Transcripción de audio

Primera de Pedro 3:18: “También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. Ese es el punto del evangelio: llevarnos a Dios. ¿Y qué dice la Biblia que encontramos cuando llegamos allí? ¿Aburrimiento? ¿Miseria para siempre en su presencia? Eso es blasfemia. La abnegación en el cielo es una blasfemia.

“La abnegación en el cielo es una blasfemia”.

Dice, “en cuya presencia hay plenitud de gozo” y “a cuya diestra hay delicias para siempre” (Salmo 16:11). Por eso murió. “Nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien tenemos ahora la reconciliación.” “Nos gloriamos en Dios por quien tenemos la reconciliación” o “Jesús por quien tenemos la reconciliación” (Romanos 5:11).

Si el evangelio solo nos trajo perdón, si el evangelio solo nos trajo justificación, si el evangelio solo nos trajo propiciación, si el evangelio solo nos trajo escape del infierno, vida eterna, salud y riqueza, y no nos trajo al disfrute de la persona de Dios, no sería una buena noticia. No me importa cuántas canciones cantemos sobre esas glorias, no sería una buena noticia, porque cada uno de esos magníficos logros de Cristo son para llevarnos a Dios.

Están sacando obstáculos del camino para que podamos llegar a Dios, que es el final de la búsqueda. Y no es aburrimiento cuando llegas allí. Eso sería una blasfemia. Es alegría cuando llegas allí. Y así, el evangelio de Jesús, nuestro nuevo evangelio, es una nueva alegría. Entonces, lo más básico, lo más esencial que distingue a un cristiano de un no cristiano es que tenemos una nueva alegría, en un nuevo Dios, a través de un nuevo evangelio.

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