JUDAS

Iscariote
Mat 10:4; Mar 3:19; Luk 6:16 J .. el que le entregó
Mat 26:14; Mar 14:10 uno de los doce .. llamaba J
Mat 26:47; Mar 14:43; Luk 22:47 vino J .. y con él
Joh 6:71 hablaba de J Iscariote, hijo de Simón
Joh 13:26 y mojando el pan, lo dio a J Iscariote
Joh 18:2 J, el que le entregaba, conocía aquel lugar
Act 1:16 habló .. por boca de David acerca de J


Judas (gr. Ióudas, [sea él (Dios)] “alabado [célebre]”; transliteración del heb. Yehûdâh, Judá). Era un nombre judí­o común, especialmente desde los dí­as del patriota Judas Macabeo, libertador de la tiraní­a de Antí­oco Epí­fanes (175-164/63 a.C.). 1. Hermano de Jesús (Mat 13:55; Mar 6:3), 679 comúnmente identificado como el autor de la Epí­stola de Judas (Jud_1; cf v 17). Véanse Hermanos de Jesús; Judas, Epí­stola de. 2. Judas Iscariote, hijo de Simón Iscariote (Joh 6:71; cf 13:2, 26), el discí­pulo que traicionó a Jesús. El sobrenombre Iscariote lo distingue de otro de los Doce: Judas, el hijo de Jacobo (Luk 6:16; Joh 14:22). Se cree que el nombre Iscariote proviene del heb. ‘îsh Qerîyôth, “hombre de Queriot”, una ciudad al sur de Judá, entre Beerseba y el Mar Muerto. El sobrenombre probablemente indica que Judas era nativo de Judea, y si es así­, el único de los Doce que no era galileo. La 1ª mención de Judas es su designación entre los Doce (Mar 3:19); habrí­a seguido a Jesús durante su ministerio en Judea. Aparentemente era un hombre de habilidad ejecutiva: fue el tesorero de los discí­pulos (Joh 13:29). Que no era estrictamente honesto en el manejo del fondo común es evidente que Juan lo llama ladrón (12:6). El tácito respeto con que los otros discí­pulos trataban a Judas sugiere que admiraban y reconocí­an su habilidad. Aproximadamente un año antes de su traición, Jesús predijo que uno de los Doce, a quien no nombró, lo entregarí­a (6:70, 71). La suave, aunque directa, reprensión de Jesús a Judas durante la fiesta en casa de Simón (el dí­a anterior a la entrada triunfal; 12:12), por causa de su protesta de que el precio del costoso perfume de Marí­a podrí­a habérsele confiado a él -“y dado a los pobres” (Mat 26:6-13; cf Joh 12:1-8)-, fue aparentemente la excusa que tuvo para hacer el 1er contacto con los sumos sacerdotes. Los encontró reunidos en la casa de Caifás, deliberando acerca de cuál serí­a el mejor procedimiento para eliminar a Jesús (Mat 26:1-5, 14-16). Las “treinta piezas de plata” (v 15; es decir, 30 siclos) por las cuales Judas arregló la entrega de su Señor, eran el precio tradicional de un esclavo (Exo 21:32). En la última Cena, Jesús gradualmente reveló a Judas que él conocí­a perfectamente su complot para traicionarlo. Mientras les lavaba los pies, Jesús dijo: “Limpios estáis, aunque no todos” (Joh 13:10). Judas debió haber sospechado que Jesús se referí­a a él, pero los otros discí­pulos no tení­an manera de saber a quién de ellos tení­a en mente. Un poco más tarde, Jesús dejó bien en claro que el traidor estaba presente en la sala, citando Psa 41:9: “El que come pan conmigo, levantó contra mí­ su calcañar” (Joh 13:18). Cuando dijo: “Uno de vosotros me va a entregar” (Mat 26:21), habló en términos que no se podí­an entender mal. Unos pocos momentos más tarde, Jesús identificó al traidor: el que “mete la mano conmigo en el plato” (v 23). Finalmente Judas preguntó: “¿Soy yo, Maestro?”, y Jesús le replicó: “Tú lo has dicho” (v 25). Inmediatamente el traidor salió del aposento alto, mientras la amonestación final de Jesús resonaba en sus oí­dos: “Lo que vas a hacer, hazlo más pronto” (Joh 13:27). Desde el momento de su primera oferta de traicionar a Jesús, Judas habí­a estado buscando la ocasión favorable para poder realizar su pérfido negocio (Mat 26:16). Sin duda, razonó que Jesús, ahora dentro de la ciudad, serí­a fácil presa para los sacerdotes, y fue directamente de la última Cena a los dirigentes judí­os para hacer los arreglos finales de su traición. Probablemente no estaba muy lejos del lugar del juicio ante el Sanedrí­n. Cuando Jesús se sometió a la sentencia de muerte, confesó públicamente su traición y arrojó las 30 piezas de plata a los pies del sumo sacerdote (27:3, 4), un acto que sin duda avergonzó a los dirigentes judí­os. Más tarde, se suicidó y el dinero de su traición se usó para comprar el campo del Alfarero (Mat 27:5-10; Act 1:18, 19). 3. Hijo de Jacobo, uno de los Doce, cuidadosamente diferenciado de Judas Iscariote (Joh 14:22). Sin duda debe ser identificado con Lebeo Tadeo (Mat 10:3; Mar 3:18; Luk 6:16; Act 1:13). 4. Judas el Galileo, que dirigió una rebelión alrededor del 7 d.C. cuando Quirino, el gobernador romano de Siria a la que Judá habí­a sido agregada el año anterior, y Coponio, el 1er procurador romano de Judea, procuraron por 1ª vez imponer un tributo romano directo sobre los judí­os (Act 5:37). Josefo menciona varias veces esta rebelión. Judas prohibió el pago del tributo a los romanos sobre la base de que los judí­os eran el pueblo elegido de Dios y de que él les habí­a dado la tierra de Canaán. Ningún poder extranjero, afirmaba, tení­a derecho de cobrarles tributos, y pagarlos no era menos que la esclavitud. Josefo describe la rebelión como una guerra religiosa. Judas y sus seguidores estaban afiliados a los fariseos, y aunque el movimiento fracasó y su dirigente fue muerto, de entre ellos surgió la secta o partido de los zelotes. Probablemente los zelotes se puedan identificar con los sicarios, u “hombres del puñal”, que fueron los principales responsables de provocar la guerra judí­a del 66-73 d.C. que desembocó en la destrucción de Jerusalén, el incendio del templo y la aniquilación de la nación. Bib.: FJ-AJ xviii.1.6; xx.5.2; FJ-GJ ii.8.1; 18.8; vii.8.1. 5. Judí­o de Damasco con quien Pablo estuvo 680 alojado por un tiempo después de su conversión (Act 9:10, 11). 6. Judas Barsabás,* un dirigente de la iglesia de Jerusalén que, con Silas, fue designado para acompañar a Bemabé y a Pablo a Antioquí­a con la carta que anunciaba la decisión del Concilio de Jerusalén respecto de los conversos gentiles (Act 15:22, 27, 32). Tení­a el don profético y se ocupaba del ministerio público (v 32). Judas, Epí­stola de. La última de las epí­stolas generales que aparece entre Hebreos y el Apocalipsis. Es “general” en el sentido de que no especifica a ningún individuo o iglesia particular como receptor pues está dirigida a los miembros de todas partes (véase CBA 7:719, 720). I. Autor. El autor se identifica diciendo sencillamente: “Judas. siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo” (Jud_1). Se acepta generalmente que el Jacobo mencionado aquí­ es el hermano del Señor, más tarde un dirigente de la iglesia de Jerusalén (Act 12:17; 15:13). Si es así­, el autor de la epí­stola de Judas era también un hermano de nuestro Señor, ya que los autores de los Evangelios indican que los hermanos de Jesús incluí­an a un Jacobo y a un Judas (Mat 13:35; Mar 6:3). Dos de los Doce se llamaban Judas -Judas Iscariote (Mar 3:19) y Judas el hijo de Jacobo (Joh 14:22)-, pero la epí­stola (Jud_17) parece indicar que el autor no era uno de los Doce. Que el autor sencillamente se identifique como el “siervo de Jesucristo” (v 1) podrí­a reflejar su vacilación de aprovecharse de la ventaja de una relación con Jesús. Véase Jacobo 3. II. Ambientación. La epí­stola no proporciona información directa acerca de las circunstancias en las cuales fue escrita o las de quienes habí­an de recibirla. Pero nota que habí­a elementos perturbadores que actuabais en la iglesia (Jud_4, 8; etc.). Las referencias a ciertos maestros heréticos (Jud_4, 8, 10-13, 15, 18) recuerdan una advertencia similar planteada por Pedro (cf 2Pe 2:1-3:3) y por Juan (1 Joh 2:18, 19, 22, 23; 4:1-3; 5:10). Esta similitud sugiere que Judas fue escrita como una advertencia contra las mismas tendencias heréticas: el gnosticismo incipiente de Cerinto y los docetistas. Una porción considerable del libro (Jud_4-18) es muy similar a 2Pe 2:1-3:3; no sólo se usan los mismos pensamientos, sino en muchos casos las mismas palabras, algunas de las cuales son poco usuales (cf Jud_4, 16 con 2Pe 2:1, 3). Parecerí­a que un esentor tomó del otro o ambos tuvieron acceso a una fuente común, hoy desconocida. Los eruditos bí­blicos sugieren que Judas habrí­a sido el 1º de los 2 escritos, ya que serí­a difí­cil de explicar por qué Judas escribirí­a una carta si tení­a poco más que decir que lo que habí­a escrito Pedro. Concluyen que es más fácil que Pedro haya incorporado algunos pensamientos de Judas en su epí­stola junto con una cantidad de material que él añadió, y no lo inverso. A menudo ha ocurrido que la más corta de 2 obras similares es la más antigua. Sin embargo, se pueden presentar también razones plausibles para lo contrario, y el tema no puede ser resuelto en forma definitiva. De todos modos, las condiciones que refleja la epí­stola ya existí­an en la última parte del s I d.C. Véanse Juan, Epí­stolas de; Juan, Evangelio de. III. Tema. Judas habí­a tenido la intención original de escribir una epí­stola sobre el tema general de la salvación, pero habiendo sabido que maestros heréticos y licenciosos estaban molestando al rebaño, decidió enviar una advertencia contra ellos para desenmascarar su verdadero carácter (Jud_3). Los libertinos de la epí­stola de Judas son sin duda las mismas personas que sostení­an ideas falsas acerca del carácter de Cristo: los herejes como Cerinto y los docetistas. Entre estos gnósticos se permití­an abiertamente, y también se defendí­an, las pasiones sensuales. Véase Nicolaí­tas. IV. Contenido. Después de su introducción (vs 1-4), Judas cita incidentes históricos como una advertencia contra la apostasí­a (vs 5-7). En los vs 8-11 caracteriza la desafiante actitud de los falsos maestros de sus dí­as; luego presenta la inutilidad de su curso de acción (vs 12 y 13). Apunta a su destrucción cierta (vs 14-16), y a la aparición de estos maestros licenciosos como una evidencia de que ahora es “el postrer tiempo” (vs 17-19). En su conclusión (vs 20-25) amonesta a los creyentes a edificarse en la “santí­sima fe” y a ser pacientes hasta la venida del Señor.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

nombre de varón y tí­tulo de una de las epí­stolas católicas. 1. J. Macabeo, tercer hijo del sacerdote de Modí­n, Matatí­as, cuyo sobrenombre arameo Makabá puede significar †œque tiene la cabeza en forma de martillo†, de donde el epónimo de la familia de los Macabeos.

Matatí­as habí­a huido a la montaña con sus cinco hijos y muchos fieles judí­os, en el 167 a. C., cuando Antí­oco IV Epí­fanes decretó que se erigieran los altares a los dioses griegos en el Templo de Jerusalén y en las otras ciudades del paí­s, sometió a tributo a los judí­os, prohibió la circuncisión y todo lo que tuviera que ver con el judaí­smo, iniciándose así­ la helenización del paí­s a la fuerza. Matatí­as se alzó en guerra santa contra el poder de los soberanos seléucidas, muriendo poco después. En el año 166 a. C., su hijo J. Macabeo tomó su lugar en la lucha, convirtiéndose en uno de los más importantes guerreros de la historia del pueblo judí­o, pues con un grupo pequeño derrotó a las fuerzas seléucidas, más numerosas y mejor armadas que los judí­os, en una serie de enfrentamientos, entre los años 166 y 160 a. C., cuando murió.

Muerto Matatí­as y ante el peligro de los ejércitos seléucidas enviados por Antí­oco IV Epí­fanes a exterminar al pueblo judí­o, se convocó a asamblea, en Masfá, la misma Mispá, a unos pocos kilómetros al norte de Jerusalén, donde se ayunó, se oró, se hizo penitencia, se imploró la ayuda de Dios para la lucha. Aquí­, J. organizó su ejército, 1 M 3, 46-60; 2 M 8, 16-23.

En el año 165 a. C. J. Macabeo derrotó a Nicanor y a Gorgias, enviados por Lisias al frente de los ejércitos seléucidas, en la batalla de Emaús, siendo éstos mucho más numeroso y mejor apertrechados; los judí­os los persiguieron hasta Gázara, las llanuras de Idumea, Asdod y Yamnia, 1 M 4, 1-25. Al año siguiente, comienzos del 164 a. C., Lisias acampó con un gran ejército en la ciudadela seléucida de Bet Sur, en el lí­mite sur de Judea, donde J. Macabeo lo derrotó, y el seléucida partió para Antioquí­a a reclutar nuevas fuerzas, 1 M 4, 26-35; 2 M 11. En esta época, finales del 164 a. C., murió el rey seléucida Antí­oco IV Epí­fanes, en Tabes, lo que generó conflictos por la sucesión del trono, 1 M 6, 1-17; 2 M 9.

Tras estas victorias todo el ejército de J. Macabeo subió al monte Sión, y en diciembre del año 164, al tercer aniversario de haberse ofrecido el primer sacrificio en honor del dios griego Zeus, se celebró la fiesta de la purificación y dedicación del Templo, Janukká, en hebreo, una de las fiestas más recientes del calendario israelita, en la que se canta el Hal.lel, Sal 113-118; esta celebración se estableció anualmente por decreto de J. Macabeo. J. fortificó el monte Sión así­ como Bet Sur, 1 M 4, 36-61; 2 M 10, 1-8.

Cuando J. Macabeo sitió la ciudadela de Jerusalén Lisias, bajo el rey seléucida Antí­oco V, en el 163 a. C., atacó por segunda vez con una gran fuerza, incluidos treinta y dos elefantes, y J. Macabeo es vencido en Bet Zacarí­as, a unos nueve kilómetros al norte de Bet Sur. El ejército seléucida subió hasta Jerusalén y varios dí­as estuvo sitiado el santuario, 1 M 6, 28-47. Nuevos acontecimientos, como el que Filipo, preceptor de Antí­oco V, quiso alzarse con el poder, hicieron que Lisias aconsejara al rey dejar el sitio y concederles a los judí­os la libertad religiosa. Los judí­os aceptaron la paz y el rey entró en el monte Sión donde, al ver la fortaleza, rompió el juramento de paz y mandó destruir la muralla. Luego partió a Antioquí­a donde se enfrentó con Filipo y se apoderó de la ciudad, 1 M 6, 55-63.

Demetrio I Sóter el nuevo rey seléucida, 161-150 a. C., hizo morir a Antí­oco V y a Lisias, y envió a Judá a Báquides como jefe del ejército y a Alcimo como sumo sacerdote, para pacificar la región, mientras el rey sofocaba una rebelión en Media, 1 M 7, 1-24.

En marzo del año 160 a. C. J. Macabeo derrotó a Nicanor, en la batalla de Adasá, donde murió el general seléucida, a quien le cortaron la cabeza y la mano derecha, que fueron expuestas a vista del público en Jerusalén, 1 M 7, 26-50. Después de esta batalla victoriosa, J. Macabeo envió una embajada a Roma para concertar amistad y alianza con el Senado romano contra los seléucidas, 1 M 8, 1-32.

Cuando Demetrio I se enteró del desastre sufrido por Nicanor envió de nuevo a Báquides y a Alcimo, y en la batalla de Beerzet, a unos veinte kilómetros al norte de Jerusalén, J. Macabeo fue vencido y muerto, tras lo cual su ejército se dio a la fuga. Judas fue enterrado En Modí­n, en el sepulcro de sus padres, 1 M 9, 1-22. Su hermano Jonatán tomó el mando de los judí­os. 2. Uno de los parientes de Jesús, Mt 13, 55; Mc 6, 3. Este J. es identificado por la tradición con el autor de la epí­stola de J. 3. J. Barsabás, miembro de la primitiva Iglesia de Jerusalén, enviado con Pablo y Bernabé a Antioquí­a, y por medio de estos los apóstoles remitieron una carta que contení­a las conclusiones del Concilio de Jerusalén, Hch 15, 22 y 27. Considerado, junto con Silas, como un profeta, Hch 15, 32. 5. J. de Santiago, uno de los doce apóstoles, hijo o hermano de Santiago, Lc 6, 16; Hch 1, 13; llamado Tadeo en la lista de los doce en Mt 10, 3 y Mc 3, 18. 6. J. Tadeo, el mismo del numeral anterior, 5. 7. Judas ® Iscariote. 8. J. de Galilea, según Flavio Josefo, historiador judí­o, fundador del grupo polí­tico de los zelotes, a los cuales llamó a la rebelión contra Roma, en el año 6 de nuestra era, cuando ésta ordenó llevar a cabo un censo en Judea, para aplicar impuestos. En esta revuelta, tal vez murió J. de Galilea. Para los zelotes, obedecer a Roma era repudiar la autoridad de Dios y someterse a la esclavitud. A este personaje hace referencia el maestro Gamaliel, cuando defendió a los apóstoles ante el Sanedrí­n, Hch 5, 37.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., yehudah, alabado, gr. Ioudas).
1. Un revolucionario galileo (Act 5:37). De acuerdo con Gamaliel, este Judas pereció y sus seguidores fueron esparcidos.
2. Uno de los hermanos de Jesús (Mat 13:55). Este Judas es casi ciertamente el †œJudas† que escribió la carta que lleva su nombre. Tanto Santiago como Judas muestran en la apertura de sus cartas su humildad cristiana y su fe en la divinidad de Jesús: Se refieren a sí­ mismos como siervos de Jesucristo más bien que como hermanos en la carne. Aparte de esto, sólo sabemos que durante el ministerio terrenal él no creyó en Jesús (Joh 7:5) pero llegó a ser su seguidor después de la resurrección (Act 1:14).Ver JUDAS, EPISTOLA DE.
3. Un apóstol de Jesús llamado Judas hijo de Jacobo (Luk 6:16), aunque otras versiones lo ponen como †œhermano† o †œhijo† de Jacobo (ver nota de la RVA).
4. Uno que aparentemente tení­a una casa de huéspedes o posada en la calle Derecha en la ciudad de Damasco y donde se alojó Pablo (Act 9:11).
5. Uno de los hermanos lí­deres en el concilio en Jerusalén (Act 15:6-35). Su sobrenombre Barsabás (hijo de Saba), indica que podrí­a haber sido un hermano de José Barsabás (Act 1:23), considerado tan importante por los hermanos antes de Pentecostés que lo propusieron como un reemplazo de Judas Iscariote. Judas Barsabás era un predicador (profetas, Act 15:32) y junto con Silas se le encomendó transmitir los decretos del concilio para que fueran entregados a los cristianos en Antioquí­a.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(alabado, celebrado).

1-Judas Iscariote: (de Queriot).

Escogido apóstol de Cristo: (Mat 10:4, Mc.3).

– Era el tesorero del grupo apostólico: (Jua 12:6, Jua 13:29; Jua 6:70-71, Jua 17:12).

– Codiciaba el dinero, Mat 26:6-13.

– Traicionó a Jesus, Mat 26:27-49.

– Se ahorcó, Mat 27:3-5, Hec 1:17-18.

2- Judas Tadeo, Apóstol del Senor: (Mat 10:3, Mar 3:18). También llamado “Lebeo”: (Jua 14:22). Escribió la “Carta de Judas”, donde nos dice que era hermano de Santiago: (Jua 1:1), por lo tanto hijo de Marí­a la de Cleofás, hermana de la Virgen Marí­a: (Mar 15:40, Mat 27:56) y “primo” de Jesucristo, ¡no hermano carnal!: (Mar 6:3, Mat 13:55).

Ver “Hermanos de Jesús”.

Su “Carta” es corta, pero un tesoro de la fe pura.

3- Judas Macabeo: (martillo).

Tercer hijo de Matatí­as, a quien sucedió como lí­der de los Macabeos: (1 Mac.3 a 5). Entró en Jerusalén, purificó el templo, y lo dedicó; hecho que ocurrió el 25 de Dieiembre del 164 a.C., y que se sigue celebrando como la Fiesta de las Luces, o Hanukka: (Jua 10:22).

4- Judas Galileo, Hec 5:37.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Varias personas en el NT llevan este nombre:

1. Tadeo. Uno de los doce apóstoles escogidos por el Señor Jesús. Aparece en las listas de Luc 6:13-16 y Hch 1:13, como †œhermano de Jacobo† (literalmente: †œJudas de Jacobo†, por lo que algunos leen: †œhijo de Jacobo†). En la lista de Mat 10:2-4, aparece como †œLebeo, por sobrenombre Tadeo†. En la lista de Mar 3:15-19 aparece como †œTadeo†. Algunos señalan el sobrenombre †œTadeo† como significando †œde seno femenino† y †œLebeo† como una derivación de la palabra hebrea †œcorazón†, por lo cual interpretan que es una referencia a un carácter dulce, apacible y compasivo. Fue el que interrogó al Señor sobre las razones por las cuales éste se manifestarí­a sólo a ellos y no al mundo (Jua 14:22). Algunos piensan que J. T. fue el autor de la Epí­stola de Judas, porque ésta comienza diciendo: †œJudas, siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo…† (Jud 1:1). Pero la expresión †œ… tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo…† (Jud 1:17) parecen sugerir que el autor no se considera un apóstol. Por eso muchos piensan que el autor de dicha epí­stola fue †¢Judas, el hermano del Señor. †¢Hermanos del Señor. †¢Judas, Epí­stola. No se tienen noticias muy ciertas sobre el desarrollo de la vida y ministerio posterior de J. T. Una tradición dice que murió mártir en Mesopotamia.

. El hermano del Señor. Antes de la muerte de Cristo fue incrédulo (Jua 7:5). Generalmente se identifica a este J. con el autor de la epí­stola de ese nombre. No se sabe más nada sobre su vida. ( †¢Hermanos de Jesús).

. El Galileo. Personaje judí­o que Gamaliel citó en su discurso, junto a otro llamado †¢Teudas, cuando propuso que no se persiguiera a Pedro y los apóstoles. Habló el sabio judí­o de una rebelión que protagonizó J. el G. †œen los dí­a del censo … llevó en pos de sí­ a mucho pueblo†, y fue muerto y sus seguidores dispersados (Hch 5:37). Gamaliel llamó la atención sobre este fracaso, alegando que si lo que predicaban los apóstoles era falso les pasarí­a lo mismo. J. el G. fue posiblemente un nacionalista judí­o. Josefo confirma la historia, aunque su cronologí­a es un poco diferente. Lucas señala que el censo fue †œsiendo Cirenio gobernador de Siria† (Luc 2:2); luego, en el discurso de Gamaliel, J. el G. se levantó †œen los dí­as del censo†; Josefo confirma que †œun cierto Judas de Gamala† se levantó cuando Cirenio era gobernador de Siria. La protesta de J. de Gamala fue por causa del censo y, según Josefo, porque reprochaba †œa los judí­os por obedecer a los romanos cuando tení­an a Dios como señor†.

. El Iscariote. Uno de los doce apóstoles escogidos por el Señor Jesús (Mat 10:1-4; Mar 3:13-19; Luc 6:13-16). Juan dice que era †œhijo de Simón† (Jua 6:71; Jua 12:4). El sobrenombre de Iscariote significa †œnatural de †¢Queriot†. El Señor le llamó †œdiablo† (†œ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?† [Jua 6:70]) e †œhijo de perdición† (†œ… ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición† [Jua 17:12]).

El Señor †œsabí­a desde el principio quiénes eran los que no creí­an, y quién le habí­a de entregar† (Jua 6:64). Después del discurso en la sinagoga de Capernaum, cuando el Señor Jesús habló del †œpan de vida†, †œmuchos de sus discí­pulos volvieron atrás y ya no andaban con él† J. I. quedó en el cí­rculo de los doce, pero sin fe alguna. Funcionaba como tesorero en las actividades del Señor Jesús y sus discí­pulos, a los cuales robaba (†œ… era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraí­a de lo que se echaba en ella†). Por eso protestó cuando Marí­a ungió al Señor con un perfume muy caro, diciendo que se habí­a desperdiciado y que hubiera sido mejor venderlo por †œtrescientos denarios† y darlo †œa los pobres† (Jua 12:3-6).
és de este incidente, J. I. decidió traicionar al Señor Jesús ofreciéndose a los sacerdotes para ayudarles a localizar al Señor a cambio de una suma de dinero (†œ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?†). Ellos †œle asignaron treinta piezas de plata† (Mat 26:14-16; Zac 11:13). Lo que se buscaba era apresar al Señor Jesús en un momento propicio, sin alborotar al pueblo (Luc 22:6). En la noche en que comí­an la pascua, el Señor dijo a sus discí­pulos: †œUno de vosotros me va a entregar† (Mat 26:21). Y señaló a J. I. por medio de una señal convenida con Juan (Jua 13:21-26). El mismo J. I. preguntó: †œ¿Soy yo, Maestro?†. Y Cristo se lo confirmó (Mat 26:25). Satanás entró en J. I. en ese momento y salió a buscar a los que querí­an apresar al Señor. Conociendo el lugar donde Cristo iba usualmente, el huerto de †¢Getsemaní­, se presentó allí­ con †œuna compañí­a de soldados y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos† (Jua 18:1-3), e identificó al Señor por medio de un beso (Mat 26:47-49).
J. I. vio que el Señor Jesús era condenado †œdevolvió arrepentido las treinta piezas de plata†, diciendo: †œYo he pecado entregando sangre inocente†. Al parecer, esa condena a muerte no estaba dentro de los planes de J. I. Los sacerdotes no quisieron recibir el dinero, por lo cual †œfue y se ahorcó†. Pedro dice que †œcayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron† (Hch 1:18). Papí­as, escribiendo en el siglo II d.C., dijo que el cadáver de J. I. se hinchó desmesuradamente. Otra tradición cuenta que la cuerda con la cual J. I. quiso suicidarse se rompió, lo cual podrí­a explicar la expresión †œcayendo de cabeza†. Con el precio de la traición de J. I. se compró †œel campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros† (Mat 27:1-10; Hch 1:19). Después de la resurrección, los apóstoles escogieron a †¢Matí­as para ocupar el lugar de J. I. (Hch 1:15-26).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG APOS PROF HOMB HONT

ver, MACABEOS, HERMANOS DE JESÚS, CENSO, CIRENIO, BARSABíS, ACELDAMA

vet, (forma gr. del heb. “Judá”). (A) Para Judas Macabeo, véase MACABEOS. (B) Uno de los apóstoles, hermano de Jacobo (Lc. 6:16; Jn. 14:22; Hch. 1:13); aparentemente, se trata del mismo que Lebeo, “por sobrenombre Tadeo” (Mt. 10:3; Mr. 3:18.) (C) Uno de los hermanos del Señor (Mt. 13:55; Mr. 6:3). (Véase HERMANOS DEL SEí‘OR.) (D) Judas el galileo, que en los dí­as del censo del año 6 d.C. levantó una insurrección. Fue muerto a manos de los romanos, y sus seguidores fueron dispersados (Hch. 5:37, véanse CENSO y CIRENIO). (E) Un discí­pulo de Damasco que acogió a Pablo en su casa en la calle Derecha (Hch. 9:11). (F) Un “profeta” enviado de Jerusalén a Antioquí­a (Hch. 15:22). Véase BARSABíS.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

(del heb., una variante del nombre Judá).

1. Antepasado de Jesús por el linaje de Marí­a que pertenecí­a a la lí­nea de Natán; fue hijo de José y padre de Simeón. Constituí­a la séptima generación desde Natán, el hijo de David, así­ que vivió antes del exilio en Babilonia. (Lu 3:30, 31.)

2. Judas el galileo, al que se refirió Gamaliel cuando se dirigió al Sanedrí­n. (Hch 5:37.) En el tiempo de la inscripción que llevó a cabo Quirinio, el gobernador de Siria, en el año 6 E.C., Judas encabezó una sublevación judí­a. Josefo lo menciona varias veces, e informa que †œincitó a la rebelión a los nativos, enrostrándoles la vergüenza de consentir en el pago de un tributo a los romanos y de someterse a otros amos mortales, aparte de Dios. Este sofista fundó una secta particular, que no tení­a nada de común con las demás†. (La Guerra de los Judí­os, libro II, cap. VIII, sec. 1.) En cierto pasaje de sus escritos, Josefo dijo que Judas era gaulanita, término que algunos relacionan con una zona situada al E. del mar de Galilea. Sin embargo, en otros lugares el mismo historiador dice que Judas era galileo, coincidiendo así­ con Gamaliel. (Antigüedades Judí­as, libro XVIII, cap. I, secs. 1, 6.) Estos rebeldes ansiaban la libertad, pero no pudieron conseguirla. Judas †œpereció, y todos los que le obedecí­an fueron esparcidos por todas partes†. (Hch 5:37.) Algunos de sus descendientes también participaron en otras sublevaciones. (La Guerra de los Judí­os, libro II, cap. XVII, sec. 8; libro VII, cap. VIII, sec. 1.)

3. Uno de los doce apóstoles, llamado también Tadeo y †œJudas hijo de Santiago†. En las listas de los apóstoles registradas en Mateo 10:3 y Marcos 3:18, se menciona juntos a Santiago, el hijo de Alfeo, y a Tadeo; mientras que en Lucas 6:16 y Hechos 1:13 Tadeo no está incluido y en su lugar aparece †œJudas hijo de Santiago†, lo que lleva a la conclusión de que Tadeo era otro nombre con el que se conocí­a al apóstol Judas. Es posible que a veces se emplease el nombre Tadeo para no confundir a los dos apóstoles llamados Judas. Algunos traductores vierten Lucas 6:16 y Hechos 1:13 de la siguiente forma: †œJudas hermano de Santiago†, ya que en griego no se indica el grado de parentesco. No obstante, en la Peshitta siriaca se incluye la palabra †œhijo†. Como consecuencia, varias versiones optan por la lectura: †œJudas, hijo de Santiago [o, Jacobo]† (BAS; BI; FF; HAR; LT; NM; Val, 1989). La única referencia bí­blica en la que aparece el nombre de Judas solo es Juan 14:22. Este versí­culo se refiere a él como †œJudas, no el Iscariote†, lo que permite distinguir al Judas del que se habla.
En Mateo 10:3, algunas versiones (Besson; ENP; PNT; TNV; Val; VP, edición de España) incluyen antes de †œTadeo† la expresión †œLebeo, por sobrenombre†, o algo similar. Esta lectura, que concuerda con el †œtexto recibido†, se omite en el texto más reciente de Westcott y Hort, pues no aparece en algunos manuscritos, como, por ejemplo, el Sinaí­tico.

4. Judas Iscariote, hijo de Simón y apóstol infame que traicionó a Jesús. La Biblia suministra poca información directa sobre su familia y sus antecedentes. Tanto él como su padre se llamaban Iscariote. (Lu 6:16; Jn 6:71.) Por lo general se ha entendido que este término indicaba que eran de Queriyot-hezrón, un pueblo de Judea. De ser así­, entonces Judas era el único de los doce apóstoles que procedí­a de Judea, ya que los demás eran galileos.
La primera vez que se menciona a Judas en los relatos evangélicos es en la lista de los apóstoles, algún tiempo después de la Pascua de 31 E.C. y alrededor de un año y medio después que Jesús empezó su ministerio. (Mr 3:19; Lu 6:16.) Es lógico pensar que Judas habí­a sido discí­pulo por cierto tiempo antes de que Jesús le hiciese apóstol. Aunque muchos escritores presentan una imagen totalmente negativa de Judas, es obvio que durante un tiempo fue un discí­pulo favorecido por Dios y por Jesús, como lo prueba su elección para apóstol. Además, se le confió el cuidado del dinero que tení­an en común Jesús y los doce, lo que habla favorablemente de su confiabilidad en aquel tiempo y de sus aptitudes y cultura, pues aunque Mateo tení­a experiencia en la administración de dinero y en matemáticas, no recayó en él esta responsabilidad. (Jn 12:6; Mt 10:3.) Sin embargo, Judas se corrompió por completo y sin remisión alguna. Esta debe ser la razón por la que se le coloca el último en la lista de los apóstoles, y se le llama Judas †œque más tarde lo traicionó† o †œque se volvió traidor†. (Mt 10:4; Lu 6:16.)

Se corrompe. Cuando se acercaba la Pascua de 32 E.C., a Judas y al resto de los apóstoles se les envió a predicar. (Mt 10:1, 4, 5.) Poco después de que Judas regresó y cuando aún no habí­a transcurrido un año desde que se le hizo apóstol, Cristo lo denunció públicamente, aunque no dijo su nombre. Algunos discí­pulos dejaron a Jesús, escandalizados por sus enseñanzas, pero Pedro dijo que los doce se adherirí­an a él. En respuesta, Jesús reconoció que él habí­a escogido a los doce, pero dijo: †œUno de ustedes es calumniador [gr. di·á·bo·los, que significa †œdiablo† o †œcalumniador†]†. El relato explica que Judas ya era un calumniador y que †œiba a traicionarlo, aunque era uno de los doce†. (Jn 6:66-71.)
Juan dice en relación con este incidente: †œJesús supo desde el principio […] quién era el que lo traicionarí­a†. (Jn 6:64.) Gracias a las profecí­as de las Escrituras Hebreas, Cristo sabí­a que lo traicionarí­a un asociado í­ntimo. (Sl 41:9; 109:8; Jn 13:18, 19.) Debido a su presciencia, Dios habí­a visto que tal persona se volverí­a traidora; pero no concuerda con las cualidades de Dios y con sus tratos en el pasado pensar que Judas tení­a que fallar, como si estuviese predestinado. (Véase PRESCIENCIA, PREDETERMINACIí“N.) Antes bien, como ya se ha mencionado, al principio de su apostolado Judas era fiel a Dios y a Jesús. Por consiguiente, cuando Juan dijo que Jesús lo reconoció †œdesde el principio†, se referí­a al tiempo en el que Judas comenzó a comportarse mal y a ceder a la imperfección y a las inclinaciones pecaminosas. (Jn 2:24, 25; Rev 1:1; 2:23.) Judas debió saber que él era el †œcalumniador† al que Jesús habí­a hecho alusión, pero continuó viajando con Jesús y con los apóstoles fieles sin hacer ningún cambio.
La Biblia no entra en detalles en cuanto a los motivos de su proceder corrupto, pero un incidente ocurrido el 9 de Nisán de 33 E.C., cinco dí­as antes de la muerte de Jesús, aclara este aspecto. En Betania, en la casa de Simón el leproso, Marí­a, la hermana de Lázaro, ungió a Jesús con un aceite perfumado valorado en 300 denarios, aproximadamente el salario de un año para un trabajador. (Mt 20:2.) Judas protestó con vehemencia, aduciendo que el aceite podí­a haberse vendido y el dinero †œdado a los pobres†. Por lo visto, otros apóstoles simplemente asintieron a lo que parecí­a ser una razón válida, pero Jesús los reprendió. La verdadera razón de Judas para presentar su objeción era que tení­a a su cargo la caja del dinero y †œera ladrón […] y se llevaba el dinero† que se poní­a en ella. De manera que para aquel entonces el codicioso Judas ya habí­a hecho del robo una práctica. (Jn 12:2-7; Mt 26:6-12; Mr 14:3-8.)

El precio de la traición. Es muy posible que Judas se sintiera herido por la reprensión de Jesús en cuanto al uso del dinero. En ese momento †œSatanás entró en Judas†, probablemente en el sentido de que este apóstol traidor cedió a la voluntad del Diablo y permitió que le utilizase para llevar a cabo sus designios y truncar así­ el cometido de Cristo. Unos dí­as después, el 12 de Nisán, Judas fue a los principales sacerdotes y a los capitanes del templo para ver cuánto le pagarí­an por traicionar a Jesús, con lo que volvió a poner en evidencia su avaricia. (Mt 26:14-16; Mr 14:10, 11; Lu 22:3-6; Jn 13:2.) Los principales sacerdotes se habí­an reunido aquel dí­a con los †œancianos del pueblo†, los hombres influyentes del Sanedrí­n. (Mt 26:3.) Es posible que se llamase a los capitanes del templo debido a su influencia y con el fin de dar una apariencia legal a la detención que se planeara contra Jesús.

¿Por qué ofrecieron los lí­deres religiosos judí­os solamente 30 piezas de plata por la traición de Jesús?
El precio ofrecido fue 30 piezas de plata (66 dólares [E.U.A.], si eran siclos). (Mt 26:14, 15.) Parece ser que los lí­deres religiosos fijaron esta cantidad con el propósito de mostrar su desprecio por Jesús y que lo consideraban de poco valor. Según Exodo 21:32, el precio de un esclavo era de 30 siclos. Esa fue la cantidad que le pagaron a Zacarí­as, †œtreinta piezas de plata†, por su labor como pastor del pueblo. Jehová despreció esta cantidad por lo escasa que era, y consideró el salario que se le dio a Zacarí­as como un exponente del aprecio que el pueblo infiel sentí­a por Dios mismo. (Zac 11:12, 13.) Por consiguiente, al ofrecer solo 30 piezas de plata por Jesús, los lí­deres religiosos dieron a entender que no valí­a mucho. Al mismo tiempo cumplieron Zacarí­as 11:12, donde se predijo que tratarí­an a Jehová como de poco valor al tratar así­ al representante que El habí­a enviado para pastorear a Israel. El corrupto Judas †œconsintió [en el precio], y se puso a buscar una buena oportunidad para traicionarlo [a Jesús] a ellos sin que estuviera presente una muchedumbre†. (Lu 22:6.)

La última noche con Jesús. A pesar de haberse vuelto contra Cristo, Judas continuó con él. El 14 de Nisán del año 33 E.C. se reunió con Jesús y los apóstoles para celebrar la Pascua. En el transcurso de la cena de la Pascua, Jesús ministró a sus apóstoles lavándoles humildemente los pies. Hipócritamente, Judas también permitió que Jesús se los lavase a él. Pero Jesús dijo: †œNo todos ustedes están limpios†. (Jn 13:2-5, 11.) También mencionó que uno de los apóstoles que en aquellos momentos estaba allí­, en la mesa, lo traicionarí­a. Tal vez para evitar dar la impresión de que era el culpable, Judas preguntó si era él. Para identificarle, Jesús mojó un bocado y se lo dio a Judas, diciéndole: †œLo que haces, hazlo más pronto†. (Mt 26:21-25; Mr 14:18-21; Lu 22:21-23; Jn 13:21-30.)
Judas dejó el grupo inmediatamente. Al comparar Mateo 26:20-29 con Juan 13:21-30 se ve que partió antes de que Jesús instituyera la celebración de la Cena del Señor. Es evidente que Lucas no presenta este incidente en estricto orden cronológico, pues Judas sin duda ya habí­a partido para cuando Cristo encomió al grupo por haber continuado con constancia a su lado, un encomio que Judas no merecí­a, como tampoco merecí­a el que se le hubiese introducido en el †œpacto […] para un reino†. (Lu 22:19-30.)
Más tarde, Judas halló a Jesús y a sus fieles apóstoles en el jardí­n de Getsemaní­, un lugar que el traidor conocí­a bien, pues se habí­an reunido allí­ en otras ocasiones. Llevaba consigo una gran multitud, entre la que se hallaban soldados romanos y un comandante militar. La chusma portaba garrotes y espadas, así­ como antorchas y lámparas, que necesitarí­an en caso de que las nubes cubriesen la luna llena o Jesús se hallara en un lugar oscuro. Los romanos no reconocerí­an a Jesús, por lo que, según una señal acordada de antemano, Judas saludó a Cristo y, en un acto de hipocresí­a, †œlo besó muy tiernamente†, lo que sirvió para identificarlo. (Mt 26:47-49; Jn 18:2-12.) Algún tiempo después, Judas se sintió abrumado por su culpabilidad. Por la mañana, intentó devolver las 30 piezas de plata, pero los principales sacerdotes rehusaron aceptarlas. Finalmente, arrojó el dinero en el templo. (Mt 27:1-5.)

Su muerte. Según Mateo 27:5, Judas se ahorcó. Sin embargo, Hechos 1:18 dice: †œCayendo de cabeza, reventó ruidosamente por en medio, y todos sus intestinos quedaron derramados†. Mateo dice cómo intentó suicidarse, mientras que en Hechos se registra el resultado. Combinando ambos relatos, parece que Judas intentó ahorcarse sobre algún peñasco, pero la cuerda o la rama se rompió, de modo que cayó y se reventó en las rocas que habí­a debajo. La topografí­a de los alrededores de Jerusalén permite esta explicación.
En lo que respecta a su muerte, también surge la pregunta en cuanto a quién compró con las 30 piezas de plata el campo donde lo sepultaron. Según Mateo 27:6, 7, los principales sacerdotes decidieron que no podí­an colocar el dinero en la tesorerí­a sagrada, así­ que ellos lo usaron para comprar el campo. El relato de Hechos 1:18, 19, dice sobre Judas: †œEste mismo hombre, por tanto, compró un campo con el salario de la injusticia†. La respuesta parece ser que los sacerdotes compraron el campo, pero, como Judas aportó el dinero, se le podí­a atribuir el hecho a él. El doctor A. Edersheim señaló: †œNo era lí­cito introducir en la tesorerí­a del templo, para la adquisición de cosas sagradas, dinero obtenido de manera ilegal. En estos casos, la ley judí­a disponí­a que se devolviese el dinero al donante, y si este insistí­a en darlo, habí­a que inducirle a que lo dedicara a algo de beneficio público […]. Por una ficción legal se entendí­a que el dinero era de Judas, y que él lo habí­a destinado a la compra del conocido †˜campo del alfarero†™†. (The Life and Times of Jesus the Messiah, 1906, vol. 2, pág. 575.) Esta compra sirvió para que se cumpliese la profecí­a de Zacarí­as 11:13.
Judas actuó deliberadamente, con maldad, codicia, orgullo, hipocresí­a e intriga. Después sintió remordimiento bajo el peso de la culpa, como le podrí­a suceder a un asesino ante el resultado de su crimen. Sin embargo, por propia iniciativa, negoció con aquellos de quienes Jesús dijo que hací­an prosélitos que estaban sujetos al Gehena dos veces más que ellos mismos y que también estaban expuestos al †œjuicio del Gehena†. (Mt 23:15, 33.) En la última noche de su vida terrestre, Jesús dijo con relación a Judas: †œLe hubiera sido mejor a aquel hombre no haber nacido†. Más tarde, le llamó †œel hijo de destrucción†. (Mr 14:21; Jn 17:12; Heb 10:26-29.)

Su sustitución. Entre la ascensión de Jesús y el dí­a del Pentecostés de 33 E.C. Pedro, aplicando la profecí­a del Salmo 109:8, explicó a un grupo de unos 120 discí­pulos que se habí­an reunido, que parecí­a apropiado seleccionar un sustituto para Judas. Se propusieron dos candidatos y se echaron suertes; resultó escogido Matí­as, †˜para que tomara el lugar de este ministerio y apostolado, del cual Judas se habí­a desviado para ir a su propio lugar†™. (Hch 1:15, 16, 20-26.)

5. †œEsclavo de Jesucristo, pero hermano de Santiago.† De esta manera se introduce a sí­ mismo el escritor de la carta inspirada que lleva su nombre. Al parecer, no era la misma persona que †œJudas hijo de Santiago†, uno de los once apóstoles fieles de Jesucristo. (Lu 6:16.) Se llama a sí­ mismo un †œesclavo† de Jesucristo, no un apóstol; también se refiere a los apóstoles en tercera persona como †œellos†. (Jud 1, 17, 18.)
Aunque las Escrituras Griegas Cristianas mencionan a otros Judas, este escritor bí­blico se distingue de los demás porque menciona el nombre de su hermano. De ahí­ se puede deducir que su hermano Santiago era muy conocido entre los cristianos. Únicamente una persona con ese nombre parece haber sido notablemente prominente. El apóstol Pablo se refirió a este Santiago como una de las †œcolumnas† de la congregación de Jerusalén y como †œel hermano del Señor†. (Gál 1:19; 2:9; véase también Hch 12:17; 15:13-21.) Por lo tanto, Judas debió ser uno de los cuatro medio hermanos de Cristo Jesús. (Mt 13:55; Mr 6:3.) Sin embargo, no intenta aprovecharse de su relación familiar con el Hijo de Dios, sino que humildemente se llama a sí­ mismo un †œesclavo de Jesucristo†.
Casi no se sabe nada en cuanto a la vida de Judas. Al principio del ministerio de Cristo Jesús puede que estuviera entre los que decí­an: †œHa perdido el juicio†. (Mr 3:21.) Al parecer se encontraba con su madre, Marí­a, y sus tres hermanos, cuando Jesús realizó un milagro en Caná al comienzo de su ministerio; más tarde, viajó con Jesús y sus discí­pulos a Capernaum, donde permaneció poco tiempo. (Jn 2:1-12.) Parece ser que más de un año después acompañó a Marí­a y a sus hermanos en busca de Jesús. (Mt 12:46.) En cualquier caso, en 32 E.C. los hermanos de Jesús, entre ellos Judas, †œno ejercí­an fe en él†. (Jn 7:5.) Momentos antes de su muerte, Jesús encomendó a su madre creyente al cuidado del apóstol Juan, un claro indicio de que para ese tiempo, ni Judas ni sus hermanos eran discí­pulos. (Jn 19:26, 27.)
Sin embargo, Jesús se apareció a su medio hermano Santiago después de resucitar. (1Co 15:7.) Sin duda este acontecimiento tuvo mucho que ver en que no solo Santiago, sino también Judas y sus otros hermanos, se convencieran de que Jesús era en realidad el Mesí­as. Por consiguiente, ya antes del Pentecostés de 33 E.C. persistí­an en la oración con los once apóstoles fieles y otros discí­pulos en un cuarto superior en Jerusalén. Parece ser que también se hallaban entre las 120 personas reunidas en la ocasión en que Matí­as fue escogido por medio de echar suertes para reemplazar al infiel Judas Iscariote. (Hch 1:13-26.) De ser así­, esto indicarí­a que recibieron el espí­ritu santo el dí­a del Pentecostés. (Hch 2:1-4.)

6. Hombre de Damasco domiciliado en la calle Recta. Mientras Saulo (Pablo) estaba ciego, inmediatamente después de su conversión, se alojó en la casa de Judas, y allí­ lo visitó Ananí­as para imponerle las manos. (Hch 9:11, 17.) El relato no dice si Judas era un discí­pulo en aquel entonces, pero no parece probable, pues tanto Ananí­as como otros discí­pulos dudaron en acercarse a Pablo a causa de su reputación de perseguidor, mientras que Judas lo aceptó en su casa. (Hch 9:13, 14, 26.)

7. Judas, llamado también Barsabás, fue uno de los dos discí­pulos enviados por el cuerpo gobernante, que estaba en Jerusalén, para acompañar a Pablo y Bernabé cuando llevaron la carta relacionada con el asunto de la circuncisión (c. 49 E.C.). Tanto a Judas como a su compañero Silas se les tení­a por †œvarones prominentes entre los hermanos†. (Hch 15:22.) La carta se dirigió a †œlos hermanos de Antioquí­a y Siria y Cilicia†. Solo se dice que Judas y Silas llegaron a Antioquí­a, y no hay registro de que fueran más allá. Tení­an que confirmar de palabra el mensaje expresado en la carta. Judas era †˜profeta†™, y, como orador que visitaba a la congregación, dio muchos discursos a los hermanos en Antioquí­a, animándolos y fortaleciéndolos. (Hch 15:22, 23, 27, 30-32.)
Hechos 15:33 indica que Judas y Silas volvieron a Jerusalén después de haber †œpasado algún tiempo† con los cristianos de Antioquí­a. Ciertos manuscritos (como el Códice Ephraemi y el de Beza) contienen el versí­culo 34, que dice: †œPero a Silas le pareció bien permanecer allí­ más tiempo; sin embargo, Judas partió solo para Jerusalén†. No obstante, los manuscritos antiguos más confiables (Sinaí­tico, Alejandrino, Vaticano núm. 1209) omiten este versí­culo. Es probable que se tratase de una nota marginal que intentaba explicar el versí­culo 40 y que con el tiempo se introdujo en el texto principal.
Algunos comentaristas sugieren la idea de que Judas, a quien también se llamaba Barsabás, era hermano de †œJosé llamado Barsabás†, un discí­pulo al que se propuso para reemplazar a Judas Iscariote. (Hch 1:23.) Pero aparte de la similitud del nombre, no hay nada que apoye esta idea. Tras su regreso a Jerusalén, la Biblia no vuelve a mencionar a Judas.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Introducción

¿QUIEN ESCRIBIO LA CARTA?

carta se abre con hechos mí­nimos sobre el autor. Su nombre es Judas; por nacimiento es hermano de Santiago; y por llamamiento es un siervo de Jesucristo. La tradición ha atribuido la carta a Judas, el hermano de Jesús, mencionado en Mat. 13:55 y Mar. 6:3. Este habrá sido un hijo menor de Marí­a, nacido de ella y de José, junto con Santiago o Jacobo, José y Simón. Algunos han argumentado que era un hijo mayor de José, fruto de un matrimonio anterior. Los hermanos de Jesús se negaron a creer en él durante su vida (Juan 7:5), pero Santiago se convirtió posteriormente, quizá por una aparición de Jesús luego de la resurrección (1Cor. 15:7). Posteriormente llegó a ser un lí­der de la iglesia de Jerusalén (Hech. 12:17). Este Santiago también ha sido visto tradicionalmente como el autor de la carta de Stg. en el NTNT Nuevo Testamento y, debido a su prominencia, serí­a natural que Judas se refiriera a sí­ mismo de esta forma, o sea como hermano de Santiago. Puede haber una referencia a ambos en 1 Cor. 9:5.Se ha sugerido que el autor pudo haber sido Judas el apóstol, el llamado †œJudas de Santiago†, como lo mencionan en gr. Luc. 6:16 y Hech. 1:13 (Tadeo o Lebeo en Mat. 10:4 y Mar. 3:18). Hay dos dificultades en este criterio. Un apóstol difí­cilmente hubiera escrito el v. 17, y el uso normal del gr. requiere que la palabra que debe ser suplida en Luc. 6:16 sea más bien †œhijo† y no †œhermano†.La teorí­a de que Judas es un seudoepí­grafo (ver la introducción a 2 Ped.) también se ha presentado, pero si así­ fuera, se esperarí­a que el autor hubiera escogido a un personaje menos oscuro a favor del cual nombrar la carta o que, al pretender ser Judas, habrí­a usado su relación con Jesús para que su escrito fuera más aceptado. La humildad que evita esta presentación debe ser considerada como una señal de lo genuino, igualada por su hermano más destacado (Stg. 1:1)

¿DONDE Y CUANDO SE ESCRIBIO LA CARTA?

no nos da ninguna evidencia, ni siquiera un indicio, sobre la fecha de la redacción. Sabemos de 1 Cor. 9:5 que los hermanos del Señor viajaron en el servicio del evangelio, de modo que cualquier sugerencia serí­a sólo una especulación.La comparación de esta carta con 2 Ped. enseguida revela que gran parte de ella (vv. 4–19) es paralela con aquélla (2:1–19). (Ver la Introducción a 2 Ped. y a las comparaciones en el comentario.) Es interesante que Judas se refiere a los apócrifos como también a ilustraciones bí­blicas sobre aquellos que vagan lejos del camino de Dios y se oponen a él (vv. 5, 7, 9, 11, 14). Pedro limita sus referencias a los episodios bí­blicos (2 Ped. 2:5, 6, 7, 15, 16).Algunos que cuestionan la paternidad tradicional del autor lo hacen sobre la base de que la carta misma indica que ha sido escrita en una fecha posterior. Los vv. 17, 18 hablan de los apóstoles como si su generación ya hubiera muerto, aunque los destinatarios de la carta parecen haber sido instruidos por ellos. El v. 3 sugiere que la fe ya estaba llegando a ser un cuerpo sistemático de doctrina. Ninguno de estos argumentos es concluyente y, si estamos dispuestos a aceptar a Judas, el hermano menor del Señor, como autor, entonces podemos fechar la carta dentro del tiempo de su vida. Eusebio relata una historia de Hegesipo sobre los nietos de Judas que fueron llevados ante Domiciano cuando éste era emperador romano (81–96 d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo). También dice que habí­a obispos en tiempos de Trajano (años 98–117), y esto podrí­a indicar que su abuelo vivió aún tarde en el primer siglo. Teniendo en cuenta los argumentos que señalan la prioridad de 2 Ped. (ver la Introducción a esa carta), serí­a perfectamente posible que Judas hubiera escrito esta carta a fines de la década del 60 del primer siglo. Algunos argumentan que la ausencia de una referencia a la caí­da de Jerusalén en el v. 5, donde hubiera sido relevante, indica una fecha anterior al año 70.

¿A QUIEN FUE ESCRITA LA CARTA Y DE QUE TRATA?

vez más Judas no nos da indicios sobre dónde viví­an sus primeros lectores o quiénes eran, excepto que eran cristianos (1) y amados (3, 17, 20). El v. 3 sugiere que habí­a planeado escribir una afirmación doctrinal más formal, inclusive sobre la vida cristiana (¿más como 1 Ped.?). Al contrario, la aparición y esparcimiento de las falsas enseñanzas le habí­an llevado a responder por escrito con una advertencia sobre las consecuencias de seguir a aquellos que propagan ideas heréticas, y un llamado a perseverar en la fe apostólica.Un aspecto especial de esta carta es que hace uso de la literatura apócrifa judí­a, lo que es único entre los libros del NTNT Nuevo Testamento. A partir de esto, algunos dicen que Judas debió haber estado escribiendo para lectores judí­os, pero las citas surgirí­an del fondo del autor que no tení­a por qué ser el de los lectores. Las citas de Judas de la †œAsunción de Moisés† y del †œLibro de Enoc† en los vv. 9 y 15, y posiblemente de otras obras apócrifas en los vv. 6 y 8, produjeron sospechas sobre esta carta cuando la iglesia estaba formando su canon (o sea la lista de libros que debí­an incluirse en el NTNT Nuevo Testamento). Una doctrina elevada de la inspiración, sin embargo, no impide que los autores bí­blicos citen fuentes no bí­blicas. Pablo mismo lo hace en 1 Cor. 10:7; 2 Tim. 3:8 y Tito 1:12 (cf.cf. Confer (lat.), compare Hech. 17:28). Si bien algunos han cuestionado esta carta antes de aceptarla en el ca non, las citas de escritores anteriores muestran que ya se usaba en la iglesia por lo menos desde principios del siglo II. (Ver el artí­culo †œLibros apócrifos y apocalí­pticos†.)

¿CUAL ES EL MENSAJE DE JUDAS PARA NOSOTROS?

nosotros, Judas vivió en una época que preferí­a la tolerancia a la verdad y que consideraba a todas las religiones como aspectos igualmente sólidos en la búsqueda de un ser supremo. Por eso da un llamado a permanecer en una fe que es a la vez única y revelada (3, 4). Lo hace de cuatro maneras:1. Expone el peligro, lo infructuoso y el destino final de los falsos maestros (5–16).2. Insta al pueblo de Dios a crecer en su fe cristiana y su expresión (20, 21).3. Da nueva seguridad de los propósitos firmes de Dios (24).4. Los llama a no perder oportunidad para el evangelismo (22, 23). Estas directivas son de tanta ayuda a los cristianos de hoy como lo fueron para los lectores originales de Judas.Ver también el artí­culo †œLeyendo las epí­stolas†

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1, 2 Destinatarios y saludos inciales
3, 4 Desafí­o a permanecer firmes en la fe
5, 7 Recordatorios del castigo de Dios por las desobediencias pasadas
8-13 Denuncia de los falsos maestros
14-16 Importancia de la profecí­a de Enoc
17-23 Antí­doto cristiano
24, 25 Recomendaciones finales y exclamación de alabanzaComentario

1, 2 DESTINATARIOS Y SALUDOS INICIALES

El autor se presenta a sí­ mismo de la manera tradicional, describe a aquellos a quienes escribe y ora por su desarrollo espiritual.1 Siervo (gr. doulos) significa un esclavo y, por lo tanto, Judas es un verdadero †œhermano† de Jesús, de acuerdo con Marcos (3:35). Santiago (Stg. 1:1) y Pedro (2 Ped. 1:1) también incluyen ese tí­tulo. Llamados, amados †¦ guardados introduce un aspecto de esta carta: grupos de tres palabras reunidas. Esta descripción enfatiza cuánto de la salvación corresponde enteramente a Dios. Es el resultado de su soberaní­a, su amor y su poder, y su alcance se extiende desde la eternidad, a través del tiempo, volviendo a la eternidad (ver Rom. 8:30; 1 Ped. 1:3–5). Algunas versiones dicen †œsantificados† pero tiene menos respaldo de mss.mss. Manuscritos que amados. Guardados en Jesucristo puede traducirse como †œen† o como †œpara† (BJBJ Biblia de Jerusalén) y cada una de esas alternativas da un enfoque diferente (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Ped. 1:5). 2 Misericordia, paz y amor es una bendición única en el NTNT Nuevo Testamento y más completa que en otras cartas. Puede ser un ví­nculo con las tres ideas del v. 1 (el llamado de Dios trae misericordia, su amor rodea a su pueblo y su poder guardador trae paz). O podrí­a leerse como una fórmula trinitaria (Dios el Padre trae misericordia, el Hijo efectúa la paz y el Espí­ritu da amor). Os sean multiplicados es también la oración de 1 Ped. 1:2 y 2 Ped. 1:2.

3, 4 DESAFIO A PERMANECER FIRMES EN LA FE

Judas expone sus razones para escribir comenzando por el entusiasmo que produce el hacerlo sobre la salvación que compartimos y la preocupación de que nos mantengamos firmes en el carácter único de la fe.Esto es especialmente adecuado hoy para los cristianos en una sociedad multifacética, enfrentados con las infiltraciones sutiles de la llamada Nueva Era. Judas está alarmado por los dos efectos de los falsos maestros: han hecho de la gracia de Dios una excusa para la permisividad y han negado el carácter único de Cristo y su salvación.3 Amados refleja el afecto pastoral de Judas por sus lectores y la mención de nuestra común salvación lo pone en el mismo plano que ellos delante de Dios (ver la misma palabra en Tito 1:4). También enfatiza que la salvación está al alcance de todos. Contendáis implica un gran esfuerzo. Esta palabra se usa en relación con los participantes de los torneos atléticos. Se necesita un esfuerzo mental para entender y enseñar la Palabra de Dios en forma correcta, y un esfuerzo moral para aplicar ese entendimiento a la conducta diaria (1 Ped. 1:13–16; 2 Ped. 1:5–9). La fe implica aquí­ un cuerpo reconocido de enseñanza, tal como sabemos que surgió de los primeros sermones de Pedro y comenzó a cris talizarse en expresiones como las de 1 Cor. 11:23–26; 15:3–8; 1 Tim. 1:15 y 3:16. Una vez (BJBJ Biblia de Jerusalén, †œde una vez para siempre†) subraya el carácter definitivo de la revelación de Dios en Cristo.4 La alusión a la condenación de algunos hombres sobre los cuales se habí­a escrito desde antiguo puede implicar la idea de que sus nombres están escritos en los libros celestiales (Luc. 10:20; Apoc. 20:12). Esta condenación es lo que Judas pasa a describir. Desde antiguo puede significar †œya† (como en Mar. 15:44), caso en el que Judas podí­a estar refiriéndose a 2 Ped. 2:3, o a la denuncia general de los malhechores en el ATAT Antiguo Testamento. Su enseñanza, que llega a ser una apertura al libertinaje tiene el mismo fin que se ha hecho notar en 2 Ped. 2; Pablo contesta los argumentos que ellos pudieron haber usado en Rom. 6 y 7. Declararse públicamente creyente y con tradecirlo o negarlo por la conducta no muestra entendimiento de lo que significa llamar Soberano y Señor a Jesucristo (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 6:19, 20). La traducción podrí­a ser †œúnico Dueño y Señor nuestro Jesu cristo† (BJBJ Biblia de Jerusalén), ya que la palabra que se usa para Soberano (gr. despotes) normalmente se refiere al padre. Una excepción a esto está en 2 Ped. 2:1 (donde se refiere al Hijo) lo que puede apoyar un uso similar aquí­. Si se refiere al Padre, 1 Ped. 1:17 muestra que la creencia en Dios el Padre exige santidad de vida.

5-7 RECORDATORIOS DEL CASTIGO DE DIOS POR LAS DESOBEDIENCIAS PASADAS

Judas respalda su argumento con tres ejemplos que muestran que la posición en sí­ misma no es una garantí­a de salvación. Primero, Israel fue liberado de Egipto, pero los incrédulos murieron en el desierto. Segundo, los ángeles tienen un llamado especial de Dios, sin embargo, los que fueron desobedientes encontraron un seguro castigo. Tercero, Sodoma y Gomorra (ver 2 Ped. 2:6–8) eran ciudades de la tierra prometida, en la cual viví­an siervos de Dios, y, sin embargo, fueron destruidas a causa de su persistente inmoralidad.5 Ya que todo lo habéis sabido presumiblemente se refiere a la enseñanza catequí­stica que se daba antes del bautismo. Hay tres variantes posibles para la lectura el Señor. Un ms.ms. Manuscrito omite cualquier nombre como sujeto dejándonos que suplamos uno a partir del fin del versí­culo anterior. La mayorí­a dice †œel Señor†, lo que se adecua mejor al uso del ATAT Antiguo Testamento. Sin embargo, unos pocos, incluyendo dos mss.mss. Manuscritos antiguos, dicen †œJesús†, lo que según algunos podrí­a referirse a Josué (forma heb. de †œJesús†). Como la misma persona tiene que ser el sujeto del v. 6, parece mejor aceptar la lectura el Señor. Después es lit.lit. Literalmente †œla segunda vez†. Exo. 6:9 se ha sugerido como el primer caso de incredulidad. Sin embargo, como el sentido y el orden hacen que esta palabra vaya más de acuerdo con †œdestruidos†, es preferible tomar le de esta manera. De otro modo podrí­a referirse al diluvio (que se menciona en 2 Ped.) como la primera oportunidad de castigo de Dios. En 1 Cor. 10:1–11 hay una alusión útil sobre este episodio.6 Angeles puede ser una referencia a Gén. 6:1–4. Este episodio se describió más detalladamente en ciertos libros apócrifos a los que se refiere Judas (ver el paralelo en 2 Ped. 2:4). Su propia morada era el cielo, excepto cuando eran enviados a la tierra para asuntos divinos. El pecado los llevó a querer quedarse en la tierra (Gén. 6). Para más sobre las tinieblas y las prisiones eternas, ver sobre 2 Ped. 2:4. 7 Fornicaron y fueron tras vicios contra lo natural lit.lit. Literalmente es †œse permitieron inmoralidad sexual y fueron por caminos carnales extraños†. Esto puede relacionarse con la referencia en el v. 6 a Gén. 6. porque el pecado de los hombres de Sodoma alcanzó el máximo cuando buscaron relaciones í­ntimas con los dos ángeles que fueron enviados a Lot (Gén. 19:5). Pena del fuego eterno es lo que Jesús enseñó en Mat. 18:8; 25:41 y Mar. 9:48.

8-13 DENUNCIA DE LOS FALSOS MAESTROS

Jud. pasa ahora de los ejemplos del pasado a los falsos maestros del presente y muestra cómo están siguiendo los mismos peligrosos senderos. Los israelitas contaminaron sus cuerpos, los ángeles rechazaron la autoridad, y la gente de Sodoma y Gomorra agravió a los seres celestiales. Esto último es algo que no hizo ni siquiera Miguel aunque tení­a justificación para ello. Prefirió dejar a Dios que tra tara con ellos. Esos falsos maestros pueden burlarse de las cosas que no entienden, pero entienden lo suficiente como para ser responsables de su propia ruina. De ese modo Judas vuelve a declarar su condenación, ya que están siguiendo tres malos ejemplos: Caí­n, que no mostró respeto por su hermano, que fue hecho a la imagen de Dios; Balaam, que hizo desviar a Israel buscando ganancias personales; y Coré, quien rechazó la autoridad de Dios ejercida por medio de Moisés.Así­ se les culpa por perturbar la fraternidad cristiana con su servicio desvergonzado, siendo falsos pastores que se preocupan sólo por sí­ mismos, sin lo grar cumplir lo que prometen, tal como ocurre con las nubes sin lluvia o los árboles sin fruto, tan fuera de toda la ley como los mares sacudidos por tormentas, produciendo sólo caos y siendo estrellas errantes, dando dirección imprecisa, y que por lo mismo están condenadas a perder su función. Buena parte de esta denuncia nos recuerda las palabras de Pedro en 2 Ped. 2:10–17.8 De la misma manera expresa la sorpresa de que, a pesar de como Dios castigó a los obradores de maldad en el pasado, estos hombres aún se atreven a seguir sus impí­os ejemplos. Soñadores sugie re que pueden haber pretendido que recibí­an sus enseñanzas por medio de visiones. Mancillan †¦ rechazan †¦ y maldicen establecen las tres acusaciones básicas contra ella (ver más arriba). Autoridad (gr. kuriotes) posiblemente se refiere a la autoridad de Dios (kurios es †œSeñor†). Potestades superiores (como en 2 Ped. 2:10) se usa para referirse a los ángeles. 9 Arcángel es una pala bra que se encuentra sólo aquí­ y en 1 Tes. 4:16 en el NTNT Nuevo Testamento. Miguel se conoce por el libro de Daniel (10:13, 21; 21:1) y Apoc. 12:7 como lí­der de las huestes celestiales. El apócrifo †œAsunción de Moisés† cuenta cómo Mi guel fue enviado a enterrar a Moisés. El diablo se le opuso, reclamando que el cuerpo, como objeto material, le pertenecí­a. Aun aquí­ Miguel simplemente respondió con las palabras de Zac. 3:2, y así­ su conducta contrasta fuer temente con la de los falsos maestros. 10 Lo que no conocen puede referirse a los seres celestiales del v. 8 o más ampliamente a las dimensiones espirituales de la vida. Por instinto significa de una manera natural o fí­sica. Al no tener tiempo para las cosas espirituales, limitan su conocimiento al mundo fí­sico. De ese modo llegan a su caí­da al permitir que los domine su parte fí­sica, tal como sucede con los animales.11 Caí­n, Balaam y Coré (cf.cf. Confer (lat.), compare Gén. 4:1–16; Núm. 16:22–24) son clásicos ejemplos de los efectos desastrosos del celo, el orgullo y la avaricia. Los descendientes contemporáneos de ese trí­o tienen celo del progreso cristiano de otros y de ese modo buscan arrastrarlos a la inmoralidad (con lo cual los asesinan espiritualmente). Están tan ávidos de obtener por medio de su enseñanza lo que la gente pagará para que se les enseñe, que los persuaden fácilmente a practicar la inmoralidad (cf.cf. Confer (lat.), compare Núm. 25:1–9; 31:16 y 2 Ped. 2:15), y es tan grande su orgullo que no pueden soportar que se les hable de cualquier po der (o conocimiento) superior al de ellos.12 Manchas (ver 2 Ped. 2:13) quizá se puede traducir como †œescollos ocultos† (BABA Biblia de las Américas). Las comidas fraternales (BJBJ Biblia de Jerusalén, †œágapes†) se realizaban regularmente junto con la cena del Señor en la iglesia primitiva y en 1 Cor. 11:20–22 se ve que aun en aquellos primeros tiempos podí­a haber casos de una conducta que no era consecuente con el amor cristiano. La señal de estos falsos pastores es que usan su posición para aprovechar en favor de sus propios fines egoí­stas y no para alimentar el rebaño (cf.cf. Confer (lat.), compare Eze. 34:2–10; Juan 21:15–17; 1 Ped. 5:2). Los árboles †¦ sin fruto al tiempo de la cosecha han dejado de cumplir la función para la que existen (cf.cf. Confer (lat.), compare Mat. 7:15–20; Mar. 11:12–14). Desarraigados es un cuadro del juicio (cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 52:5; Jer. 1:10; Mat. 3:10). Estos hombres están dos veces muertos porque han probado la vida espiritual (así­ como la fí­sica) y la han rechazado (cf.cf. Confer (lat.), compare Heb. 6:4–8; 10:26–31; 2 Ped. 2:20–22). 13 Fieras olas del mar sugiere la inquietud de la marea, que, después de todo su ruido, sólo deja un depósito de espuma y basura en la playa (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 57:20). Estrellas errantes es otra referencia al †œLibro de Enoc†, que describe las estrellas que han violado las normas por lo que están juntas en prisión. Algunos consideran que esto se refiere a los planetas (errantes en gr. es planetai) cuyos movimientos habrí­an sido malentendidos por Judas y sus contemporáneos; otros a las estrellas fugaces que aparecen brevemente para dar luz y luego caen en la oscuridad. Pareciera que el pensamiento es el de Luc. 6:39: los que pretenden ser guí­as están ellos mismos fuera del camino. Sobre la profunda oscuridad de las tinieblas, ver sobre 2 Ped. 2:4, 17.

14-16 IMPORTANCIA DE LA PROFECIA DE ENOC

Judas llega al clí­max de su denuncia citando una profecí­a atribuida a Enoc a fin de confirmar el castigo pendiente y seguro de aquellos hombres y lo redondea con otras bien elegidas palabras.14 La descripción de Enoc como séptimo después de Adán (cf.cf. Confer (lat.), compare Gén. 5:1–18) aparece en el †œLibro de Enoc†, como también la cita que sigue. Este li bro era bien conocido en el tiempo del NTNT Nuevo Testamento y por eso la referencia es relevante (ver la Introducción para un estudio sobre el uso de la literatura apócrifa por parte de Judas). El Señor es Dios mismo y los santos millares son los ángeles (cf.cf. Confer (lat.), compare Deut. 33:2; Zac. 14:5). Para el cristiano las palabras se refieren a la segunda venida de Cristo con sus ángeles (Mat. 25:31; 2 Tes. 1:7). 15 Impiedad retoma y repite cuatro veces la palabra usada en el v. 4 para describir a esta gente, refiriéndose a su carácter y su conducta, todo lo cual surge de una actitud insolente que no tiene respeto por Dios. 16 Estos se quejan contra Dios y sus caminos (cf.cf. Confer (lat.), compare Exo. 16:2–12; 17:3; 1 Cor. 10:10). Esta conducta fue caracterí­stica de Israel en el desierto.Todo lo critican (BJBJ Biblia de Jerusalén, †œdescontentos de su suerte†) significa lit.lit. Literalmente †œa los que echan la culpa a su suerte†. Son personas disgustadas con los caminos de verdad y justicia de Dios porque quieren cumplir sus propios malos deseos. Su boca habla arrogancias (DHHDHH Dios Habla Hoy, †œhablan con jactancia†) cuando no tienen razón o derecho para hacerlo (la misma palabra se usa en 2 Ped. 2:18) y viven adulando a las personas (lit.lit. Literalmente †œadmiran las apariencias†) simplemente por lo que puedan sacar en recompensa. Tal conducta es muy diferente de la de Dios (Hech. 10:34; Stg. 2:1–7).

17-23 EL ANTIDOTO CRISTIANO

En contraste, los cristianos reciben el encargo de mantener en mente la advertencia apostólica, especialmente cuando esa gente trae divisiones. La forma positiva de evitarlos, así­ como sus efectos, es el crecimiento cristiano en la vida de la fe, la oración en el Espí­ritu, permaneciendo en el amor de Dios, procurando el cumplimiento de su obra en nosotros y alcanzando a otros con celo evangelí­stico.17 Pero contrasta con la conducta de los impí­os (ver sobre v. 15). Acordaos es también el tema de 2 Pedro (1:12–14; 3:2) como del v. 5. La presencia de burladores (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Ped. 3:3) fue algo predicho en Hech. 20:29, 30; 1 Tim. 4:1–3; 2 Tim. 3:1–9 y cf.cf. Confer (lat.), compare Mat. 24:23–25. 18 Decí­an puede referirse a escritos y no significa necesariamente que los lectores de Judas hayan oí­do personalmente a los apóstoles. Los últimos tiempos (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Ped. 1:20) es el perí­odo entre la ascensión y el regreso de Cristo. Quizá haya algún dicho apostólico, no registrado en otra parte, detrás de estos dos versí­culos. 2 Ped. 3:4 sugiere cuál era el contenido de esa burla. 19 Son los que causan divisiones en la iglesia poniéndose como superiores a los cristianos comunes, como hací­an los gnósticos, dividiendo a la iglesia entre los miembros †œespirituales† y †œmundanos†. Esta es una tendencia que se sigue oyendo hoy. De hecho, Judas dice que ellos mismos son los mundanos, dado que no poseen el Espí­ritu, como lo evidencia su falta de fruto. En cuanto a que andarán según sus propias pasiones (por ser de mente mundanal) ver 1 Cor. 2:14–16. 20 Las primeras palabras del v. 17 se repiten para dar énfasis. Vuestra santí­sima fe se refiere, como en el v. 3, al contenido de la revelación cristiana. Es santí­sima puesto que ha sido dada por Dios y, aplicada correctamente, lleva a una vida santa. En el Espí­ritu Santo se refiere a la experiencia de permanecer en comunión con Dios por Jesucristo por medio del Espí­ritu Santo (ver Rom. 8:9, 16, 26; Ef. 6:18).21 Conservaos en el amor de Dios complementa lo que se ha dicho en el v. 1 sobre su posición. Una vez que se haya captado que uno es el objeto inmerecido del amor de Dios en Jesucristo, se recibe el desafí­o de responder con amor. Ese amor debe mostrarse en la conducta. Juan 15:9, 10 muestra que esa respuesta es el camino de permanecer conscientes del amor de Dios. El no hacer esta voluntad adormecerá el corazón para no apreciar el amor de Dios, y al final producirá la pérdida de la conciencia. Aguardando con esperanza la misericordia indica que el error es evitado mejor con un agudo sentido de expectativa del regreso del Señor, cuando su mi sericordia, ya experimentada inicialmente (1) y diariamente (2; cf.cf. Confer (lat.), compare Lam. 3:22, 23) cuando sea comprendida finalmente en el cumplimiento de la obra de salvación. Tito 2:11–14; 1 Ped. 4:7 y 2 Ped. 3:11, 12 expresan un énfasis simi lar en la esperanza de su venida como motivo para una vida piadosa.22, 23 En caso de que el lector pudiera pensar que los dos últimos versí­culos significan que la verdadera fe es un simple quietismo, dedicado a nutrir la propia vida espiritual, Judas se vuelve aquí­ a la responsabilidad por los demás. Aquí­ el pasaje presenta dudas y puede haber dos o tres grupos de personas en mente: (a) Los que tienen su mente dividida sobre la falsa enseñanza (algunas lecturas sugieren que se les debe ganar con argumentos); (b) los que están más envueltos en la herejí­a, cuya posición es tan seria que deben ser rescatados como de una hoguera (ver Zac. 3:2, ya citado en el v. 9, y Amós 4:11); y (c) los que tan sólo pueden ser objeto de compasión en el espí­ritu de la misericordia de Dios que lleva a declarar †œallá voy yo, si no fuera por la gracia de Dios†.Las versiones castellanas en general presentan tres grupos (excepto BABA Biblia de las Américas y quizá Besson). La ropa indica el efecto contaminante de su pecado. Como el leproso cuya ropa era contaminada por la enfermedad (Lev. 13:34; 14:8), se los debe ver como una fuente de contaminación y por lo tanto deben ser evitados.

24, 25 RECOMENDACIONES FINALES Y EXCLAMACION DE ALABANZA

Después de estas tristes posibilidades de error y apostasí­a, Judas termina con una nota positiva, señalando a sus lectores en dirección a Dios y lo que él puede hacer por nosotros. Su meta es guardarnos sin caí­da hasta el fin de los tiempos y presentarnos irreprensibles con grande alegrí­a en la eternidad. A la luz de esto, Judas adjudica toda la gloria a Dios nuestro Salvador, a quien su pueblo redimido cantará alabanzas por toda la eternidad.24 Guardaros, ver 1 Ped. 1:5. Sin caí­da tiene la misma raí­z que el verbo en 2 Ped. 1:10 donde se nos muestra cómo esto ha de alcanzarse. Presentaros es un término formal que sugiere la introducción a un dignatario. Irreprensibles se usa en 1 Ped. 1:19 (†œsin mancha†). El cristiano, ahora santificado por completo, puede ser identificado plenamente con el carácter de nuestro glorioso Salvador. Alegrí­a es una palabra fuerte, cuya forma verbal es especialmente apreciada por Pedro (1 Ped. 1:6, 8; 4:13). 25 Unico Dios puede sugerir que los falsos maestros ya estaban presentando el cuadro de una jerarquí­a de dioses y semidioses como hicieron los últimos gnósticos, o puede ser para enfatizar que nuestra salvación es obra de Dios solo. De las cuatro cualidades que se adscriben a Dios, la gloria subraya su esplendor, como el brillo de la luz (cf.cf. Confer (lat.), compare la descripción del cielo en Apoc. 21:23; 22:5); la majestad, su posición (cf.cf. Confer (lat.), compare Heb. 1:3); el dominio, su capacidad para ejecutar su soberana voluntad; y la autoridad, el hecho de que tiene el derecho absoluto para hacerlo. Estas cualidades siempre han sido suyas y así­ siempre será, porque son las cualidades mismas de la eternidad por medio de las cuales él creó el mundo en el espacio y el tiempo. Por medio de Jesucristo puede referirse nuevamente a Dios nuestro Salvador (en gr. las palabras están más unidas), recordándonos que sólo por medio de Jesús es que Dios nos ha salvado (Hech. 4:12), o que nuestras alabanzas se deben expresar por medio de Jesús (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Ped. 2:5; 4:11). Para tal visión del Dios Todopoderoso, el alma creyente sólo pue de suspirar en respuesta un humilde pero ferviente Amén. David H. Wheaton

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia

1. Hermano del Señor (Mt. 13.55 = Mr. 6.3). Quizás el autor de la Epístola de *Judas, que se tituló a sí mismo “hermano de Jacobo” (* Hermanos del señor).

2. Hijo de Jacobo (°ba; °vrv2 “hermano”) y uno de los Doce (Lc. 6.16), también llamado Lebeo y Tadeo (Mt. 10.3; Mr. 3.18), que le hizo una pregunta a Jesús en el aposento alto (Jn. 14.22). Algunos creen que se trata del autor de la Epístola de Judas.

3. Para Judas Iscariote, véase el artículo correspondiente.

4. El galileo que fomentó una rebelión contra los romanos (Hch. 5.37). Josefo dice que nació en Gamala (Ant. 18.3), y ubica la rebelión en el 6 d.C. *Cirenio derrotó a los rebeldes y Judas fue muerto. 5. Judío en cuya casa en Damasco se alojó Pablo (Hch. 9.11). 6. Profeta apodado Barsabás, que junto con Silas fue elegido por los dirigentes cristianos de Jerusalén para acompañar a Pablo y a Bernabé a Antioquía, a comunicar la decisión de los apóstoles con respecto a la circuncisión (Hch. 15.22–23).

J.D.D.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico