Transcripción de audio

Mateo 10:28: “No temáis a los que matan el cuerpo”. Entonces, los cristianos deberían ser las personas más intrépidas del mundo. ¿Se están preparando para cortarte la mano? No les tengas miedo. “No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Ese es Dios.

Entonces, no temas hombre; tema a Dios. Lo pondré de otra manera que podría ayudar. Tiembla ante la perspectiva de desconfiar de Dios, no de desagradar al hombre. Déjame decirlo otra vez. Tiembla ante la perspectiva de desconfiar de Dios, actuando por incredulidad. Tiembla ante esa perspectiva, pero no tiembles por desagradar al hombre.

Escuche la forma en que Isaías lo expresa. Recuerdo cuando vi esto por primera vez hace veinte años más o menos. Estaba tan impresionado por la paradoja de esto. He descubierto que esto es correcto, y tú que has caminado con el Señor lo suficiente, sabes que esto es correcto. Este es Isaías hablando al pueblo de Dios. “No temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. Pero al Señor de los ejércitos, a él honraréis como santo. Deja que él sea tu miedo, y deja que él sea tu pavor. Y él llegará a ser un santuario” (Isaías 8:12–14). ¿No es genial? Ten miedo de desagradar y desconfiar de Dios, y él se convertirá en un santuario.

Cuando mi hijo Karsten tenía seis años, fuimos a visitar a un amigo que tenía un pastor alemán gigante. Karsten abrió la puerta, se encontró con el perro cara a cara y tenía mucho miedo de este perro grande. Nuestro amigo Dick dijo: “No hay problema. Relájate. Él está bien. Enviamos a Karsten al auto a buscar algo que habíamos olvidado y él fue corriendo hacia el auto. Y el perro viene trotando con un gruñido bajo detrás de él, y le tiene miedo. Y Dick grita desde la puerta: “Oh, Karsten, será mejor que no huyas de él. No le gusta que la gente huya de él. Solo camina. Pon tu brazo alrededor de su cuello”.

Estaba parado en el porche delantero y dije: “Eso está en un sermón el próximo domingo. Eso está en un sermón el próximo domingo”. A Dios no le gusta que la gente huya de él. Él trota tras ellos con profundos sonidos retumbantes. La mejor manera de hacer de Dios un santuario es dar la vuelta y tener miedo de huir de él y agarrarlo por el cuello y amarlo.

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