Por qué amamos las doctrinas de la gracia
La elección incondicional entrega los juicios más duros y dulces a mi alma.
Que es incondicional destruye toda exaltación propia; y que es elección me convierte en su posesión más preciada.
Esta es una de las bellezas de las doctrinas bíblicas de la gracia: sus peores devastaciones nos preparan para sus mayores deleites.
Qué mojigatos nos volveríamos con las palabras, “ Jehová vuestro Dios os ha escogido para serle pueblo suyo, de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra” (Deuteronomio 7:6), si esta elección dependiera de alguna manera de nuestra voluntad. Pero para protegernos del orgullo, el Señor nos enseña que somos incondicionalmente elegidos (7:7-9). “Hizo de un desgraciado su tesoro” como cantamos con tanta alegría.
Sólo la libertad devastadora y la incondicionalidad de la gracia que elige nos permite tomar y gustar tales dones como propios sin la exaltación del yo.