¿Es correcto decir: «Si hubiera orado, él podría haberse salvado»?
Algunas cosas no suceden porque otras cosas no suceden. El clavo no entra en la tabla porque no lo golpeo con un martillo. La flecha no vuela porque yo no tiro de la cuerda. El coche no arranca porque no giro la llave. Y así. Parece obvio. Pero hay algo de peso que se dice aquí con respecto a la relación entre los decretos de Dios y la causalidad humana, y particularmente entre la oración, el evangelismo y las conversiones.
Santiago 4:2 dice: «No tenéis porque no pedís». Entonces, algunas cosas no suceden porque no oramos para que sucedan. Esto significa que al menos algunas de estas cosas habrían sucedido si hubiéramos orado por ellas como es debido.
Ahora, ¿qué pasa con los decretos de Dios? ¿Qué hay de la predestinación? Si decimos que algo no sucedió porque no oramos por ello, ¿significa eso que las cosas predestinadas no suceden? No, eso sería autocontradictorio. Si no sucede, no fue predestinado por Dios. Entonces, si un evento no sucede y la razón que se da para que no suceda es que no oramos para que sucediera, entonces la ausencia de la predestinación y la ausencia de la oración siempre coinciden.
Santiago 4:15 dice: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». Entonces, a veces, la oración es la razón por la que sucede algo, y “la voluntad de Dios” es siempre la razón por la que suceden las cosas. Lo que quiere decir que a veces cuando Dios quiere hacer algo, no sólo predestina la cosa, sino también la oración por ella.
Esto no es esencialmente diferente de decir que cuando Dios predestina que un clavo penetre una tabla por el golpe de un martillo, también predestina que el martillo golpee. Y es correcto decir que el clavo no entró porque el martillo no golpeó. También es correcto decir que el clavo no entró porque Dios no predestinó que entrara. Cuando predestina el efecto, generalmente predestina la causa humana.
Por lo tanto, no es contradictorio con la soberanía de Dios decir: una persona que pereció podría haberse salvado, si hubiera orado por ella. O: una persona que pereció sin Cristo en Arabia Saudita podría haber sido salva si alguien la hubiera alcanzado con el evangelio. La predestinación no puede usarse como un escape de la responsabilidad por la salvación de los perdidos, por medio de la oración y la predicación. Decir que alguien que pereció podría haberse salvado si le hubiésemos llegado con el evangelio no es una contradicción de la predestinación, como tampoco decir que el clavo podría haber atravesado la tabla si lo hubiera dado de lleno.
¿Por qué la gente piensa que la doctrina bíblica de la predestinación se ve comprometida al decir: «Los perdidos podrían haberse salvado si los hubiéramos alcanzado»? Es un fracaso darse cuenta de que tan pronto como recreamos una «situación que podría haber sido», al preguntar: «¿Qué hubiera pasado si hubiera orado?» o “¿Y si hubiera sido testigo?” también estamos recreando los decretos de Dios que dieron forma a la «situación que podría haber sido». Si recreamos los decretos de Dios en la mitad de la situación, no podemos asumir que los otros decretos que están relacionados con los recreados siguen siendo los mismos. Entonces, si vamos a imaginar a Dios decretando una oración y predicación diferente, también debemos imaginar la posibilidad de que Dios decrete un resultado diferente de esa oración y predicación, a saber, la salvación en lugar de la destrucción.
Aprendiendo a orar y evangelizar como si la eternidad pendiera de ello (y así es),
Pastor John