RUT

Rut (heb. Rûth, tal vez “amiga [amistad]”; gr.Rhóuth). Moabita, nuera de Noemí­. Se casó con Mahlón, el hijo de Elimelec y Noemí­, mientras estaba refugiado con su familia en la tierra de Moab por una severa hambruna en Judá, su tierra natal (Rth 1:1,2; 4:10). Luego de la muerte de Elimelec -Mahlón y Quelión- Noemí­ y sus nueras viudas (Rut y Orfa) salieron para regresar a Belén, en la tierra de Judá (1:6,7). Orfa fue persuadida a quedarse en Moab, pero Rut, en un supremo acto de lealtad y devoción a su suegra, se fue con Noemí­ a Belén (vs 11-18). Llegaron a Belén en el momento de la cosecha de la cebada (v 22), quizás a comienzos de abril, y Rut salió a espigar en los campos (de acuerdo con la ley de Moisés, lo que los cosechadores pasaban por alto se destinaba a los pobres; 2:2,3; Lev 19:9,10; 23:22). Providencialmente, fue a un campo que pertenecí­a a Booz, un pariente de Elimelec, quien tomó nota especial de ella y le extendió favores especiales 1015al saber que era nuera de Noemí­, por causa de su fidelidad a su suegra y, sin duda, también por sus modales agradables. Una costumbre, basada en la ley del levirato (Deu 5:5-10; cf Rth 1:11-13), exigí­a que el pariente más cercano de Mahlón se casara con Rut, se transformara en su heredero legal y perpetuara la herencia familiar del muerto (cp 4:3,4,9). Sin embargo, tení­a el derecho de excusarse (Deu 25:7-10), lo que sucedió en este caso. Al rehusar aceptar la responsabilidad el familiar más próximo (Rth 4:6), ésta recayó en Booz (vs 7, 8), quien asumió formalmente los privilegios y los deberes que le competí­an como heredero legal de Elimelec, incluso el casamiento con Rut (vs 9,10). De esta unión nació Obed, el abuelo de David y uno de los progenitores de Cristo (vs 13,21,22). De esta manera, Rut es honrada con la inclusión de su nombre en la genealogí­a de Jesucristo que registra Mateo (Mat 1:5). Rut, Libro de. Narración épica e idilica de acontecimientos transcurridos durante el perí­odo de los jueces. En el canon* hebreo, Rut* aparece en los Megîllôth, “Cinco Rollos”, junto con Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones y Ester. Los Megîllôth formaban parte de la 3ª división del canon, los Hagiógrafos o Escritos. I. Autor. Según la tradición judí­a, registrada en el Talmud, el libro fue escrito por el profeta Samuel. II. Ambientación. Las palabras iniciales del libro -“En los dí­as que gobernaban los jueces” (Rth 1:1)- implicarí­an que se escribió después del fin de ese perí­odo de la historia hebrea. Los eruditos crí­ticos, tanto judí­os como cristianos, fechan su redacción en los tiempos postexí­licos, principalmente en vista de que aparece en la 3ª sección del canon hebreo -lo que supondrí­a una composición tardí­a-, y porque contiene algunas expresiones arameas postexí­licas. Estos argumentos no son definitivos. Se debe recordar que el canon hebreo en su forma actual es de origen comparativamente tardí­o, por lo que la posición asignada a Rut no es una indicación concluyente del tiempo de su composición. La presencia de ciertas palabras de origen arameo también en documentos preexí­licos, es una irrefutable demostración de la invalidez de la pretensión de que esas palabras demuestran una datación postexí­lica. Las expresiones gemelas “en los dí­as que gobernaban los jueces” (1:1) y “desde hací­a tiempo” (4:7) no pueden ser manipuladas como una indicación de origen postexí­lico, ya que no indican más que algún momento después del fin del perí­odo de los jueces sin especificar cuánto después. Puesto que la genealogí­a con que concluye el libro (vs 18-22) termina con David, es muy razonable suponer que el libro fue escrito más o menos cuando comenzaba su reinado. Si ciertas expresiones arameas realmente demuestran que pertenecen exclusivamente a un tiempo posterior, puede indicar sólo que el libro no adquirió su forma literaria final hasta más tarde. Las aseveraciones cronológicas de 1:1 y 4:7 también se pudieron haber añadido después para ayudar a los lectores posteriores a entender algunas costumbres ya obsoletas que se mencionan en el libro. El cuadro de costumbres, sociedad y gobierno reflejado en el libro corresponde exactamente con lo que sabemos por otras fuentes acerca del perí­odo de los jueces. III. Tema y Contenido. Aunque arraigada en la historia, la narración de Rut es de calidad esencialmente idí­lica, emocional e inspiradora. El insuperable espí­ritu de devoción de Rut hizo que la historia registrada en el libro que lleva su nombre fuera digna de ser conservada, y, sin duda, la razón de su inclusión en el canon sagrado. Como una historia de afecto humano de la mejor clase, el relato de Rut no ha sido sobrepasado en la literatura. Su devoción a su suegra es más impresionante en vista de que ella era moabita, y que su decisión de permanecer con Noemí­ y regresar a Belén significaba abandonar su propia familia, su gente, sus costumbres y su anterior religión por otra nueva y, sin duda, en gran medida extraña para ella. Al registrar la conversión de una gentil a la fe hebrea y mostrar cómo alguien que no era de la descendencia de Israel llegó a ser antepasado de David, el mayor rey de Israel, se puede considerar que el libro era un llamado a la visión misionera de Israel como un estí­mulo para fomentar otras conversiones similares. La narración de cómo Noemí­ y Rut se sobrepusieron a la tragedia en su hogar, también ofrece ánimo a quienes hoy pasan por experiencias semejantes. El relato comienza con una explicación de las circunstancias que llevaron a Noemí­ y a su familia a la tierra de Moab, continúa con un breve informe de su vida allí­, y describe la elección de Rut de volver a Belén (Rth_1). De regreso al lugar, el narrador explica cómo Rut conoció a Booz (cp 2), preparando el escenario para su propuesta de matrimonio (cp 3) y el matrimonio mismo (4:1-17). Los versí­culos finales del libro (vs 18-22) muestran la relación de Rut con los antepasados del rey David (véase CBA 2:423-428). 1016

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

mujer moabita, figura central del libro homónimo. Al morir su marido, se trasladó a Belén con Noemí­, su suegra, y se casó con Booz, un rico hacendado. Su hijo Obed fue abuelo del rey David. Aparece en la genealogí­a del Mesí­as, Mt 1, 5-6, a pesar de haber sido gentil.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

libro de, libro del A. T.

El autor y la fecha exacta de redacción se desconocen. Se escribió en un tiempo posterior a los jueces porque incluye la genealogí­a de David, Rt 4, 17-22.

El libro es un antiguo relato cuya protagonista es Rut una mujer moabita. El relato es breve, tal vez basado en una historia popular antigua. Cuenta la historia de una familia de la antigua ciudad de Belén de Judá, conformada por Elimélek, su mujer Noemí­ y sus dos hijos Majlón y Quilión. La familia se refugia en el paí­s de Moab durante una hambruna. Majlón y Quilión contraen matrimonio con mujeres moabitas. Pero cuando mueren el padre y los dos hijos, Noemí­, la desconsolada madre, regresa a su hogar en Belén. Una de sus nueras, Rut, insiste en acompañar a Noemí­, Rt 1, 16-17. En Belén, Rut pronto atrajo la atención de Booz, un pariente de buena posición, de la familia de Elimélek, Rt 2, 1-4, 12. A pesar del hecho de que Rut era extranjera, el judí­o Booz contrae matrimonio con ella y se convierte en la bisabuela del rey David.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(brillante).

Mujer de Moab, no judí­a, que se casó con un judí­o. Fue muy fiel a su suegra, y fue la abuela de David, y ascendiente de Cristo: (Mat 1:5). El Libro de Rut cuenta su historia.

(más de 300, en Espanol e Inglés).

– De donde vino la reina que visitó a Salomón, 1Re 10:1, 1Cr 9:12.

– De donde vino uno de los 3 Reyes Magos, Sal 72:10, Isa 60:6, Mt.2.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Mujer moabita que enviudó de †¢Mahlón, hijo de †¢Elimelec y †¢Noemí­. Es la heroí­na del libro que lleva su nombre. Cuando Noemí­ decidió volver a tierra de Israel tras la muerte de sus dos hijos, R. decidió acompañarla. Viviendo en Belén como dos mujeres desamparadas, R. pidió a su suegra que le permitiera ir al campo de †¢Booz, un rico hacendado pariente del difunto Elimelec, para recoger las espigas que según la costumbre israelita se iban dejando para los huérfanos y las viudas. Así­ conoció a Booz, que le dio un buen trato. Al saberlo Noemí­, aconsejó a R. para que intentara que aquel hombre cumpliera con su obligación legal según la ley del levirato, casándose con ella. R. obedeció e hizo cuanto le fue ordenado. Pero Booz sabí­a de la existencia de otro pariente más cercano, por lo cual fue y le ofreció a éste la oportunidad de redimir las propiedades de Elimelec. Este pariente aceptó, pero cuando supo que la operación incluí­a un matrimonio con la moabita R., rehusó el privilegio a favor de Booz, quien heredó las tierras de Elimelec y se casó con R. De esa unión nació †¢Obed, que vino a ser el abuelo de David. De esta manera R. quedó entre los antepasados del Señor Jesús, quien era de la descendencia de David (Mat 1:5). †¢Rut, Libro de.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG MUJE MUAT

vet, Joven moabita que se casó al principio con Mahlón de Belén, hijo de Elimelec y de Noemí­. Mahlón habí­a ido a vivir a Moab con sus padres, a causa del hambre que se sufrí­a en Judá. Después de la muerte de Elimelec y de sus dos hijos, Rut abandonó Moab, acompañando a Noemí­, su suegra, a Belén. La muchacha moabita se dedicó a espigar en los campos de Booz, pariente de Elimelec, que la acogió con benevolencia. Según la costumbre, un pariente de Mahlón tení­a que casarse con la joven viuda. Booz la tomó como mujer una vez que un pariente más próximo de Noemí­ hubo renunciado al derecho de redención. El matrimonio entre Booz y Rut no tuvo lugar, estrictamente, en base a la ley del levirato expuesta en Dt. 25:7-10 (cfr. Rt. 1:11-13), ya que Booz no era hermano de Mahlón. Cuando la viuda de un hombre que hubiera muerto sin hijos y sin hermano querí­a vender su tierra, la costumbre exigí­a que el pariente más próximo o heredero del difunto rescatara el dominio de la viuda. La tierra quedaba así­ dentro de la familia. Pero la costumbre exigí­a asimismo que el pariente, siguiendo el principio del levirato, se casara con la viuda para no comprometer su propia heredad (Rt. 3:9; 4:5, 6). La asunción de estos deberes era considerada como un acto de generosidad y de lealtad hacia la familia. El primer hijo nacido de esta unión era considerado legalmente como hijo del difunto (Rt. 4:5, 10, 14, 17), y heredaba finalmente su propiedad en seguimiento de los derechos del primogénito.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Mujer moabita. Rut quedó viuda y marchó con su suegra Noemí­ -betlemita y viuda también- a Belén de Judá. Allí­ Noemí­ consiguió casarla con Booz, en virtud de la ley del levirato (Núm 27,11; Lev 18,16). Booz es uno de los antepasados de David y de Jesús (Mt 1,5).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

El tí­tulo de este libro se debe al nombre de su protagonista. En el canon judí­o el libro forma parte de los “Escritos” y es la primera de las cinco megillOt (los cinco rollos), según el orden en que dichos rollos se leen en la liturgia judí­a. En los Setenta, en la vulgata y en las traducciones modernas el libro de Rut figura detrás de los Jueces, debido a las palabras con que comienza: “En el tiempo en que gobernaban los jueces…” Los cuatro capí­tulos de esta obra hablan de una carestí­a que obligó al hebreo Elimélec de Belén a emigrar al sur, hacia Moab, junto con su esposa Noemí­ y dos de sus hijos. Muerto el padre, ios hilos se casaron con dos moabitas, Orfá y Rut. Pronto murieron también los dos hijos y Noemí­ decidió volver a Belén, Rut se empeña en seguirla, por afecto (c. 1). En Belén es el tiempo de la cosecha de cebada y Rut va a espigar a los campos de Booz, pariente de Elimélec, que ordena a sus segadores que dejen caer las espigas para que las recoja Rut (c. 2). Noemí­ informa a Rut de que Booz es su pariente, con derecho de rescate. y encuentra la manera de hacer que Booz se case con su nuera, cuando éste pasaba la noche en el campo descansando. Rut sigue el consejo de su suegra, se introduce bajo la manta de Booz y el hombre acepta la elocuente propuesta de matrimonio, pero informa a Rut de que hay otro que tiene derecho de rescate por encima de él (c. 3). Al dí­a siguiente, al amanecer, Booz convence a este pariente más próximo de que renuncie a Rut y se declara dispuesto a casarse con la joven. Luego se lleva a Rut a su casa, contrayendo con ella, según habí­a proyectado Noemí­, un matrimonio según las leves del levirato. Rut es madre de un hijo, que es adoptado por Noemí­ (4,1-17).

En 4,18-22 se nos da una genealogí­a de David que, a través de Jesé, Obed y Booz, se remonta hasta Farés, hijo de Judá (cE. Gn 38). Es un documento aparte, añadido aquí­ para relacionar a la familia de David con esta historia, con los lugares, los tiempos y los personajes que nos presenta. Esta deliciosa leyenda popular, ambientada en el perí­odo de los Jueces y en los escenarios de Belén y Moab, quizás se narró inicialmente de forma poética. Siguen siendo altamente poéticos el timbre del relato y las figuras de los protagonistas: Nóemí­, Rut y Booz. Pero en su forma actual, el libro de Rut figura como parte de la historia de la familia daví­dica y, en cuanto tal, es un momento de la amplia historia de la salvación: la misma Rut es introducida en la lí­nea de los grandes protagonistas de esta historia, como se deduce de la técnica Eormal empleada a lo largo del relato. El autor, un artista considerado entre los más brillantes de la literatura bí­blica, utiliza magistralmente en estas páginas la convención literaria, evocando la escena tí­pica del noviazgo y la del matrimonio e insertando así­ heroí­na en la serie de las escenas tí­picas de noviazgo del Pentateuco (Rut como Rebeca; Rut como Raquel). Rut tiene además una relación con Abrahán y con los comienzos de la empresa patriarcal: “Has dejado a tu padre, a tu madre y tu patria, para venir a un pueblo que no conocí­as antes” (cf. Gn 12, 1 : Sal de tu patria y del lugar donde has nacido y de la- casa de tu padre…”).

Rut es además la “extranjera” llamada a formar parte del pueblo elegido: concentra en sí­ el tipo del extranjero y de la viuda, incluso en los aspectos interiores de simplicidad, de humildad, de deseo de conversión, de fidelidad, de apertura a la ayuda de Dios y de sus semejantes.

Y . Gatti

Bibl.: L, Moraldi, Rut, en NDTB, 1707-1709 G, Sloyan, Rut y Tobí­as, Mensajero Sal Terrae, Bilbao Santander 1970; G, E, Wood, Rut en Comentario bí­blico San Jerónimo AT 11, Cristiandad. Madrid 1971. 679-695

SABELIANISMO

A partir de los primeros decenios del siglo III el monarquianismo modalista tomó también el nombre de “sabelianismo” del hereje de origen libio Sabelio que, condenado por el papa Calixto (por el 220), difundió esta doctrina por Egipto y por Libia. Defensor de un rí­gido monoteí­smo, Sabelio consideraba a la divinidad como una mónada que se manifestaba (o dilataba) en tres operaciones distintas: Padre en el Antiguo Testamento, Hijo en la encarnación, Espí­ritu Santo en pentecostés.

Con esta concepción Sabelio renovó el modalismo elemental de sus precursores, ya que introdujo en la economí­a de la salvación al Espí­ritu Santo y evitó hablar de la encarnación y de í­a pasión del Padre.

Esta “herejí­a de la unión” -como la llama Hilario (De Synodis 26)- consideraba al Padre, al Hijo y al Espí­ritu Santo como un solo prosopon y una sola hipóstasis.

Resulta muy difí­cil precisar la extensión y la duración del sabelianismo que, para salvaguardar rí­gidamente el principio de la monarquí­a divina, se contrapuso a la Logostheologie.

Lo cierto es que en el siglo 1V los partidarios de esta orientación teológica tacharon de sabelianismo a cualquier forma de monarquianismo. Esto demuestra la importancia que alcanzó el sabelianismo, pero responde igualmente a los preceptos de la retórica clásica, que preferí­a apelar a personajes ya desaparecidos, evitando mostrar la animosidad personal con adversarios vivos.

L. Padovese

Bibl.: M, Simonetti, Sabelio – Sabelianos, en DPAC, 11, 1921-1922; 5. del Cura Elena, Modalismo, en DTDC, 916-922.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

” Toda la gente de mi pueblo sabe que eres una mujer virtuosa” (Rut 3:11).

Léase: Rut 3. Rut ya no era una joven cuando se casó con Booz y dio a luz a Obed. Habí­a estado casada con Mahlón en Moab durante casi diez años, y habí­a continuado viuda durante algún tiempo. En aquellos tiempos y en el Oriente, podí­a ya considerarse, pues, una mujer de edad madura. Al compararla con Noemí­ nos inclinamos a pensar que era joven, pero no lo era tanto como suponemos.

Rut procedí­a del mismo origen pagano de Orfa. Era parte de La tribu de Moab, que habí­a degenerado espiritualmente. También ella habí­a entrado en contacto con La Santa influencia de Elimelec y su familia. Pero al revés de Orfa habí­a abierto su corazón a La gracia.

No tenemos La menor indicación de que Noemí­ tratara a Rut de modo diferente que a Orfa. Pero, La disposición del corazón de una es totalmente distinto del de la otra. Orfa habí­a rechazado en su corazón la gracia. Noemí­ habí­a abierto su corazón a la misma. Notemos que las tres habí­an empezado el viaje juntas. Es posible que si no se hubiera presentado la cuestión de decidir por un pueblo y otro, por unos dioses u otros, las tres habrí­an llegado a Belén. Pero Noemí­, de repente se para y las insta a que regresen a los dioses de sus padres.

Ante esta invitación Orfa se vuelve. Rut, por el contrario, se siente conmovida por la fe que arde ya en ella y se niega a regresar. Hace su decisión, y confiesa que en adelante su vida y su muerte será contada con el pueblo de Dios. “No me ruegues que te deje y que me aparte de ti;, porque adonde quiera que tú vayas iré yo, y donde quiera. que vivas viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo, y allí­ seré sepultada; así­ me haga Jehová, y aun me añada, que sólo La muerte hará separación entre nosotras dos.”
Vemos, pues, que Dios usó su afecto por La pobre y desolada Noemí­ como medio de gracia. Noemí­ es el eslabón con que Dios ha unido para siempre a Rut con su pueblo y su Mesí­as.

No vemos a Rut trazando especulaciones espirituales abstractas. Con agradecimiento mira el rostro arrugado y triste de la madre de su esposo y quiere permanecer junto a ella. La fe en el Dios de Israel se mezcla inseparablemente con su amor por Noemí­. Quiere identificarse con ella, pero en el fondo hemos de ver la confesión de que el Dios de Noemí­ será el suyo. Admite, en realidad, que el mismo Dios que la sacó de Moab la trasplanta al pueblo de Israel.

La fe de Rut es simple y transparente. Un servicio humilde y tranquilo, sin macha de orgullo o altivez espiritual. Rut no dice: “Alguien tiene que cuidar a esta anciana, y soy yo quien debe hacerlo.” Respetó la posición de Noemí­ como madre y decidió ser su hija.

Rut siguió a los segadores en un campo de Belén, para proveer para su suegra y para ella. Por haberlo hecho en humilde obediencia Dios la bendijo. Entró en los campos de Booz. Todos le fueron favorables; todos la ayudaron. Luego, cuando Noemí­ oyó la simpatí­a mostrada por Booz se preguntó si siendo su pariente no estarí­a dispuesto a casarse con Rut. En esto Rut volvió a ajustarse a los deseos de su suegra. En todo, incluso lo más aventurado, ejerció Rut obediencia total. De esta manera Dios tejió el hilo de su vida en la tela de la historia de su pueblo.

Booz se casó con Rut. Rut dio a luz a Obed. De Obed nació Isaí­. Así­ que Rut, la moabita, fue incluida en la lí­nea de los elegidos por Dios para formar la lí­nea de la que nació el Salvador. Rut fue la bisabuela de David.

Preguntas Sugeridas Para Estudio Y Discusión:
1. ¿ Por qué se adhirió Rut a Noemí­?
2. ¿En que reveló Rut mejor carácter que Orfa?
3. ¿Qué bendición especial recibió Rut?

Fuente: Mujeres de la Biblia

SUMARIO: I. Puesto en el canon. II. Análisis. III. Aspectos particulares: 1. Finalidad; 2. Ley del levirato.

I. PUESTO EN EL CANON. La Vulgata latina y la versión de los Setenta colocan el libro de Rut después de Jue; pero en la Biblia hebrea se encuentra entre los Ketubim (“Escritos”), después de Sal, Job y Prov, en la serie de los cinco Megillót (“cinco rollos”), a saber: Cant, Rut, Lam, Qo, Est. Además, en la liturgia judí­a se lee Rut tradicionalmente en la fiesta de Pentecostés (cf Lev 23:15-22 y Deu 16:9-12), quizá debido a los episodios narrados en 1,22-3,17, que se desarrollan en el perí­odo de la recolección de la cebada. Qué lugar ocupaba originariamente, si es que ocupaba alguno, no se sabe. El puesto que asignó al libro la versión griega, y luego la Vulgata, y que se mantiene aún en nuestras Biblias, se debe verosí­milmente a las palabras iniciales: “En los dí­as en que gobernaban los jueces…” (1,1).

II. ANíLISIS. En un perí­odo de carestí­a, Elimélec abandona su ciudad, Belén, y va a establecerse en el “paí­s de Moab” (en Trasjordania) con su familia, a saber: su mujer, Noemí­, y los dos hijos Majlón y Kilión. Los hijos se casan con dos jóvenes moabitas. Entretanto, muere el padre, Elimélec. Unos diez años después mueren también los dos jóvenes, Majlón y Kilión, sin dejar hijos. Quedan, pues, tres viudas: Noemí­ y sus nueras, Orfá y Rut.

Sin marido y sin hijos, a Noemí­ le parece que no tiene sentido vivir lejos de su ciudad; por tanto, se pone en camino hacia Judea, camino de Belén. Al principio le acompañan las dos nueras sin hacer caso de sus protestas: “Ea, volveos a la casa de vuestra madre… Volveos, hijas mí­as…, me llenarí­a de pena por vosotras…” (1,8-13). Al final, Orfá besó a su suegra y volvió a su pueblo; Rut, en cambio, le dijo a Noemí­: “No insistas más en que te deje, alejándome de ti; donde tú vayas, iré yo…; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré, y allí­ quiero ser enterrada…”(1,16-17).

Llegaron, pues, ambas a Belén en tiempo de la siega de la cebada, es decir, a principios del mes de abril.

Para satisfacer las necesidades de su suegra, Rut va a espigar a un campo que -según viene a saber luego-pertenece a un pariente próximo (en hebr., go’el) de Elimélec, llamado Booz. Este admira su virtud y la colma de atenciones (c. 2). Noemí­ ve la posibilidad de suscitar posteridad legal a su difunto marido y aconseja a Rut que haga saber a Booz que, siendo pariente suyo próximo, tiene el deber de casarse con ella. Booz no tiene dificultad alguna en cumplir su deber de go’ el; pero advierte que hay un pariente más próximo que él; si éste renuncia a su derecho-deber, él está pronto a sucederle.

El innominado go’el renuncia solemnemente. Y Booz se casa con Rut: el hijo que nacerá de la unión será legalmente hijo de Noemí­ y heredero de Alimélec. “Noemí­ tomó al niño, lo puso en su regazo y fue su nodriza”. Las vecinas decí­an que le habí­a nacido un hijo a Noemí­; ella fue la que le impuso el nombre de Obed; éste fue el padre de Jesé, padre de David (cc. 3-4).

III. ASPECTOS PARTICULARES. 1. FINALIDAD. Nos preguntamos con qué fin se escribió este delicioso libro sobre un tema de vida familiar fundada en la felicidad y en la entrega mutua, con rasgos de sobria grandeza y con la descripción de los personajes -Noemí­, Booz, Rut- de forma precisa y viva, llena de simpatí­a. ¿Una página de historia hebrea escrita por un gran maestro o bien una novela?
La hipótesis de una pura novela es apriorista: Rut se presenta como un personaje real; no se comprende cómo un escritor hubiera podido presentar como histórico el parto de su fantasí­a y querer convencer a sus connacionales -en el perí­odo xenófobo en que escribió- de que por las venas de su rey más famoso y admirado corrí­a sangre extranjera. Por otra parte, la afirmación del evangelio de Mat 1:5-6 … Booz tuvo de Rut a Obed; Obed fue padre de Jesé; Jesé, del rey David”- invita realmente a identificar esta Rut con la homónima de nuestro libro. Así­ pues, un cúmulo de observaciones muy convincentes induce a pensar que el libro se basa en un innegable núcleo histórico, y no sólo en sus lí­neas fundamentales. Después de todo, un novelista habrí­a hecho más fidedigno su relato y más fácil su trabajo ateniéndose a las disposiciones legales del rescate y del levirato.

El escritor era un artista e imaginó las palabras de los personajes siguiendo la verosimilitud psicológica, de modo que responden a los sentimientos de una viuda, triste, pero llena de fe y de espí­ritu de sacrificio; a los impulsos generosos de las nueras, especialmente de Rut, y a la adhesión de la familia de Elimélec por parte de Booz. Al afirmar de un modo tan sereno y solemne que una moabita entró a formar parte del pueblo hebreo, el escritor no parece haber estado movido por propósitos puramente históricos. Mas aquí­ es necesario plantear la cuestión del tiempo de la composición.

Hay indicios favorables a una fecha preexí­lica: precisiones geográficas y cronológicas, estilo clásico. Otros motivos sugieren una fecha más reciente, a saber: el primer perí­odo de la época posexí­lica, en tiempo de las reformas de Esdras y Nehemí­as: aramaí­smos y neologismos, concepción universalista de la religión, sentido de retribución y recompensa por los sufrimientos, y quizá también un vivo sentimiento de rebeldí­a y consciente reacción a la mentalidad hebrea, contraria al contacto con los extranjeros, y en particular a los matrimonios mixtos, tan claramente reprobados por Deu 23:3-6; Esd capí­tulos 9-10 y Neh 13:23-29. La datación posexí­lica parece la más verosí­mil. La glorificación de la dinastí­a daví­dica y la contraposición de un cuadro de su historia a normas xenófobas que iban tomando cuerpo es muy probable que estuvieran entre los motivos que impulsaron al autor a elaborar el núcleo histórico innegable de la familia de David.

Un argumento para dudar de la historicidad de Rut lo encuentra algún estudioso en los nombres de los personajes: Noemí­ significa “dulzura mí­a”, “graciosa mí­a”; Majlón, “enfermedad”; Kilión, “aniquilamiento”; Orfá, “nuca”, “la que vuelve la espalda”; Rut, “amiga”, “compañera”; Elimélec, “mi Dios es mi rey”. Sin insistir en estos significados, no se ve lo que pueden valer contra la historicidad en el sentido antes enunciado.

2. LEY DEL LEVIRATO. En la historia de la relación entre Neomí­ y Booz hay una cuestión de paso de propiedad inmobiliaria complicada con la cuestión matrimonial. Omitimos la primera, para detenernos en la segunda. Concierne a una ley que es designada con el término latino de “levirato” (del latí­n levir, cuñado), ley codificada en Deu 25:5-10 (cf Gén c. 38). Ella establecí­a que la viuda de un hombre muerto sin dejar hijos debí­a desposarse con el hermano de éste, para que el difunto tuviese descendencia. El primer varón que naciera serí­a considerado desde el punto de vista legal hijo del difunto, heredarí­a sus bienes y perpetuarí­a su nombre. La ley tení­a como meta la conservación de una familia en Israel. Se le concedí­a al interesado la facultad de rehusar, pero esto debí­a manifestarse oficialmente ante testigos a la puerta de la ciudad. Mas el rechazo significaba un notable deshonor: la mujer escupí­a a la cara al que renunciaba y le quitaba la sandalia del pie, y se le transmití­a el deshonor con la expresión “la familia del descalzo”.

Se trata de normas corrientes en las civilizaciones del antiguo Oriente. En el libro de Rut las circunstancias son más bien diversas de las normas del Dt y de Gén 38:7-26. Ni Booz ni el otro pariente próximo no mencionado son cuñados de Rut ni de Noemí­; no parece que exista una obligación grave, ni se censura al que renuncia. El mismo rito de la renuncia es diverso en Deu 25:5-10 y en Rut 4:7-8; además, si Noemí­ podí­a tener aún hijos, Booz hubiera debido casarse con ella para dar descendencia a Elimélec. A pesar de todo, el matrimonio de Booz con Rut está inspirado en la piedad para con un pariente difunto, en el deseo de conservar su nombre y la herencia en Israel (Rut 4:5.10.14); por ello es del tipo del levirato. Más que la ley sobre la materialidad, tenemos aquí­ el espí­ritu del levirato o un aspecto particular del mismo. Es interesante la actitud del historiador judí­o Flavio Josefo; él, que ciertamente leí­a el librito en el estado en que lo leemos nosotros, refiere el episodio de Rut uniformando el relato con las disposiciones mosaicas (Antigüedades judí­as V, 318-336).

BIBL.: CAMPBELL E.F., jr., Ruth. A new Translation with Introduction, Notes and Commentary, Anchor Bible, Nueva York 1975; CAVALLETTI S., Ruth, Ester, Edizione Paoline 19833; LEPRE C., Il libro di Ruth. Introduzione, traduzione e commento, D’Auria, Nápoles 1981; PENNA A., Giudici e Rut, Marietti, Turí­n 1963; RowLEY H.H., The Marriage of Ruth, en “HTR” 40 (1947) 77-99; THOMSON Th. y D., Some legal Problems in the Book of Ruth, en “Vetus Testamentum” 18 (1968) 79-99; VESCO J.L., La date du livre de Ruth, en “RB” 74 (1967) 235-247; WOOD G.E., Rut, en Comentario Bí­blico San Jerónimo, AT II, 1971, 679-695; WURTWEIN E., Ruth, Tubinga 1969.

L. Moraldi

P Rossano – G. Ravasi – A, Girlanda, Nuevo Diccionario de Teologí­a Bí­blica, San Pablo, Madrid 1990

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica

La moabita con quien se casó Mahlón después de morir su padre Elimélec. Mahlón, su madre Noemí­ y su hermano Kilión viví­an en Moab. Un hambre obligó a la familia a abandonar Belén de Judá, su ciudad natal. Kilión, el cuñado de Rut, se casó con Orpá, otra moabita. Con el tiempo, los dos hermanos murieron, y las dejaron viudas y sin hijos. Al enterarse de que Jehová habí­a vuelto a manifestar su favor a Israel, Noemí­ emprendió viaje de regreso a Judá acompañada por sus dos nueras. (Rut 1:1-7; 4:9, 10.)

Su amor leal. Aunque Orpá finalmente hizo caso de la recomendación de Noemí­ y regresó a su pueblo, Rut se quedó con su suegra. Dejó a sus parientes y su tierra natal, a pesar de las pocas perspectivas que tení­a de volver a casarse y disfrutar de la seguridad que el matrimonio le podrí­a proporcionar, debido al profundo amor que sentí­a por Noemí­ y a su sincero deseo de servir a Jehová en unión con su pueblo. (Rut 1:8-17; 2:11.) Amaba tanto a su suegra que más tarde dijeron que ella le era mejor a Noemí­ que siete hijos. (Rut 4:15.)
Como llegaron a Belén al comienzo de la cosecha de la cebada, Rut fue al campo a fin de conseguir alimento para ambas. Por casualidad dio con el campo que pertenecí­a a Boaz, un pariente de Elimélec, y pidió permiso al capataz de los segadores para espigar. Su diligencia debió ser sobresaliente pues el capataz lo comentó con Boaz. (Rut 1:22–2:7.)
Cuando Boaz se mostró bondadoso con Rut, ella respondió con aprecio y se reconoció humildemente inferior a sus siervas. A la hora de comer Boaz le dio tanto grano tostado que hasta le sobró para llevárselo a Noemí­. (Rut 2:8-14, 18.) Aunque Boaz dispuso los asuntos para que el trabajo de espigar se le hiciese más fácil, Rut no se marchó temprano, sino que continuó espigando hasta el atardecer, †œdespués de lo cual batió lo que habí­a espigado, y esto llegó a ser como un efá [22 l.] de cebada†. Tal como Boaz le habí­a dicho, Rut siguió espigando en su campo durante el resto de la cosecha de la cebada y la cosecha del trigo. (Rut 2:15-23.)

Pide a Boaz que actúe como su recomprador. Noemí­ deseaba hallar un †œlugar de descanso†, es decir, un hogar para su nuera, por lo que le dio instrucciones para que solicitase a Boaz que la recomprase. De acuerdo con dichas instrucciones, Rut bajó a la era de Boaz. Después que Boaz se acostó, ella entró furtivamente, le descubrió los pies y se acostó. A medianoche, Boaz se despertó temblando y se inclinó hacia delante. Como no la reconoció en la oscuridad, le preguntó: †œ¿Quién eres?†. †œSoy Rut tu esclava —respondió—, y tienes que extender tu falda sobre tu esclava, porque tú eres un recomprador.† (Rut 3:1-9.)
Lo que Rut hizo, a instancias de Noemí­, debe haber sido la costumbre de las mujeres cuando reclamaban el derecho de matrimonio de cuñado. Paulus Cassel hizo la siguiente observación respecto a Rut 3:9 en la obra Commentary on the Holy Scriptures de Lange: †œObviamente, este método simbólico de reclamar el más delicado de todos los derechos presupone un comportamiento sencillo y virtuoso como el de los patriarcas. La mujer confiaba en la honorabilidad del hombre. Sin embargo, no era un método fácil de aplicar. Si previamente se decí­a o se dejaba traslucir la intención, era como quitar el velo de silencio y discreción propio de la modestia de la solicitante. Pero una vez planteada la petición, no podí­a denegarse sin resultar en ignominia, bien para la mujer o para el hombre. Por consiguiente, podemos estar seguros de que Noemí­ no dio esta misión a su nuera sin tener la más plena confianza de que resultarí­a en éxito, ya que además de todas las otras dificultades, en este caso se añadió otra peculiar, a saber, que Boaz, como Rut misma dijo, era un goel [un recomprador], pero no el goel. La respuesta de Boaz también permite suponer que la petición no le era totalmente inesperada. No quiere decirse que Noemí­ le hubiera informado al respecto y que por eso estaba solo en la era; el hecho de que se sobresaltara muestra que no esperaba esa visita nocturna. Pero es posible que no le extrañara el que alguna vez Rut le solicitara los derechos de consanguinidad. No obstante, ni siquiera esta conjetura de lo que posible o probablemente pudiera suceder podí­a emplearse para librar a Rut de la necesidad de manifestar su propio libre albedrí­o por medio de este procedimiento simbólico† (edición de P. Schaff, 1976, pág. 42).
La reacción de Boaz permite ver que consideró virtuosas las acciones de Rut, pues dijo: †œBendita seas de Jehová, hija mí­a. Has expresado tu bondad amorosa mejor en el último caso que en el primer caso, al no ir tras los jóvenes, fueran de condición humilde o ricos†. Rut fue desinteresada y escogió a Boaz, un hombre mucho mayor que ella, porque era un recomprador y podrí­a levantar un nombre para su difunto esposo y para su suegra. Puesto que hubiera sido algo natural el que una mujer joven como Rut prefiriese un hombre más joven, Boaz consideró que al hacer esto habí­a demostrado aún más su bondad amorosa que cuando decidió quedarse con su anciana suegra. (Rut 3:10.)
Obviamente la voz de Rut debió reflejar cierta inquietud, pues Boaz se sintió impulsado a tranquilizarla: †œY ahora, hija mí­a, no tengas miedo. Todo lo que dices lo haré para ti, porque toda persona en la puerta de mi pueblo se da cuenta de que eres una mujer excelente†. Como ya era muy tarde, Boaz le dijo a Rut que se acostase. Sin embargo, ambos se levantaron mientras todaví­a era oscuro, para evitar, sin duda, que hubiese algún rumor que pudiera manchar la reputación de alguno de los dos. Boaz también dio a Rut seis medidas de cebada, lo que quizás significaba que, tal como después de seis dí­as de trabajo vení­a un dí­a de descanso, ese dí­a estaba próximo para Rut porque él se encargarí­a de que tuviese un †œlugar de descanso†. (Rut 3:1, 11-15, 17, 18.)
Cuando Rut llegó a su casa, Noemí­, posiblemente debido a que no reconoció a la mujer que trataba de entrar en la oscuridad, le preguntó: †œ¿Quién eres, hija mí­a?†. También cabe la posibilidad de que esta pregunta tuviese que ver con la nueva identidad de Rut con relación a su recomprador. (Rut 3:16.)
Más tarde, una vez que el pariente más cercano se negó a realizar el matrimonio de cuñado, Boaz no se demoró en llevarlo a cabo. Rut le dio a luz a Boaz un hijo, Obed, y así­ pasó a ser una antepasada del rey David y también de Jesucristo. (Rut 4:1-21; Mt 1:5, 16.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Rt 1-4
Sumario; 1. Puesto en el canon. II. Análisis. III. Aspectos particulares: 1. Finalidad; 2. Ley del levirato.
2910
1. PUESTO EN EL CANON.
La Vulgata latina y la versión de los Setenta colocan el libro de Rt después de Jg; pero en la Biblia hebrea se encuentra entre los Ketubim (†œEscritos†), después de Ps, Jb y Pr, en la serie de los cinco Meglllót (†œcinco rollos†), a saber: Cant, Rt, Lam, Qo, Est. Además, en la liturgia judí­a se lee Rt tradicionalmente en la fiesta de Pentecostés (Lv 23,15-22 y Dt 16,9-12), quizá debido a los episodios narrados en 1,22-3,17, que se desarrollan en el perí­odo de la recolección de la cebada. Qué lugar ocupaba originariamente, si es que ocupaba alguno, no se sabe. El puesto que asignó al libro la versión griega, y luego la Vulgata, y que se mantiene aunen nuestras Biblias, se debe verosí­milmente a las palabras iniciales: †œEn los dí­as en que gobernaban los jueces…† (1,1).
2911
II. ANALISIS.
En un perí­odo de carestí­a, Elimélec abandona su ciudad, Belén, y va a establecerse en el †œpaí­s de Moab† (en Trasjordania) con su familia, a saber: su mujer, Noemí­, y los dos hijos Majlón y Ki-lión. Los hijos se casan con dos jóvenes moabitas. Entretanto, muere el padre, Elimélec. Unos diez años después mueren también los dos jóvenes, Majlón y Kilión, sin dejar hijos. Quedan, pues, tres viudas: Noemí­ y sus nueras, Orfá y Rt.
Sin marido y sin hijos, a Noemí­ le parece que no tiene sentido vivir lejos de su ciudad; por tanto, se pone en camino hacia Judea, camino de Belén. Al principio le acompañan las dos nueras sin hacer caso de sus protestas: †œEa, volveos a la casa de vuestra madre… Volveos, hijas mí­as…, me llenarí­a de pena por vosotras…† (1,8-13). Al final, Orfá besó a su suegra y volvió a su pueblo; Rt, en cambio, le dijo a Noemí­:
†œNo insistas más en que te deje, alejándome de ti; donde tú vayas, iré yo…; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré, y allí­ quiero ser enterrada…†(1,16-17).
Llegaron, pues, ambas a Belén en tiempo de la siega de la cebada, es decir, a principios del mes de abril.
Para satisfacer las necesidades de su suegra, Rt va a espigar a un campo que -según viene a saber luego- pertenece a un pariente próximo (en hebr., go†™el) de Elimélec, llamado Booz. Este admira su virtud y la coima de atenciones (c. 2). Noemí­ ve la posibilidad de suscitar posteridad legal a su difunto marido y aconseja a Rt que haga saber a Booz que, siendo pariente suyo próximo, tiene el deber de casarse con ella. Booz no tiene dificultad alguna en cumplir su deber de go†™el; pero advierte que hay un pariente más próximo que él; si éste renuncia a su derecho-deber, él está pronto a suceder le.
El innominado go†™el renuncia solemnemente. Y Booz se casa con Rt: el hijo que nacerá de la unión será legalmente hijo de Noemí­ y heredero de Alimélec. †œNoemí­ tomó al niño, lo puso en su regazo y fue su nodriza†. Las vecinas decí­an que le habí­a nacido un hijo a Noemí­; ella fue la que le impuso el nombre de Obed; éste fue el padre de Jesé, padre de David (cc. 3-4).
2912
III. ASPECTOS PARTICULARES.
2913
1. Finalidad.

Nos preguntamos con qué fin se escribió este delicioso libro sobre un tema de vida familiar fundada en la felicidad y en la entrega mutua, con rasgos de sobria grandeza y con la descripción de los personajes
-Noemí­, Booz, Rt- de forma precisa y viva, llena de simpatí­a. ¿Una página de historia hebrea escrita por un gran maestro o bien una novela?
La hipótesis de una pura novela es apriorista: Rt se presenta como un personaje real; no se comprende cómo un escritor hubiera podido presentar como histórico el parto de su fantasí­a y querer convencer a sus connacionales -en el perí­odo xenófobo en que escribió- de que por las venas de su rey más famoso y admirado corrí­a sangre extranjera. Por otra parte, la afirmación del evangelio de Mateo 1,5-6 -†œ. . . Booz tuvo de Rt a Obed; Obed fue padre de Jesé; Jesé, del rey David†- invita realmente a identificar esta Rt con la homónima de nuestro libro. Así­ pues, un cúmulo de observaciones muy convincentes induce a pensar que el libro se basa en un innegable núcleo histórico, y no sólo en sus lí­neas fundamentales. Después de todo, un novelista habrí­a hecho más fidedigno su relato y más fácil su trabajo ateniéndose a las disposiciones legales del rescate y del levirato.
El escritor era un artista e imaginó las palabras de los personajes siguiendo la verosimilitud psicológica, de modo que responden a los sentimientos de una viuda, triste, pero llena de fe y de espí­ritu de sacrificio; a los impulsos generosos de las nueras, especialmente de Rt, y a la adhesión de la familia de Elimélec por parte de Booz. Al afirmar de un modo tan sereno y solemne que una moabita entió a formar parte del pueblo hebreo, el escritor no parece haber estado movido por propósitos puramente históricos. Mas aquí­ es necesario plantear la cuestión del tiempo de la composición.
Hay indicios favorables a una fecha preexí­lica: precisiones geográficas y cronológicas, estilo clásico. Otros motivos sugieren una fecha más reciente, a saber: el primer perí­odo de la época posexí­lica, en tiempo de las reformas de Esdras y Nehe-mí­as. aramaí­smos y neologismos, concepción universalista de la religión, sentido de retribución y recompensa por los sufrimientos, y quizá también un vivo sentimiento de rebeldí­a y consciente reacción a la mentalidad hebrea, contraria al contacto con los extranjeros, y en particular a los matrimonios mixtos, tan claramente reprobados por Dt 23,3-6; Esd capí­tulos 9-10 y Neh 13,23-29. La datación posexí­lica parece la más verosí­mil. La glorificación de la dinastí­a daví­dica y la contraposición de un cuadro de su historia a normas xenó-fobas que iban tomando cuerpo es muy probable que estuvieran entre los motivos que impulsaron al autor a elaborar el núcleo histórico innegable de la familia de David.
Un argumento para dudar de la historicidad de Rt lo encuentra algún estudioso en los nombres de los personajes: Noemí­ significa †œdulzura mí­a†, †œgraciosa mí­a†; Majlón, †œenfermedad†; Kilión, †œaniquilamiento†; Orfá, †œnuca†, †œla que vuelve la espalda†; Rt, †œamiga†, †œcompañera†; Elimélec, †œmi Dios es mi rey†. Sin insistir en estos significados, no se ve lo que pueden valer contra la historicidad en el sentido antes enunciado.
2914
2. Ley del levirato.
En la historia de la relación entre Neomí­ y Booz hay una cuestión de paso de propiedad inmobiliaria complicada con la cuestión matrimonial. Omitimos la primera, para detenernos en la segunda. Concierne a una ley que es designada con el término latino de †œlevirato† (del latí­n levir, cufiado), ley codificada en Dt 25,5-10 Q. Ella establecí­a que la viuda de un hombre muerto sin dejar hijos debí­a desposarse con el hermano de éste, para que el difunto tuviese descendencia. El primer varón que naciera serí­a considerado desde el punto de vista legal hijo del difunto, heredarí­a sus bienes y perpetuarí­a su nombre. La ley tení­a como meta la conservación de una familia en Israel. Se le concedí­a al interesado la facultad de rehusar, pero esto debí­a man ifestarse oficialmente ante testigos a la puerta de la ciudad. Mas el rechazo significaba un notable deshonor: la mujer escupí­a a la cara al que renunciaba y le quitaba la sandalia del pie, y se le transmití­a el deshonor con la expresión †œla familia del descalzo†.
Se trata de normas corrientes en las civilizaciones del antiguo Oriente. En el libro de Rt las circunstancias son más bien diversas de las normas del Dt y de Gen 38,7-26. Ni Booz ni el otro pariente próximo no mencionado son cuñados de Rt ni de Noemí­; no parece que exista una obligación grave, ni se censura al que renuncia. El mismo rito de la renuncia es diverso en Dt 25,5-10 y en Rt 4,7-8; además, si Noemí­ podí­a tener aún hijos, Booz hubiera debido casarse con ella para dar descendencia a Elimélec. A pesar de todo, el matrimonio de Booz con Rt está inspirado en la piedad para con un pariente difunto, en el deseo de conservar su nombre y la herencia en Israel (4,5.10.14); por ello es del tipo del levirato. Más que la ley sobre la materialidad, tenemos aquí­ el espí­ritu del levirato o un aspecto particular del mismo. Es interesante la actitud del historiador judí­o Flavio Josefo; él, que ciertamente leí­a el librito en el estado en que lo leemos nosotros, refiere el episodio de Rt uniformando el relato con las disposiciones mosaicas (A ntigüedades judí­as V, 318-336).
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BIBL.: Campbell E.F., je, Ruth. A new Transiation with Introduction, Notes and Com-mentary, Anchor
Bible, Nueva York 1975; Cavalletti S., Ruth, Ester, Edizione Paoline ¡9833; Lepre C, fí­libro di Ruth.
Introduzione, traduzionee cornmento, DAuria, Napóles 1981; Penna ?., Giudicie Rt, Marietti, Turí­n 1963;
Rowley H.H., The Marriage o/Ruth, en †œHTR 40 (1947) 77-99; Thomson Th. y D., Sorne legal Problerns in
the Book of Ruth, en †œVetus Tes-tamentum† 18 (1968) 79-99; Vesco J.L., La date du livre de Ruth, en RB
74(1967)235-247; Wood G.E., Rt, en Comentario Bí­blico San Jerónimo, AT II, 1971, 679-695; Wurtwein
E., Ruth, Tubinga 1969.
L. Moraldi

Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica

Introducción

No es difí­cil explicarse el atractivo de este breve libro. Ya tiene mucho mérito como un relato bien narrado, con su simetrí­a de forma y ví­vida caracterización, pero, sobre todo, es un libro con mensaje. Cuando para Noemí­ la vida ya nada le prometí­a y carecí­a de sentido, Rut, su nuera, decidió permanecer a su lado en lugar de dejarla que enfrenta ra sola, anciana y viuda su camino hacia el futuro. La tragedia en Moab tuvo un final feliz en Belén, y la lealtad altruista recibió su recompensa. Dios se hizo cargo de los acontecimientos para dar amor y seguridad a quienes confiaron en él, mientras que paralelamente iba entrelazando sus vidas con su propósito para el mundo. Dios permaneció escondido, no obstante siguió obrando en los asuntos ordinarios de la vida cotidiana, cumpliendo sus pro mesas a su pueblo.
Se han hecho muchos intentos de clasificar al libro de Rut según las categorí­as de la literatura europea moderna. Ha sido considerado como una novela, un idilio y una novela histórica, todo lo cual implica un elemento ficticio mayor. En un intento por colocar al libro en un trasfondo del Medio Oriente otros eruditos han sugerido que tuvo sus orí­genes en la mitologí­a cúltica, pero no han producido evidencias convincentes de ello. El libro mismo, con sus palabras introductorias: Aconteció en los dí­as en que gobernaban los jueces, y su genealogí­a final que termina con el rey David, implican eventos históricos y verificables. Es cierto que trata de una familia común y no de las hazañas de los grandes, pero serí­a extraño que la conexión en tre Rut la moabita y el rey David hubiera sido inventada, porque nada aportaba al engrandecimiento de éste en Israel. Aunque el escritor fue laborioso para que su libro fuera una obra de arte, es evidente que su intención fue que se aceptara como una narración histórica. Es un relato verí­dico, contado magistralmente en el estilo de las narraciones patriarcales, donde se encuentran algunos de los mismos temas, como son la hambruna, el exilio y el regreso, la falta de hijos, por medio de los cuales Dios se da a conocer.

AUTOR Y FECHA

El libro no ofrece ninguna indicación sobre el autor. El Talmud (c. 200 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo) lo atribuye a Samuel, pero éste murió antes de que David fuera rey (1 Sam. 28:3), y el libro implica que el reinado de Da vid era bien conocido. La referencia al perí­odo de los jueces es como a una era pasada, y la necesidad de explicar la ceremonia del zapato en 4:7 indica que habí­a pasado algún tiempo antes de que los acontecimientos fueran volcados a la escritura. Los escribas en la corte de Salomón hubieran tenido acceso a los archivos reales, y el perí­odo que vio el apogeo de la literatura y las artes muy bien puede haber producido esta joya literaria. Varios eruditos recientes han detectado una perspectiva femenina en el libro lo cual les ha sugerido que el autor fuera una mujer. En una sociedad dominada por los hombres es significativo que el libro haya si do escrito acerca de dos mujeres, cuyas iniciativas generaron la acción y cuya fe fue recompensada. En la providencia de Dios sus vidas aun jugaron un papel en la preparación de la venida del Sal vador (Mat. 1:5; Luc. 3:32). Quien sea que haya escrito el libro estaba en sintoní­a con el propósito revelado de Dios de bendecir a †œtodas las familias de la tierra† (Gén. 12:3), y habí­a vivido suficientes años como para reconocer el obrar de Dios en la vida humana. Pocos escritores han tenido más éxito que éste en hacer que la bondad sea atractiva.
Es difí­cil establecer la fecha en que fue escrito. Puede ser en cualquier momento entre el reinado de David (c. 1000 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo) y la aceptación del li bro en el canon de las Escrituras en el siglo II a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo La fecha que más se favorece dentro de ese lapso es el perí­odo posexí­lico, especialmente los si glos V y IV a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, cuando el libro pudo haber sido una protesta contra el nacionalismo cerrado de Esdras y Nehemí­as. La presencia de palabras arameas en el heb. se consideraba como un apoyo a la idea de que fuera escrito en una fecha posterior, pero estudios más recientes han puesto en tela de juicio este argumento. El libro no tiene ningún indicio de que fuera †œliteratura de protesta†, y el estudio del idioma ha sido utilizado para mostrar que el heb. clásico utilizado muy posiblemente fuera preexí­lico (o sea, del siglo VII a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, a más tardar). Parece muy posible que el escritor haya vivido con la suficiente posteridad a los eventos que registró como para poder verlos en su justa perspectiva, quizá durante el reinado de Salomón. Otra posibilidad es que el profeta Natán haya sido el autor. Este dejó registros del reinado de David (1 Crón. 29:29), desafió con valentí­a la vida personal del rey (2 Sam. 12:1–12), y aun así­ estuvo dispuesto a apoyar más adelante a Betsabé (1 Rey. 1:11–53).

SU LUGAR EN EL CANON

El libro de Rut se valoraba como Escritura tanto en los cí­rculos judí­os como cristianos, y estaba incluido en las listas oficiales de los libros bí­blicos cuando la iglesia los empezó a compilar en el siglo II d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo Las referencias en los Evangelios (Mat. 1:5; Luc. 3:32) demuestran que cuando fueron escritos, Rut era considerado autoritativo.
En nuestras Biblias en castellano, Rut aparece después de Jue., como sucede también en la traducción de LXXLXX Septuaginta (versión griega del AT) y de la Vulgata. Pero en las Biblias heb. impresas, Rut aparece en la tercera división, la de los Escritos, donde es el segundo de cinco rollos que ya para el siglo VI a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo eran usados litúrgi camente en la sinagoga. El Cantar de los Cantares era el primero porque se usaba para la Pascua; Rut se usaba en el Pentecostés. El Talmud Babilónico, que data desde antes del siglo VI, empezaba los Escritos con Rut, seguido por los Sal. Otros textos colocan a Rut en primer lugar entre los cinco rollos porque así­ corresponde cronológicamente. Es evidente que al principio se colocó al libro entre los Escritos y posteriormente fue transferido a la posición donde corresponde históricamente, entre Jue. y Sam.

TEMAS

Una hambruna es la circunstancia que hizo que una familia israelita emigrara a la tierra extranjera de Moab. La hambruna era un hecho recurrente en el tiempo de los patriarcas, obligando a Jacob y sus hi jos a emigrar a Egipto. Esclavizados y oprimidos, fueron liberados por Dios, un evento recordado anualmente en la Pascua (Exo. 12:1–29). En el libro de Rut, ese mismo Dios acudió en auxilio de dos mujeres necesitadas, demostrando su poder de sa car un bien de una tristeza, vida de la muerte.
El matrimonio es otro tema central del libro. Era central en el pensamiento de Noemí­. Aunque se con sideraba ella misma demasiado anciana como para casarse, para sus nueras era una prioridad que les instaba a atender (1:9). El nacimiento de un nieto darí­a nuevo impulso a su vida y si, por la providencia de Dios, éste podí­a ser aceptado legalmente como el heredero de Elimelec, su gozo serí­a total. Rut, la joven viuda de Moab que habí­a decidido permanecer junto a su suegra y habí­a abrazado la fe de Israel, daba por sentado que volver a casarse no sólo era lo bueno y correcto sino también su deber especí­fico. A fin de poder suplir las necesidades de Noemí­, necesitaba un marido que aceptara a Noemí­ como miembro de la familia. Por dicha razón su historia tení­a que ser una historia de amor distinta, pero bajo la dirección de Noemí­ terminó siendo aun más extraña y excepcional. Rut podí­a haberse casado con un joven soltero de su propia generación, pero eso no hubiera resuelto el problema que Noemí­ tení­a respecto a la propiedad de su familia, ni le hubiera dado un heredero a Elimelec. Casándose dentro de la familia de su esposo fallecido, Rut dio seguridad a la vida de Noemí­ tanto como a la propia. Su amor altruista era un reflejo del de Dios por Israel, en quien ella habí­a puesto su confianza.
Las dos mujeres dominan el relato, pero, Boaz, pariente cercano de Elimelec, también tení­a que estar dispuesto a asumir nuevas obligaciones. Noemí­ no sólo esperaba que se casara con la viuda de Majlón, pariente de él que habí­a muerto en Moab, sino que también comprara una propiedad que posiblemente no terminarí­a siendo de él. La prescripción legal favorecí­a a la familia que habí­a perdido al ser querido, asegurando que el hijo varón na cido del matrimonio heredarí­a la propiedad de Elimelec y continuarí­a la lí­nea de éste. El pariente más cercano a quien Boaz presentó la proposición la rechazó aduciendo que pondrí­a en peligro su propia pro piedad (4:6). Boaz, con su gran corazón, aceptó la obligación familiar, aunque costosa, con el beneplácito total de los ancianos y los habitantes de Belén, quienes oraron para que la bendición de Dios prosperara su posición en la comunidad y diera muchos hijos a Rut.
Al llegar al final de la historia estas oraciones habí­an sido contestadas más plenamente de lo que hubieran podido imaginar ninguno de los involucrados. La necesidad que Israel sentí­a de tener un rey se cumplió después de la muerte de Saúl, a través de David, nieto de Obed, quien fue el hijo nacido de Rut y Boaz. David, a pesar de todas sus faltas, estableció el reino, edificó a Jerusalén e inspiró las visiones del rey ideal por venir. Dios tomó el amor y la obediencia de Noemí­, Rut y Boaz y los entretejió en su propósito eterno de mostrar †œmise ricordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos† (Deut. 5:10). Es digno de notar que el Mesí­as nació dentro de esta misma familia (Mat. 1:5, 6, 16; Luc. 3:23–31).
Otro tema, implí­cito en todo lo que hasta aquí­ se ha explicado, es cómo Dios ordena providencialmente la vida humana. El autor de Rut podí­a ver parte del propósito de Dios para la historia humana cumplido en David; el lector cristiano puede hacer caber esa parte dentro del todo, porque Dios estaba llevando a cabo su plan de redimir a la humanidad por medio de un descendiente más grande que el gran David. El autor de Rut también percibí­a la mano de Dios sobre las circunstancias personales de familias e individuos, animándoles a dar una mi rada retrospectiva a otros eventos para ir viendo los resultados misteriosos de la bondad sobreabundante de Dios en sus vidas. Los eventos hablan por sí­ mismos. En la vida personal y en la historia Dios obraba para llevar a cabo su gran propósito.

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1:1-22 Regreso a Belén
1:1-7 Se prepara la escena
1:8-18 Decisiones trascendentales
1:19-22 La llegada a su ciudad

2:1-23 Rut halla gracia
2:1-3 Conexiones familiares
2:4-17 Bondad inesperada
2:18-23 Noticias y alimentos para compartir

3:1-18 Fe, resolución y acción
3:1-6 El plan de Noemí­
3:7-15 El encuentro a medianoche
3:16-18 Más razones de aliento para Noemí­

4:1-22 Las nupcias y su resultado
4:1-12 Arreglos para contraer matrimonio
4:13-17 Un hijo para Noemí­
4:18-22 Genealogí­a final
Comentario
1:1-22 REGRESO A BELEN

1:1-7 Se prepara la escena

Las palabras introductorias se refieren al perí­odo histórico descrito en el libro de Jue. (aprox. 1250–1050 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo), que finaliza diciendo: †œEn aquellos dí­as no habí­a rey en Israel, y cada uno hací­a lo que le parecí­a recto ante sus propios ojos† (Jue. 21:25). El libro de Rut termina con las palabras: †œIsaí­ engendró a David† y fue David quien llenó la necesidad sentida por Israel, de tener un rey. Belén de Judá, en oposición a Belén de Zabulón (Jos. 19:15), es llamada Efrata en Gén. 35:19; el nombre sobrevivió en el vocablo efrateos (2). Belén significa †œcasa de pan† y el nombre refleja lo fértil de sus campos y sus huertos. Pero aun en Belén los pobladores sufrieron por una hambruna motivando a una familia a radicarse por un tiempo en Moab. Desde Belén se pueden ver los montes de Moab en el horizonte hacia el este, al otro lado del mar Muerto. Aunque geográficamente cercano, no era un territorio amigo. Los moabitas eran descendientes de Lot (Gén. 19:27) así­ que eran parientes distan tes de Israel, pero habí­an sido hostiles a los israelitas cuando éstos llegaron de Egipto después del éxodo (Núm. 21:29). Al principio del perí­odo de los jueces, Eglón, rey de Moab, habí­a in vadido y dominado a los israelitas durante 18 años (Jue. 3:14).
Elimelec decidió mudarse a Moab. Para Noemí­, su esposa, el resultado final de la mudanza fue trágico. Primero, perdió a su esposo y luego a sus dos hijos. Su estadí­a en Moab, que creí­an temporaria, duró diez años y al final de este tiempo Noemí­ se encontraba sin medios de vida y de esperanza para el futuro.
El momento decisivo fue cuando ella oyó que Jehovah habí­a visitado a su pueblo para darles pan. Se preparó para regresar, un verbo recurrente en el capí­tulo. En heb. se usa el mismo verbo para decir †œarrepentir†, y al regresar a casa Noemí­ estaba demostrando un cambio de idea, un †œarrepentimiento†. Sus nueras, Rut y Orfa, emprendieron con Noemí­ el camino, sintiéndose obligadas a acompañarla por ser sus familiares más cercanos. La modalidad de conducta de los antiguos patriarcas se repite aquí­. Tanto Abraham como Isaac se habí­an ido en tiempos de hambre, para regresar luego cuando volví­a a haber alimento.

1:8-18 Decisiones trascendentales

El relator ha preparado la escena, pero desde aquí­ en adelante los personajes hablan por sí­ mismos. Noemí­, no dando nada por hecho, instó a sus dos nue ras a que regresaran a su hogar paterno en Moab. Pueden haber tenido entre 18 y 25 años, y Noemí­ demostró su interés maternal al procurar lo que serí­a lo mejor para ellas. Ambas habí­an sido esposas cariñosas, y Noemí­ apreciaba el afecto que le tení­an, de allí­ su oración: Que Jehovah haga misericordia con vosotras. Su esperanza era que su cuidado providencial las llevarí­a a cada una a contraer un segundo matrimonio. La misericordia del Señor tení­a a Israel en una relación especial con él (ver la nota al final del capí­tulo), pero Noemí­ no tuvo reparos en orar pidiendo que incluyera también a estas dos muchachas de Moab. Puede que estuviera pensando en la promesa del Señor a Abraham de que todas las familias de la tierra serí­an bendecidas por intermedio de él (Gén. 12:3). Amor, seguridad y hogar se cuentan entre las ben diciones que Dios provee. El consejo de Noemí­: Volveos, hijas mí­as, era lo más lógico (11–13); aunque serí­a para detrimento de ella. La mano deJehovah se ha levantado contra mí­ es un resumen de su interpretación de los eventos sucedidos.
Noemí­ consideró a la hambruna, la consecuente migración a Moab y la muerte, primero de su esposo y luego de sus hijos, como señales del desa grado divino en forma personal con ella. De allí­ que fuera una experiencia de tanta amargura. Si hubiera creí­do que era el azar lo que ordenaba su vida, hubiera aceptado su situación con pasiva resignación. Pero con el hecho de acusar a Dios declaraba su fe de que en definitiva era él quien manejaba los acontecimientos y, dado que era él también el Dios que iba a bendecir, Noemí­ encontró un rayo de esperanza aun en su profunda desesperación.
Orfa se fue de su lado y no se sabe nada más de ella, pero Rut se quedó con Noemí­. El verbo es el mismo usado para referirse al matrimonio en Gén. 2:24: †œPor lo tanto, el hombre †¦ se unirá a su mujer.† Rut, en total dedicación, puso el cuidado de Noemí­ antes que sus propios intereses. El amor †œno busca lo suyo propio† (1 Cor. 13:5). El lector es atrapado por el drama, queriendo saber cómo le fue a Rut quien se arriesgó a acompañar a su suegra.
Noemí­ no aceptó la decisión de Rut sin protestar. Era natural que los padres y la formación religiosa tuvieran una poderosa atracción, pero la protesta de Noemí­ generó la más sublime de las reacciones. Rut estaba decidida: †¦ dondequiera que tú vayas, yo iré. El bienestar de Noemí­ era su principal preocupación, aunque significara emigrar de su patria, dejar a sus padres que todaví­a viví­an (2:11) y establecerse entre extraños. Desde ese momento en adelante el pueblo de Noemí­ serí­a su pueblo, aunque Rut no sabí­a si encontrarí­a aceptación. De más importancia que todo lo demás, Rut declaró que el Dios de Noemí­ serí­a su Dios. Estaba totalmente resuelta, aun hasta la muerte y lo confirmó con su juramento en el nombre del Señor que acababa de aceptar. La declaración de Rut es el punto culminante de este capí­tulo. Sin duda el autor tení­a la esperanza que los lectores siguieran su ejemplo.

1:19-22 La llegada a su ciudad

La llegada de Noemí­ causó revuelo en Belén, especialmente entre las mujeres. La pregunta de ellas sugiere que casi ni la reconocieron porque habí­a cambiado tanto, pero también que estaban contentí­simas de volver a verla. Noemí­ cortó por lo sano cualquier celebración al revelar la profundidad de su desconsuelo. Vencida por los recuerdos felices del pasado en Belén no podí­a aguantar que la llamaran Noemí­ (que significa †œplacentera† o †œagradable†). Mucho más apropiado, según ella, era Mara (que significa †œamargura†), y culpó al Todopoderoso (Shadai) por sus amargas experiencias. El era quien habí­a prometido un gran destino a Abraham (Gén. 12:1). Rige sobre el orden cósmico (Job 34:12, 13) por lo que se deduce que debe ser responsable de la tragedia que viví­a. Yo me fui llena, casada y feliz y bendecida con dos hijos, pero Jehovah me ha hecho volver vací­a, privada del motivo de mi felicidad. El Señor quien dio, y cuya caracterí­stica es dar, le habí­a quitado inexplicablemente sus seres queridos. Es más, ella interpretaba su acción como una señal de su desagrado, porque Jehovah me ha afligido significa †œha testificado contra mí­†, como en un tribunal de justicia.
Tres elementos estilí­sticos merecen un comentario. La modalidad deliberada en el uso de los nombres divinos, el Todopoderoso †¦ Jehovah †¦ Jehovah †¦ el Todopoderoso, pone mucho énfasis en el gobierno soberano de Dios sobre los asuntos humanos, y es el mismo Señor que revelara sus propósitos amantes a Abraham. Porque él está en control, se nota la implicación de una esperanza, la insinuación de un futuro mejor. El narrador completa el primer episodio con un resumen que mira al pasado tanto como al futuro. Volvió Noemí­ mira hacia atrás repitiendo un verbo clave en el capí­tulo, mientras que la mención de su nuera indica que Rut ocupará el centro de la próxima escena. Las palabras finales del capí­tulo: al comienzo de la siega de la cebada, no sólo anticipa el próximo episodio, sino que también coincide con la nota sobre una época en 1:1, completando así­ una especie de paréntesis alrededor del primer capí­tulo de la narración.
Nota. 8 El significado de la palabra misericordia es más de lo que el lector pudiera sospechar. Es una traducción de la palabra heb. hesed, aquí­ y en 2:20 y 3:10, en el sentido más supremo, es la caracterí­stica de Dios mismo en sus tratos con quienes forman su pueblo. A veces (p. ej.p. ej. Por ejemplo: Exo. 15:13) se ha traducido como †œamor† (DHHDHH Dios Habla Hoy) y †œbondad† (BJBJ Biblia de Jerusalén); la palabra indica la fidelidad del Señor a sus promesas del pacto (Deut. 7:9). La intención es que quienes hayan tenido la experiencia del hesed del Señor reflejen el mismo cuidado amante en sus relaciones con sus semejantes. Se dice que Rut la moabita así­ lo hizo (3:10), por su lealtad altruista hacia Noemí­ y porque, al declarar que el Dios de Noemí­ era su Dios, entró en el cí­rculo de la bendición divina. Siguiendo el mismo camino, otros que no eran israelitas pudieron conocer por sí­ mismos la hesed del Señor porque es †œgrande en misericordia †¦ y su misericordia está en todas sus obras† (Sal. 145:8, 9). Ese amor firme fue revelado supremamente en Cristo y es una base segura para la confianza del cristiano actual en el Dios de Noemí­ y Rut.
2:1-23 RUT HALLA GRACIA

2:1-3 Conexiones familiares
Al llegar a este punto el narrador introduce hábilmente el hecho de que todaví­a viví­a en Belén un pariente de Elimelec. Noemí­ lo conocí­a pero decidió no pedirle su apoyo, aunque era un hombre de buena posición que podrí­a haberla ayudado. La necesidad inmediata era tener algo para comer. Era humillante verse reducida a semejante pobreza, pero porque era el tiempo de la cosecha tení­an una manera de ayudarse a sí­ mismas. La ley de Dios estipulaba que los agricultores no debí­an cosechar las esquinas de sus campos, sino dejar el grano para ser recogido por los pobres (Lev. 19:9; 23:22). Una bendición especial serí­a el resultado de esta acción generosa (Deut. 24:19). Rut decidió aprovechar esta disposición, pero suponí­a que no todos los agricultores recibirí­an bien a los que espigaban para ellos mismos sus campos, especialmente tratándo se de una extranjera. Querí­a hacerlo donde pudiera hallar gracia. Aunque nada sabí­a de ningún pariente cercano de su suegro, por †œcasualidad† escogió recoger espigas en el campo de Boaz, de la familia de Elimelec. La repetición de estas palabras del v. 1 subrayan su importancia. Su elección del campo no era accidental. Dios habí­a sido su guí­a invisible como lo habrí­an de probar los sucesos posteriores.

2:4-17 Bondad inesperada

Llegó el dueño y saludó a sus segadores con palabras que asociamos más con la iglesia que con nuestro lugar de trabajo. ¡Jehovah sea con vosotros!, una expresión familiar para muchos cristianos, es usada sólo aquí­ en esta forma precisa. El saludo acostumbrado era †œpaz† (shalom). Boaz y sus segadores reconocí­an su dependencia de Dios para obtener una buena cosecha. Quiso saber quién era la recién llegada y el encargado de los segadores testificó bien de ella. Contaba con tres recomendaciones con las que se habí­a ganado el respeto. Habí­a venido con Noemí­, habí­a pedido permiso para recoger lo que los segadores dejaban y habí­a seguido trabajando sin pausa aunque no era mucho lo que quedaba para recoger.
Boaz se dirigió a Rut mostrando su aprobación, instándola a quedarse en los campos de él y prometiéndole su protección especial. La incluyó entre sus siervas, dio órdenes a los jóvenes de que la respetaran y le dio permiso para tomar de los cántaros de agua que traí­an. Fuera de lo acostumbrado, éstos eran llenados por criados hombres. Este campo parece ha ber sido manejado con reglas singulares. En lugar de ser recibida con desconfianza, Rut fue aceptada. Ella no dio nada por sentado sino que postrándose indicó lo agradecida que se sentí­a. ¿Por qué el agricultor se comportaba con tanta bondad hacia ella? La respuesta era que su fama la habí­a precedido. Los pobladores de Belén reconocí­an la bondad en acción y aprobaban la valentí­a de Rut al acompañar a Noemí­. Al decir: ¡Que Jehovah premie tu acción! Boaz expresaba más que un deseo piadoso. Consciente del sacrificio de Rut, Boaz querí­a que su recompensa fuera completa para que la fe de ella se fortaleciera al ver supli das todas sus necesidades. Tal era la promesa a quienes confiaban en las promesas de Dios (Deut. 5:10). Al pueblo de Dios le gustaba comparar el cuidado protector de Dios con el de las aves que extienden sus alas sobre sus polluelos (cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 17:8; 36:7). El uso que Jesús hizo de la misma metáfora ha reforzado su mensaje (Mat. 23:37). La respuesta de Rut expresa ampliamente su gratitud, pero guardó su distancia llamando a Boaz Señor mí­o, y refiriéndose a sí­ misma como su sierva, indicando así­ su humilde posición.
A la hora de la comida Boaz volvió a preferirla, invitándola a compartir el alimento provisto para los segadores. Hasta le sirvió grano tostado, parte del cual Rut guardó para llevar a Noemí­. Al levantarse para volver a trabajar, Boaz dio órdenes de que se le permitiese colectar el grano de las gavillas (la norma era que las gavillas tení­an que ser protegidas de los espigadores). Se les mandó a los segado res que deliberadamente dejaran caer grano para que ella lo recogiera. El resultado fue que Rut terminó ese dí­a teniendo mucho más de lo que habí­a esperado espigar. Algunos calculan que era el equi valente de por lo menos el jornal de medio mes.

2:18-23 Noticias y alimentos para compartir

Al ver el enorme bulto de cebada de Rut, Noemí­ supo que le habí­a ido bien. Seguramente alguien habí­a sido muy generoso con ella, de allí­ las preguntas emocionadas y su invocación pidiendo bendiciones sobre el benefactor de Rut. Por tercera vez en dos versí­culos a Noemí­ se la llama suegra de Rut, como si se quisiera sugerir que la relación tení­a una importancia especial. La mención por par te de Rut del nombre Boaz reveló que existí­a una conexión familiar; las relaciones familiares †œhija†, †œsuegra†, siguen mencionándose en conversaciones posteriores entre Noemí­ y Rut. La oración de Noemí­ se torna ahora más especí­fica. En seguida ella vio la posibilidad de futuros acontecimientos. No ha rehusado su bondad podrí­a referirse a Boaz, pero Noemí­ está pensando en la providencia del Señor al guiar a Rut al campo de Boaz. Esto era una evidencia del amor del pacto (hesed) del Señor hacia los que han muerto, o sea Elimelec y su hijo a través de sus viudas. Aunque eran parientes polí­ticas y no sanguí­neas, estaban incluidas totalmente en la familia. Pero hay más. Boaz no sólo era un pariente cercano sino también uno de los parientes que nos pueden redimir (ver la nota que aparece más adelante).
Las leyes de Israel sobre la familia estipulaban detalladamente el cuidado a brindar a los integrantes de un clan que pasaban momentos difí­ciles, protegiendo así­ la continuación del grupo emparentado. Boaz era uno a los que Noemí­ tení­a derecho de pedir ayuda, pero habí­a varias maneras de ayudar, y Noemí­ no especificó en qué estaba pensando. Rut agregó otra noticia que aumentó su alegrí­a al contarle que Boaz la habí­a invitado a acompañar a sus siervos hasta que terminara la cosecha en dos meses. Ya no tení­an que preocuparse por su futuro inmediato y durante el tiempo de la cosecha Rut ya serí­a parte de la comunidad en Belén.
Este capí­tulo ha presentado varios énfasis importantes. El carácter digno de Rut fue destacado por el capataz (7) y recalcado por Boaz (11) quien la incluyó entre sus obreros y se ocupó de que tuviera abundancia de alimentos para llevarse a su casa. Rut se sentí­a cómoda en este campo y aceptó agradecida todo lo que bondadosamente se le ofreció. Tanto el dar como el recibir eran parte de una relación que se iba formando, una comprensión cada vez mayor de los caminos de Dios. Noemí­, al llamar a Rut hija mí­a, destacaba la í­ntima relación entre ellas. Rut se quedó cerca de las criadas (23). El verbo que aquí­ se usa es el mismo usado para referirse al lazo matrimonial en Gén. 2:24 (traducido como †œunir† en la RVARVA Reina-Valera Actualizada). Aparece en 1:14 en relación con el compromiso de Rut con Noemí­. El autor está señalando el secreto de la †œunión†, de la lealtad que resulta de la cohesión en la familia y en la sociedad. Deberí­a caracterizar especialmente al pueblo de Dios.
Nota. 20 Uno de los parientes que nos pueden redimir. Los fuertes lazos familiares en Israel significaban que el uso del verbo †œredimir† era común; pertenecí­a al vocabulario de las leyes familiares. Ca da integrante de una familia o clan tení­a la obligación de defender y proveer para sus familiares en la indigencia o ví­ctimas de una injusticia. El redentor de una propiedad debí­a volver a comprar la tierra del pariente que la habí­a vendido por sufrir necesidad (Lev. 25:25), conservándola así­ dentro de la familia. Si alguien se vendí­a a sí­ mismo como esclavo , su pariente más cercano tení­a que comprar su libertad (Lev. 25:47–55). El redentor también tení­a el deber de vengar el homicidio (Núm. 35:19; Deut. 19:6). El libro de Rut extiende sus deberes a proveer un heredero para el pariente masculino que habí­a muerto sin hijos. Por lo general, esta obligación le tocaba a un hermano (Deut. 25:5–10), pero en el caso de Rut que no tení­a cuñados, se esperaba que un pariente menos cercano se casara con ella, como lo reveló Noemí­ (cap. 3).
Cuando el ATAT Antiguo Testamento aseguraba que el Señor era el redentor de Israel, se referí­a principalmente a los eventos del éxodo: †œOs redimiré con brazo extendido† (Exo. 6:6); †œEn tu misericordia guí­as a este pueblo que has redimido† (Exo. 15:13). El Señor se declaró a sí­ mismo el pariente divino de Israel, siempre listo para liberarlos y ayudarlos (Isa. 41:14). La contribución especial del libro de Rut es el concepto de que únicamente el pariente cercano tení­a el derecho de redimir, pero sin la obligación de realmente hacerlo. La disposición de Boaz de asumir esta obligación costosa es un presagio del Redentor más grande, que fue su descendiente.
3:1-18 FE, RESOLUCION Y ACCION

3:1-6 El plan de Noemí­

En la época del ATAT Antiguo Testamento los casamientos eran arreglados por los padres, así­ que era apropiado que Noemí­ tomara pasos para encontrar un hogar y seguridad para Rut. Habí­an pasado algunas semanas, porque la cosecha habí­a terminado y era el tiempo de la trilla. Noemí­ habí­a pensado cuidadosamente sobre la mejor manera de encarar a Boaz en su capacidad de pariente cercano. Su esperanza era que aceptara su obligación como pariente-redentor casándose con Rut. Pero, aunque habí­a sido bondadoso, Boaz no habí­a mostrado ninguna inclinación al matrimonio, de allí­ la decisión de Noemí­ de presionarlo. Sus planes requerí­an mucha valentí­a de parte de Rut.
Rut debí­a lavarse y cambiarse para estar de lo mejor esa noche importante. Su perfume serí­a seductivo cuando la oscuridad impidiera ver su vestido. Los pisos de la trilla por lo general eran altos para aprovechar al máximo la brisa, pero a veces el viento proveí­a condiciones similares en lugares más bajos. Rut tení­a que pasar desapercibida al mismo tiempo que identificaba dónde Boaz se acostarí­a para pasar la noche. Cuando todo estuviera en silencio, debí­a acercarse, levantar la cobija a los pies de Boaz y acostarse junto a ellos. Cuando él despertara, Rut debí­a presentarle su petición. A pesar del peligro de recibir un desaire y ser rechazada, Rut llevó a cabo el plan de su suegra.

3:7-15 El encuentro a medianoche

Después de la tradicional comida en el lugar de la trilla, Boaz se retiró de muy buen humor. Providencialmente escogió acostarse a un lado del montón de grano donde quedaba un poco separado de los demás. A un lado también puede significar una posible entrada para los ladrones, contra quienes Boaz se poní­a en guardia. Cuando quedó dormido, Rut tomó su posición a sus pies, el lugar de sumisión, y esperó. En medio de la noche Boaz despertó y ahora el relato se pone emocionante. ¿Cómo se portarán estas dos personas dignas en una situación tan comprometedora? Boaz percibió la presencia de una mujer pero no la podí­a identificar. Su pregunta directa, entonces, era de esperarse. La respuesta de Rut, aunque respetuosa, no fue deferente como en 2:10, 13. Habló valiéndose de sus derechos, y tuvo la valentí­a de pedirle a Boaz que actuara como su pariente-redentor y se casara con ella. Ese es el significado de las palabras: Extiende tus alas sobre tu sierva. La palabra alas es la misma que en 2:12. Rut recordó a Boaz sus propias palabras, y le pidió que fuera la contestación de su propia oración. †œExtender las alas sobre† era una ví­vida expresión de proveer protección, calor y compañerismo. La frase es una referencia elo cuente al matrimonio.
No hay vacilación alguna en la respuesta de Boaz. Rut podí­a dejar a un lado sus temores porque no fue reprendida. En cambio, recibió una bendición y aceptación como †œhija† en la familia. Ya no era una extraña ni extranjera. Boaz sabí­a que la preocupación principal de Rut era el futuro de Noemí­. Hubiera sido natural que Rut buscara un esposo de su misma edad en lugar de alguien que podí­a haber sido su padre. El habí­a observado la reticencia de ella y la respetaba por ello. El podí­a hacer todo lo que ella pedí­a sin ser juzgado porque toda la comunidad habí­a llegado a apreciar la integridad de Rut. Pero primero tení­a que hablar con un familiar que tení­a primer derecho a cumplir el papel de pariente-redentor. ¿Por qué no se menciona antes este hombre? La respuesta sólo se puede adivinar, pero parecerí­a probable que Noemí­, si es que lo conocí­a, ya habí­a llegado a la conclusión de que no aceptarí­a ninguna obligación adicional. Boaz pondrí­a a prueba el asunto. Mientras tanto Rut debí­a quedarse a sus pies hasta la mañana, a pe sar del posible peligro de ser vista por ojos curiosos. Boaz nada tení­a que esconder, y dentro de unas horas la presentación pública del caso legal habrí­a terminado y se habrí­a decidido.
Pero Rut partió en cuanto pudo ver su camino al despuntar el alba. Nuevamente Boaz se aseguró de que se llevara un generoso regalo de alimento, atado convenientemente en el chal tejido que llevaba puesto. No se sabe cuánto eran exactamente las seis medidas. No hay duda de que Boaz dio a Rut todo lo que ella podí­a cargar.

3:16-18 Más razones de aliento para Noemí­
Noemí­, esperando ansiosamente el regreso de Rut, supo por la carga que llevaba que Rut traí­a buenas noticias. Boaz siguió mostrando su generosidad hacia Noemí­, tu suegra. El énfasis sigue siendo en las relaciones de familia, que es la base de la acción del relato, y que sigue en el v. 18: Descansa, hija mí­a. Habrí­a un perí­odo de suspenso antes de que el drama terminara. Afortunadamente, el proceso le gal podí­a comenzar inmediatamente, y el resultado serí­a conocido antes de terminar el dí­a.
4:1-22 LAS NUPCIAS Y SU RESULTADO

4:1-12 Arreglos para contraer matrimonio

La puerta principal de la ciudad era el sitio del tribunal de justicia municipal. Planificada con un espacio abierto alrededor del cual los bancos proveí­an lugares para sentarse a la sombra de las altas murallas, la puerta era un lugar natural de reunión. Tení­a la ventaja de estar abierta al público, que podí­a observar cómo se hací­a justicia. Boaz sabí­a que su pariente pasarí­a por la puerta para ir a trabajar y el pariente, cuyo nombre no se da, sabrí­a que se trataba de algún asunto serio cuando fuera invitado a sentarse. Los diez hombres de los ancianos de la ciudad, elegidos al azar, corresponden básicamente a los jueces del sistema legal actual del mundo occidental. Se suponí­a que los adultos responsables eran competentes para discernir lo que era justo. En Belén estos ancianos representaban a la comunidad en la cual se cumplí­a la decisión legal. Su aprobación era esencial y el grupo de 12, todos sentados, constituí­a el tribunal de justicia.
Boaz tocó primero el tema de la propiedad. Elimelec habí­a sido dueño de una propiedad que hubiera pasado a sus hijos, de haber vivido ellos. No es probable que Noemí­, la viuda, tuviera derecho de heredar, pero probablemente estaba vendiendo el campo en nombre de sus hijos. Durante la ausencia de la familia en Moab otra persona habrí­a sido responsable de la tierra, pero ahora que la cosecha habí­a terminado habí­a llegado el momento para que Noemí­ las negociara con miras al mejor resultado posible. En particular, querí­a que la tierra quedara en la familia, de allí­ la apelación a un pariente. Boaz, consciente de todo lo que involucraba, explicó claramente la opción al pariente más cercano, afirmando que si el pariente no redimí­a la tierra entonces Boaz lo harí­a. Sólo cuando recibe la respuesta Yo redimiré, se embarca en el tema más crucial.
Elimelec tení­a derecho a un heredero, Rut la moabita, su nuera, estaba viva y el hombre que comprara el campo tení­a el deber de dar al muerto un heredero por intermedio de ella. Si nací­a un hijo varón, el campo serí­a luego de él y la propiedad de Elimelec quedarí­a en su familia. El pariente entonces perderí­a lo que habí­a comprado y tendrí­a que mantener otra familia, de allí­ su respuesta: No puedo redimir. El costo era demasiado elevado. La generosidad de Boaz se hace más evidente al aceptar él estas pérdidas financieras.
No habí­a necesidad de que el autor explicara la ley de redención que evidentemente todaví­a se practicaba cuando fue escrito el libro. Pero otra costumbre habí­a caí­do en desuso y por lo tanto tení­a que ser explicada (7). Ambas partes del acuerdo de redención lo completaban intercambiándose una sandalia que simbolizaba una posesión (cf.cf. Confer (lat.), compare Jos. 1:3). Los ancianos fueron testigos oficiales de que Boaz asumí­a los derechos legales de la propiedad de Elimelec, Quelión y Majlón, y que la viuda de Majlón serí­a su esposa. Al primogénito de Rut se le conocerí­a como †œhijo de Elimelec† perpetuando así­ el nombre del muerto. Este hijo también serí­a heredero de la propiedad, asegurando así­ la continuación del nombre y las posesiones de familia. Al decir ni de la puerta de su ciudad (10) se está refiriendo a los documentos legales de la comunidad, fueran éstos transmitidos oralmente o por escrito.
Los que pasaban por el lugar engrosaron el grupo a la puerta, y se sumaron a los ancianos como testigos de la legalidad del matrimonio entre Boaz y Rut, aunque ella no estaba presente para dar su consentimiento. La aprobación de la población de Belén ayudaba a alentar la permanencia del matrimonio, como sucede con la presencia de invitados a los casamientos en la actualidad, además de ser ocasiones de feliz celebración. Los buenos deseos para la nueva pareja fueron expresados en oraciones recordando ejemplos de la bondad de Dios en el pasado. Raquel y Lea, junto con sus criadas, habí­an dado 12 hijos a Jacob (Israel), que fueron los padres de las 12 tribus (Exo. 1:1–5). A Boaz se lo considerarí­a bien recompensado si Rut le diera muchos hijos para tener más prestigio y prosperidad. La oración continuó mencionando a Judá y Tamar (Gén. 38). El autor tení­a buenas razones para referirse a este incidente vergonzoso de la vida de Judá. Primera, tení­a que ver con una costumbre matrimonial similar a la que se refiere en este capí­tulo, donde se esperaba que el hermano del muerto se casara con su viuda, de allí­ la expresión †œcasamiento levirato† (del latí­n levir, †œcuñado†). Mientras que los derechos de Tamar habí­an sido ignorados por Judá, Boaz habí­a cumplido con su obligación. Segunda, habí­a un factor de especial interés local. Fares, nacido de Tamar como resultado de su estratagema, era un antepasado de Boaz (18), y uno de los apenas tres antepasados de toda la tribu de Judá. Es probable que la mayorí­a de la población haya sido descendiente de él. Lo que Dios habí­a hecho por Judá, a pesar de la indiferencia de éste por Tamar, ¿no lo harí­a Dios también por Boaz, recompensando su bondad y dándole una familia de hijos varones? Tercera, Tamar, como Rut, habí­a tenido que tomar la iniciativa.

4:13-17 Un hijo para Noemí­
Cumpliendo su promesa, Boaz se casó con Rut. Jehovah le concedió que concibiera puede ser una re ferencia a la falta de hijos del primer matrimonio de ella, pero las Escrituras nunca dan por sentado la concepción de un hijo y consideran a cada individuo como la obra de creación especial del Señor (p. ej.p. ej. Por ejemplo: Sal. 139:13). El nacimiento de un hijo era la culminación del gozo para las mujeres presentes que exclamaron: Alabado sea Jehovah y expresaron su alegrí­a a Noemé en lugar de a Rut. La honra era para la vieja generación, y las que habí­an conocido a Noemí­ antes de que se fuera a Moab habrí­an estado felices de ver cómo el Señor estaba proveyendo lo que le asegurarí­a su futuro. La oración de ellas de que él fuera famoso en todo Israel se da por contestada en la genealogí­a de David (17). Noemí­, personaje principal en el capí­tulo inicial del relato, es nuevamente el personaje principal al llegar a su conclusión. El vací­o dejado por la muerte de sus seres queridos habí­a sido ahora remplazado por una llenura; la amargura por el gozo (1:21). Porque el niño serí­a considerado como nieto de Elimelec y Noemí­, el nombre de su esposo no desaparecerí­a y su propiedad tendrí­a un heredero. Además, Noemí­ contarí­a con un protector para cuidarla en su vejez, al igual que su cariñosa nuera, quien le era mejor que siete hijos. La alabanza para Rut llega a su clí­max con estas palabras de las mujeres de Belén.

La familia de Rut

La †œllenura† de Noemí­ giraba alrededor de su nieto; cuidarlo como habí­a cuidado a sus propios hijos era empezar una nueva vida. El nombre Obed (diminutivo de Abdí­as) sugerí­a que era un †œsiervo del Señor†, resumiendo así­ las esperanzas de todos para el niño. El autor luego salta dos generaciones más adelante para mostrar cuán importante serí­a Obed como abuelo del rey David. El propósito soberano de Dios podí­a verse a lo largo de todas las generaciones empezando con Fares, quien habí­a sido mencionado en la bendición matrimonial (12), hasta David, cientos de años después. La decisión de Rut de seguir a Noemí­ habí­a tenido consecuencias importantes, más allá de lo que ella hubiera imaginado. En vista de que todos los reyes de Judá fueron de la dinastí­a de David, la muchacha moabita tuvo descendientes ilustres, y la oración de Boaz de que fuera ella recompensada ricamente por Jehovah (1:12) fue contestada espectacularmente.

4:18-22 Genealogí­a final

La genealogí­a de diez generaciones desde Fares hasta David omite algunas generaciones, como lo demuestra una comparación con 1 Crón. 2, pero es una conclusión adecuada para el libro. Mientras que las palabras iniciales hablaban de hambruna, migración y muertes, el final del libro mira hacia adelante con esperanza. La lista de nombres, abarcando el perí­odo desde los patriarcas hasta David, recuerda al lector que lo que le pasó a Noemí­ y Rut era parte de la obra salvadora permanente de Dios a través de los siglos. La vida tení­a sentido porque el Señor, quien habí­a hecho promesas claras a Abraham, seguí­a activo en cada generación revelando su carácter, cumpliendo sus promesas y logrando sus propósitos. Este fue el factor invisible que le dio una perspectiva histórica a Israel, singular en el mundo de la antigüedad. Pero la historia de Israel no se ocupa sólo de los grandes del paí­s. Rut, Noemí­ y Boaz ilustran que la auténtica grandeza refleja el carácter del Dios viviente, cuyo amor fiel generó una respuesta de amor en quienes pusieron en él su confianza.
Joyce Baldwin

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia

(heb. rûṯ, posiblemente contracción de re˓ûṯ, ‘compañera’). Rut es la heroína del libro que lleva su nombre (véase el art. que sigue). Se trata de una moabita que vivió en la época de los jueces.

En su propia tierra Rut se había casado con Mahlón (Rt. 4.10), hijo mayor de Elimelec y Noemí, israelitas de Belén en Judá que emigraron a Moab para escapar al hambre que azotaba a su tierra. Noemí enviudó, y luego sus dos hijos murieron sin dejar herederos. Noemí resolvió volver a su patria, ante lo que Rut le anunció que se proponía acompañarla y afiliarse a su nación y a su Dios. Solamente la muerte las separaría (Rt. 1.17).

Durante la cosecha de la cebada en Belén Rut fue a espigar en los campos de Booz, acaudalado pariente de Elimelec. Booz tomó conciencia de ella y le ofreció protección por su lealtad a Noemí. Recibió la invitación de comer con los segadores, y fue favorecida durante toda la cosecha de la cebada y el trigo.

Cuando ya todo había sido consechado y comenzó la trilla, siguiendo las instrucciones que le había dado Noemí, Rut fue a la era de noche y pidió la protección de Booz apelando a su caballerosidad. Él la envió de vuelta a su hogar tan pronto amaneció, con un presente de seis medidas de cebada y la promesa de que si su pariente más cercano no estaba dispuesto a casarse con ella de acuerdo con la ley del levirato, él actuaría como pariente y la redimiría (cf. Lv. 25.25, 47–49).

Con la presencia de diez ancianos de la ciudad como testigos apeló al pariente de Noemí para que redimiera un lote de tierra que había pertenecido a Elimelec y que era un cargo sagrado que no debía salir de la familia (cf. Lv. 25.23). A ello añadió la obligación del casamiento por levirato con Rut (Rt. 4.5). El pariente no pudo cumplir esta obligación y renunció a su derecho a favor de Booz.

Rut se casó con Booz, y dio su primer hija Obed a Noemí para que continuara los nombres de Elimelec, Mahlón y Quelión. Este fue abuelo de David (1 Cr. 2.12; Mt. 1.5).

M.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Uno de los escritos proto-canónicos del Antiguo Testamento, el cual deriva su nombre de la heroína de su bella y exquisita historia.

Contenido

  • 1 Contenido
  • 2 Lugar en el Canon
  • 3 Propósito
  • 4 Carácter Histórico
  • 5 Autor y Fecha de Composición

Contenido

Los incidentes narrados en la primera parte del Libro de Rut (1 – 4,17) son brevemente como sigue: En el tiempo de los jueces, surgió una hambruna en la tierra de Israel, debido a la cual Elimélek con Noemí y sus dos hijos emigraron de Belén de Judea hacia la tierra de Moab. Después de la muerte de Elimélek, sus dos hijos, Majlón y Kilyón, tomaron esposas moabitas, y poco después ambos murieron sin haber dejado prole. Noemí, privada ahora de su esposo e hijos, salió de Moab hacia Belén. En su viaje hacia allá ella disuadió a sus nueras de ir con ella. Sin embargo, una de ellas, llamada Rut, acompañó a Noemí a Belén. La siega de la cebada había recién comenzado y Rut, para aliviar su pobreza y la de Noemí, fue a espigar al campo de Booz, un hombre rico del lugar. Se topó con la mayor bondad, y siguiendo el consejo de Noemí, le manifestó a Booz, como pariente cercano de Elimélek, su reclamo de matrimonio. Puesto que un pariente más cercano había renunciado solemnemente a su derecho anterior, Booz se casó con Rut, la cual le dio a Obed, el abuelo del rey David. La segunda parte del libro (4,18-22) consiste de una breve genealogía que conecta la línea de David a través de Booz y Farés, uno de los hijos de Judá.

Lugar en el Canon

En la serie de los escritos sagrados del Antiguo Testamento, el corto Libro de Rut ocupa dos lugares principales diferentes. La Versión de los Setenta, la Vulgata y las versiones inglesas lo colocan inmediatamente después del Libro de los Jueces. La Biblia hebrea, por el contrario, lo considera entre los Hagiógrafos o tercera parte principal del Antiguo Testamento. De estos dos lugares, el último es más probablemente el original. Es atestiguado por toda la información de la tradición judía, es decir, las enumeraciones más antiguas de los Hagiógrafos en el tratado Talmúdico “Baba Bathra”, todos los manuscritos hebreos en español o alemán, las ediciones impresas de la Biblia hebrea, y el testimonio de San Jerónimo en su prefacio al Libro de Daniel, según el cual los hebreos incluyen once libros en los Hagiógrafos. La presencia del Libro de Rut después del de los Jueces en Los Setenta, de donde pasó a la Vulgata y a las versiones inglesas, se explica fácilmente por el arreglo sistemático de los libros históricos del Antiguo Testamento en esa antigua versión griega. Como el episodio de Rut está conectado con el período de los jueces por sus palabras iniciales “en los días…cuando los jueces juzgaban”, su narrativa se colocó luego del Libro de Jueces como una especie de complemento a él. El mismo lugar asignado a él en las listas de San Melitón, Orígenes y San Jerónimo (Prol. Galeatus), se puede rastrear al arreglo de los escritos inspirados del Antiguo Testamento en Los Setenta, hasta donde estas listas denotan de varios modos la influencia de la nomenclatura y agrupación de los libros sagrados en esa versión, y por lo tanto, no deben ser considerados como ajustados estrictamente al arreglo de dichos libros en el canon hebreo. Ciertamente se ha afirmado que el Libro de Rut es realmente un tercer apéndice al Libro de Jueces y estaba, por lo tanto, originalmente colocado en inmediata conexión con las dos narrativas que son incluso hoy día añadidas a este último libro (Jc. 17-18; 19-21); pero esta opinión no es probable debido a las diferencias entre estas dos obras con respecto a estilo, tono, asunto, etc.

Propósito

Puesto que el objetivo preciso del Libro de Rut no se da expresamente ni en el libro mismo ni en la tradición auténtica, los eruditos están grandemente en desacuerdo respecto al mismo. Según algunos, los que ponen énfasis especial en la genealogía de David en la segunda parte del libro, la meta principal del autor es arrojar luz sobre el origen de David, el gran Rey de Israel y ancestro real del Mesías. Si éste hubiese sido, sin embargo, el propósito principal del autor, parece que él le hubiese mayor prominencia en su obra. Además, la genealogía al final del libro está sólo vagamente conectada con el contenido precedente, de modo que es probable que sea un apéndice añadido a este libro por una mano posterior. Según otros, la principal meta del autor era narrar cómo, en oposición a Deuteronomio 23,3, el cual prohíbe la recepción de los moabitas a la asamblea de Yahveh, Rut la moabita fue incorporada al pueblo de Yahveh, y eventualmente se convirtió en la antecesora del fundador de la monarquía hebrea. Pero esta segunda opinión es apenas más probable que la anterior. Si el Libro de Rut hubiese sido escrito en tal opinión completa y distinta de la prohibición deuteronómica según afirma la segunda opinión, es muy probable que su autor hubiese colocado una referencia directa a esa promulgación legislativa en labios de Noemí cuando ella trató de disuadir a sus nueras de acompañarla a Judá, o particularmente cuando ella recibió de Rut la protesta de que de ahí en adelante el Dios de Noemí sería su Dios. Muchos eruditos han considerado este corto libro como una especie de protesta contra los esfuerzos de Esdras y Nehemías de suprimir el matrimonio con mujeres extranjeras. Pero esta es sólo una inferencia no a partir del contenido del libro, sino de una supuesta fecha de composición posterior, una inferencia no menos incierta que la fecha misma. Otros finalmente, y ciertamente con mayores probabilidades, han sostenido que el principal objetivo del autor fue contar una historia edificante como un ejemplo a su propia época y un interesante esbozo del pasado, realizando esto al registrar la conducta ejemplar de sus varios personajes quienes actual simple y generosamente, como deberían actuar los temerosos de Dios en Israel.

Carácter Histórico

El encantador Libro de Rut no es meramente “idílico” o “ficción poética”. Es claro que los judíos de antiguo consideraban su contenido como histórico, puesto que incluían su narrativa en Los Setenta dentro de las historias proféticas (Josué-Reyes). El hecho de que Flavio Josefo al trazar su relato de las Antigüedades Judías utiliza la información del Libro de Rut exactamente igual que cómo lo hace con los libros históricos del Antiguo Testamento muestra que este escrito inspirado en ese entonces no era considerado mera ficción. Además, la mención que hace San Mateo de varios personajes del episodio de Rut (Booz, Rut, Obed), entre los ancestros reales de Cristo (Mt. 1,5) señala en esa misma dirección. La información intrínseca concuerda con estos testimonios de la tradición antigua. El libro registra el matrimonio de un israelita con una moabita, lo cual muestra que su narrativa no pertenece a la región de lo poético. El carácter histórico de la obra también se confirma por la amigable relación entre David y el Rey de Moab, que es descrita en 1 Samuel 22,3-4; por la clara referencia del autor a la costumbre judía como obsoleta (Rut 4,7), etc.

En vista de esta evidencia concordante, extrínseca e intrínseca, generalmente los eruditos le dan poca importancia a las bases que ciertos críticos han puesto para desaprobar el carácter histórico del Libro de Rut. Se percibe correctamente, por ejemplo, que el significado simbólico de los nombres de varias personas en la narrativa (Noemí, Majlón, Kilyón) no es un argumento conclusivo de que han sido acomodados ficticiamente a los caracteres en el episodio, y más que el significado simbólico similar de los nombres propios de personajes muy conocidos y completamente históricos mencionados en los anales de Israel (Saúl, David, Samuel, etc.). También se percibe correctamente que la notable idoneidad de las palabras puestas en labios de ciertos personajes al propósito general de la aparente edificación en el Libro de Rut no necesariamente refuta el carácter histórico de la obra, puesto que esto es también notable en otros libros de la Sagrada Escritura que son indudablemente históricos. Finalmente, se puede ver fácilmente que no importa cuán grande sea el contraste entre el tono general de simplicidad, reposo, pureza, etc., de los caracteres delineado en el episodio de Rut, y los rasgos opuestos de las figuras esbozadas en el Libro de Jueces, ambos escritos describen eventos reales en uno y el mismo período de la historia judía; puesto que por todo lo que conocemos, las bellas escenas de vida doméstica que conectan el Libro de Rut con el período de los Jueces pueden haber ocurrido realmente durante los largos intervalos de paz que son a menudo mencionados en el Libro de Jueces.

Autor y Fecha de Composición

El Libro de Rut es anónimo, pues el nombre que lleva como título nunca ha sido considerado de otro modo que el de la actriz principal en los eventos registrados. En una antigua Beraitha al tratado Talmúdico “Baba Bathra” (Talmud Babilónico, c. I), se afirma definitivamente que “Samuel escribió su libro, Jueces y Rut”; pero esta adscripción de Rut a Samuel es infundada y por lo tanto rechazada casi universalmente. Se desconoce el nombre del autor del Libro de Rut, y así también la fecha precisa de su composición. La obra, sin embargo, probablemente fue escrita antes del exilio babilónico. Por un lado, no hay nada en su contenido que nos pueda llevar a remontar su origen a una fecha posterior; y por otro lado, la pureza comparativa de su estilo lo sella como una composición pre-exílica. Los numerosos críticos que sostienen una opinión diferente sobreestiman la importancia de sus arameismos aislados, los cuales se explican mejor por el uso de una jerga hablada claramente independiente del desarrollo verdadero de la literatura hebrea. También le dan mucha importancia al lugar que ocupa el Libro de Rut entre los Hagiógrafos, pues, como se puede ver fácilmente, la admisión de un escrito en esta tercera división del canon hebreo no es necesariamente contemporáneo con su origen, Pero, mientras que la información interna suministrada por el Libro de Rut señala hacia su origen pre-exílico, ellos permanecen indeciso en cuanto a la fecha precisa a la que se puede adscribir su composición, como se deduce claramente de las conflictivas inferencias que han sido sacadas de ellos por los eruditos católicos.

Bibliografía: Comentarios: Católico: CLAIR (París, 1878); VON HUMMELAUER (París, 1888); FILLION (París, 1889); VIGOUROUX (París, 1901); CRAMPONI. Protestante: WRIGHT (Londres, 1864); KEIL (Leipzig, 1874): BERTHEAU (Leipzig, 1883); OETTLE (Nordlingen, 1889); BERTHOLET (Friburgo, 1898); NOWACK (Goettingen, 1902).

Fuente: Gigot, Francis. “Book of Ruth.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912.
http://www.newadvent.org/cathen/13276a.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica