturas, las cuales no coinciden ni con la historia ni con la cronologí­a, por lo que muchos piensan en un verdadero milagro, anunciado en las Escrituras, como se lee en Nm 24, 17, †œde Jacob avanza una e., un cetro surge de Israel†.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver ASTRONOMIA

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

tip, ESPA TIPO CALE

ver, ZODíACO, TIEMPO, ASTROLOGíA, VENIDA (Segunda)

vet, Ya de antiguo se interesaron los hombres en las estrellas y en las constelaciones (Gn. 22:17). Observaban Orión, las Pléyades, la Osa Mayor, los signos del Zodí­aco (Jb. 9:9; 38:31-32; 2 R. 23:5). Se dieron nombre a ciertos planetas: Saturno, Venus (véase ZODíACO). Jud. 13 hace posiblemente alusión a meteoros o a cometas. La posición de ciertos astros permití­a fijar las fechas (Ant. 13:8, 2). Los egipcios dividí­an el año en 36 perí­odos de 10 dí­as, comenzando cada uno con la aparición de una de las 36 constelaciones sucesivas (véase TIEMPO). Los israelitas consideraban a las estrellas como dependientes de Dios, el Creador de ellas (Gn. 1:16; Sal. 8:4; Is. 13:10; Jer. 31:35). Los paganos y los israelitas apóstatas instituyeron un culto a las estrellas (Dt. 4:19; 2 R. 17:16); les erigieron altares, y quemaron perfumes en honor de los astros (2 R. 21:5; 23:5). Creí­an que las estrellas influenciaban no solamente a la naturaleza (cp. Jb. 38:31), sino también las empresas humanas. Se imaginaban también que indicaban el futuro. Los modernos adictos a los horóscopos conservan la misma superstición pagana. (Véase ASTROLOGíA.) En un sentido simbólico, una estrella representa frecuentemente a una gran personalidad: La estrella que sale de Jacob designa al Mesí­as (Nm. 24:17); los doce patriarcas son simbolizados por estrellas (Gn. 37:9); las estrellas son la imagen de los prí­ncipes y caudillos particularmente importantes (Dn. 8:10; Ap. 1:20). Jesucristo recibe el nombre de estrella de la mañana (Ap. 2:28; 22:16; cp. 2 P. 1:9), dándose a conocer a los creyentes de la Iglesia en este carácter celestial. Aparecerá como sol de justicia en relación con su pueblo terrenal y con los juicios que han de cerrar esta era de la gracia (Mal. 4:2), en su segunda venida (véase VENIDA [SEGUNDA]).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Las estrellas, criaturas de Dios, como lámparas luminosas y decorativas colgadas del firmamento, pregonan la gloria de Dios (Gén 1, 16; Sal , 4; 19, 1-3). Al final de los tiempos habrá una catástrofe cósmica, y las estrellas no darán su luz y caerán hechas pedazos (Mt 24, 29; Mc 13, 25; Le 21, 25). Estrella de Belén: Apareció en Oriente. Los magos la vieron y fueron guiados por ella hasta el lugar donde estaba el Niño Jesús (Mt 2, 1-10); se ha querido dar una explicación natural a este suceso identificando la estrella de Belén con una estrella real; será mejor seguir creyendo que se trata de un fenómeno extraño o que el evangelista habla de una manera metafórica, cargada de teologí­a profunda, en la que la estrella es un sí­mbolo: la luz divina que conduce al paganismo (representado por los magos) hacia Jesús, luz de todas las naciones, Salvador del mundo entero.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

La palabra hebrea koh·kjáv, así­ como las griegas a·ster y á·stron, se aplican en un sentido general a cualquier cuerpo luminoso del espacio, a excepción del Sol y la Luna, que son designados por otros nombres.

Inmensidad del universo. Se cree que la galaxia en la que está la Tierra, llamada Ví­a Láctea, mide unos 100 mil años luz de extremo a extremo y tiene más de 100 mil millones de estrellas como nuestro Sol. La estrella más cercana a la Tierra, perteneciente al sistema Alfa de Centauro, está a más de 40 billones de kilómetros. No obstante, esa inmensidad parece relativamente pequeña en comparación con los 100 mil millones de galaxias que se calcula que hay en todo el universo, de las que alrededor de diez mil millones están al alcance de los telescopios modernos.
La inmensidad de la creación estelar añade gran fuerza y significado a la declaración del Creador registrada en Isaí­as 40:26: †œLevanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energí­a dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta†. (Compárese con Sl 147:4.) El salmista dijo con profunda reverencia: †œCuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre para que cuides de él?†. (Sl 8:3, 4.)

Edad. El hecho de que en la actualidad lleguen a los gigantes telescopios de la Tierra rayos procedentes de estrellas y galaxias remotas, situadas a millones de años luz, indica que la creación de estos cuerpos siderales tuvo lugar hace por lo menos millones de años, pues de otro modo estos rayos no hubieran llegado aún a nuestro planeta. Esta creación está incluida en la declaración inicial de Génesis 1:1: †œEn el principio Dios creó los cielos y la tierra†. El versí­culo 16 no contradice estas palabras cuando dice que durante el cuarto †œdí­a†, o perí­odo creativo, †œDios procedió a hacer […] las estrellas†. La palabra †œhacer† (heb. `a·sáh) no significa lo mismo que la palabra †œcrear† (heb. ba·rá´). (Véase CREACIí“N.)

Cantidad de estrellas. Al hablar con el hombre, Dios usó las estrellas para significar un número incontable, comparable al de los granos de arena que hay en las orillas del mar. (Gé 22:17; 15:5; Ex 32:13; compárese con Ne 9:23; Na 3:15, 16; Heb 11:12.) Puesto que tan solo se pueden ver con claridad y a simple vista unos pocos miles de estrellas, tiempo atrás muchos pensaron que esta comparación era desproporcionada; sin embargo, en la actualidad se cree que el número de estrellas sí­ es comparable a todos los granos de arena de la Tierra.
Es de interés notar que aunque Moisés dijo que en cierto sentido Israel habí­a visto el cumplimiento de la promesa abrahámica, los censos de la población que se registran en la Biblia nunca incluyeron el número total de personas que componí­an la nación. (Dt 1:10; 10:22; 28:62.) Más adelante se menciona que David se abstuvo de numerar a los †œde veinte años de edad para abajo, porque Jehová habí­a prometido hacer que Israel fuese tantos como las estrellas de los cielos†. (1Cr 27:23.) Ese concepto del carácter incontable de las estrellas distingue los escritos de la Biblia de los puntos de vista de otros pueblos contemporáneos.

Dispuestas de manera ordenada. Además, en diversos textos de la Biblia se subraya el orden en que estos cuerpos celestes están dispuestos; en estos textos se hace referencia a †œestatutos†, †œdisposiciones reglamentarias† y †œórbitas† (†˜cursos†™ MK). (Jer 31:35-37; Jue 5:20; compárese con Jud 13.) Dios aludió a las tremendas fuerzas que determinan las posiciones de las estrellas según las leyes fí­sicas cuando interrogó a Job: †œ¿Puedes tú atar firmemente las ligaduras de la constelación Kimá, o puedes desatar las cuerdas mismas de la constelación Kesil? ¿Puedes hacer salir la constelación Mazarot a su tiempo señalado? […] ¿Has llegado a conocer los estatutos de los cielos, o podrí­as tú poner su autoridad en la tierra?†. (Job 38:31-33; véanse CONSTELACIí“N ASH; CONSTELACIí“N KESIL; CONSTELACIí“N KIMí; CONSTELACIí“N MAZAROT.) Por consiguiente, el New Bible Dictionary (edición de J. Douglas, 1985, pág. 1144) dice: †œAfirmamos que la Biblia supone de manera consecuente un universo que es completamente racional, de tamaño vasto, en contraste con el punto de vista tí­pico del mundo contemporáneo, según el cual el universo no era racional y no mayor de lo que en realidad se podí­a demostrar tan solo con los sentidos†.
Las palabras del apóstol Pablo sobre la diferencia que existe entre las estrellas se puede apreciar aún más a la luz de la astronomí­a moderna, que muestra las diferencias en cuanto a color, tamaño, cantidad de luz producida, temperatura e incluso densidad relativa. (1Co 15:40, 41.)

La adoración de estrellas. Aunque la adoración de estrellas estaba difundida entre las antiguas naciones del Oriente Medio, el punto de vista bí­blico sostenido por los siervos fieles de Dios era que estos astros eran simplemente cuerpos materiales sujetos a las leyes y el control divino, y que no dominaban al hombre, sino que serví­an de lumbreras e indicadores de tiempo. (Gé 1:14-18; Sl 136:3, 7-9; 148:3.) Cuando se prohibió a los israelitas hacer cualquier representación del Dios verdadero Jehová, Moisés advirtió que no fuesen seducidos a adorar al Sol, la Luna y las estrellas, que †œJehová tu Dios ha repartido a todos los pueblos debajo de todos los cielos†. (Dt 4:15-20; compárese con 2Re 17:16; 21:5; 23:5; Sof 1:4, 5.) Las naciones paganas identificaban a sus dioses con ciertas estrellas, de modo que llegaron a ver esos cuerpos estelares desde una óptica nacionalista. Se cree que Sakut y Keván, dioses que adoraba el Israel apóstata mencionados en Amós 5:26, eran los nombres babilonios del planeta Saturno, al que Esteban llama Refán cuando cita este texto. (Hch 7:42, 43.) El culto a las estrellas desempeñaba un papel muy importante en Babilonia, pero no les sirvió de nada cuando les sobrevino su destrucción. (Isa 47:12-15.)

La †œestrella† vista después del nacimiento de Jesús. Es obvio que los †œastrólogos de las partes orientales†, es decir, de la vecindad de Babilonia, cuya visita al rey Herodes después del nacimiento de Jesús resultó en la matanza de todos los niños varones de Belén, no eran siervos o adoradores del Dios verdadero. (Mt 2:1-18; véase ASTRí“LOGOS.) Se ha comentado que la †œestrella† (gr. a·ster) que vieron pudo ser un cometa, un meteoro, una supernova o, la idea más aceptada, una conjunción planetaria. No obstante, ninguno de esos cuerpos o fenómenos pudo †˜detenerse encima de donde estaba el niñito†™ y así­ identificar la casa del pueblo de Belén donde se encontraba Jesús. Es también notable que solo estos astrólogos paganos †˜vieron†™ la estrella. Tanto el hecho de que las Escrituras condenen la astrologí­a como los resultados adversos de la visita —que puso en peligro la vida del futuro Mesí­as—, permiten concluir que los astrólogos fueron dirigidos por una fuente opuesta a los propósitos de Dios con respecto al Mesí­as prometido. Es razonable preguntarse si el que †œsigue transformándose en ángel de luz†, cuya operación es †œcon toda obra poderosa y señales y portentos presagiosos mentirosos†, que fue capaz de hacer que una serpiente pareciera hablar y a quien Jesús llamó †œhomicida cuando principió†, no podí­a también hacer que los astrólogos †˜vieran†™ algo parecido a una estrella que primero los condujo, no a Belén, sino a Jerusalén, donde residí­a un enemigo mortal del Mesí­as prometido. (2Co 11:3, 14; 2Te 2:9; Gé 3:1-4; Jn 8:44.)

Uso figurado. En la Biblia se hace referencia a las estrellas con un sentido figurado y en metáforas o sí­miles para representar a ciertas personas, como en el sueño de José, en el que sus padres estaban representados por el Sol y la Luna, y sus once hermanos, por once estrellas. (Gé 37:9, 10.) En Job 38:7 se establece un paralelo entre †œlas estrellas de la mañana† que clamaron gozosamente cuando se fundó la Tierra y los †œhijos de Dios† angélicos. El resucitado y ensalzado Jesús dijo que él era †œla brillante estrella de la mañana† y prometió a sus seguidores que si vencí­an, les darí­a †œla estrella de la mañana†, lo que daba a entender que tendrí­an parte con él en su puesto y gloria celestiales. (Rev 22:16; 2:26, 28; compárese con 2Ti 2:12; Rev 20:6.) A los siete †œángeles† de las congregaciones a los que se dieron mensajes escritos se les simboliza por siete estrellas en la mano derecha de Cristo. (Rev 1:16, 20; 2:1; 3:1.) El †œángel del abismo†, llamado Abadón, también está representado por una estrella. (Rev 9:1, 11; véase ABADí“N.)
En el dicho proverbial registrado en el capí­tulo 14 de Isaí­as, el jactancioso y ambicioso rey de Babilonia (es decir, la dinastí­a de reyes babilonios representada por Nabucodonosor), a quien se llama el †œresplandeciente† (heb. heh·lél; †œLucifer†, Ga, Scí­o), aparece intentando elevar su trono †œpor encima de las estrellas de Dios†. (Isa 14:4, 12, 13; véase RESPLANDECIENTE.) Para referirse en términos proféticos a los reyes daví­dicos de Judá se emplea metafóricamente una †œestrella† (Nú 24:17), y la historia bí­blica muestra que la dinastí­a babilonia por un tiempo consiguió elevarse por encima de estos reyes de Judá al conquistar Jerusalén. Una profecí­a similar, registrada en el capí­tulo 8 de Daniel, representa al †œcuerno† pequeño de una potencia futura pisando ciertas estrellas del †œejército de los cielos† y avanzando contra el Prí­ncipe del ejército y su santuario (Da 8:9-13), mientras que, en comparación, en el capí­tulo 12 de Daniel se dice que aquellas personas que tienen †œperspicacia† y llevan a otros a la justicia brillan †œcomo las estrellas† en el †œtiempo del fin†. (Da 12:3, 9, 10.) Por otro lado, a los que se desví­an inmoralmente de la verdad se les compara a †œestrellas sin rumbo fijo†. (Jud 13.)
El oscurecimiento de las estrellas, el Sol y la Luna es una figura retórica que se utiliza con frecuencia en las advertencias proféticas del desastre que resulta del juicio adverso de Dios. (Isa 13:10; Eze 32:7; Rev 6:12, 13; 8:12; compárese con Job 9:6, 7.) También se emplea el oscurecimiento de estas lumbreras en la descripción del crepúsculo de la vida de la persona de edad avanzada en Eclesiastés 12:1, 2. En otros textos se habla de estrellas que caen o que son arrojadas a la Tierra. (Mt 24:29; Rev 8:10; 9:1; 12:4.) Se predicen †œseñales† en el Sol, la Luna y las estrellas como prueba del tiempo del fin. (Lu 21:25.)

†œLucero.† La expresión †œlucero† (gr. fo·sfó·ros) aparece una vez, en 2 Pedro 1:19, y tiene un significado similar a †œestrella de la mañana†. En ciertas estaciones del año, estas estrellas son las últimas que salen sobre el horizonte oriental antes de que el Sol aparezca, de manera que son heraldos del amanecer de un nuevo dí­a. La referencia previa de Pedro a la transfiguración de Jesús en magní­fica gloria parece establecer una relación con su poder real como la †œraí­z y la prole de David, y la brillante estrella [a·ster] de la mañana†. (Rev 22:16; 2:26-28.)

†˜Las estrellas pelearon contra Sí­sara.†™ La siguiente frase del relato de Jueces 5:20 ha dado pie a diversas interpretaciones: †œDesde el cielo pelearon las estrellas, sí­, desde sus órbitas pelearon contra Sí­sara†. Algunos opinan que esta frase es una simple alusión poética a la ayuda divina. (Compárese con Jue 4:15; Sl 18:9.) Otros piensan que se produjo una lluvia de meteoritos o que a Sí­sara le fallaron las predicciones astrológicas. Puesto que el registro bí­blico no especifica cómo †œlucharon† las estrellas, parece suficiente considerar la declaración como una acción divina de naturaleza milagrosa, acción que se llevó a cabo en favor del ejército de Israel.

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. aster (ajsthvr, 792), una estrella (Mat 2:2-10; 24.29; Mc 13.25; 1Co 15:41; Rev 6:13; 8.10-12; 9.1; 12.1,4). Se usa metafóricamente: (a) de Cristo, como “la estrella de la mañana”, figurativo de la proximidad del dí­a en que aparecerá como el “sol de justicia”, para regir la tierra en paz, acontecimiento este que irá precedido por el arrebatamiento de la Iglesia (Rev 2:28; 22.16); la promesa de lo primero al vencedor es sugerente de un especial interés personal en El y en su autoridad; (b) de los ángeles de las siete iglesias (Rev 1:16,20; 2.1; 3.1); (c) de ciertos falsos maestros, descritos como “estrellas errantes” (Jud_13), como si las estrellas, dispuestas para dar luz e indicar el camino, vinieran a ser el medio de engaño por movimientos irregulares.¶ 2. astron (a[stron, 798), prácticamente sinónimo del Nº 1. Se usa: (a) en forma singular en Act 7:43 “la estrella de vuestro dios Renfán”, sí­mbolo o figura de Saturno, adorado como un dios, evidentemente el mismo que Quiún en Am 5.26 (Renfán era la deidad egipcia correspondiente a Saturno, el Quiún de los asirios); (b) en plural (Luk 21:25; Act 27:20; Heb 11:12).¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento