PALACIO

v. Casa, Habitación, Morada
Psa 45:8 tus vestidos; desde p de marfil te recrean
Psa 45:15 serán traídas .. entrarán en el p del rey
Psa 48:3 en sus p Dios es conocido por refugio
Psa 48:13 considerad .. su antemuro, mirad sus p
Psa 69:25 sea su p asolado; en sus tiendas no haya
Psa 122:7 muros, y el descanso dentro de tus p
Son 8:9 muro, edificaremos sobre él un p de plata
Amo 6:8 abomino .. de Jacob, y aborrezco sus p
Luk 11:21 el hombre fuerte armado guarda su p


Palacio (heb. y aram. hêkâl, en principio “templo”, pero se aplica al palacio; bîrâh, “fortaleza”, “palacio”; ugar. hkl, un extranjerismo a través del ac. ekallum procedente del sum. EGAL, “casa grande”; gr. aule’, “patio” o “palacio; praitorion). Residencia de un rey y de su corte, incluyendo su familia. Los palacios antiguos generalmente tení­an cámaras privadas (que albergaban el harén e incluí­an las habitaciones para el rey), edificios públicos (que contaban con la sala del trono, en el que se celebraban las audiencias o se recibí­an a los embajadores extranjeros), y un recinto en el que el rey aparecí­a en público para juzgar u observar los desfiles. Generalmente habí­a también una tesorerí­a y un depósito de armas, y algunos de ellos tení­an una sala para banquetes. Eran estructuras sencillas, tipo fortaleza, de dimensiones modestas como el palacio de Saúl; o la aparentemente más compleja “casa de cedro” del rey David en Jerusalén (2Sa 7:1, 2; que habrí­a sido la ciudadela de los jebuseos [5:9]); o estructuras más elaboradas como las del rey Salomón (1Ki 7:1). Véanse Gabaa 2; Pretorio. 391. Vista aérea del gran palacio de Zimri-Lim en Mari. 392. Recontrucción artí­stica del palacio del rey Sargón II en Khorsabad. Aunque la Biblia no nos proporciona los planos ni la apariencia general o las funciones de los edificios del palacio de Salomón (1 R. 7:1-9), las evidencias arqueológicas obtenidas de muchas ruinas palaciegas nos ayudan a reconstruirlos, hasta cierto punto. De este modo, se puede identificar con certeza razonable el propósito de varias unidades de su palacio. Por causa de sus numerosas esposas y concubinas (1Ki 11:1-3) habrá tenido un gran edificio para el harén. Además, construyó un palacio 882 separado para la más honrada de sus esposas, la princesa egipcia (7:8). Este debió haber estado junto a sus habitaciones privadas, que probablemente estuvieron detrás de la “Sala del juicio”, una estructura de la que no se registran detalles, excepto que habí­a sido terminada en cedro (vs 7, 8). La “Sala de las columnas” habrí­a sido el recinto del trono; allí­ se recibí­an a los embajadores y se realizaban otros actos importantes. Medí­a unos 50 x 30 codos (25 x 15 m, aproximadamente), y tení­a un vestí­bulo de columnas con un dosel por delante (v 6). La “casa del bosque del Lí­bano”, así­ llamada por sus 45 columnas de cedro, probablemente era la sala de armas y la tesorerí­a (10:17, 21). Era un edificio grande, pues medí­a 50 x 100 codos (aproximadamente 25 x 50 m). No es seguro si habí­a 3 hileras de 15 columnas en 3 filas paralelas, o estaban frente a 3 paredes alrededor de un patio abierto (7:2-5). Tampoco es claro dónde estaba el trono, exquisitamente adornado (10:18-20). Como la “casa del bosque del Libano” se menciona antes y después de la descripción del trono (vs 17, 21), algunos comentadores han pensado que se hallaba en este edificio, mientras que otros lo ubican en la “Sala del juicio” y la “Sala de las columnas”. Las 3 últimas estructuras mencionadas, como eran edificios públicos, quizás estaban agrupadas al rededor de un patio cuadrangular, y todo ello encerrado por un muro que lo separaba de los aposentos reales y del complejo del templo. Una puerta conectaba el palacio con el área del templo (2Ch 23:14, 15; 2Ki 11:6, 13, 15, 16). Las excavaciones de las ciudades reales generalmente revelan sólo los cimientos de los antiguos palacios. Esto ocurrió en Ní­nive, Khorsabad, Cala, Mari y Babilonia, en Mesopotamia; en Tebas y Amarna, en Egipto; y en Boghazöy, una ciudad real de los hititas. La única excepción son los de Persépolis, donde muchos marcos de puertas y ventanas aún están en pie. Otros términos traducidos como “palacio” son el heb. bêth hamelek, “casa del rey” o “palacio real”; *armôn, “ciudadela”, “castillo” o “palacio” (se refiere tanto a una sección fortificada del palacio real [1Ki 16:18; 1 2Ki 15:25], como también a Sion [Psa 48:3, 13]); bâyith, “casa”; harmôn, “palacio” (Amo 4:3); tîrâh, “campamento” o “recinto reservado” para los jefes y prí­ncipes; ‘appeden (del antiguo persa apadana), “tiendas palaciegas”; bîthân, de origen oscuro pero que equivale y es traducido como “palacio”.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

ver CASA

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

El vocablo hebreo armon, señalaba a un lugar fortificado que se usaba como residencia real. Se traduce también como castillo. †¢Zimri, al ver †œtomada la ciudad, se metió en el p. de la casa real, y prendió fuego a la casa consigo, y así­ murió† (1Re 16:18). Otra palabra es bira, que se traduce como p., castillo, fortaleza, etcétera. Se refiere a una construcción o un conjunto de ellas, que sirve de morada para dignatarios, reyes, generales y personajes de importancia. Se utiliza más en el perí­odo postexí­lico (Esd 4:14; Neh 2:8; Est 1:5; Dan 1:4).

Como lugar de la residencia real, el p. era defendido con muchas fortificaciones, puesto que en caso de guerra servirí­a de refugio no sólo para el rey y su familia, sino también para sus amigos más cercanos. En el caso de Salomón, éste construyó una serie de edificios, entre ellos †œsu casa, y la casa de Jehovᆝ, rodeando todo el conjunto con una muralla, haciéndolo de esa manera una verdadera ciudadela (1Re 3:1). Lo mismo hicieron otros reyes israelitas, como lo demuestran las excavaciones en Samaria, Meguido y otros lugares.
el p. era el lugar más fuerte de la ciudad, los profetas, al hablar de su destrucción, mencionan los p. (†œLevantaron sus fortalezas, edificaron sus p.; él la convirtió en ruinas† [Isa 23:13]; †œ… yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los p. de Jerusalén, y no se apagarᆝ (Jer 17:27).
el NT, la palabra es basileios. Aparece en la declaración del Señor sobre Juan el Bautista (†œMas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí­, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los p. de los reyes están† [Luc 7:25]).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CONS ARQU

vet, David ocupaba una residencia real en Jerusalén (2 S. 5:9; 7:1, 2), pero el primer gran palacio en esta ciudad fue el construido por Salomón (1 R. 7:1-12). Su construcción duró trece años, en tanto que la del Templo se llevó a cabo en siete años (1 R. 6:38; 7:1). “La casa del bosque del Lí­bano” (1 R. 7:2-5) era una de las partes del conjunto, y recibí­a este nombre a causa de sus numerosas columnas de cedro. Medí­a cien codos de longitud (alrededor de 46 m.), cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura; sus muros eran de piedra sólida. En el interior de esta casa se levantaban cuatro hileras de columnas de cedro; es posible que cada hilera formara una pared. Habí­a un patio interior delimitado por columnas que tení­a algo más de ochenta codos de longitud y alrededor de treinta de anchura. Es posible también que las columnas hubieran estado dispuestas en dos dobles hileras en sentido longitudinal con respecto al cuerpo del edificio, dejando un patio central. Salí­an unas vigas de las columnas a las paredes, sosteniendo tres pisos de estancias, y que miraban sobre el patio interior. La casa del bosque del Lí­bano serví­a a la vez de arsenal y de tesorerí­a (1 R. 10:17, 21; Is. 22:8), y puede ser que también para otros fines. El conjunto del gran palacio tení­a un “pórtico de columnas” (1 R. 7:6), que serví­a de antesala, y que medí­a cincuenta codos por treinta. Habí­a una escalinata y un pórtico que le precedí­an. Es posible que se tratara de la entrada principal del palacio. A continuación vení­a el “pórtico del trono” (1 R. 7:7), la sala en la que el rey aplicaba justicia, abierta en su parte anterior; esta sala estaba probablemente cerrada en los otros tres lados por sólidos muros con puertas, pero no ventanas. Allí­ se hallaba el gran trono de marfil, recubierto de oro puro (1 R. 10:18-20). La casa del bosque del Lí­bano, la sala del trono, el pórtico de columnas, se hallaban posiblemente dispuestas por encima de un patio rectangular. Detrás de la sala de justicia y del trono se hallaban las estancias privadas del rey; es posible que su entrada principal fuera por esta misma sala. El rey pronunciaba, así­, los juicios y concedí­a sus audiencias a la puerta de su palacio. Este patio real, adornado de flores y de fuentes, estaba rodeado de un a modo de claustro. Según Josefo, la casa de la hija de Faraón (1 R. 7:8) estaba muy cercana a la sala del trono (Ant. 8:5, 2). Estos diversos edificios constituí­an el palacio de Salomón, cuyo estilo recordaba el de las mansiones principescas del Asia occidental. Las excavaciones arqueológicas han revelado las ruinas de residencias reales asirias, babilónicas y persas, datando de esta época. El libro de Ester contiene alusiones al palacio del rey de Persia en Susa (Est. 1:5, 6, 9; 2:3, 14; 5:1, 2; 7:7). Estos pasajes nos permiten concebir algo de la elegancia y belleza del palacio de Salomón.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[060]
Vivienda de persona rica y sí­mbolo tradicional de opulencia, poderí­o y preeminencia social. Palacio es diferente de casa grande o rica, aunque lo normal es que sea lo uno y lo otro.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Casa destinada para residencia de los reyes; edificio de grandes dimensiones y generalmente suntuoso que sirve de residencia a un gran personaje, sea un rico o un noble. (Da 4:4; Lu 11:21; véase PALACIO DEL GOBERNADOR.) Una de las palabras hebreas para palacio es heh·kjál, y a menudo se aplicó al templo como morada del Señor Soberano Jehová. (1Sa 1:9; 1Re 6:3; Esd 5:14; Da 5:3.) Los palacios de la antigüedad solí­an ser fortalezas semejantes a castillos, con muros almenados y puertas macizas. (Ne 1:1; Est 1:2.) Los espaciosos patios y lujosos jardines privados, habituales en los palacios, daban esplendor real y belleza a sus terrenos. (Est 1:5.)
La Biblia menciona los palacios de Asiria (Na 1:1; 2:6), Babilonia (2Re 20:18; 2Cr 36:7; Isa 39:7; Da 1:4; 5:5) y Persia (Esd 4:14; Est 7:7, 8). Se dice que los de Babilonia eran †œpalacios de deleite exquisito†. (Isa 13:22.) No obstante, uno de los palacios más espléndidos del mundo antiguo, a juzgar por la impresión que le causó a la reina de Seba, fue el que edificó Salomón. (1Re 10:4, 5.)
El palacio de Salomón, erigido sobre el monte Moria, al S. del templo, solo fue una de las diversas construcciones gubernamentales de esta zona, que en conjunto tardaron en construirse unos trece años. En este complejo real se encontraban los siguientes edificios: †œla Casa del Bosque del Lí­bano†, †œel Pórtico de las Columnas† y el †œPórtico del Trono†. Además del palacio del rey, también habí­a una casa especial para la hija de Faraón, una de las muchas esposas de Salomón. (1Re 7:1-8.)
La descripción que tenemos del palacio de Salomón es muy breve comparada con los detalles del templo palaciego. Sin embargo, el tamaño de las piedras de fundamento indica que tuvo que ser una estructura impresionante. La longitud de estas piedras era en algunos casos de 8 codos (3,6 m.) y en otros, de 10 codos (4,5 m.); su anchura y grosor debieron ser proporcionales, por lo que pesarí­a muchas toneladas. Los muros estaban formados por piedras costosas labradas cuidadosamente conforme a medidas especí­ficas, tanto en la superficie interior como en la exterior. (1Re 7:9-11; compárese con Sl 144:12.)
Cuando en el Salmo 45 el salmista hizo referencia al †œmagní­fico palacio de marfil†, tal vez tuviera presente la decoración y el mobiliario del palacio de Salomón. El escritor inspirado de Hebreos aplica las palabras de este salmo a Jesucristo, el Rey celestial. (Sl 45:8, 15; compárense los vss. 6 y 7 con Heb 1:8, 9; Lu 4:18, 21.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. aule (aujlhv, 833), patio, morada, palacio; véase PATIO. 2. basileios (basivleio”, 933), adjetivo que significa “regio”, significa, en el plural neutro, palacio real. Se traduce “palacios de los reyes” (Luk 7:25). Un posible significado alternativo es “entre cortesanos o personas regias”. Véanse REAL, REGIO, REY.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Este término designa al gran edificio residencial, o grupo de edificios, que ocupaban el gobernante y su personal administrativo. Durante la monarquía israelita al centro administrativo se le llamaba ˒armôn, °vrv2, “palacio”, “alcázar”; °nbe tamb. “castillo”; °bj, además, “ciudadela”, “suelo”. Gran parte de la riqueza de la nación se guardaba en la ciudadela. En consecuencia, su captura era el objetivo de las conquistas, por lo que se construían fortificaciones sustanciales alrededor de la ciudadela para que el rey y el remanente leal de su ejército pudieran resistir la captura, aun cuando hubiera caído el resto de la capital. Al predecir la caída de las naciones, los profetas específicamente se refieren a las fortalezas o ciudadelas de *Babilonia (Is. 25.2), *Jerusalén (Is. 32.14; Jer. 6.5; 9.21; 17.27; Am. 2.5), Damasco (Jer. 49.27; Am. 1.4), y Edom (Is. 34.14; Am. 1.12). Amós también habla de la destrucción de las ciudadelas de Gaza (1.7), Tiro (1.10), Rabá (1.14), Moab (2.2), y *Samaria (3.11).

En Zinjirli (la antigua Samal) se excavó una de las ciudades más completas de Siropalestina, que se usó entre ca. 900 y 600 a.C. En ellas, tres palacios y numerosos depósitos estaban rodeados por muros y torres, y era posible ingresar en el complejo solamente después de atravesar dos puertas. En Palestina, sólo se han encontrado restos de la ciudadela de *Samaria, y estos escasos. El rey *Joacim construyó una ciudadela similar, pero más pequeña, en Ramat Rahel, y probablemente sea la que menciona Jeremías (22.13–14). Al igual que en Samaria, la ciudadela estaba fortificada con un muro de casamata construido de mampostería rectangular, y dentro del muro había un gran patio, un almacén, y un palacio.

Las excavaciones han revelado que en la época de Salomón, *Hazor y *Meguido tuvieron edificios administrativos dentro de las zonas de las ciudadelas. Salomón eligió un sistema similar en Jerusalén, donde la ciudadela abarcaba el *Templo, el palacio del rey (1 R. 3.1), la “casa del bosque del Líbano” (1 R. 7.2–5), salones y pórticos (7.6–7), un palacio para la hija del faraón (7.8; 9.24) y atrios (7.12). Uno de los grandes edificios de Meguido, que probablemente se deba a Salomón, fue reconstruido a modo de bı̄t-hilāni (* Pórtico), estilo de palacio que aparentemente fue adoptado en el pórtico de columnas y en el pórtico del trono en Jerusalén (1 R. 7.6–7). La “casa del bosque del Líbano” era un salón hipóstilo de 100 x 50 codos. Tenía por objeto, en parte, mostrar la riqueza del reino (1 R. 10.17), pero no resulta claro si también sirvió como salón de banquetes, como lo sugerirían algunos de los objetos allí contenidos (10.21), casa de armas (Is. 22.8), o sala de entrada. La residencia real (bêṯ hammeleḵ) seguramente tendría varios pisos de altura, para que tuvieran suficiente espacio el rey, sus esposas, su familia, sus consejeros, y los sirvientes.

Aunque el término “gran casa” (heb. hêḵāl) normalmente se refiere a un templo, también se lo aplica a los palacios (así el ac. ekallu) cuando es el edificio principal de una ciudad. De esta manera se describe el palacio de *Acab en Jezreel (1 R. 21.1), el de los reyes asirios en Nínive (Nah. 2.6), y los de *Babilonia (2 R. 20.18; Dn. 4.4, 29, etc.) y Susa (Ez. 4.14). En los palacios de Asiria, Babilonia y Persia estaba concentrada toda la administración de grandes imperios, y grandes cantidades de tributo. Además de oficinas y depósitos de armas, el complejo del palacio incluía los templos, lo que permitía al rey cumplir sus deberes religiosos a fin de asegurarse el favor de los dioses. Cada uno de los funcionarios principales tenía su propia residencia; en otras partes del palacio había escuelas (Dn. 1.4) para los príncipes, futuros funcionarios públicos, y sacerdotes. Se mostraba a los visitantes la riqueza del rey, por lo que los atrios públicos y los salones de estado se decoraban ricamente y tenían lujosos muebles. A veces había jardines de plantas exóticas dentro del palacio (Est. 7.7–8).

Después del exilio a veces se llamaron fortalezas a los palacios (arm. bı̂râ); de este modo se describen los palacios de Jerusalén (1 Cr. 29.1, 19; Neh. 2.8; 7.2), Susa (Dn. 8.2; Neh. 1.1; Est. 1.2, 5, etc.) y Ecbatana (Esd. 6.2). Daniel (11.45) menciona la residencia del rey del N como ˒appeḏen (°vrv2 “tiendas de su palacio”; °nbe “tienda ; °vm “pabellones palaciales”), que es similar al antiguo término persa (apadāna), que significa salón encolumnado, caso en el que puede indicar grandes tiendas con muchos soportes.

El palacio (aulē) del sumo sacerdote (Mt. 26.3; Jn. 18.15) era, probablemente, una gran residencia helenística construida alrededor de patios con columnas. Jesús habla de la necesidad de guardar un palacio de esta clase que contenga riquezas (Lc. 11.21). *Herodes el Grande construyó palacios en Jerusalén, *Maqueronte, *Jericó, el Herodión cerca de Belén, y Masada. En Jerusalén construyó un palacio muy fortificado con tres torres, llamadas Hípico, Fasael y Mariamne, al lado de la puerta del ángulo. Este edificio forma el fundamento de la actual ciudadela. Había dos palacios en Masada, que han sido excavados y parcialmente restaurados. El palacio del N tiene una singular ubicación sobre la cara del acantilado de la cima plana de la montaña, que fue fortificada por Herodes.

Los palacios, o ciudadelas, representan las fortunas de una nación en el AT. El palacio de la nación fiel tiene paz (Sal. 122.7); mientras que el de la nación impía es destruido (Jer. 17.27; Am. 2.5), y se vuelve desierto (Is. 34.13–14).

Bibliografía. M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976, pp. 159ss; J. M. Fenasse, “Palacio”, °EBDM, t(t). V, cols. 792–807; R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985; G. E. Wright, Arqueología bíblica, 1975.

D. Ussishkin, “King Salomon’s Palaces”, BA 36, 1973, pp. 78–105; G. Turner, “The State Apartments of the Late Assyrian Palaces”, Iraq 32, 1970, pp. 177–213.

C.J.D.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico