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Una Mirada al Nuevo Nacimiento – Estudio bíblico

Una Mirada al Nuevo Nacimiento – Estudio bíblico

Al observar el nuevo nacimiento, vemos que primero debe haber un plantador o padre que engendra. Dios es el originador de la “semilla” que produce cristianos (Santiago 1:18) y la “simiente” es “la palabra de Dios” (Lucas 8:11).

Al que enseña la verdad se le llama “plantador” o “padre.” Pablo les recordó a los corintios, “yo planté” (1 Corintios 3:6) y “aún no tenéis muchos padres, porque yo os he engendrado en Cristo Jesús por medio del evangelio” (1 Corintios 4:14-15).

Debe haber la recepción de la semilla en una condición apta para la reproducción. Debe haber “buena tierra” o “un corazón noble y bueno” (Lucas 8:15). Santiago dice: “Despojen toda inmundicia y exceso de maldad, y reciban con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar sus almas” (Santiago 1:21). La semilla no puede crecer en rocas y espinas, ni en un corazón impenitente.

La semilla debe crecer, debe crecer si ha de producir fruto. Santiago dice: “Sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). Jesús dijo: “habiendo oído la palabra con un corazón noble y bueno, guárdala y da fruto con paciencia” (Lucas 8:15).

Dado que el Señor ordena el bautismo, así como la fe y el arrepentimiento (Marcos 16:16; Hechos 2:38), estos se vuelven parte del proceso de fructificación, con el bautismo trayendo nosotros “en Cristo” (Gálatas 3:27). El bautismo no es todo el proceso, pero ciertamente no puede quedar fuera del “nuevo nacimiento” como se define en las Escrituras.

En el análisis final, el “corazón” recibe la semilla (la palabra de Dios), y un nuevo carácter procede del corazón (Proverbios 4:23). “Las cosas viejas han pasado; he aquí, todas las cosas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Este “nuevo nacimiento” luego produce un hijo de Dios.

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