MUSICA

v. Instrumento
1Ch 15:16 cantores con instrumentos de m, con
Luk 15:25 su hijo mayor .. oyó la m y las danzas


Música (heb. generalmente shîrâh; gr. sunfí‡ní­a). El arte de disponer los tonos de modo agradable, practicado desde el comienzo de la humanidad. El 1er músico del que tenemos registro fue Jubal, “padre de todos los que tocan arpa y flauta” (Gen 4:21). Hay evidencias de que la música era un arte altamente desarrollado en Egipto y Mesopotamia por el 2000 a.C., por lo que se debe haber gozado de ella mucho tiempo antes. El canto y la música instrumental, solos o combinados, se empleaba en diversas ocasiones, como fiestas (Gen 31:27; Isa 24:7, 8; Luk 15:25), adoraciones idolátricas (Exo 32:18, 19), coronaciones (1Ki 1:39, 40; 2Ch 23:13), celebraciones de victorias (Exo 15:1-21; 1Sa_818 18:6, 7), para alabar a Dios (Psa 33:2, 3; 150; etc.), y las mujeres frí­volas para seducir (véase Isa 23:15; cf Pro 7:7-21). David separó a ciertas personas para que “profetizasen” acompañadas por diversos instrumentos musicales (1Ch 25:1), y el profeta Eliseo usó la música en una ocasión a fin de recibir inspiración profética (2Ki 3:14, 15). El efecto terapéutico de la música fue comprendido y aplicado en tiempos antiguos (1Sa 16:14-17, 23). David, “el dulce cantor de Israel” (2Sa 23:1), era un músico distinguido (1Sa 16:18) y compositor (véanse los tí­tulos o sobrescritos de los Psa_69; 109; etc.). Cuando el arca fue llevada a Jerusalén, David (2Sa 6:12, 15) designó músicos para ministrar ante ella (1Ch 15:16; 16:1-6, 42). Más tarde, organizó a los músicos y a los cantores para el templo que construirí­a Salomón. Designó instrumentistas (23:5) y directores de música (25:1-7). Cuando se consagró el templo, un gran grupo de músicos y cantores alabaron a Jehová (2Ch 5:12, 13). Los músicos y los cantores participaron del regocijo por la colocación del fundamento del templo de Zorobabel (Ezr 3:10, 11) y, más tarde, cuando los muros reconstruidos de Jerusalén fueron dedicados (Neh 12:27, 28, 35, 36, 42). De este modo, el canto desempeñó un papel destacado en la adoración de los israelitas. Pablo exhortó a los cristianos efesios y colosenses a cantar “con salmos, con himnos y cánticos espirituales” (Eph 5:19; Col 3:16). En visión, Juan el revelador vio arpistas y oyó cantos (Rev 5:8, 9; 14:2, 3); entre los cantores estaban los que entonaban “el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero” (15:2, 3). Véanse Himno; Instrumentos musicales; Salmos, Los; también los nombres de los instrumentos individuales y los términos musicales que aparecen en los salmos.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

son profusas las menciones a la m. en las Escrituras, a los diversos instrumentos que se ejecutaban así­ como al canto; la m. estaba en las celebraciones sociales y, principalmente en el culto; existí­a m. para todas las ocasiones y motivos, de regocijo, para celebrar las victorias militares, para los duelos, de alabanza a Yahvéh, etc. Tal vez el ejemplo mas claro a este respecto es el libro de los Salmos, que es una variedad de poesí­a para ser cantada con instrumentos musicales. Sin embargo es muy poco lo que se conoce sobre la naturaleza de la m. de los israelitas y si tení­an algún tipo de notación. Desde las primeras páginas del Génesis, la encontramos, antes del diluvio, Yubal, hijo de Lámek y Adá, de la descendencia de Caí­n, se menciona como padre de los que ejecutan la cí­tara y la flauta, Gn 4, 21. En Gn 31, 27, Labán se queja por la huida intempestiva de Jacob, por no haber podido despedirlo con cantos y música de adufes y arpas. En muchos casos la m. iba acompañada del baile, como después del paso del mar, tras la salida de Egipto, Marí­a, la profetisa, hermana de Moisés, dirigió la celebración en la que se tocaron los tamboriles y las mujeres danzaban y cantaban, Ex 15, 20-21.

El rey David era músico y poeta además de fabricante de instrumentos, 2 Cro 7, 6, a él se le atribuyen muchos de los Salmos y composiciones musicales, y se le menciona como ejecutante de la cí­tara, como cuando fue llevado ante el rey Saúl, para que tocara y calmara el espí­ritu atribulado del monarca, 1 S 16, 23; 18, 10. En el reinado de David se organizó todo lo concerniente a la m. y al canto para los servicios en el Templo, de lo cual estaban encargados exclusivamente levitas, 1 Cro 15, 16-24, sobre lo cual existe abundante información en la Biblia, como el empleo de varios instrumentos, trompetas, cí­taras, arpas, salterios, adufes, sistros, cí­mbalos, panderos, 2 S 6, 5; 1 Cro 13, 8.

En el N. T. es menor la información sobre la m., pero sí­ se sabe que se cantaban himnos, como se dice en Mt 26, 30; Mc 14, 26, al terminar la última cena se cantó el Hal-el.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Aparece ya en Gen 4:21.

– Se usa en fiestas, casamientos, funerales, 2Sa 19:35, Jer 7:34, Mat 9:23.

– David organizó el sagrado coro leví­tico, 1Cr 6:31-48. que lo continuaron los siguientes reyes.

– La música y los himnos juegan un papel importante en la vida cristiana, Efe 5:19, Col 3:16, Hec 16:25.

– Los Salmos eran cantados en todas ceremonias religiosas.

– Instrumentos usados: Arpa, bocina, campanillas, cí­mbalos, cí­tara, cuerdas, decacordio, flauta, lira, órgano, pandero, salterio, tamboril, trompeta: (Sal 150, 33, Gen 4:21, 1Cr 6:31, Zac 14:20, 1Co 14:7, Exo 15:20, Lev 23:24).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, MUSI

ver, ARPA, HIMNOS, SALMOS

vet, Su origen es muy antiguo (Gn. 4:21). Entre los hebreos: Marí­a y sus compañeras cantaban las alabanzas de Jehová al son de los panderos, por haber librado a los israelitas en el paso del mar Rojo (Ex. 15:20). El pueblo cantó y danzó en torno al becerro de oro, celebrando ritos paganos (Ex. 32:6, 18-19). Durante las fiestas familiares y las solemnidades religiosas habí­a música vocal e instrumental, y danzas (Jer. 25:10; 1 Mac. 9:39; Lc. 15:25). El cortejo nupcial iba acompañado a lo largo del trayecto con cantos y música (Jer. 7:34). Las mujeres, con sus panderos, acogí­an el retorno de los guerreros vencedores, con sus cánticos y danzas (Jue. 11:34; 1 S. 18:6). Los reyes poseí­an músicos profesionales (2 Cr. 35:25; Ec. 2:8). La accesión de un soberano al trono, su casamiento, sus festines, era todo ello alegrado por los músicos (2 S. 19:35; 1 R. 1:40; Sal. 45:9). Los pastores poseí­an arpas, o cí­taras (1 S. 16:18). Habí­a la lira de diez cuerdas, la cí­tara y el arpa, instrumentos con los que se acompañaba el cántico de los salmos (Sal. 92:1-4; 137:2; cfr. Am. 6:5). Los hebreos consideraban que la música apaciguaba. Saúl, atormentado por un mal espí­ritu, hizo llamar a David para que tocara el arpa ante él (1 S. 16:14-23). En ocasiones la música contribuí­a para llegar al éxtasis profético (1 S. 10:5-10). Buscando inspiración, Eliseo pidió que le tañeran un arpa (2 R. 3:15). La música favorecí­a el recogimiento y elevaba los sentimientos. “La profecí­a, decí­a Maimónides (filósofo y teólogo judí­o del S. XII d.C.), no residí­a en medio de la melancolí­a ni de la apatí­a, sino en medio del gozo.” Los hebreos tení­an tres clases de instrumentos: de cuerda, de viento, de percusión. (a) Cuerda. Los de cuerdas tení­an la caja de sonido de madera, y las cuerdas de tripa vibraban bajo los dedos de una o de ambas manos, o por la acción de un plectro de madera, marfil o metal. Los instrumentos de este tipo eran especialmente el arpa y el salterio. El arpa, de uso popular, serví­a tanto para la música sagrada como para la profana (véase ARPA). El salterio, usado especialmente en las ceremonias religiosas, se armonizaba con la voz de soprano; el arpa tení­a una escala más baja en una octava (1 Cr. 15:20, 21). (b) Viento. Los principales instrumentos de viento eran las flautas, las cornamusas y los cuernos. Con frecuencia la flauta se usaba acompañada de otros instrumentos (1 S. 10:5; 1 R. 1:40; Is. 5:12; 30:29; Ec. 40:21); serví­a para dar el son a los bailarines (Mt. 11:17); se tocaban en las bodas (1 Mac. 3:45; Ap. 18:22); serví­an de acompañamiento a los clamores de las plañideras (Jer. 48:36; Mt. 9:23; Guerras 3:9, 5). La Biblia no menciona el empleo de la flauta en el Templo, pero sabemos que se usaba en la música sagrada (1 S. 10:5), en los cortejos religiosos (Is. 30:29); que tení­a su papel en el segundo Templo, especialmente en la Pascua y en la Fiesta de los Tabernáculos. En ocasiones se tocaba un cuerno de carnero o de otros animales, para reforzar el sonido de los instrumentos (1 Cr. 15:28; 2 Cr. 15:14; Sal. 98:6); sin embargo, el cuerno era especialmente utilizado con fines militares o para las convocaciones. Los sacerdotes anunciaban las ceremonias, convocaban a asamblea y estimulaban a los combatientes por medio de trompetas de plata, estrechas, que medí­an poco más de un codo; recibí­an el nombre de “hãss’rãh” (Nm. 10:1-10). Las bocinas se hací­an sonar en raras ocasiones (Os. 5:8; posiblemente 2 R. 11:14; 2 Cr. 23:13). (c) Percusión. Instrumentos de percusión: el más popular era el pandero, que de ordinario era tocado por las mujeres; durante las fiestas eran usados para dar el ritmo a las danzas y a los cánticos (Gn. 31:27; Ex. 15:20; Jue. 11:34; Sal. 81:3). Los cí­mbalos de bronce retiñí­an dentro del Templo (1 Cr. 15:19). La exaltación profética se acompañaba de diversos instrumentos (1 S. 10:5), de lo que no hay duda alguna tocante al primer Tabernáculo. David introdujo la música en el santuario, y Salomón la favoreció (2 S. 6:5, 14; 1 R. 10:12; 1 Cr. 15-16). Ezequí­as y Josí­as la reintegraron en el culto (2 Cr. 29:25; 35:15). Asaf, Hemán, Etán (Jedutún), tres de los principales jefes de la música sagrada, fueron los asistentes de David. Los cantantes y músicos, levitas dirigidos por Asaf, tení­an como misión alabar al Señor delante del Arca del Tabernáculo en Sion, en tanto que los coros de Hemán y de Jedutún estaban dispuestos para la alabanza en el antiguo Tabernáculo en Gabaón (1 Cr. 16:4-6, 39-42). Más tarde, los tres coros se reunieron para el servicio del Templo. Bajo David, se contaba con cuatro mil miembros (1 Cr. 23:5), de los que 288 eran maestros en el arte, encargados de la instrucción de los menos hábiles (1 Cr. 25:7, 8). Estos 288 estaban divididos en veinticuatro órdenes, comprendiendo cada uno de ellos a doce maestros; cuatro de estos órdenes estaban compuestos de miembros de la familia de Asaf, seis de Jedutún, catorce de Hemán. Para el acompañamiento del canto habí­a el conjunto de instrumentos de cuerda y de cí­mbalos, de los que posiblemente se serví­a el músico principal, para indicar el tiempo (1 Cr. 15:19-21). De este pasaje se desprende que la proporción de arpas y salterios era de seis a ocho. En el Templo de Herodes habí­a por lo general dos salterios, nueve arpas, un cí­mbalo, y, en algunas ocasiones, flautas. El toque de trompetas, con las que los sacerdotes acompañaban a los instrumentos de cuerdas, se oí­a en raras ocasiones (2 Cr. 5:12, 13; 7:6). En el segundo Templo fue reducido el personal de la orquesta y el coro, Si en dicho Templo se daba un acompañamiento de trompetas a los instrumentos habituales, sólo se tocaban durante las pausas o como responso (Esd. 3:10, 11). Los músicos se situaban al este del altar (2 Cr. 5:12). En el Templo de Herodes, ocupaban una gran escalinata que subí­a desde el atrio de Israel hasta el patio de los sacerdotes. En el Templo mismo, un coro de jóvenes, situados al pie de esta escalinata, uní­a sus voces de tono más agudo a las de los levitas. La música hebrea, poco conocida, tení­a una gama de ocho sones. Los coros interpretaban, probablemente al uní­sono, la misma melodí­a sagrada, dividida en una parte masculina y otra femenina, cantada una octava más alta. Los instrumentos acompañaban al uní­sono (1 Cr. 15:20, 21). Los tí­tulos de los Sal. 9, 22, 45, 56, 57 y los de otros son probablemente indicadores de estas melodí­as. Se practicaba la antí­fona y el responso (Ex. 15:21; Neh. 12:31-43), con frecuencia también en el Templo (Esd. 3:10, 11; Jer. 33:11). Ello está demostrado por la estructura de diversos salmos (p. ej.: Sal. 24:7-10; 136). En el primer Templo la asamblea participaba en raras ocasiones en el cántico, como no fuera para participar en el final amén (1 Cr. 16:7, 36). En el Templo de Herodes, el pueblo entonaba, a veces, el responso. (Véanse HIMNOS, SALMOS.).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[554] Lenguaje sonoro que se ajusta a determinadas condiciones de armoní­a, ritmo y belleza que lo convierten, después de la palabra, en el medio de comunicación y expresión más natural en los hombres. La música supone organización y distribución de sonidos armónicos. Todas las sociedades y en todo los tiempos se ha cultivado por los que las formas, estilos y preferencias han sido múltiples en todos las culturas y tiempos.

En la cultura occidental se define la música como combinación de sonidos con variedad de intensidad, tono y ritmos para producir armoní­a en su constitución, belleza en su valoración y agrado en su audición. No es fácil definirla. Resulta más asequible disfrutarla. Por otra parte los criterios musicales varí­an según las variables de armoní­a, agrado, ritmo o técnica. En cada entorno cultural el lenguaje musical, como acontece en el de la palabra, tiene su contexto propio y original

El ritmo reiterativo de los tambores africanos no serí­an música para muchos, como no lo serí­an los tonos con que los musulmanes entonan el Corán o los promotores de música llamada “moderna” juegas con sonidos estridentes que conmueven a los oyentes. Sin embargo en quienes viven y conviven en ese contexto sonoro se siente agradados y sorprendidos y no dudan de su belleza.

Sea de ello lo que sea, lo cierto es que la música desempeña variedad de funciones: comunicación, expresión, admiración, evasión, creación, participación, rememoración, también relajación y descanso.

Se suelen diferencias tres estratos en la música. El primero es el de la música artí­stica o clásica, que es compuesta e interpretada por profesionales y que suponen capacidad técnicas elevadas y recursos especí­ficos. El segundo es la música folclórica que reclama participación espontánea y sencilla y es asequible a grupos sin recursos, pero que repiten formas agradables y diferenciadoras de una colectividad, pueblo, región o grupo social.

El tercero es el de la música técnica o comercial, producida para llevar sonidos preferidos a posibles clientes. Es interpretada por profesionales, grabada por técnicos, comercializada por redes, difundida emisiones de radio, televisión, discos, filmes y por la imprenta.

En la música se combinan varios elementos: el tono, el ritmo, la conjunción de instrumentos con los que se produce (la melodí­a) y la acogida de los oyentes.

Cuando a los sonidos instrumentales se añade la voz, o cuando se realiza sólo con la voz, se habla de la canción, que es música por el sonido y lenguaje verbal por las expresiones.

Los modos de “escribir” o consignar por escrito los sonidos han variado con los siglos, llegando a crear formas ingeniosas, como son las lí­neas horizontales (de 5 en la normal, pentagrama; de 4 en el gregoriano, tetragrama; de 6, hexagrama, en ocasiones). En ellas se sitúan notas o signos sonoros: negras, redondas, corcheas, semicorcheas, fusas, semifusas; y otros signos especiales: sostenidos, bemoles, claves, calderones y otros. Se consignan sonidos en forma graduada (escalas), en función de distancias uniformes (tono o semitonos), reflejando claves sonoras que se interpretan de diversas formas (escalas cromáticas o acromáticas, diatónicas y otras).

La música se realiza con variedad de instrumentos, los cuales se han ido inventando a lo largo de los siglos, y con variedad en diversos pueblos: palos, cascabeles, flautas, guitarras, violines, tambores, platillos, pianos, órganos y una legión de artilugios sonoros.

Unos son de cuerdas, otros de aire, unos de percusión, otros de digitación, unos individuales u otros compartidos.

La música se utiliza en todo el mundo para diversas actividades: acompañar, festejar, alegrar, lamentar, impulsar, serenar. Por eso hay música de diverso tipo: amorosa, militar, social, polí­tica, comercial, religiosa.

Al ser un lenguaje social universal, la música reclama un educación en las formas más selectas y socialmente interesantes. Pero supone también un uso en educación, como es el caso de la formación religiosa.

Hay música que es estrictamente religiosa, como la que se reserva para cantos de Iglesia, como es el gregoriano. Pero hay música social y popular que puede ser usada como apoyo o como expresión en cualquier actividad de formación religiosa. Por eso la música se cultivó tanto en las plegarias y en los actos religiosos, intentando caminar en ella al ritmo los tiempos religiosos del año: navidad, cuaresma, pascua, peregrinaciones, matrimonio, exequias, himnos hagiográficos, plegarias, etc.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. arte, culto, liturgia)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Según la Biblia, la música aparece desde el mismo comienzo de la historia, con Yubal, hijo de Lamec, que fue padre de aquellos que tocan el arpa y la flauta (Gn 4,21). El músico más famoso de la Biblia fue David, que aparece tocando el arpa para Saúl (1 Sm 16,16); la tradición le hace autor de salmos que deben ser cantados en el culto. Tras el exilio, el orden de los cantores se vuelve de los más importantes del templo (cf. 1 Cr 9,33; Neh 7,44). En el Nuevo Testamento, el libro que más se interesa por la música es el Apocalipsis, que nos habla de las arpas o cí­taras del culto sagrado, propias de los veinticuatro ancianos (Ap 5,8) y de todos los triunfadores que cantan la gloria de Dios (cf. Ap 14,2; 15,2). Las trompetas, por el contrario, son instrumentos de guerra, anuncio de juicio. Son siete y van trazando los momentos básicos del drama escatológico (8,1-11,15).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Don de Dios mediante el cual el hombre puede alabar y dar gracias a su Creador, así­ como expresar sus emociones, penas y gozos. El canto ha tenido gran importancia en la adoración a Jehová Dios, así­ como también la música instrumental, que no solo serví­a para acompañar a los cantores, sino como complemento de su canto. Por tanto, no debe sorprender que desde el principio hasta el fin de la Biblia haya muchas referencias al canto y a la música instrumental tanto en relación con la adoración verdadera como en otros contextos. (Gé 4:21; 31:27; 1Cr 25:1; Rev 18:22.)

Historia. La primera mención de la música en la Biblia corresponde a antes del Diluvio, a la séptima generación desde Adán: †œ[Jubal] resultó fundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo†. Es posible que estas palabras hagan referencia a la invención de los primeros instrumentos musicales o quizás hasta al comienzo de algún tipo de profesión musical. (Gé 4:21.)
A juzgar por el deseo de Labán de dar a sus hijas y a Jacob una despedida musical, parece que en tiempos patriarcales la música era parte integrante de la vida. (Gé 31:27.) El canto y la música instrumental formaron parte de algunas celebraciones, como la liberación del pueblo junto al mar Rojo y el regreso victorioso de Jefté, David y Saúl. (Ex 15:20, 21; Jue 11:34; 1Sa 18:6, 7.)
Las dos veces que se transportó el Arca a Jerusalén estuvieron presentes cantores e instrumentistas. (1Cr 13:8; 15:16.) En los últimos años de la vida de David, Jehová mandó —a través de sus profetas Natán y Gad— que se creara un sistema organizado para interpretación musical en el santuario. (1Cr 23:1-5; 2Cr 29:25, 26.)
La organización musical que David empezó alcanzó su máxima expresión en el templo de Salomón. La grandeza y magnitud de la música en la dedicación del templo puede apreciarse por el hecho de que solo el número de trompeteros ascendí­a a 120. (2Cr 5:12, 13.) No obstante, a medida que la nación descuidaba su fidelidad a Jehová, todos los aspectos de la adoración verdadera, incluso la música, se fueron deteriorando. Sin embargo, cuando los reyes Ezequí­as y Josí­as hicieron sus reformas, así­ como cuando los judí­os volvieron del exilio en Babilonia, se procuró incluir de nuevo la música que Jehová habí­a indicado que deseaba. (2Cr 29:25-28; 35:15; Esd 3:10.) Más tarde, cuando Nehemí­as inauguró el muro de Jerusalén, los cantantes levitas, junto con un completo acompañamiento instrumental, contribuyeron en gran manera al gozo de la ocasión. (Ne 12:27-42.) Aunque las Escrituras no dicen nada más acerca de la música en conexión con la adoración que se efectuaba en el templo después del tiempo de Nehemí­as, otros registros, como el Talmud, dicen que en el templo se siguió utilizando la música hasta que Jerusalén fue destruida en 70 E.C.

¿Cuántos músicos serví­an en el templo de Jerusalén?
Junto con los demás preparativos para el templo de Jehová, David apartó 4.000 levitas para prestar servicio musical. (1Cr 23:4, 5.) Doscientos ochenta y ocho de estos estaban †œentrenados en el canto a Jehová, todos peritos†. (1Cr 25:7.) Todo el programa estaba bajo la dirección de tres músicos expertos: Asaf, Hemán y Jedutún (probablemente también llamado Etán). Como cada uno de esos hombres descendí­a respectivamente de uno de los tres hijos de Leví­ —Guersom, Qohat y Merarí­—, las tres familias levitas principales estaban representadas en la organización musical del templo. (1Cr 6:16, 31-33, 39-44; 25:1-6.) Los tres hombres tení­an un total de 24 hijos, y todos ellos estaban entre los supracitados 288 músicos peritos. Mediante suertes se nombraba a cada hijo cabeza de una división de músicos formada por otros once †œperitos†, que eran seleccionados de entre sus propios hijos y otros levitas. De modo que los 288 ([1 + 11] × 24 = 288) músicos levitas peritos estaban divididos, al igual que los sacerdotes, en 24 grupos que serví­an por turno. Si los restantes 3.712 †˜aprendices†™ también estaban repartidos de este modo, darí­an un promedio de cerca de 155 hombres más para cada una de las 24 divisiones, lo que significa que a cada perito le correspondí­an unos 13 levitas en diferentes niveles de preparación musical. (1Cr 25:1-31.) Como los trompeteros eran sacerdotes, se contaban aparte de los músicos levitas. (2Cr 5:12; compárese con Nú 10:8.)

Música instrumental. La Biblia suministra muy poca información sobre el diseño y la construcción de los más de una docena de instrumentos musicales que menciona por nombre. Por lo tanto, la mayorí­a de los eruditos se basan principalmente en los hallazgos arqueológicos de instrumentos usados por pueblos vecinos de la época. No obstante, ese no es un criterio muy fiable, ya que al parecer Israel sobresalí­a en la música entre los pueblos circundantes. También se han relacionado varios instrumentos musicales mencionados en la Biblia con algunos que se utilizan en la actualidad en el Oriente Medio y que parecen remontarse al pasado lejano. Sin embargo, no deja de ser una hipótesis más.
Los instrumentos musicales de la Biblia pueden clasificarse como sigue:
De cuerda: arpa, laúd, cí­tara.
De viento: gaita, flauta, cuerno, caramillo, trompeta, (posiblemente) nehilot.
De percusión: cí­mbalos, sistros, pandereta.
Véase más información en los artí­culos sobre los instrumentos mencionados.
No hay razón para pensar que el diseño o construcción o hasta el sonido de los instrumentos musicales de Israel fuesen toscos. La Biblia hace notar que las arpas y los instrumentos de cuerda del templo estaban hechos de la más selecta madera importada, madera de algum; y las trompetas eran de plata. (1Re 10:11, 12; Nú 10:2.) Es obvio que para fabricar los instrumentos del templo se utilizó a los artesanos más hábiles.
Tanto las Escrituras como los manuscritos extrabí­blicos que datan de antes de la era común testifican de la calidad de dichos instrumentos, así­ como de la competencia de los músicos israelitas. Los Rollos del mar Muerto indican que cierto número de trompetas tení­an que ejecutar varias señales complicadas †œcomo con una sola boca†. Eso no solo requerí­a músicos expertos, sino también instrumentos fabricados de modo que pudiera regularse el tono para que estuvieran afinados unos con respecto a otros. El relato inspirado de la inauguración del templo de Salomón muestra que no habí­a ninguna disonancia en la interpretación musical: †œLos [ciento veinte] trompeteros y los cantores estuvieron como uno solo en hacer que se oyera un solo sonido†. (2Cr 5:12, 13.)
La Biblia solo menciona cuatro instrumentos como parte de la orquesta del templo: trompetas, arpas, instrumentos de cuerda (heb. neva·lí­m) y cí­mbalos. Aunque según los conceptos modernos, con estos instrumentos no podí­a formarse una orquesta completa, tampoco se pretendí­a conseguir una orquesta sinfónica, sino solo acompañamiento para los cantores del templo. Tal combinación de instrumentos cumplirí­a muy bien con ese fin. (2Cr 29:25, 26; Ne 12:27, 41, 42.)
Con relación a las ocasiones en que se tocaban los instrumentos sagrados, la Biblia dice sobre las trompetas: †œEn el dí­a de su regocijo y en sus perí­odos de fiesta y en los comienzos de sus meses, tienen que tocar las trompetas sobre sus ofrendas quemadas y sus sacrificios de comunión†. (Nú 10:10.) Cuando se organizó la música en el templo, es de suponer que los demás instrumentos se sumaron a las trompetas en estas y en otras ocasiones especiales. Esta conclusión, así­ como el orden de las intervenciones musicales, parece desprenderse de los acontecimientos que tuvieron lugar cuando el rey Ezequí­as reanudó los servicios sagrados en el templo después de que se limpió: †œAl tiempo en que comenzó la ofrenda quemada, comenzó el canto de Jehová y también las trompetas, aun bajo la dirección de los instrumentos de David el rey de Israel. Y toda la congregación estaba inclinándose mientras el canto resonaba y las trompetas daban fuerte sonido… todo esto hasta que quedó terminada la ofrenda quemada†. (2Cr 29:27, 28.) El hecho de que las trompetas estuviesen †œbajo la dirección de los instrumentos de David† parece indicar que su sonido complementó el de los demás instrumentos en lugar de oscurecerlo. La orquesta entera estaba situada †œal oriente del altar†. (2Cr 5:12.)

Música vocal. Los cantores del templo eran varones levitas. Las Escrituras no dicen en ningún lugar que hubiera cantoras en el templo. Además, uno de los targumes (al comentar Ec 2:8) indica con claridad que no habí­a mujeres en el coro. El que las mujeres tuvieran prohibido incluso el acceso a ciertas zonas del templo parece excluir toda posibilidad de que ocuparan algún puesto oficial en él. (2Cr 5:12; Ne 10:39; 12:27-29.)
El canto en el templo recibí­a una importancia considerable. Prueba de ello son las muchas referencias bí­blicas a los cantores, así­ como el hecho de que se les †œdejó libres de deberes† comunes a los demás levitas con el fin de que pudieran dedicarse por completo a su servicio. (1Cr 9:33.) Estos cantores continuaron como un grupo especial de levitas, pues se les registra por separado dentro del grupo de los que volvieron de Babilonia. (Esd 2:40, 41.) Incluso el rey persa Artajerjes Longimano los favoreció, dispensándolos de †˜impuesto, tributo y peaje†™, al igual que a otros grupos especiales. (Esd 7:24.) Más tarde, el rey mandó que hubiera †œuna provisión fija para los cantores según lo que cada dí­a requerí­a†. Aunque esta orden se atribuye a Artajerjes, lo más probable es que la decretara Esdras en virtud del poder que el rey le delegó. (Ne 11:23; Esd 7:18-26.) Estos hechos ayudan a entender por qué aunque todos los cantores eran levitas, la Biblia se refiere a ellos como un grupo especial: †œlos cantores y los levitas†. (Ne 7:1; 13:10.)
En las Escrituras también se habla de otros cantores, aparte de los empleados en el templo para la adoración. Por ejemplo: los cantores y cantoras que Salomón mantení­a en su corte, y los aproximadamente 200 cantores de ambos sexos que volvieron de Babilonia junto con los músicos levitas. (Ec 2:8; Esd 2:65; Ne 7:67.) En Israel habí­a muchos cantores no levitas que intervení­an en ocasiones festivas y que en perí­odos de duelo cantaban endechas. (2Sa 19:35; 2Cr 35:25; Jer 9:17, 20.) Parece que la costumbre de contratar a músicos profesionales en ocasiones de gozo y de tristeza continuó hasta el tiempo de Jesús. (Mt 11:16, 17.)
Aunque en las Escrituras Griegas Cristianas a la música no se le da tanta importancia como en las Escrituras Hebreas, tampoco se la pasa por alto. En las Escrituras Griegas se menciona la música instrumental en conexión con la adoración verdadera solo en sentido figurado (Rev 14:2), aunque parece ser que el canto era bastante común entre los siervos de Dios. Jesús y sus apóstoles cantaron alabanzas después de la Cena del Señor. (Mr 14:26.) Lucas menciona que Pablo y Silas cantaron cuando estuvieron en prisión, y Pablo animó a sus compañeros creyentes a que cantaran canciones de alabanza a Jehová. (Hch 16:25; Ef 5:18, 19; Col 3:16.) Lo que Pablo dice en 1 Corintios 14:15 sobre el canto parece indicar que era un rasgo regular de la adoración cristiana. Cuando Juan registró su visión inspirada, hizo referencia a varias criaturas celestiales que cantaban a Dios y a Cristo. (Rev 5:8-10; 14:3; 15:2-4.)

Naturaleza de la música bí­blica. El hecho de que la moralidad de los israelitas fuese más elevada que la de sus contemporáneos y que su literatura, ejemplificada en la poesí­a y la prosa de las Escrituras Hebreas, fuese superior a la de ellos, da pie para suponer que muy probablemente el antiguo Israel también sobresalió en la música. La inspiración musical de Israel ciertamente era más elevada que la de sus naciones vecinas. Es de interés un bajorrelieve asirio en el que se representa al rey Senaquerib exigiendo al rey Ezequí­as que como pago de su tributo le entregara músicos de uno y otro sexo. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, págs. 236, 237.)
Durante mucho tiempo se ha dicho que la música hebrea era solo melodí­a, sin armoní­a. Sin embargo, el simple hecho de que el arpa y otros instrumentos de cuerda tuvieran tanta importancia en Israel es un fuerte argumento contra esa suposición. Es difí­cil de concebir que un músico tocara un instrumento de varias cuerdas y no se diera cuenta de que la combinación simultánea de varios sonidos era muy agradable, o de que una serie de notas especí­ficas tocadas sucesivamente, como en un arpegio, producí­a un sonido deleitable. Curt Sachs, autoridad en la historia de la música, comenta: †œEl prejuicio profundamente arraigado de que la armoní­a y la polifoní­a [música en la que intervienen dos o más instrumentos o voces combinados] ha sido una prerrogativa del occidente medieval se cae por su propio peso†. Luego dice que entre las culturas primitivas hay muchos ejemplos de música compuesta en terceras, cuartas, quintas y octavas, y que en esos pueblos, entre ellos ciertas tribus de pigmeos, se desarrolló la antifoní­a superpuesta (canto alternado por dos grupos de cantores) hasta convertirse en un verdadero canto de canon.
Basándose en una investigación internacional, Sachs presenta la conclusión de que †œlos coros y las orquestas relacionados con el templo de Jerusalén debieron tener un elevado nivel de educación, destreza y conocimiento musicales†. Continúa diciendo: †œEs importante darse cuenta de que en la parte occidental del antiguo Oriente la música era muy diferente de lo que los historiadores del siglo XIX supusieron […]. Aunque no sabemos cómo sonaba esa música antigua, tenemos suficientes indicios de su fuerza, dignidad y maestrí­a†. (The Rise of Music in the Ancient World: East and West, 1943, págs. 48, 101, 102.)
Las Escrituras permiten llegar a una conclusión similar. Por ejemplo, aparece más de 30 veces la expresión †œAl [Del] director† (CJ, NM, SA) en el encabezamiento de los Salmos (Sl 11 y otros). Otras traducciones leen †œDel [Al] maestro de coro† (BJ, CB, LT, PIB), †œAl director de coro† (CI, BR, FS), †œAl director de música† (BC), †œAl músico principal† (Val) y †œPara el Director de[l] canto† (DK, Mod). El término hebreo parece referirse a alguien que de algún modo dirigí­a el canto, ya fuera arreglándolo, dirigiendo los ensayos y preparación de los cantores levitas o dirigiendo sus interpretaciones oficiales. Quizás se refiera al director de cada uno de los 24 grupos que serví­an por turno en el santuario o quizás a otro de los músicos expertos, pues el registro dice que tení­an que †œactuar de directores†. (1Cr 15:21; 25:1, 7-31.) En otros veinte salmos los encabezamientos son aún más especí­ficos, ya que se refieren a los †˜directores†™: †œAl director sobre instrumentos de cuerda†, †œAl director sobre la octava baja†, etc. (Sl 4, 12, y otros; véase SEMINIT.) Además, también hay referencias bí­blicas a los †œcabezas de los cantores†, a los †œperitos† y a los †˜aprendices†™. Todo ello prueba que habí­a un nivel musical elevado. (Ne 12:46; 1Cr 25:7, 8.)
Parece ser que en Israel el canto en grupo era principalmente antifonal, ya sea porque el coro se dividí­a en dos grupos vocales, alternándose en cantar estrofas paralelas, o porque un solista se alternaba con un coro que contestaba. Al parecer las Escrituras se refieren a esta acción del coro con la expresión †˜responder†™. (Ex 15:21; 1Sa 18:6, 7.) El mismo estilo de escritura de algunos salmos, como el Salmo 136, muestra que se practicaba este tipo de canto. El relato sobre los dos grandes coros de acción de gracias del tiempo de Nehemí­as y de su papel en la inauguración del muro de Jerusalén también da a entender que cantaron de este modo. (Ne 12:31, 38, 40-42; véase CANCIí“N.)
Se puede decir que la salmodia es mitad canto y mitad recitación. Su sonoridad es más bien monótona y reiterativa, destacándose principalmente el ritmo. Si bien la salmodia todaví­a es muy popular en algunas de las principales religiones del mundo, parece ser que en la Biblia se limita a las endechas, como cuando David cantó una endecha por la muerte de su amigo Jonatán y del rey Saúl. (2Sa 1:17; 2Cr 35:25; Eze 27:32; 32:16.) Solo en el caso de las endechas, o lamentaciones, se preferí­a el salmodiar a la melodí­a de la música o la modulación y el énfasis oral del habla. (Véase ENDECHA.)

Fuente: Diccionario de la Biblia