Brexit, o no (II): “Dire Straits”

Brexit, o no (II): “Dire Straits”

 Por Jordi Picazo

Voces Católicas ante la emigración y la identidad

Foto: Lord Alton, y Lord Hylton, dos católicos en la Cámara de los Lores (Alton, a la derecha, en su conferencia del viernes; Hylton, defendiendo los derechos de los prisioneros políticos de Burma)

No son pocos los Lores o MPs del Parlamento Británico que con ese puesto vitalicio se dedican a hacer de embajadores de paz, o a las causas nobles que nos incumbe a los humanos custodiar. Alton y Hylton son dos de entre ellos, católicos e imparables activistas, nada “bien pensant”; los dos promueven la integración colaborativa de las naciones de Europa.

Jo Cox fue asesinada a manos de un fanático inglés el pasado jueves 16 de junio en West Yorkshire, Inglaterra, como consecuencia de, entre otras cosas, el sentimiento xenófobo de un sector de la sociedad británica que teme el flujo migratorio y opta por la salida de la UE y el control de las fronteras. Miembro del Parlamento Británico, Jo era en palabras de su marido Brendan un ser humano que  “creía en un mundo mejor, y luchó cada día por él con un energía imbuida de  un amor tan intenso por la vida que agotaría a la mayoría. (…) el odio no tiene credo, raza o religión (…). Debemos unirnos para combatir el odio que acabó con su vida”. A la mañana siguiente de este asesinato coincidió que, David Lord Alton de Liverpool, daba una conferencia auspiciada por ‘Premier Christian Radio’, sobre su propia trayectoria como miembro de la Cámara de los Lores en el parlamento británico, y de cómo su Fe había conformado su vida y su lucha por la justicia social.

David Lord Alton, que es hijo de una inmigrante, sobrino de un caído en la lucha contra el nazismo e hijo de un Rata del Desierto del ejército británico, comentaba en el escenario de su disertación, la Catedral Metropolitana de Cristo Rey en Liverpool, que este mismo edificio había sido construido para conmemorar precisamente a los muchos inmigrantes “que murieron en este mismo lugar –pues aquí se levantaba el Asilo para pobres. Construido en 1769 y ampliado en la década de los 40 del siglo XIX el Asilo se convirtió en uno de los mayores de Gran Bretaña. Albergaba unos 3.000 internos y llegó a alcanzar en ocasiones los 5.000. El cólera, el tifus y otras dolencias se encargaron de eliminar a cientos que huían de la hambruna que mató a 1.000.000 de personas y arrancó de sus hogares a otros tres millones”.

Gran Bretaña, S. XIX: el drama de la inmigración irlandesa

En el punto más acuciante de la hambruna, en el Liverpool de 1847, murieron más de 1200 personas, principalmente irlandeses, en Liverpool. 20.000 niños vivían en las calles y unas 100.000 personas vivían en condiciones infra humanas. Se levantaron cobertizos para los enfermos y dos barcos atracaron en el Puerto de Mersey como hospitales flotantes para los pobres enfermos. En la iglesia cercana de St Mary’s llegaron a ser enterrados 166 fallecidos en una semana, de los cuales 105 eran niños, más de 20 cada día”, relató.

4 cifras escalofriantes del horror: tráfico de personas, explotación, abuso y una indiferencia brutal.

  • 10.000 niños han desaparecido en 2015 en Europa de los 25.000 que llegaron sin sus padres, informaba Europol – y yo pregunto, desaparecidos, ¿dónde? El lunes pasado cuestioné al gobierno en la sesión en la Casa de los Lores que nos dijera qué había pasado con estos 10.000 niños”.
  • 55.000.000 de personas son refugiados, buscan asilo o se ven desplazados de sus países, en el mundo de hoy”.
  • 60.000.000 más son desplazados a la fuerza”.
  • 1.500.000.000 de personas viven en zonas de conflicto o inestables socialmente”.
  • Resaltó Lord Alton en su charla cómo el trabajo colaborativo del sacerdote católico Nugent y el vicario anglicano Lester en Liverpool, pasando por encima del ambiente de discordia creado por las diferencias religiosas, les llevó a fundar numerosas instituciones de beneficencia y educativas apoyándose en su amistad mutua por encima de la división. También se atrajeron la colaboración de judíos, humanistas unitaristas y filántropos, resaltando en su discurso la dignidad inalienable de esos descastados.

    “Dire Straits”  (Una Situación Desesperante).

    Lord Hylton no es la única voz que augura un futuro inmediato poco alentador en lo que respecta a la actual crisis del  flujo migratorio  y de refugiados en Europa. Y a la vez que lo contempla con serenidad y propone estrategias, reconoce que “no cree que pueda justificarse que la mayor parte del peso del drama deba recaer sobre Grecia e Italia, o países con pocos recursos naturales, cuyas economías internas están todavía pendientes de total recuperación desde la crisis económica de 2008”. Asimismo, es del parecer que “Alemania ha sido muy generosa asumiendo el mayor número de inmigrantes hasta el momento. Es absolutamente necesario compartir este peso y la colaboración en lograr la integración ya sea temporal o permanente de los refugiados y de aquellos inmigrantes que no pueden volver a casa de una manera segura. Mientras que puede ser necesario restringir el volumen de migraciones de Estado a Estado durante la presente situación de emergencia, confío en que el ideal del libre desplazamiento dentro de la UE se mantenga. Las nuevas vallas de alambre de espino y los muros inalcanzable construidos en Calais (ver aquí noticia en la BBC) deben retirarse lo antes posible.

    “Sería presunción creerse que Europa en solitario puede resolver los problemas del mundo en vías de desarrollo. Por ello podemos concluir que tenemos la obligación moral de concentrar gran parte de nuestros recursos humanitarios en nuestros vecinos europeos más cercanos. Esto no significaría otra cosa que priorizar la ayuda que debe llegarles para cuidados y re asentamiento de los inmigrantes que provienen de, o se ven desplazados en Oriente Medio y el Norte de África”. Asimismo justifica Hylton invertir en las economías de esas regiones, de tal manera que se “incremente la creación de empleo y poder crear así un flujo interno de migración económica necesaria en la zona”.

    Para Lord Hylton no puede separarse de esto el esfuerzo económico de Gran Bretaña  para contribuir  a la construcción de la Paz, por ejemplo en Irak, Siria y el Sureste de Turquía. “La Paz haría decrecer el éxodo migratorio a la vez que permitiría a un contingente no despreciable de los emigrados volver a sus países de origen. Gran Bretaña, como el segundo mayor donante para aliviar el drama de Oriente Medio ya señaló en su momento lo que debería hacerse”.

    El descontrol en la monitorización de los movimientos migratorios es un error, pues “la permeabilidad de las fronteras extracomunitarias invita a una filtración de terroristas así como de migración por razones puramente económicas. Las instituciones civiles así como la armada de los ejércitos europeos deberán saber combinar una acción que asegure que nadie más se ahoga en el mar, con una monitorización eficaz de las nuevas llegadas de civiles”, señala Hylton.

    Volver a las raíces. Preservar la identidad. Amar la diversidad.

    Alton comprende, él mismo lo creería, comenta, que ante el paisaje desolador, desde Siria hasta las playas mediterráneas cubiertas de cadáveres la gente pueda preguntarse ‘dónde está Dios en todo esto’. Pero comenta que no es la pregunta correcta “dónde está Dios”, sino más bien ‘¿dónde están las personas con poder y recursos que pueden poner fin a este sufrimiento causado por el hombre?’. Si reniego de alguien no es de Dios, sino del hombre”, admite. Aunque “preservar la propia identidad” y “amar la diversidad” sean ingredientes difíciles de mezclar, David Lord Alton concluye entre otras recomendaciones en su conferencia en Liverpool que es más fácil que podamos aplacar esta catástrofe “si recordamos nuestra propia historia y sabemos aquello que somos y que conforma nuestra identidad”. Al margen de esta consideración subraya el hecho que “tras el cierre del Asilo para pobres en 1925 y su posterior demolición en 1931, se ha visto ahora retrospectivamente que era el lugar natural para construir una casa de oración, donde se puedan curar las heridas y todos los errores puedan ser perdonados”.

    “Lest We forget”. La piel del otro.

    “Lest we Forget -1914-2014” (no sea que lo olvidemos). En Teddington Park, Londres. Inscripción invitando a no olvidar la tragedia de la Gran Guerra, a sus cien años de finalizada.

    Lord Alton no es amigo de ‘perdonar y olvidar’ sino mejor ‘perdonar y recordar’, como la manera de evitar las calamidades que acechan en el  tiempo presente”. Y trae al recuerdo de los que le escuchaban y con él estaban entre el millón de personas en la fiesta de Pentecostés de 1982 acompañando a san Juan Pablo II que, tras rezar en la catedral anglicana de Liverpool, recorrieron con el Obispo anglicano David Shepard y el Arzobispo católico de Liverpool, Derek Worlok, la bien llamada Calle de la Esperanza emulando a sus predecesores del siglo XIX que obviaron sus diferencias en aras a construir algo mejor; “supimos en ese momento que las placas tectónicas se habían desplazado y que la historia empezaba a reconciliarse consigo misma. Este logro a la hora de crear un nuevo paradigma basado en el respeto mutuo y la cooperación,  se conmemora hoy en Hope Street con la escultura de la Puerta Abierta, de Stephen Broadbent’s”.

    Para David Lord Alton, reemplazar la discordia sectaria por una puerta abierta y una mente abierta también, no significa que las diferencias en las creencias hayan sido abandonadas, que no deben, peo ha llevado a un respeto mayor por la diversidad y a una voluntad por aprender a vivir uno con el otro –y a ponerse en la piel del otro.

    “Estos eventos nos muestran que Dios no es culpable de nuestro sufrimiento moral, y que para mitigar la letanía de horrores se requiere gente con valores religiosos que pongan sus creencias en acción: Fe, Esperanza y Caridad – tres impulsos atemporales que toda sociedad y toda época necesita para conformar su pensamiento y sus obras”.

    Foto: “Lest we Forget -1914-2014” (no sea que lo olvidemos). En Teddington Park, Londres. Inscripción invitando a no olvidar la tragedia de la Gran Guerra, a sus cien años de finalizada.

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