El perezoso dice: ¡Afuera hay un león! Seré Matado
Esto no es lo que esperaba que dijera el proverbio. Hubiera esperado que dijera "El cobarde dice, "¡Hay un león afuera! ¡Me matarán en las calles! Pero dice, "perezoso" no «cobarde». Así que la emoción controladora aquí es la pereza, no el miedo. Pero, ¿qué tiene que ver la pereza con el peligro de un león en la calle? No decimos, "Este hombre es demasiado perezoso para ir a hacer su trabajo porque hay un león afuera. La presencia de un león no produce pereza, produce miedo. Entonces, ¿cuál es el punto del proverbio?
El punto es que el perezoso crea circunstancias imaginarias para justificar no hacer su trabajo, y así cambia el enfoque del vicio de su pereza al peligro de los leones. Nadie aprobará que se quede en la casa todo el día solo porque es perezoso. Pero pueden simpatizar con él y aprobar que se quede en casa si hay un peligro real afuera. Entonces, para ocultar su pereza y justificarse, desvía la atención de la verdad (pereza) hacia una ilusión (leones).
Si fuéramos personas sabias, personas en camino a ser "sabios" – debemos entender cómo funcionan nuestros corazones y mentes humanos pecaminosos. Una idea bíblica profunda que necesitamos saber es que nuestro corazón explota nuestra mente para justificar lo que el corazón quiere. Es decir, nuestros deseos más profundos preceden al funcionamiento racional de nuestra mente e inclinan la mente a percibir y pensar de una manera que hará que los deseos parezcan correctos. Es una ilusión pensar que nuestros corazones son neutrales e inclinados de acuerdo con la fría observación racional de la verdad. Por el contrario, sentimos poderosos deseos o miedos en nuestro corazón, y ENTONCES nuestra mente tuerce la realidad para justificar los deseos y miedos.
Esto es lo que está haciendo el perezoso. Desea profundamente quedarse en casa y no trabajar. No hay una buena razón para quedarse en casa. Entonces, ¿qué hace? ¿Supera su mal deseo? No, usa su mente para crear circunstancias irreales para justificar su deseo. Incluso puede creer en la creación de su mente. El engaño puede pasar de la depravación moral al trastorno mental, de engañar a otros a engañarnos a nosotros mismos.
Así Proverbios 26:16 dice: «El perezoso es más sabio en su propia opinión que siete hombres que pueden dar una respuesta discreta». Ahora, ¿por qué es eso? ¿La pereza hace que una persona sea altiva? No necesariamente. Pero sí los hace resistentes a cualquier verdad que exponga su pereza. Así que cuando siete hombres dicen: «No hay león en la calle», el perezoso no puede ceder. Debe insistir en que su propia respuesta es más sabia: hay un león en la calle. De lo contrario, su pereza queda expuesta por lo que es. Así se sacrifica la verdad en el altar de la autojustificación.
Es una vieja historia. Desde Caín (Génesis 4:9) hasta Clinton, la verdad ha sido sacrificada al deseo, y el corazón entenebrecido ha empleado astutamente la mente para ocultar sus pasiones. Todos somos dados a esto. Nuestra única esperanza es la obra transformadora de Dios en nuestros corazones para liberarnos de la esclavitud de un corazón endurecido que produce una mente vana (Efesios 4:17-18; Romanos 6:17).
Esto es lo que vimos el domingo pasado en Romanos 1:18: "Retienen la verdad con injusticia". La verdad es rehén de los compromisos injustos del corazón. El corazón injusto entonces emplea la mente para distraer y engañar. Como dice Jesús, "Todo el que hace el mal aborrece la Luz" (Juan 3:20). Hacer el mal que amamos nos vuelve hostiles a la luz de la verdad. En esta condición, la mente se convierte en una fábrica de medias verdades, equívocos, sofismas, evasivas y mentiras, cualquier cosa para proteger los malos deseos del corazón de la exposición y la destrucción.
Oh sabios en crecimiento de Belén, considerad y sed sabios.
Pastor Juan