GOBERNADOR

v. Gobernante, Jefe, Principal, Príncipe, Rey
Gen 41:34 ponga g sobre el país, y quinte la tierra
1Ki 22:47 no había .. rey en Edom; había g en
Neh 5:18 nunca requerí el pan del g, porque la
Pro 8:16 por mí .. todos los g juzgan la tierra
Dan 6:2 sobre ellos tres g, de los cuales Daniel era
Mat 10:18; Mar 13:9; Luk 21:12 aun ante g seréis llevados
Mat 28:14 si esto lo oyere el g .. le persuadiremos
Act 7:10 Faraón .. lo puso por g sobre Egipto
Act 23:34 el g .. preguntó de qué provincia era
Act 24:1 comparecieron ante el g contra Pablo
Eph 6:12 contra los g de las tinieblas de este siglo


término con el que se traducen en las Escrituras varias palabras hebreas, para referirse a prí­ncipes, oficiales, representantes de la autoridad en una ciudad, en una provincia. José fue nombrado g. de Egipto por el faraón, quien le dijo: †œMira: te he puesto al frente de todo el paí­s†, y le entregó el anillo o sello real, Gn 41, 41-42; Hch 7, 10. El rey Abimélek tení­a a Zebul como g. en la ciudad de Siquem, Jc 9, 30. David venció a los arameos, los sometió a tributo y estableció gobernadores en Aram de Damasco, 2 S 8, 6; 1 Cro 18, 6; igual hizo en Edom, 2 S 8, 14; 1 Cro 18, 13. El rey Salomón dividió su reino en doce distritos y al frente de cada uno puso un g., 1 R 4, 7-19. Nabucodonosor, después de deportar a los principales de Judá a Babilonia, dejó como g. a Guedelí­as, 2 R 25, 22; Jr 40, 7. Daniel fue nombrado, por Nabucodonosor, g. de la provincia de Babilonia, Dn 2, 48. En Esdras y Nehemí­as se encuentran tí­tulos oficiales persas traducidos con el término g., como tirsatá, Nehemí­as fue nombrado g. de Judá por el soberano persa, Esd 2, 63; Ne 7, 65 y 69; 8, 9; 12, 26.

En tiempos de Cristo bajo el dominio romano, el emperador nombraba en las provincias procuradores, legados, procónsules, para los cuales se usa también el término g., como en el caso del legado Cirino, al que se le denomina g. de Siria, quien hizo el censo de Judea, por mandato del emperador Augusto, Lc 2, 2.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

El que gobierna un territorio para un gobernante supremo a quien es subordinado; p. ej., José en Egipto (Gen 42:6) y Gedalí­as en Judá (Jer 41:2; comparar 1Ki 22:47). En el NT el término ocurre principalmente en referencia a los procuradores romanos de Judea: Pilato, FéliX y Festo (Act 13:7; Act 18:12; Act 19:38). En el primer siglo d. de J.C. las provincias romanas eran de dos tipos: imperiales y senatoriales. Aquellas eran gobernadas por procuradores nombrados por el emperador; éstas por procónsules nombrados por el senado. Poncio Pilato fue el quinto gobernador de Judea, Félix el undécimo y Festo el duodécimo. Los procuradores eran directamente responsables ante el emperador por sus acciones y gobernaban por el tiempo que él deseara.
2. (Hebreos, tirshatha, reverenciado). Tí­tulo del gobernante de Judá bajo Persia. Zorobabel (Ezr 2:63; Neh 7:65, Neh 7:70) y Nehemí­as (Neh 8:9; Neh 10:1) llevaban este tí­tulo.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

E1 funcionario que gobierna un territorio: Los Procuradores Romanos, Pilatos: (Mat 27:2), Cirenio: (Luc 2:2), Félix y Festo: (Hec 23:24, Hec 26:30).

