IMPUESTOS

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Gravámenes impuestos por gobiernos, ya sean polí­ticos o eclesiásticos, sobre las personas o las propiedades de sus miembros o súbditos. Durante el perí­odo nomádico los impuestos eran desconocidos para los hebreos. Se daban obsequios voluntarios a los jefes como retribución por su protección. Los cananeos conquistados eran obligados a rendir tributo laboral (Jos 16:10; Jos 17:13; Jdg 1:28-35). Bajo la teocracia de Israel cada hombre pagaba un impuesto de empadronamiento de medio ciclo para el sostén del culto en el tabernáculo (Exo 30:13; Exo 38:25-26), y éste era el único impuesto fijo. Era igual para el rico y para el pobre (Exo 30:15). Bajo los reyes, como Samuel habí­a advertido al pueblo (1Sa 8:11-18), se impusieron pesados tributos (1 Reyes 12).

Durante los dí­as del reino dividido, Me-najem sobornó al rey de Asiria con 1.000 talentos de plata que recabó de los pudientes de su reino (2Ki 15:19-20). Similarmente, Oseas (2Ki 17:3) pagó pesado tributo a Asiria, y cuando rehusó seguir haciéndolo, perdió su reino. Más tarde, el faraón Necao de Egipto impuso pesado tributo a Judá, y Joacim cargó opresivamente de impuestos a Judá (2Ki 23:33, 2Ki 23:35). Bajo la dominación persa, los tributos, impuestos y rentas (Ezr 4:13) eran formas impositivas, aunque Artajerjes eximió a sacerdotes, levitas, etc. (Ezr 7:23-24). Los ptolomeos, los seléucidas y más tarde los romanos adoptaron el método muy cruel pero eficiente de colectar los impuestos. Cada oficial exigí­a de sus subordinados más de su cuota, añadiendo así­ el odio judí­o hacia los cobradores de impuestos. Tanto Mateo como Zaqueo fueron cobradores de impuestos que más tarde se convirtieron.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

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Aportaciones económicas, culturales, sociales o personales que se hacen a la comunidad por decisión d la autoridad competente en el ejercicio de sus deberes y según criterios de la justicia distributiva y social. Los impuestos son naturales en las comunidades que se desarrollan gracias a las colaboraciones compartidas. En la medida en que los impuestos son justos y proporcionados implican obligación de solidaridad, caridad y justicia y no es ético evadirse de ellos. Una correcta educación moral de los educados implica el conocimiento, la aceptación y la colaboración en las aportaciones que para ellos son debidas.

La frecuente jactancia de engaños en este terreno en la sociedad puede suscitar la creencia de que lo colectivo no es personal, de que los poderes públicos son injustos cuando imponen cargas a la comunidad. Y se produce una deformidad ética que los educadores deben tratar de desmontar en la conciencia frágil de los educandos.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

—> Contexto 2.3

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Gravamen en dinero, bienes o trabajo que impone una autoridad sobre las personas o la propiedad. Durante mucho tiempo se han utilizado diversos tipos de impuestos para el mantenimiento de los servicios del gobierno, de los funcionarios públicos y también de los sacerdotes. Entre los impuestos que se imponí­an antiguamente estaban: el diezmo, el tributo, el peaje, la capitación y los impuestos sobre artí­culos de consumo, exportaciones, importaciones y las mercancí­as transportadas a través del paí­s por los mercaderes.

Impuestos para mantener el santuario de Jehová. El servicio del santuario se mantení­a gracias a los impuestos. Los sacerdotes aarónicos y los levitas se mantení­an principalmente de los diezmos obligatorios. Al menos en una ocasión recibieron una parte del botí­n de guerra en conformidad con un impuesto estipulado por Jehová. (Nú 18:26-29; 31:26-47; véase DIEZMO.) Jehová también le mandó a Moisés que hiciera un censo y que cada persona registrada diera medio siclo (aproximadamente 1,10 dólares [E.U.A.]) como †œcontribución de Jehovᆝ para el servicio de la tienda de reunión. (Ex 30:12-16.) Parece ser que era costumbre que los judí­os dieran una cantidad fija cada año, aunque no se hiciera un censo anual. Por ejemplo, Jehoás exigió el †œimpuesto sagrado ordenado por Moisés†. (2Cr 24:6, 9.) Los judí­os del tiempo de Nehemí­as se comprometieron a pagar la tercera parte de un siclo (unos 75 centavos [E.U.A.]) cada año para el servicio del templo. (Ne 10:32.)
En el tiempo del ministerio terrestre de Jesús, los judí­os pagaban dos dracmas para el templo. Cuando se le preguntó a Pedro si Jesús pagaba este impuesto, respondió de manera afirmativa. Posteriormente, hablando sobre este tema, Jesús indicó que los reyes no exigen impuestos a sus hijos, ya que estos son parte de la casa real para la que se recauda el impuesto. Sin embargo, aunque Jesús era el Hijo unigénito de Aquel a quien se adoraba en el templo, hizo que se pagase el impuesto a fin de evitar ser una causa de tropiezo para otros. (Mt 17:24-27.)

Impuestos fijados por gobernantes. El establecimiento de la monarquí­a israelita llevó a que se prescribieran impuestos, como el del diezmo del rebaño y de los productos agrí­colas, para mantener al rey, a su casa y a los diversos funcionarios y siervos gubernamentales. (1Sa 8:11-17; 1Re 4:6-19.) Para el fin del reinado de Salomón, el reclutamiento para trabajo forzado y los impuestos del gobierno se habí­an convertido en una carga tan pesada para el pueblo, que a Rehoboam, el hijo y sucesor de Salomón, se le hizo la petición de aligerar el †˜duro servicio y el pesado yugo†™. La negativa de Rehoboam provocó la sublevación de diez de las tribus. (1Re 12:3-19; véanse SERVICIO OBLIGATORIO; TRABAJO FORZADO.)
Cuando los israelitas estuvieron bajo dominación extranjera, tuvieron que someterse incluso a otras formas de impuestos. Por ejemplo, cuando el faraón Nekoh hizo vasallo a Jehoiaquim y le impuso a Judá una elevada multa o tributo, este último reunió los fondos necesarios obligando a sus súbditos a pagar cierta cantidad †œconforme al impuesto asignado a cada uno por valuación†. (2Re 23:31-35.)
Durante el perí­odo de la dominación persa, los judí­os (con la excepción de los sacerdotes y otros trabajadores del santuario a los que eximió Artajerjes Longimano) tení­an que pagar impuesto (arameo, mid·dáh o min·dáh), tributo (belóh) y peaje (halákj). (Esd 4:13, 20; 7:24.) Se cree que el mid·dáh era un impuesto sobre la persona; el belóh, un impuesto sobre los artí­culos de consumo, y el halákj, un peaje que pagaban los viajeros en las estaciones de los caminos o vados de los rí­os. El mid·dáh (traducido †œtributo† en Nehemí­as 5:4, SA; Val; NM) tiene que haber sido bastante elevado, pues muchos de los judí­os se veí­an obligados a solicitar un préstamo para pagarlo. Aparte de los impuestos exigidos por los persas, los judí­os también mantení­an al gobernador. (Ne 5:14, 15.)
En el siglo I E.C., los judí­os estaban muy resentidos por causa del pago de impuestos, no solo debido a la corrupción de los recaudadores de impuestos, sino también porque significaban un reconocimiento de su sujeción a Roma. (Véase RECAUDADOR DE IMPUESTOS.) Sin embargo, tanto Jesucristo como el apóstol Pablo dijeron que era apropiado pagar impuestos a †œCésar† o a las †œautoridades superiores†. (Mt 22:17-21; Ro 13:1, 7; véase CESAR [Dios y César].) Entre las diversas clases de impuestos mencionadas en las Escrituras Griegas Cristianas están: té·los (impuesto indirecto, contribución o tributo; Mt 17:25; Ro 13:7), ken·sos (capitación; Mt 17:25; 22:17, 19; Mr 12:14) y fó·ros (impuesto en sentido más amplio; se cree que gravaba las casas, las tierras y las propias personas; Lu 20:22; 23:2).

Fuente: Diccionario de la Biblia

Los pagos regulares exigidos a un estado y sus provincias por sus propios gobernantes son impuestos, a diferencia de lo que aportan los estados conquistados que se denomina *tributo.

En la infancia de Israel los únicos impuestos que se exigían tenían como fin el mantenimiento del tabernáculo y sus ministros, práctica reiniciada después del exilio (Dt. 18.1–5; 14.22–27, etc.; Neh. 10.32–39; * Diezmos). Con la monarquía comenzó un período de mayores demandas, como se indica en el libro de Samuel (1 S. 8.15, 17), comparables con las costumbres de todos los reyes de la antigüedad. Ocasionalmente hubo exacciones excepcionales para pagar tributo a conquistadores extranjeros (2 R. 15.19–20; 23.35).

En la época del NT las provincias romanas pagaban impuestos regularmente al César en moneda romana, como lo indican Mt. 22.17; Mr. 12.14, mientras que los gobernantes herodianos cobraban derechos en sus jurisdicciones (Mt. 17.24–27). En estos pasajes Mt. y Mr. usan el gr. kēnsos, préstamo tomado del lat. censum, ‘capitación’, mientras que Lc. usa la palabra más general foros, ‘tributo, impuesto’ (Lc. 20.22) (* Censo; * Publicano).

Bibliografía. G. Sarró, “Tributo”, °EBDM, t(t). VI, cols. 1098–1100; R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985, pp. 200ss; M. de Tuya, J. Salguero, Introducción a la Biblia, 1967, t(t). II.

A. N. Sherwin-White, Roman Society and Roman Law in the New Testament, 1963, pp. 125–127; M. J. Harris, C. Brown, N. Hillyer, en NIDNTT 3, pp. 751–759.

A.R.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico