“No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal”. (Mateo 6:13).

Santiago 1:13 dice: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado por Dios’ porque Dios no puede ser tentado por el mal, y él mismo no tienta a nadie” (Santiago 1:13).

Eso es cierto. Pero la Biblia también dice: «Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo». (Mateo 4:1).

Así que Dios no es quien nos tienta—no pone malos deseos en nuestro corazón (porque no puede tener malos deseos en su corazón)—sino que nos pone en presencia de muchas pruebas y tentaciones “Los pasos del hombre son del Señor” (Proverbios 20:24).

De hecho, cada paso que damos es un paso hacia la presencia de la tentación. No hay momento de tu vida que no sea un momento de tentación, un momento en el que la incredulidad y la desobediencia no sean una posibilidad.

El Padrenuestro no nos enseña a orar en contra de ese tipo de dirección soberana.

Lo que nos enseña orar es que la tentación no nos entra. No me dejes caer en tentación. Líbrame de este mal que se me presenta.

Hoy me enfrentaré a innumerables tentaciones. Eso es la vida: infinitas elecciones entre creer y no creer, obedecer y desobedecer. Pero, oh Dios poderoso, no permitas que me rinda. Evita que me meta dentro de la tentación.