Se les debe dar obediencia y respeto. Ver “Autoridad”.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Funcionario oficial responsable de una ciudad o un territorio, dentro del marco de un reino. José fue hecho †œg. en toda la tierra de Egipto† (Gen 45:8; Hch 7:10). Salomón dividió su reino en doce distritos, poniendo un g. sobre cada uno de ellos (1Re 4:7). En la ciudad de †¢Jezreel habí­a un gobernador en tiempos de Acab (2Re 10:5). Los distintos imperios que gobernaron en el Oriente Medio usaban diferentes tí­tulos para el cargo de g. Los persas lo llamaban †¢Tatnai. Los romanos tení­an varios tipos de g., cuyas funciones y duración en el cargo variaban. El †¢procónsul era un g. a cargo de una provincia senatorial. El procónsul de Chipre, †¢Sergio Paulo, †œcreyó, maravillado de la doctrina del Señor† por el testimonio de Pablo (Hch 13:6-12). El procurador era una persona designada para gobernar un territorio pequeño que por alguna razón necesitaba un trato especial. Ese era el caso de Judea, que fue encargada a †¢Pilato (Mat 27:2).

El NT enseña que se debe obedecer †œa toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los g….† (1Pe 2:13-14). También utiliza la palabra como una metáfora para señalar a †¢Satanás y sus ángeles (†œPorque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados … contra los g. de las tinieblas de este siglo…† [Efe 6:12]).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, FUNC

ver, ASIARCA, PROCí“NSUL

vet, Hay casi una docena de palabras hebreas que se traducen así­, y significan cualquier autoridad, delegado, virrey, etc., que estaba puesto sobre el pueblo. Así­: José, el primer ministro de Egipto, llevaba el tí­tulo de gobernador (Gn. 42:6; 45:26), traducido por Reina-Valera como “señor”. Nabucodonosor dejó a Gedalí­as como gobernador de la vencida Judea (Jer. 40:5; 41:2 ss.). Con el imperio persa, se establecieron gobernadores judí­os sobre Jerusalén: tanto Zorobabel como Nehemí­as y otros eran funcionarios del rey de Persia (Neh. 5:14, 18; Hag. 1:14). En el NT tenemos: (a) “ethnarches”, etnarca, traducido “gobernador” (2 Co. 11:32); (b) “hëgemõn”, “gobernador”, Pilato (Mt. 27:2, etc.); Félix (Hch. 23:24, etc.); Festo (Hch. 26:30), y en general, de gobernadores (Mt. 10:18; Mr. 13:9; 1 P. 2:14, etc.); (c) “kosmokratõr”, se traduce de potencias espirituales, “gobernadores” (Ef. 6:12) Los gobernadores (lat. “praeses” procuradores) constituí­an la autoridad romana en territorios teóricamente soberanos en los que gobernaba un monarca aliado de Roma pero en sometimiento a un protectorado. En Judea tení­an su sede oficial en Cesarea pero durante fiestas importantes en Jerusalén, se desplazaban allí­ con una fuerte guarnición, y tomaban su residencia en el palacio de Herodes el Grande. En ocasiones pasaban el invierno allí­ (Ant. 18:3, 1). Para otras autoridades, véanse ASIARCA, PROCí“NSUL, etc.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

DJN
 
La palabra gobernador está presente en la Antigua Alianza y es expresada por los autores con diversos términos: , msl, pqyd, , nasi, nagid, sr. También se encuentra en la versión griega de los LXX bajo el sustantivo , del mismo modo los autores neotestamentarios expresaron de diversas maneras el sustantivo “gobernador”. Nosotros, dado el alcance y la impronta que tiene para el conocimiento de la personalidad fascinante de Jesús de Nazaret, estudiamos este nombre de oficio, realizado por personajes de origen y educación romana en la época de Cristo.

En primer lugar, analizamos el sustantivo “gobernador” en algunos lugares veterotestamentarios y contemplamos las diversas palabras que usan los hebreos en la Vieja Alianza para especificar las funciones de este personaje y su influjo en el gobierno de las ciudades y de los reinos en la antigüedad, sobre todo en las distintas partes de que se compone el Antiguo Testamento.

En segundo lugar, el término también se encuentra en la Nueva Alianza, de ahí­ que nos corresponda examinar su significado y ver qué apelativos o sinónimos usaron los autores neotestamentarios.

En tercer lugar, indicamos los hechos más sobresalientes de la personalidad de Poncio Pilato, sobre todo como fue visto por sus contemporáneos, sobre todo por Filón, Flavio Josefo y Tácito.

En cuarto lugar, estudiamos su intervención en los relatos de la Pasión según los evangelios sinópticos. Los evangelistas San Mateo, San Marcos y San Lucas observan a este personaje en el proceso de Jesús, como uno de los protagonistas de la crucifixión.

1. Antiguo Testamento
La Antigua Alianza presenta varios términos en lengua hebrea que en nuestras lenguas vernáculas traducimos por el vocablo gobernador. No se trata de hacer un elenco del término en todos y cada uno de los pasajes veterotestamentarios en que aparece, sino más bien, se trata de explicitar la terminologí­a en aras a poseer una idea aproximada de su significado.

La palabra hebrea significa “el que tiene potestad” o “dispone libremente de una cosa” (Gn 42, 6; Ecl 8, 8), “prí­ncipe” (Ecl 7, 19; 10, 5 Gn 45, 26; Jr 40, 5; Dn 2, 48; Esd 5, 3. 14; Neh 5, 14; Ag 1, 1).

Mientras que el vocablo hebreo “dominador”, “jefe” (Jr 30, 21; Jos 12, 2; Sal 105, 20). Sin embargo, la palabra (Jr 20, 1). La forma hiph’il de esta raí­z es traducida “hecho gobernador” en referencia al nombramiento de Godólí­as (Jr 40, 5; 42, 2; 2 Re 25, 22).

El gobernador del ejército era jefe de una unidad. Sin embargo, el término era en su raí­z un concepto de “prí­ncipe” y así­ aparece en el libro de los Jueces (Jc 5, 9.14) y también en el libro del Génesis (Gn 49, 10). Así­ incluso se dice de Dios en un pasaje profético donde se traduce por “legislador” (Is 33, 22).

La historia del cronista de Israel nos presenta un nuevo término que serí­a una especie de “gobernador” del palacio real (2 Cor 28, 7; 32, 21). Este es el gobernante o prí­ncipe, incluso en los tiempos del mismo rey (2 Sam 5, 2; 1 Cro 29, 22).

‘ es el prí­ncipe en cada tribu o el “lí­der” en el reino de Salomón (2 Cro 1, 2) que hoy podemos compararlo con el jeque de los beduinos.

El prí­ncipe principal (sr) de una ciudad era llamado “gobernador”, como Amón (1 Re 22, 26), Josué (2 Re 23, 8) y Maasí­as (2 Cro 34, 8). Este término es usado como “gobernador del templo” (1 Cro 24, 5). El prí­ncipe de un distrito es llamado también “gobernador” (1 Re 20, 14). Es probable que sr es también usado en un sentido general, para indicar el “gobernante del pueblo” (2 Cro 23, 20; Jr 30, 21). En ese sentido Dios también es denominado así­ (Sal 22, 28).

El término hebreo más popular para expresar “gobernador” es . Es una palabra prestada de la lengua acádica: bél áti “señor de un distrito”. Y a veces se traduce por “gobernante”. La palabra expresa un poder militar (1 Re 20, 24; 2 Re 18, 24; Jr 51, 23. 26; Neh 2, 7; MI 1, 8).

La forma aramea aparece en un pasaje del libro de Ester con la connotación de “sátrapa” (Est 5, 3). Los sátrapas eran como especie de gobernadores civiles o diputados del rey (Est 3, 12). Este término es muy raramente usado para los “gobernadores” bajo el reinado de Salomón (1 Re10, 15; 2 Cro 9, 14).

El gobernador de una ciudad conquistada es algunas veces llamado en la lengua acádica . En lengua hebrea y aramea son “gobernadores o prefectos”. El libro de Daniel le da la acepción de “gobernador” (Dn 2, 48; 3, 2; 6, 7).

Todos estos términos usados que hemos indicado son intercambiables. Esta es la conclusión de una comunicación oral del profesor Luis Alonso Schókel que se esforzaba por dar un significado especí­fico para cada uno de estos vocablos.

El libro de Zacarí­as usa la palabra ‘Ip “gobernador” que la Biblia griega de los LXX, traduce por . Sin embargo, en ambos el contexto y la forma poética es la simple traducción de “clan”.

En la literatura Apocalí­ptica la palabra “gobernador” se usa para traducir los términos generales, para ejercitar el liderazgo, como “prí­ncipe, señor, estratega”.

2. El Nuevo Testamento
La palabra significa “prí­ncipe, soberano”, para indicar a Belén, cuna del Mesí­as, como que no es “ni mucho menos, como la más pequeña entre los prí­ncipes de Judá”. El evangelista relee una cita profética, donde se dice que Belén es una “región de Judá” (Miq 5, 1). La versión griega de los LXX por el contrario dice: “entre los miles de Judá”. Es obvio que San Mateo escribe los relatos de la infancia (Mt 1-2) y no coincide ni con el texto hebreo, ni con el texto griego del Antiguo Testamento, sino que realiza una relectura para subrayar el carácter mesiánico de Jesús (Mt 2, 6).

El tí­tulo de gobernador romano en las provincias del imperio es . Mientras en la literatura rabí­nica el término significa “préstamo”, en el interior del Nuevo Testamento se le conceden las acepciones siguientes: sobre todo desde Claudio (46 d. C.), se designaba así­ a los gobernadores de provincias, con la excepción de Egipto. El procurador se usaba en la primera época solo para los funcionarios de la hacienda pública, tanto en las provincias imperiales, es decir, aquellas que dependí­an directamente del emperador, como en las senatoriales. El procurador administraba las rentas del imperio en la provincia donde se encontraba, es decir, los asuntos familiares del emperador, mientras que era el que, en las provincias senatoriales actuaba como el agente personal del emperador. Así­ es como se convertí­a en un funcionario público, Por eso la diferencia entre “prefecto” y “procurador” solamente era nominal.

En su origen significaba administrador de una propiedad, como hemos dicho más arriba, administrador de una propiedad (Mt 20, 8; Lc 8, 3; Gál 4, 2). También se le llamaba de alguien que posee una fortuna, pero es menor de edad (Gál 4, 2), o el de los bienes reales.

Pero las fuentes no hacen distinción entre procurador y prefecto. Filón habla de refiriéndose al prefecto de Egipto. Josefo Flavio designa al gobernador de Judea con el mismo término y solo a veces con el tí­tulo de o ege. El Nuevo Testamento es el nombre que más usa para gobernador, aplicado estrictamente a los gobernadores de rango senatorial.

Otras veces se denominaba también al gobernador, con el vocablo , es decir, “prefecto” porque era el que tení­a autoridad en una provincia (Hech 23, 34; 25, 1). A Poncio Pilato se le conoce por este tí­tulo, según la inscripción aparecida en el teatro romano de Cesarea marí­tima en el año 1961, en la excavación llevada a cabo por la Academia de Ciencias y Letras italiana, dirigida por el profesor A. Fovra.

Hemos hecho referencia a Cesarea marí­tima, porque esta ciudad era la sede habitual del procurador romano que subí­a a Jerusalén, solamente en las fiestas, sobre todo porque debí­a solucionar todos los problemas de seguridad, debido a la gran afluencia de peregrinos y visitantes. El gobernador ocupaba el palacio de Herodes. De ahí­, que el de Jerusalén era el lugar donde estaba Poncio Pilato, cuando Jesús de Nazaret es condenado (Mc 15, 16; Mt 26, 27; Jn 18, 28.33; 19, 9).

Pero la palabra es el término que aparece en el Nuevo Testamento para designar al gobernador romano (Mt 27, 2. 11. 14. 15. 21. 27; 28, 14; Lc 3, 1; 20, 20; Hech 23, 24. 26. 33; 24, 1. 10; 26, 30).

Los gobernadores romanos administraban la ley y tení­an el poder de la vida y de la muerte sobre los ciudadanos romanos (con la particularidad que podí­an apelar al emperador en contra del veredicto del gobernador).

En segundo lugar, los gobernadores o procuradores también tení­an el poder militar (Mt 10, 18; Mc 13, 9; Lc 21, 12). En las provincias administradas por un procurador habí­a solo tropas auxiliares, es decir, la infanterí­a con una tropa de 500 a 1.000 hombres, la caballerí­a con un número variable de jinetes.

La tercera obligación de los gobernadores, sobre todo los de las provinciales procuracionales, era la administración de las finanzas, como agentes financieros del emperador. Las tasas, rentas y todo tipo de contribución iban destinadas al erario público, en vez de al tesoro imperial. Y Judea no era una excepción, porque debí­a pagar el impuesto al César (Mc 12, 14s; Mt 22, 17ss; Lc 20, 22ss).

Los tributos eran recaudados por los publicanos que arrendaban los impuestos de un distrito por una suma fija anual. En tiempos del Imperio romano, el sistema arrendatario no se ejercí­a sobre todo en lo relativo a los impuestos directos que eran recaudados por funcionarios estatales: los cuestores, en las provincias senatoriales y los procuradores del emperador, que dependí­an del gobernador, en las provincias imperiales. En el caso de Judea el gobernador hací­a de procurador.

Flavio Josefo menciona a un publicano de nombre Juan en Cesarea (Guerra de los Judí­os, II 14, 4). Y también el evangelista San Lucas nos habla de un publicano principal, Zaqueo, convertido por Jesús de Nazaret, en Jericó (Lc 19, 1-10).

3. El gobernador Poncio Pilato
Poncio Pilato es el juez en el proceso de Jesús. Su nombre aparece en el Nuevo Testamento cuarenta y tres veces (Lc 3, 1-3;13,1; 23, 4. 14.s 22; Mc 15, 1. 2. 4. 5. 9. 12.14. 15.42.44; Mt 27, 2. 17.22.24.58. 65; Jn 18, 29. 31. 33. 35. 37-38; 19, 1. 4. 6.8. 10. 12. 13. 15. 19. 21. 22. 31. 38. 38; Hech 3, 13; 4, 27; 13, 28; 1 Tim 6, 13). Pilato, era un “cives romanus” del orden ecuestre (eques), de la familia (gens) de los Poncios y ejerció su cargo en Judea desde al año 26 al 36 d. C.

Poncio Pilato es enviado por Tiberio para suceder en el cargo a Valerio Grato, como prefecto de Judea (26 d. C.). De su vida anterior sabemos poco, aunque parece ser que desarrolla una carrera militar. El cargo de procurador lo ejerció Pilato durante diez años, al cabo de los cuales el legado de Siria. Vitelio lo envió a Roma a dar explicaciones sobre el tema de la matanza de los samaritanos. El procurador permaneció en Israel hasta el año 36 de Cristo o al año siguiente.

La inscripción hallada en el año 1961 en Cesarea marí­tima le denomina tus. Como prefecto de Judea era un jefe militar encargado de mantener el orden público. Para ello ejercí­a un poder coercitivo que carecí­a de lí­mites, sobre todo, para aquellos que no tení­an la ciudadaní­a romana.

Otra cosa es la descripción que de él hace Filón (Leg Gai) que refiere un informe llevado al emperador y lo tacha de hombre violento, de rapiñas, brutalidades, torturas, ejecuciones sin juicio, su crueldad espantosa, es decir, “un hombre inflexible y despiadadamente duro”. Es un hombre con sumisión al poder del emperador y una prueba de ello es su largo mandato en Palestina, cuyo ejercicio realiza de manera satisfactoria. Aún cuando su predecesor, Valerio Grato desempeña el cargo durante cuarenta años, los demás exceptuando a Félix, ninguno supera los dos años.

Hizo que las tropas militares romanas entraran en la ciudad santa de Jerusalén con las insignias imperiales desplegadas, lo que hizo que los judí­os se enfurecieran, porque no permití­an según el Decálogo, imagen alguna de nadie, porque Dios no consentí­a las imágenes (Flavio Josefo, XVIII, 55-59; II, 169-174).

Poncio Pilato empleó dinero del tesoro del templo para la construcción de un acueducto (Flavio Josefo, XVIII, 60-62; II, 175-177). Colocó en el palacio de Herodes escudos votivos con el nombre del emperador y atacó a unos samaritanos que se habí­an reunido en el monte Garizí­n. A causa’ de este suceso es depuesto y fue a Roma a dar cuenta de este luctuoso suceso, para responder de su comportamiento.

Sabemos que Tácito da cuenta de la ejecución en la cruz de Jesús de Nazaret, por orden del gobernador Poncio Pilato (Tácito, XV, 44).

Aunque cometió éstas y otras torpezas, sus relaciones con los jefes locales fueron buenas. Así­, Caifás desempeñó el cargo de sumo sacerdote, durante todo el mandato del gobernador. -~ contexto; tos.

BIBL. — R. DE VAUX, del Antiguo Testamento, Barcelona 1976, 192-199. DBS VIII, 273-286; SCHÜRER, del pueblo judí­o en tiempos de jesús, Madrid 1985, 462-515.

Llamas

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

En tiempos bí­blicos los gobernadores solí­an tener poderes militares y judiciales, y eran los responsables de que los distritos jurisdiccionales o provincias sobre los que regí­an pagasen el tributo o impuesto exigido por el rey o gobernante superior. (Lu 2:1, 2.) Muchos de ellos abusaban del pueblo imponiendo cargas pesadas con el fin de conseguir alimento para sí­ mismos y sus muchos servidores. (Ne 5:15-18.)
En 1 Reyes 10:15 se hace referencia a los gobernadores que el rey Salomón nombró sobre los distritos de Israel; puede que estos sean los doce comisarios mencionados en 1 Reyes 4:7-19, cuyo deber era proveer alimento para el rey y su casa un mes cada uno.
Casi todas las potencias de tiempos bí­blicos tuvieron gobernadores, bien gobernadores nativos locales o gobernadores que controlaban los territorios ocupados. Por ejemplo: los sirios (1Re 20:24), los asirios (Eze 23:5, 6, 12, 23), los babilonios (Jer 51:57), los persas (Esd 8:36; Ne 2:7, 9), los árabes (2Co 11:32) y los romanos. (Lu 3:1.) José fue gobernador en un sentido muy amplio, pues habí­a sido nombrado sobre todo Egipto y solo estaba supeditado al rey. (Gé 41:40, 41; Hch 7:9, 10.) Cuando Rabsaqué, uno de los oficiales del rey asirio Senaquerib, vio la condición debilitada en que se encontraba Jerusalén, se burló de Ezequí­as, diciendo que no podrí­a volver atrás el rostro de ni siquiera uno de los gobernadores más pequeños de Senaquerib. Sin embargo, se equivocó al no tomar en consideración que Ezequí­as tení­a de su parte la fuerza incontenible de Jehová. (Isa 36:4, 9; 37:36.)
Nabucodonosor nombró a Guedalí­as para que gobernase sobre el resto de los israelitas que quedaron después de llevar a la mayor parte del pueblo al exilio en 607 a. E.C., pero Guedalí­as fue asesinado unos dos meses más tarde. (2Re 25:8-12, 22, 25.) Hacia el final de los setenta años de exilio, el rey Ciro de Persia nombró a Sesbazar (probablemente Zorobabel) gobernador de los judí­os que regresaron a Jerusalén en 537 a. E.C. (Esd 5:14; Ag 1:1, 14; 2:2, 21.) Posteriormente, el rey Artajerjes de Persia nombró gobernador a Nehemí­as cuando este regresó para reedificar el muro en 455 a. E.C. (Ne 5:14; véase TIRSATí.)
Bajo la dominación romana, Judea era una provincia imperial, y sus gobernadores tení­an que responder por sus acciones ante el emperador. Pilato fue el quinto gobernador de Judea (Mt 27:2; Lu 3:1), mientras que Félix y Festo fueron el undécimo y el duodécimo, respectivamente (si no contamos a Publio Petronio y a su sucesor, Marsus, quienes, aunque eran gobernadores de Siria, atendí­an al mismo tiempo las cuestiones judí­as). (Hch 23:24-26; 24:27.) Los gobernadores romanos tení­an autoridad para dictar la pena capital, como en el caso de Jesús, a quien juzgó Pilato. (Mt 27:11-14; Jn 19:10.)
Jesús dijo que a sus seguidores se les llevarí­a ante los gobernadores de las naciones para dar un testimonio. Los cristianos no deberí­an temer a tales gobernantes poderosos, ni preocuparse en cuanto a qué tení­an que decir cuando dieran testimonio ante ellos. (Mt 10:18-20, 26.) Todos los gobernantes forman parte de las autoridades superiores a las que los cristianos deben una sujeción relativa, no absoluta. (Ro 13:1-7; Tit 3:1; 1Pe 2:13, 14; Hch 4:19, 20; 5:29; Mt 22:21.) Por consiguiente, cuando Pablo se dirigió al gobernador Festo, ante quien estaba siendo sometido a juicio, se dirigió a él con el debido respeto, diciendo: †œExcelentí­simo Festo†. (Hch 26:25.) A diferencia de la postura equilibrada de los apóstoles, quienes respetaban y honraban a Jehová en primer lugar como gobernante supremo, la nación de Israel llegó hasta el punto de respetar más a los gobernantes terrestres que a Dios. Debido a esta situación, Jehová reprobó firmemente a la nación mediante su profeta Malaquí­as. (Mal 1:6-8; véase AUTORIDADES SUPERIORES.)
Cuando Mateo cita de Miqueas 5:2, muestra que aunque Belén no tení­a ninguna importancia gubernativa en Judá, la adquirirí­a debido a que de ella saldrí­a el mayor de los gobernantes para pastorear al pueblo de Jehová, Israel. Esta profecí­a se cumplió en Cristo Jesús, el Gran Gobernador bajo su Padre Jehová Dios. (Mt 2:6.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. jegemon (hJgemwvn, 2232) es un término que se usa: (a) de gobernantes en general (Mc 13.9; 1Pe 2:14); se traduce “prí­ncipes” en Mat 2:6; (b) para los procuradores romanos, refiriéndose en los Evangelios: Poncio Pilato (p.ej., Mat 27:2; Luk 20:20; así­ designado por Tácito, Anales, xv, 44); a Félix (Act 23:26). Técnicamente, el procurador era un funcionario financiero bajo un procónsul, para recaudar los ingresos imperiales, pero que también tení­a funciones delegadas como magistrado para la toma de decisiones relacionadas con los ingresos. En ciertas provincias, de las que Judea era una (y cuyo procurador dependí­a del legado en Siria), él era el administrador juez supremo, con poder total de vida y muerte. Un gobernador en estas condiciones era una persona de alta posición social. Sin embargo, Félix era un liberto, un ex-esclavo, y su designación como gobernador de Judea no podí­a nada menos que ser considerada por los judí­os como un insulto para la nación. La residencia del gobernador de Judea era Cesarea, sede asimismo de una guarnición. Véase . Para anthupatos, procónsul, véase . 2. ethnarques (ejqnavrch”, 1481), etnarca, lit.: gobernante de una nación (ethnos, pueblo; arque, gobierno). Se traduce “gobernador” en 2Co 11:32: Por lo general describe al gobernante de una nación poseyendo leyes y costumbres peculiares, diferentes de las de otras razas. Con el tiempo, vino a denotar al gobernador de una provincia, superior a un tetrarca, pero inferior a un rey (p.ej., Aretas).¶ 3. kosmokrator (kosmokravtwr, 2888) denota un gobernador de este mundo (contrastar con pantokrator, omnipotente). En la literatura griega, en los himnos órficos, etc., y en escritos rabí­nicos, significa un gobernante de todo el mundo, un señor del mundo. En el NT se usa en Eph 6:12 “los gobernadores de las tinieblas” (Besson: “potencias universales de las tinieblas”; RVR77: “los dominadores de este mundo de tinieblas”). El contexto “No †¦ contra carne y sangre” muestra que no se trata aquí­ de potentados terrenos, sino de potencias espirituales, que, bajo la voluntad permisiva de Dios, y como consecuencia del pecado humano, ejercen una autoridad satánica y, por ello, hostil, sobre el mundo en su actual condición de tinieblas espirituales y de alienación de Dios. La traducción sugerida “los gobernantes de este tenebroso mundo” es ambigua y no demandada por la fraseologí­a. Cf. Joh 12:31; 14.30; 16.11; 2Co 4:4:¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

I. En el Antiguo Testamento

Como a través de su historia Israel se relacionó directa o indirectamente con diferentes civilizaciones, cada una con sus propios sistemas constitucionales distintivos y títulos característicos para los gobernantes, no debe sorprendernos encontrar una variedad de términos heb., y de traducciones cast. para los mismos, p. ej. “gobernador”, “jefe”, “capitán”. Podemos clasificarlos de la siguiente manera:

a. Términos técnicos

De ellos el heb. peḥâ (cf. as. paḫatu) es el más frecuente, y se refiere al gobernador de un distrito que depende de un rey, p. ej. un gobernador provincial asirio (Is. 36.9), los gobernadores persas y caldeos (Ez. 23.6, 23; Est. 3.12; 8.9); el Tatnai persa (Esd. 5.3; 6.6), cuya satrapía incluía Palestina, Fenicia, y Egipto; y Nehemías y Zorobabel como gobernadores de Judá (Neh. 5.14; Esd. 6.7). También se llama a estos últimos “Tirsatá” (Esd. 2.63; Neh. 7.65, 70), forma heb. de un título persa (de la forma persa tarsta, ‘reverenciado’).

b. Términos generales

Otros nueve términos heb. indican autoridad en diferentes esferas. ˒allûf (p. ej. Zac. 9.7, para los gobernadores de Judá), mōšēl (Gn. 45.26, para José en Egipto) y šallı̂ṭ (Gn. 42.6, tamb. para José) son términos más amplios; los otros tienen referencias más particulares: pāqı̂ḏ (‘superintendente’, Jer. 20.1, para un sacerdote; cf. Gn. 41.34, para funcionarios egipcios), ḥôqêq (para legisladores, Jue. 5.9, 14), sāḡān (‘representante’, ‘lugarteniente’, p. ej. Dn. 3.2, °vp “gobernador provincial”), nāśı̂ (que indica posicion social, 2 Cr. 1.2), śar (‘gobernador de ciudad’, 1 R. 22.26), y nāḡı̂ḏ (‘comandante de palacio’, 2 Cr. 28.7).

II. En el Nuevo Testamento

Se emplean menos términos gr., y estos a veces en forma imprecisa, y otras con precisión técnica.

a. hēgoumai (‘dirigir’) y sus derivados aparecen con mayor frecuencia. El término hēgemōn se usa para los gobernadores en el sentido general (Mr. 13.9; 1 P. 2.14), pero con mayor frecuencia describe a los gobernantes romanos subalternos como Pilato (Mt. 27.2; 28.14), Félix (Hch. 23.26) y Festo (Hch. 26.30), que eran “procuradores” (o, en el caso de Pilato, “prefecto”) bajo el legado de la provincia de Siria (el equivalente oficial gr. era epitropoi).

b. Otros términos aparecen en Jn. 2.8 (arjitriklinos, “maestresala”), 2 Co. 11.32 (ethnarjēs *“etnarca”), Gá. 4.2 (oikonomos, “curadores”, cf. Lc. 12.42; 1 Co. 4.2) y Stg. 3.4 (euthynōn, ‘piloto’).

Bibliografía. R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985.

B.F.H.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico