¿Cómo será el cielo? ¿Nos concederá Dios allí los buenos deseos de nuestro corazón?
La Biblia no nos da detalles sobre los lugares celestiales donde habita Dios. ¿Por qué? Hay varias respuestas posibles.
Una es que saber demasiado sobre el cielo podría ser una distracción para nuestro compromiso con Dios durante esta vida. El cielo es parte de una recompensa para los cristianos que son fieles hasta la muerte (Lucas 6:23). Dios puede leer el corazón y si le estamos sirviendo para ganar una recompensa, entonces nuestros corazones ya están en el camino equivocado. Tal vez demasiada información sobre el cielo podría provocar codicia y confundir fácilmente nuestros motivos. Los seguidores de los pasos del Señor necesitan cultivar un carácter semejante al de Cristo alimentado únicamente por un amor obediente y sacrificial por el Señor.
Otra posible razón es que la mente humana se encuentra en una dimensión diferente a la espiritual. Por lo tanto, somos incapaces de comprender realmente cómo sería el cielo. Jesús le dijo a Nicodemo: «Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os digo cosas celestiales?». Juan 3:12. El Apóstol Pablo dijo, “…Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios ha preparado para los que le aman”. 1 Corintios 2:9. Nosotros ni siquiera imaginamos cómo es el cielo.
El cielo no será un lugar de puro ocio y entretenimiento como algunos suponen. Muchas escrituras indican que habrá obra en el cielo. Dios es un creador eficiente y decidido. Jesús dijo: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo». (Juan 5:17). Jesús también dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra». (Juan 4:34). Jesús se deleita en la obra del Señor y, a medida que crecemos en semejanza a Cristo, también nos complacerá mucho servir al Señor. Los deseos del cristiano maduro se enfocan en servir y honrar a Dios. Cuando estemos completamente desarrollados y entremos al cielo, tendremos la oportunidad y la habilidad de hacerlo sin cesar.
Lo que sí sabemos sobre el cielo es que Dios es el gobernante supremo. Él gobierna eternamente en armonía con Su carácter. Dado que Dios es siempre amoroso, siempre justo, omnisciente y omnipotente, el cielo es un lugar donde el amor perfecto y la justicia exacta se expresan con perfecta sabiduría y se mantienen a través del poder supremo de Dios. ¡Todos los que morarán en el cielo se alegrarán y se regocijarán!
Nota: muchas parábolas comienzan con la fase “El reino de los cielos es como…” Sin embargo, al examinar más de cerca las parábolas mismas, vemos que, de hecho, se refieren a cosas que deberíamos estar haciendo ahora para llegar al reino de los cielos, en lugar de una descripción del cielo mismo.