Transcripción de audio
El objetivo final de la creación y la redención está garantizado por la sangre de Jesús: él la llama la sangre del pacto (Lucas 22:20). A costa de su vida, Cristo compró la hermosura de su novia, y su hermosura es su deleite en él.
“A costa de su vida, Cristo compró la hermosura de su novia. Y su hermosura es su deleite en él.”
Podemos ver esto en Efesios 5:25–27. Con tanta frecuencia leemos esto en relación con el matrimonio, que por supuesto lo es, que la maravilla de lo que dice acerca de Cristo y la iglesia pasa demasiado rápido. Así que tomémoslo como la consumación del propósito de la creación. “Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla [es decir, hermosearla], para presentársela a sí mismo en esplendor.”
Ese es el objetivo de la creación. Todo fue diseñado para que el Hijo pudiera comprar una novia, hermoseada en esplendor, para sí mismo, en honor de su Padre, en el poder del Espíritu comprado con sangre. En nombre de su Padre, Cristo vino a crear una novia hermosa de un pueblo rebelde de corazón duro: tú y yo.
Esta novia hermoseada, comprada con sangre, será el deleite de Dios para siempre. ¿Qué más significa cuando dice: “Quiero que ella sea hermosa cuando venga a mí”? ¿Por qué? “Disfruto de la belleza. Ella va a ser mi alegría para siempre. Es lo que he estado haciendo durante todos estos miles de años”. Y su esplendor será su delicia en él para siempre.
Así que termino de nuevo en Deuteronomio 30:19–20: “Escoge la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, obedeciendo su voz y aferrándote a él, porque él es tu vida”. Eso no es demasiado difícil para ti. Es tan difícil como disfrutar de lo que es supremamente placentero.
Míralo como tu mayor tesoro, y él lo hará.
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