La primera parte del texto se relaciona con el tiempo posterior a la resurrección del Señor. Jesús había sido condenado a muerte como un ser humano, un hombre perfecto, y resucitó como un ser espiritual glorioso del más alto orden, de la naturaleza divina. En Su exaltado estado espiritual, dotado de gloria, honor e inmortalidad, era apropiado que el Señor manifestara una mayor medida de dignidad, a fin de grabar en la mente de Sus seguidores el cambio que había ocurrido. El que había sido el nazareno manso y humilde, tan pobre que no tenía donde reclinar la cabeza, después de su resurrección ya no lo sería, sino el todopoderoso Señor Divino, junto al Padre Celestial en poder y autoridad. Durante los cuarenta días desde el momento de Su resurrección hasta el momento de Su ascensión al Cielo, se manifestó y habló muy raramente con Sus discípulos. El «príncipe de este mundo», Satanás venía en el sentido de que triunfaría sobre el mundo de la humanidad y lo sometería a su propio poder y dominio malignos hasta el momento en que el Señor estableciera Su propio Reino en Su segunda venida. 2 Cor. 4:4`.