Durante más de dieciséis siglos el Señor trató exclusivamente con la nación judía. Eran Su pueblo especialmente elegido y favorecidos por encima de todas las demás naciones de la tierra. El Señor les dijo en una ocasión que solo los reconocía de todas las familias de la tierra (`Amós 3:2`). Se informó a los israelitas que si eran fieles al Señor y obedecían sus mandamientos, serían linaje escogido, sacerdocio real, y que Su favor nunca se apartaría de ellos. Pero se volvieron desobedientes a las instrucciones del Señor y, en consecuencia, llegó el momento en que fueron desechados y ya no reconocidos como Su pueblo. El favor Divino se dirigió entonces a los gentiles y a éstos se les concedió la oportunidad de convertirse en miembros del Real Sacerdocio. Este Sacerdocio hubiera estado completamente formado por las doce tribus de Israel, doce mil de cada tribu, si hubiera habido un número suficiente de fieles obedientes para formar el número predestinado de 144,000. Como solo un remanente de esa nación de los judíos aceptó a Cristo, como su Salvador cuando Él se les presentó, la invitación fue a los gentiles, y a lo largo de esta Edad del Evangelio la selección ha estado ocurriendo entre las naciones de la tierra aparte de los judios. Cuando haya entrado «la plenitud (el número total) de los gentiles», entonces el favor volverá una vez más a los judíos y todo Israel será salvo (`Rom. 11:25-27`). Los 144.000 elegidos serán reyes y sacerdotes para Dios y reinarán con Cristo durante los mil años mencionados en `Ap. 20:1-6`.