Transcripción de audio

El propósito de Dios al crearte alcanza su fin último en tu corazón. Es decir, en atesorar a Dios en su corazón: atesorar a Dios sobre todas las cosas con un afecto candente. Y la mente está dada para servir ese acto a través de las correctas aprehensiones de la realidad.

“La doctrina existe en aras del deleite”.

Si aprehendieras la realidad por lo que realmente es, tu corazón se encendería con un afecto candente por la realidad suprema: Dios mismo. O para decirlo de otras maneras, el pensamiento correcto acerca de Dios existe por el bien de los sentimientos correctos por Dios, en ese orden. La lógica existe por amor. El razonamiento existe por causa del regocijo. La doctrina existe en aras del deleite. La reflexión sobre Dios existe para el afecto a Dios. La cabeza está destinada a servir al corazón. Conocer la verdad es la base de admirar la verdad.

Tanto el pensar como el sentir son esenciales. No son coordinados. Más bien, el pensamiento sirve al afecto. El diablo tiene muchos pensamientos de hecho verdaderos, y ninguno de ellos sirve correctamente a su corazón y lo lleva a amar la verdad. Por lo tanto, su pensamiento correcto no es bueno. No me importa cuán correcto sea o cuán fáctico sea. Se aborta. Falla. No alcanza el fin último de las personas creadas a imagen de Dios: que el corazón estalle de ardiente afecto por él. Por eso estamos hechos. La mente, cuando sirve correctamente al corazón, lo saca adelante.

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