A lo largo de la historia de Israel, la población fluctuó entre el arrepentimiento y el pecado. Los profetas les proclamaron mensajes y cuando no escucharon, la nación fue llevada cautiva y enfrentó sequías y hambrunas como juicio por su comportamiento.
Después del último profeta, hubo una sequía de 400 años. sin un mensaje del cielo.
El Señor profetizó en Malaquías 4:6 NVI: “Mirad, yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del Señor, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres; si no, vendré y heriré la tierra con destrucción total.”
Antes de que el Padre pudiera revelar a Su Hijo a Israel y luego al mundo, tuvo que preparar el corazón de la nación para recibir la salvación.
La predicación de Juan comenzó a ablandarlos para escuchar lo que Dios quería decir. El reino de los cielos estaba cerca, pero los corazones endurecidos no podrían recibirlo sin la base espiritual establecida. Entonces, el Todopoderoso envió a Su hombre para hacer esa obra.
Juan vino con el mismo poder que Elías y se compara con él de estas siete maneras.