El problema del mal – Estudio bíblico

Un investigador pregunta: “¿Por qué existe el mal en el mundo y por qué la gente hace cosas malas?”

El mal existe hoy debido a las decisiones que hacemos (Santiago 1:13-15). Dios le ha dado al hombre el poder de elegir como un agente moral libre. La Biblia enseña que todos los hombres tienen la capacidad de elegir entre el bien y el mal (Deuteronomio 30:19; Josué 24:15; Isaías 7:15-16). El pecado viene del hombre y no de Dios.

Todos tenemos deseos

Todos tenemos deseos que son necesarios para nosotros vivir. Sin embargo, Satanás usa estas tendencias naturales para ponernos en situaciones donde la satisfacción de nuestro deseo haría que quebrantáramos un mandato de Dios (cf. Mateo 4:1-11). No es solo una trampa, sino que es una trampa en la que caemos voluntariamente porque queremos lo que se ofrece (cf. Génesis 3:6; Josué 7:16-21).

Tentación es frecuente

No sólo nos tienta Satanás, sino que nuestros semejantes, ya atrapados en el pecado, usarán nuestros deseos para lograr sus propios fines (2 Pedro 2:18-19). La tentación prevalece tanto en este mundo que nadie es inmune al pecado (Romanos 3:23; 1 Corintios 10:12). Sin embargo, la situación no es desesperada. Dios permanece en control, incluso cuando somos tentados a violar las leyes de Dios (I Corintios 10:13).

Por qué existe el mal

El problema del mal sigue existiendo, porque la gente simplemente elige que exista (Jeremías 5:30-31; Juan 3:19-20). Dios tolera la existencia del mal porque crea una distinción entre los justos y los malvados (cf. Romanos 7:13).

Los resultados del pecado

Cuando pecamos y vemos el efecto del mal en nuestras vidas, aprendemos (aunque sea de mala gana) que Dios siempre tuvo razón. Entonces nos vemos obligados a ver que las leyes de Dios son en realidad el mejor camino (Deuteronomio 6:24-25; 1 Juan 5:1-3), porque vemos la devastación causada por la gente que pecan.

Conclusión:

La existencia del pecado y la existencia de personas dispuestas a cometer pecado nos muestran lo mal que está la humanidad (Eclesiastés 3 :16-18). La buena noticia es que cuando batallamos con éxito contra el pecado, somos fortalecidos por el esfuerzo (Romanos 5:3; Santiago 1:3; cf. Santiago 1:12).

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