NABUCODONOSOR

Triunfa en Carquemis, 2Ki 24:7; Jer 46:2; conquista a Judá, 2Ki 24:10-13; 2Ki 25:1-10; 2Ch 36:6-21; Jer 39:1-8; 52:1-27


Nabucodonosor (heb. Nebûkadneztstsar y Nebûkadre’tstsar, “que protege de las desgracias” [del bab. Nabû-kudurri-utsur, “Que (el dios) Nabu proteja al hijo” o “Que Nabu proteja la frontera”]; aram. Nebûkadnetstsar; en fuentes gr. se encuentra el mismo intercambio entre la n y la r, Naboujodonósor y Nabokodrósoros). Nombre de 2 reyes babilonios, del que sólo Nabucodonosor II, el 2º rey del Imperio Neobabilónico (605-562 a.C.) desempeñó un papel en la historia bí­blica. Es particularmente conocido por su conquista de Jerusalén y por la reconstrucción de Babilonia. Las muchas inscripciones de Nabucodonosor que se han desenterrado durante el último siglo hablan casi exclusivamente de sus actividades constructoras en Babilonia y otros lugares; sólo unos pocos de ellos son textos que tratan de acontecimientos de su reinado. Hasta 1956, virtualmente todo el conocimiento histórico acerca de Nabucodonosor provení­a de la Biblia y de Josefo, pero en ese año se descubrieron las tabletas de la Crónica Babilónica que cubre los primeros 11 años de su reinado; pueden ser, tal vez, el anticipo de otros textos históricos de los tiempos de Nabucodonosor. Se lo menciona por 1ª vez en la Crónica como comandante de un ejército separado, durante el 19º año de reinado de su padre Nabopolasar (607 a.C.; un texto astronómico establece más allá de toda duda la fecha a.C. de estos años de reinado). Dos años más tarde, en la primavera (hemisferio norte) del 605 a.C., Nabopolasar enfermó, quedó atrás y envió a Nabucodonosor a luchar contra los egipcios, que se habí­an atrincherado en la fortificada ciudad de Carquemis, en el Eufrates superior. En la batalla el joven prí­ncipe heredero los derrotó y destruyó Carquemis. Persiguió a los que huí­an hasta el distrito de Hamat, y en una 2ª batalla los aplastó completamente; luego conquistó toda la “tierra de Hati”, es decir, Siria-Palestina. Véase Cronologí­a (I, C). 372. Prisma de arcilla de Nabucodonosor que contiene una lista de sus oficiales de la corte, algunos de los cuales son mencionados en el libro de Jeremí­as. Debió haber sido en su marcha hacia el sur cuando aceptó la rendición de Jerusalén y tomó rehenes judí­os, entre quienes estaban Daniel y sus 3 amigos (Dan 1:1-4). Antes de llegar a la frontera de Egipto recibió la noticia de la muerte de su padre el 8 de Abu (Ab; quizás el 15 de agosto del 605 a.C.), y se apresuró a regresar para consolidar su posición en el trono. Josefo, que cita el relato de Beroso, dice que regresó por la ruta corta a través del desierto, dejando que sus generales lo siguieran con los prisioneros, incluyendo los judí­os. Al llegar a Babilonia tomó el trono sin oposición el 1º de Ululu (Elul; aproximadamente el 7 de septiembre). Luego volvió a Siria para organizar los territorios recién conquistados. De allí­ en adelante encontramos a Nabucodonosor en Siria o Palestina casi cada año. Sin embargo, en el 601 a.C. sufrió una derrota o una semiderrota a manos de 822 los egipcios y, en consecuencia, se quedó en su tierra el año siguiente (600 a.C.) para reconstruir su menguado ejército. El creciente poderí­o egipcio, que lo derrotó, fue probablemente la razón de que Joacim de Judá se arriesgara a rehusar el pago del tributo anual a Babilonia (2Ki 24:1), en la creencia de que el equilibrio del poder se habí­a inclinado a favor de Egipto. En el 599/98 a.C. las fuerzas de Nabucodonosor volvieron a Siria-Palestina, pero se trabaron en luchas contra tribus árabes. Al año siguiente volvió su atención hacia Judá: Joacim habí­a muerto antes de su llegada, y su hijo Joaquí­n estaba en el trono. Tomó Jerusalén el 2 de Adar (aproximadamente el 16 de marzo) del 597 a.C., envió cautivo a Joaquí­n a Babilonia con 10.000 de los ciudadanos más distinguidos (vs 8-16), entre los cuales estuvo el profeta Ezequiel (Eze 1:1, 21, 33:21), y puso a Sedequí­as, tí­o de Joaquí­n, como rey de Judá. (2 R 24:17). Cuando varios años más tarde el nuevo rey se rebeló, los babilonios regresaron y tomaron la ciudad después de un sitio de más de 2 años, en el año 19º de Nabucodonosor, o sea, el verano (hemisferio norte) del 586 a.C. Destruyeron Jerusalén y el templo, y deportaron a Babilonia a la mayorí­a de la población quedaba (2Ki 25:8-11). También destruyó la Tiro continental después de un sitio de 13 años (Eze 26:1-28:19). Una inscripción fragmentaria menciona una campaña militar contra el faraón Amasis de Egipto, en el año 37º del reinado de Nabucodonosor (Jer 42:7-18; Eze 29:17-21). ESTATUA DEL SUEí‘O DE NABUCODONOSOR Dan_1-4 describe la experiencia de Daniel bajo Nabucodonosor y cuenta cómo el rey llegó a conocer la religión hebrea y al Dios verdadero. La dolencia mental que afectó al monarca durante 7 años sólo se conoce por la Biblia (Dan_4), ya que los oficiales de la corte rara vez registraban esas desgracias. Sin embargo, es posible que una tableta cuneiforme fragmentaria del Museo Británico, publicada en 1975, se refiera a ella, porque dice del rey que “la vida parecí­a no tener valor para” sí­, que “no mostraba amor por su hijo y por su hija”, y que “la familia y el clan [ya] no existen” para él. Cuando murió (562 a.C.), lo sucedió en el trono su hijo Amel-Marduk, el Evil-merodac de la Biblia. Acerca de la extensa actividad constructora de Nabucodonosor en su capital, véase Babilonia y la fig 297. Bib.: D. J. Wiseman, Chronicles of Chaldaean Kings [Crónicas de los reyes caldeos] (Londres, 1956); FJ-AA i.135-138; i.21; ANET 308; A. K. Grayson, Babylonian Historical-Literary Texts [Textos histórico-literarios babilónicos] (Toronto, 1975), pp 88-92. 823

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

El gran rey del Imperio Neobabilónico (605 a 562 a. de J.C.). Fue el autor del traslado de Judá a Babilonia, en lo que fueron sus 70 años de cautiverio. Su nombre aparece de manera prominente en los libros de Jeremí­as, Ezequiel, Daniel y en los caps. finales de Reyes y Crónicas.

En el año 605 derrotó en forma decisiva a los egipcios en Carquemis. Joacim, rey de Judá, fue vasallo de Babilonia por tres años, pero luego se rebeló (2Ki 24:1). En el año 597, Joacim volvió a rebelarse y Nabucodonosor envió sus tropas en una nueva expedición al oeste. Joacim murió (Jer 22:18-19) y su hijo Joaquí­n ocupó el trono por tres meses. Fue llevado a Babilonia donde permaneció cautivo por 37 años, luego de los cuales gozó de una cierta libertad (2Ki 25:27-30). Ezequiel estuvo entre los cautivos tomados por esta expedición. Las crónicas de Nabucodonosor coinciden con el relato bí­blico. Este descubrimiento permite contar con lo que quizá sea una de las fechas mejor documentadas del AT.

No existe relato extrabí­blico acerca de la locura de Nabucodonosor (Daniel 4), aunque más de un rey sufrió enfermedades y desordenes mentales (Asurbanipal y Cambises). Gran parte del reinado de Nabucodonosor es una laguna histórica. A Nabucodonosor lo sucedió su hijo Evil-merodac, pero con la desaparición del magistral Nabucodonosor, el Imperio Neobabilónico pronto fue presa de los persas durante el reinado de Ciro.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Véase CALDEOS.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

(protege la frontera
Gobernante del Imperio Neobabilónico: (602-581 a.C.).

Derrotó al Faraón Necao, destruyó Jerusalén, y llevó cautivos a los Israelitas: (587 a.C., 2Re 25:1-21). Se le menciona muchas veces en la Biblia, especialmente en Daniel 1-5: (1Cr 6:15, 2 Cr.36, Esd 1:7Esd 2:1, Esd 5:12-14, Esd 6:5, Neh 7:6, Est 2:6 , Jer 21:2, Jer 52:4, Eze 26:7.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Que [el dios] Nabu proteja la posteridad de). Rey de Babilonia (605-562 a.C.) mencionado muy a menudo en los registros bí­blicos. Se sabe que habí­a hecho conquistas en Asiria antes de ser rey. En el año 605 a.C. derrotó a los egipcios en la famosa batalla de Carquemis, lo cual dio a los caldeos el dominio sobre los territorios entre Egipto y la Mesopotamia, incluyendo al reino de Judá (ya el reino de Israel habí­a sido destruido por los asirios). Al año siguiente saqueó Ascalón, que se negaba a pagar tributo. Joacim, rey de Judá, pagó tributos por tres años (2Re 24:1). Pero N. sufrió algunas derrotas a manos de los egipcios, lo que quiso aprovechar Joacim para rebelarse, aliándose con éstos, por lo cual N. atacó Jerusalén, tomándola y llevándose a Joaquí­n, heredero de Joacim, junto con otros rehenes, dejando como rey a un tí­o de Joaquí­n a quien llamó Sedequí­as (2Re 24:8-18). Este último gobernó por unos nueve años, pero se rebeló contra N. En esos tiempos ministraba como profeta Jeremí­as, que dejó un relato de lo sucedido (Jer. 37-40). N. sitió a Jerusalén durante tres años, al cabo de los cuales la tomó. Sedequí­as fue llevado a Ribla, donde el rey de Babilonia mató a sus hijos y nobles en su presencia, le sacó los ojos, y luego le llevó a su tierra. Jerusalén fue incendiada y derribados sus muros (Jer 39:2-8). Cuando transportó a Joaquí­n N. llevó los vasos de Jehová al templo de sus dioses. Entre los cautivos se encontraban Daniel y sus compañeros. Las descripciones que hace el libro de Daniel corresponden con lo que se sabe por otras fuentes sobre el carácter de N. La historia del sueño de N., narrada en Dan. 2, motivó el ascenso de Daniel a un cargo superior en la corte. Más tarde N. hizo una estatua de oro que fue motivo de problemas para Sadrac, Mesac y Abed-nego, que se negaron a adorarla y fueron echados en un horno de fuego, del cual Dios les libró. Las fuentes extrabí­blicas no son abundantes sobre los últimos treinta años del reinado de N., por lo cual se piensa que posiblemente fuera en ese perí­odo que tuvo lugar la locura pasajera que se narra en el cap. 4 de Daniel. N. fue un gran constructor: levantó templos, grandes avenidas y los famosos jardines colgantes de Babilonia, en honor de su esposa Amitis.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG REYE HIST HOMB HOAT

ver, JOACIM, JOAQUíN, SEDEQUíAS

vet, (ac. “Nabu-kudurri-usur”: “¡Que Nebo defienda las fronteras!”). Otra posible transcripción es Nabucodorosor. Hijo de Nabopolasar y rey de Babilonia. Su padre dirigió, con éxito, una rebelión de los caldeos contra Asiria, y fundó (en el año 625 a.C.) el Nuevo Imperio Babilónico. Los Umanmandá, aliados de Nabopolasar, se apoderaron de Ní­nive, la capital de Asiria, en el año 612. Los nuevos dominadores de los territorios asirios tuvieron en jaque, desde entonces, el poderí­o de Egipto. El faraón Necao II, entronizado en el año 609 a.C., invadió Palestina (2 R. 23:9; 2 Cr. 35:20), derrotando a Josí­as, rey de Judá, que se le quiso oponer, y dándole muerte en la batalla de Meguido (en el año 608). Necao volvió de Egipto poco después con un gran ejército, con el fin de extender sus dominios más allá del Eufrates. Nabopolasar envió a su hijo, Nabucodonosor, a enfrentarse con los egipcios, que fueron aplastados (en el año 605 a.C.) en la batalla de Carquemis. Nabucodonosor los rechazó hasta Egipto, y sometió a los paí­ses que fue atravesando (2 R. 24:7; Jer. 46:2), desde el Eufrates hasta el rí­o de Egipto. Al enterarse de la muerte de su padre, dejó a sus generales para que terminaran la guerra en el oeste, y se apresuró a llegar a Babilonia, donde fue hecho rey en el año 605 a.C. (Contra Apión, 1:9). Los escritores del AT, especialmente Jeremí­as y Ezequiel, contemporáneos suyos, mencionan a Nabucodonosor. El libro de Ezequiel da importantes enseñanzas acerca de su reinado. Las inscripciones en ladrillos, y los testimonios del historiador babilonio Beroso, sacerdote que vivió en el siglo III a.C., completan el cuadro documental. Después de haber estado pagando tributo a Nabucodonosor durante tres años, Judá se rebeló contra él (2 R. 24:1). El rey de Babilonia volvió a la tierra de Judá, aplastó la revuelta, hizo encadenar al rey Joacim, ordenó deportar a Babilonia a su hijo Joaquí­n, el prí­ncipe heredero, y estableció como regente a Sedequí­as, hermano de Joacim (2 Cr. 36:6, 10). (Véanse JOACIM, JOAQUíN, SEDEQUíAS). Durante ocho años, Sedequí­as se mantuvo sumiso, pero en el año noveno, contando con la promesa de un ejército egipcio, se rebeló (Jer. 37:5). En el año 586, Nabucodonosor tomó Jerusalén, quemó el Templo, deportando a todos los notables del paí­s (2 R. 24:25; 2 Cr. 36:5-21; Jer. 39; 52). En esta época (586-573 a C) el rey de Babilonia asedió Tiro (Ez. 29:18; Contra Apión 1:21; Ant. 10:11, 1). En el año veintitrés de su reinado (582) combatió contra Coleosiria, Moab y Amón, deportando a muchos centenares de judí­os (Jer. 52:30; Ant. 10:9, 7). En el año trigesimoséptimo de su reinado (alrededor del año 567), Nabucodonosor invadió Egipto (cfr. Ez. 29:19). Es probable que Nabucodonosor emprendiera más expediciones, pero no se conocen documentos acerca de ello. Su polí­tica consistí­a en deportar a los vencidos, dispersándolos por las diversas regiones de su imperio. Disponiendo así­ de una numerosa mano de obra, efectuó obras importantes. De las inscripciones del mismo Nabucodonosor se aprecia que él atribuí­a más importancia a sus construcciones que a sus victorias militares, que quedan relegadas a un segundo plano. En la inscripción de la Casa de la India se hallan las siguientes palabras de Nabucodonosor: “Desde el tiempo en que Merodac me creó para la soberaní­a, en que Nebo su verdadero hijo me confió sus súbditos, amo como a la vida misma la erección de su morada; y ninguna ciudad más gloriosa he hecho que Babilonia y Borsipa” (col. VII, lí­neas 26-32). Entre otras de estas numerosas obras se pueden mencionar la gran muralla de Babilonia y el magní­fico palacio real; restauró el gran templo de Marduk en Babilonia, el de Nebo en Borsipa, y un gran número de otros santuarios. Se dice que hizo los jardines colgantes de Babilonia para la reina Amitis, su esposa procedente de Media, que tení­a añoranza en la llanura de Babilonia por las montañas de su paí­s (Contra Apión 1:9; Ant. 10:11,1). Se dice que él construyó, cerca de Sipara, para la irrigación, un inmenso lago artificial que medí­a más de 225 Km. de perí­metro y 55 m. de profundidad. Hizo una red de canales que cubrí­an todo el paí­s, construyendo muelles y espigones en el golfo Pérsico. Todo ello coadyuvó a que el orgullo le dominara, por lo que fue castigado, cayendo ví­ctima de licantropí­a (desorden mental en el que el afectado se imagina que es un animal). Nabucodonosor estuvo “siete tiempos” privado de la razón, comiendo hierba como un buey (Dn. 4). Después recobró la razón; habiendo reinado más de 43 años, murió el año 562 a.C. Le sucedió su hijo Evil-merodac. Nabucodonosor y la arqueologí­a. La Babilonia de Nabucodonosor ha sido objeto de sistemáticas excavaciones llevadas a cabo desde 1899 a 1917 por Robert Koldowey y la Deutsche Orientgesellschaft (cfr. Koldowey, “Das Wiedererstehende Babylon”, 4ª ed., 1925). En estas excavaciones, que hasta la fecha han sido las únicas con una metodologí­a verdaderamente cientí­fica, se descubrió la imponente puerta de Ishtar, que franqueaba el paso de la doble muralla; estaba adornada con ladrillos esmaltados que representaban toda una serie de toros y de dragones (cfr. R. Koldowey, “Das IschtarTor in Babylon”, 1918). La sala del trono de Nabucodonosor estaba igualmente decorada con magní­ficas cenefas geométricas sobre ladrillos esmaltados. El mismo zigurat del rey se hallaba en el recinto del templo. Según Herodoto, tení­a ocho pisos, pero sólo queda el primero. Así­, la arqueologí­a nos ilustra perfectamente la Babilonia descrita por la Palabra de Dios, y, junto con las inscripciones, nos documenta el carácter de aquel Nabucodonosor que dijo, en un arranque de soberbia; “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” Bibliografí­a: Boutflower, C.: “In and Around the Book of Daniel” (Kregel Pub., Grand Rapids, Michigan 1923/77); Presedo, F.: “Babilonia”, en Gran Enciclopedia Rialp; Wilson, R. D.: “Studies in Ihe Book of Daniel” (Baker Book House, Grand Rapids 1917/1979).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[012]
Rey babilónico, hijo de Nabopolasar, que gobernó entre 604 y 562. Su nombre Nabukudurriussur (Nabo protege al hijo) indicaba su dependencia. Pero fue un gran rey, guerrero, constructor y organizador del imperio neobabilónico.

El año 597, al volver victorioso de una campaña contra Egipto, conquistó Jerusalén y llevó cautiva a una parte importante de la población, entre ellos al profeta Daniel; y en una segunda campaña en el 586 apresó al rey Joaquí­n, después de haber destruido la ciudad.

Por eso el nombre de este Rey quedó asociado siempre al castigo de Israel y a la cautividad de Babilonia.

No se le debe confundir con otro Nabucodonosor, aludido en el libro de Judith, del cual se puede afirmar que tal vez sea una ficción de nombre, como metafórico es todo el relato de este libro bí­blico.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El rey de la ciudad de Babilonia (605–562 a.C.) frecuentemente mencionado por los profetas Jeremías, Ezequiel, y Daniel, y en la historia de los últimos días de Judá. Su nombre en heb. (neḇuḵaḏre˒ṣṣar) es transliteración del bab. Nabu-kudurri-uṣur, que significa quizá “Nabu ha protegido los derechos de sucesión”. La versión heb. alternativa (neḇuḵaḏre˒ṣṣar; cf. gr. Nabojodonosor) es una forma no desacertada del nombre (ZA 65, 1975, pp. 227–230).

Según la Crónica babilónica este hijo del fundador de la dinastía caldea, Nabopolasar, primeramente comandó el ejército bab. como “prícipe heredero” en las luchas en el N de Asiria en el 606 a.C. Al año siguiente derrotó a Necao II y a los egipcios en Carquemis y Hamat (2 R. 23.29s; 2 Cr. 35.20ss; Jer. 46.2). En esta época conquistó la totalidad de Hatti” (e. d. Siria y Palestina, así la Crónica bab.; 2 R. 24.7; Jos., Ant. 10.86). Daniel se encontraba entre los rehenes tomados a Judá (Dn. 1.1), donde Joacim se encontraba en su cuarto año de reinado (Jer. 36.1). Estando en el campo de lucha Nabucodonosor se enteró de la muerte de su padre y emprendió el regreso a través del desierto a reclamar el trono babilónico, al que ascendió el 6 de setiembre del 605 a.C.

Al año siguiente, el primero de su reinado, Nabucodonosor recibió tributo en Siria de los reyes de Damasco, Tiro, Sidón, y otros, entre ellos Joacim, que habría de permanecer como fiel vasallo por sólo 3 años (2 R. 24.1; Jer. 25.1). Ascalón se negó y fue saqueada. En la campaña del 601 a.C. los babilonios fueron derrotados por Egipto, tras lo cual Joacim transfirió su lealtad, a pesar de la advertencia de Jeremías (27.9–11), a los vencedores. Cuando reconstituyó su ejército Nabucodonosor asaltó a las tribus árabes de Cedar y el E del Jordán en 599/8 a.C., como lo había predicho el mismo profeta (Jer. 49.28–33), como preparación para subsiguientes represalias contra Joacim y Judá (2 Cr. 36.6). Así en su séptimo año Nabucodonosor “marchó a Palestina y sitió la ciudad de Judá, la que capturó el segundo día del mes de Adar” (= 16 de marzo del 597 a.C.). Luego “se apodero de su rey y designó a un rey de su propia elección, habiendo recibido un fuerte tributo que mandó a Babilonia” (Crónica bab. M.B. 21946). Esta captura de Jerusalén y su rey Joaquín (hijo y sucesor de Joacim), la elección de Matatías-Sedequías como su sucesor, y la toma de botín y prisioneros, conforman el tema del relato que se registra en 2 R. 24.10–17. Nabucodonosor llevó los vasos del templo al templo de Bel-Marduk en Babilonia (2 Cr. 36.7; 2 R. 24.13; Esd. 6.5). Los cautivos tomados en Judea fueron trasladados alrededor del mes de abril del 597, en “la primavera del año” (°vm, 2 Cr. 36.10), que marcaba el comienzo de su octavo año de reinado (2 R. 24.12). Joaquín y otros cautivos judíos se mencionan en inscripciones de Babiloma fechadas en los años de este rey babilónico (ANET, pp. 308; DOTT, pp. 83–86).

En el 596 a.C. Nabucodonosor luchó contra Elam (así tamb. Jer. 49.34), y al año siguiente dominó una rebelión en su propio país. A partir de entonces faltan los textos históricos bab., pero en sus años 17º-19º volvió a hacer campañas en el O. Desde su cuartel general en Ribla dirigió las operaciones que condujeron al saqueo de Jerusalén en el 587 a.C. y la captura del rebelde Sedequías (Jer. 39.5–6; cap(s). 52). Por un tiempo el sitio fue levantado, cuando Apries, sucesor de Necao II de Egipto, invadió Fenicia y Gaza (Jer. 47.1). En el 23º año de Nabucodonosor (582) se ordenó una nueva deportación de judíos a Babilonia (Jer. 52.30). Por este tiempo también se llevó a cabo el sitio de *Tiro, de trece años de duración (Ez. 26.7).

Un texto bab. fragmentario relata la invasión de Nabucodonosor a Egipto en 568/7 a.C. (cf. Jer. 43.8–13). Ya que es poco lo que se conoce todavía sobre los últimos treinta años de su reinado, no hay corroboración de su ataque de locura ocurrido durante 7 meses (o “tiempos”), que se registra en Dn. 4.23–33. Con la ayuda de su mujer Amitis, emprendió la reedificación y el embellecimiento de su capital Babilonia. Siendo hombre religioso, reedificó los templos de Marduk y Nabu con muchos santuarios en la ciudad de *Babilonia, y proporcionó ofrendas y vestimentas para las estatuas divinas en forma regular (cf. la imagen de oro de Dn. 3.1). También restauró templos en Sippar, Marad y Borsippa, y se jactó de sus logros, especialmente en los dos muros de defensa, la puerta de Istar, el zigurat, y la vía sagrada para las procesiones, que atravesaba su propia ciudad, a la que proveyó de canales nuevos (Dn. 4.30). Algunas de sus obras arquitectónicas fueron catalogadas entre las siete maravillas del mundo. Herodoto designa tanto a Nabucodonosor como a Nabonido (556–539) con el nombre de Labineto. Nabucodonosor murió en agosto-setiembre del 562 a.C. y fue sucedido por su hijo Amel-Marduk (* Evil-Merodac).

Bibliografía. C. F. Pfeiffer, “Caldea, caldeos”, °DBA, pp. 173–176; W. Keller, Y la Biblia tenía razón, 1958, pp. 287ss; J. Bright, La historia de Israel, 1970, pp. 335ss; J. S. Croatto, “Nabucodonosor”, °EBDM, t(t). V, cols. 410–416.

D. J. Wiseman, Chronicles of Chaldaean Kings, 1956; A Malamat, “A New Record of Nebuchadnezzar’s Palestinian Carnpaigns”, IEJ 6, 1956, pp. 246–256.

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

La forma babilónica del nombre es Nabu-kudurri-usur, la segunda parte de la cual es interpretada como “O Nebo, defiende mi corona”, o “tiara”, “imperio”, “límite”, “obras”). El nombre original ha sido mas o menos alterado en las interpretaciones hebreas, griegas, y latinas, de las cuales derivan las formas modernas en castellano, Nabucodonosor, Nebucadnezzar y Nebucadrezzar. En forma general, Nabucodonosor aparenta ser la más cercana a la pronunciación babilónica original que Nebucadrezzar y especialmente Nebucadnezzar ( A.V., Ezra, ii, 1) tomado de la interpretación del los Masoréticos, y estaría todavía más cercana si la “r” fuera restaurada al segundo elemento donde “n” se ha insertado. Dos reyes con este nombre se sabe que gobernaron Babilonia.

Nabucodonosor I ( c. 1152-1124 AC )

El más famoso monarca de la dinastía de Pashi o Isin. Un príncipe de inagotable energía, él condujo a la victoria a los ejércitos Caldeos al oriente y al poniente, contra los Lulubi, Elam, y Asiria, y a pesar de ser derrotado en dos ocasiones por el rey Asirio, Ashur-resh-ishi, prevaleció en detener por algún tiempo la caída del primer Imperio Babilónico ( ver Babilonia, II, 183).

Nabucodonosor II (c. 630-562 AC)

Se le menciona frecuentemente en varias partes de las Sagradas Escrituras, y reclamará aquí nuestra especial atención. Era el hijo mayor de Nabopolazar, el restaurador Caldeo de la independencia Babilónica. Su largo reinado de cuarenta y tres años (c. 605-562 AC) marca el zénit de la grandeza alcanzada por segundo Imperio Babilónico de breve duración (625-538 AC). Aunque poseemos largas inscripciones de Nabucodonosor, éstas sin embargo tratan principalmente con el recuento de sus empresas arquitectó-nicas, nuestro conocimiento de su historia es incompleto, y debemos depender de información de la Biblia en su mayor parte, Beroso, y los historiadores griegos. De las guerras que condujo antes o después de su ascenso al trono de su padre, no necesitamos mencionarlas aquí: su recuento puede ser leído en esta Enciclopedia, II, 183-84; sólo debe enfatizarse que después que los Cimerios y Escitas fueron definitivamente aplastados, todas sus expediciones se dirigieron en dirección oeste, a pesar de que un poderoso vecino se encontraba en el Norte; lo que permitió esto fué un sabio matrimonio político con Amuhia, la hija del rey Medo, que aseguró una paz duradera entre los dos imperios. Nabucodonosor estaba aparentemente más orgulloso de sus construcciones que de sus victorias militares. Durante el último siglo de la existencia de Nínive, Babilonia había sido grandemente devastada, no sólo a las manos de Senaquerib y Azurbanipal, sino también como resultado de siempre renovadas rebeliones. Nabucodonosor, continuando la obra de reconstrucción de su padre, se concentró en hacer de su capital una de las maravillas del mundo. Antiguos templos fueron restaurados; nuevos edificios de increíble magnificencia (Diódoro de Sicilia, II,95; Herodoto,I,183)fueron levantados a las múltiples deidades del panteón Babilónico; para concluir el palacio real iniciado por Nabopolazar, nada se escatimó, ni siquiera “madera de cedro, ni bronce, oro, plata, raras y piedras preciosas”; un pasaje subterráneo y un puente de piedra conectaba las dos partes de la ciudad separada por el Eúfrates; la misma ciudad era inexpugnable por la construcción de una triple línea de murallas.

Tampoco la actividad de Nabucodonosor se confinó a la capital; se le acredita con la restauración del Lago de Sippar, la apertura de un puerto en el Golfo Pérsico, y la construcción de la famosa muralla Meda entre el Tigris y el Eúfrates para proteger el país de incursiones provenientes del Norte: de hecho, son escasos los sitios alrededor de Babilonia donde su nombre no aparezca y donde trazos de su actividad no se encuentren. Estas gigantescas empresas requerían de inumerables obreros: de la inscripción del gran templo de Marduk (Meissner, “Assyr. Studien”, II, in “Mitteil. der Vorderas. Ges.”, 1904, III), podemos inferir muy probablemente que cautivos traídos de varias partes de Asia Occidental constituían la mayoría de la fuerza laboral utilizada en todas sus obras públicas. De inscripciones de Nabucodonosor y de los templos levantados o restaurados por este príncipe se percibe que era un hombre muy devoto. Lo que sabemos de su historia lo muestra poseedor de una humana disposición, en marcado contraste con la deliberada crueldad de muchos de los soberanos asirios de alma endurecida. Es debido a esta moderación que Jerusalén fue perdonada repetidamente, y finalmente destruida sólo cuando se volvió una necesidad política; príncipes rebeldes obtenían el perdón con facilidad, e incluso Sedecías, cuya ingratitud al rey Babilonio fue particularmente odiosa, pudo, de haber manifestado menos obstinación, haber sido tratado con mayor indulgencia ( Jer., xxxviii, 17,18); Nabucodonosor mostró mucha consideración a Jeremías, dejándolo en libertad de acompañar a los exiliados a Babilonia o de permanecer en Jerusalén, y designando a uno de los amigos del Profeta, Godolías, como prefecto de Jerusalén; el otorgó en misma forma tal grado de libertad a los judíos exiliados que algunos alcanzaron posiciones prominentes en la Corte y Baruc consideró como un deber exhortar a sus paisanos a tener en el corazón el bienestar de Babilonia y orar por su rey. La tradición babilónica menciona que hacia el final de su vida, Nabucodonosor, inspirado desde lo alto, profetizó la inminente ruina del Imperio Caldeo ( Beroso y Abideno en Eusebio, “Praep. Evang.”, IX,xli). El Libro de Daniel (iv) registra com Dios castigó la soberbia del gran monarca. Acerca de este misterioso castigo, que algunos consideran como un ataque de la locura llamada lican-tropía , así como el interregno que debió haber provocado, los anales Babilónicos se mantienen en silencio, o al examinar documentos para encontrar trazos del referido interregno ( ver Oppert, “Expédit. en Mésopot.” I, 186-187; Vigouroux, “La Bible et les découvertes modernes”, IV, 337). Nabucodonosor murió en Babilonia entre el Segundo y sexto mes del cuadragésimo-tercer año de su reinado.

Nota del traductor: Los años mencionados de vida de Nabucodonosor II se han corregido del texto en inglés enviado que repite los mismos de Nabucodonosor I , esto se puede confirmar al leer los datos calendáricos en el texto inicial de Nab II. Los nombres en castellano de los personajes citados toman de los nombres con la SS del inglés en la forma de Z en castellano. Los nombres de personajes y lugares se han cotejado con su correcta forma castellana cotejando contra los escritos en La Sagrada Biblia ( de la Vulgata Latina al Español ), con revisión del Obispo de Astorga, Mons. Félix Torres Amat.

Acerca de Nabucodonosor II ver Records of the Past, 1st ser., V, 87, 111; VII, 69, 73; XI, 92; 2nd ser., III, 102; V, 141; Proceedings of the Society of Bibl. Archaeol, X, 87, 215, 290 sqq.; XII, 116, 159 sqq, SCHRADER-WHITEHOUSE, The Cuneiform Inscr. and the Old Testament, II, 47-52, 115, 315 etc.; POGNON, Les inscriptions babyloniennes de Wadi-Brissa (Paris, 1888); MENANT, Babylone et la Chaldée, 197-248; MASPERO, Histoire ancienne des peuples de l’Orient: Les empires (Paris, 1904), 517-66, 623-43; VIGOUROUX, La Bible et les découvertes modernes (Paris, 1898), IV, 141-54, 244-338; PANNIER in VIGOUROUX, Dict. de la Bible, s. v.; SCHRADER, Keilinschriftliche Bibliothek, III, part ii, 10-71, 140-41; IV, 180-201.
CHARLES L. SOUVAY
Transcrito del francés por Fr. Paul-Dominique Masiclat, O.P.
Traducido Edmundo B Durell.

Fuente: Enciclopedia Católica