Aprendiendo de la fe defectuosa
El libro de Jueces: ¡qué lío! Comienza mal y empeora cada vez más, luego termina tan mal que es incómodo leerlo en público.
Sin embargo, Dios lo puso en el Libro y quiere que sea para “nuestra instrucción” (1 Corintios 10:11; Romanos 15:4). El autor de Hebreos incluso llega a mencionar a Gedeón, Barac, Sansón y Jefté en su salón de la fama de la fe (Hebreos 11:32). ¿Qué vamos a hacer con esto?
Tremper Longman y Ray Dillard nos ayudan a ver cómo Jueces es útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16), y para señalar a Jesús.
¡Qué colección de seres humanos en el libro de Jueces! Extraños héroes son: un granjero reacio, una profetisa, un asesino zurdo, un bandido bastardo, un nazareo adicto al sexo, entre otros. Es fácil señalar a distancia las debilidades y los fracasos de los personajes principales de esta historia en espiral descendente.
Pero para que no nos enorgullezcamos demasiado, Pablo nos recuerda: “Eso erais algunos de vosotros” (1 Corintios 6:11). Con mezclas similares de ignorancia, frágil obediencia y motivos enredados, nosotros, como ellos, fuimos «lavados, santificados y justificados»; por la gracia de Dios. A pesar de todos sus defectos, debemos aprender de su fe. Porque fue en la fe que Gedeón, Barac, Jefté y Sansón «conquistaron reinos, administraron justicia y obtuvieron lo prometido». (Hebreos 11:32-33).
A pesar de sus fracasos, su fe no estaba fuera de lugar. Se vuelven parte de esa gran nube de testigos que nos llaman a perseverar y poner nuestra mirada en Jesús (Hebreos 12:1-2). Nosotros también necesitamos un campeón que pelee nuestras batallas por nosotros, uno levantado por Dios e investido con su Espíritu en toda su medida; nosotros también necesitamos un líder que nos asegure la herencia que Dios ha prometido, uno que perfeccione nuestra fe. (Introducción al Antiguo Testamento, 143)