Girls Gone Mild revela un regreso a la modestia
Hace ocho años, una joven escritora llamada Wendy Shalit tomó por asalto la cultura con un libro radical llamado A Return to Modesty: Discovering the Lost Virtue . Si bien muchas personas abrazaron la idea de un regreso a la modestia, especialmente las mujeres jóvenes sobre cuyas luchas y aspiraciones escribió Shalit, otras estaban horrorizadas. «Sabía que mis argumentos… podrían ser cuestionados», recuerda Shalit ahora, «pero nada me preparó para las reprimendas que recibiría de mis mayores… [La escritora feminista] Katha Pollitt me llamó ‘tonta’. ‘ . . The Nation pronosticó solemnemente que ‘ciertamente me avergonzaría’ y me arrepentiría de mi postura ‘en unos años'».
Bueno, ya han pasado algunos años, y Wendy no se arrepiente de nada. Por el contrario, ha publicado un nuevo libro, Girls Gone Mild: Young Women Reclaim Self-Respect and Find It’s Not Bad to Be Good. Como proclama el título, Shalit todavía está convencida de que la verdadera fuerza y la felicidad no provienen de amortiguar las emociones y tener sexo por diversión, sino de practicar la modestia y el autocontrol.
¿Y adivina quién está de su lado?
Como relata Shalit, «Para descubrir por qué la modestia es más atractiva para las personas más jóvenes, [la escritora feminista Katha] Pollitt podría haber hablado con su propia hija, Sophie, quien… estaba disgustada con las normas sexuales contemporáneas». Wendy entrevistó a Sophie, ahora estudiante de primer año en la universidad, e informa: «Al igual que muchas mujeres jóvenes inteligentes, Sophie Pollitt-Cohen ahora se da cuenta de que la inmadurez de los niños no se puede separar de la disposición de las niñas a brindarles favores sexuales… Sophie rechaza el exhibicionismo sexual a pesar de que se identifica como feminista».
Luego está Erica Jong, reconocida novelista y defensora de lo que Shalit describe como «el concepto de un encuentro sexual aleatorio y libre de culpa entre extraños». La hija ahora adulta de Jong, Molly Jong-Fast, probó ese estilo de vida y lo encontró completamente insatisfactorio. Lo triste es que, le dice a Shalit, «no puedes admitir que [la promiscuidad] simplemente no funciona». Aunque es devota de su madre, Molly está «avergonzada» por los escritos de Erica y le dice a Shalit: «Me vendieron una mala factura». Bueno, sus hijos deberían saberlo.
Es posible que los revolucionarios sexuales de los años 60 y 70 pensaran que estaban ayudando a los niños a evitar la angustia enseñándoles a tratar el sexo como una actividad recreativa. Pero esos niños han descubierto que eso no era cierto. ¡Se han dado cuenta de que las feministas mayores, que se suponía que se preocupaban por los derechos y la dignidad de las mujeres, en realidad les estaban aconsejando que se convirtieran en objetos sexuales! Así que están contraatacando.
Mientras Shalit estudiaba tendencias como los desfiles de moda modestos y los boicots de las camisetas sexualmente explícitas, descubrió que por cada chica que se tragó los mitos culturales sobre la sexualidad, hay otra que se niega a aceptarlos. Si bien reconoce las fuerzas negativas contra la mujer en esta cultura obsesionada con el sexo, se enfoca de manera refrescante en las mujeres que eligen proteger su propia «dignidad» y «vulnerabilidad».
Shalit tiene que reflejar con precisión la cultura a la que se enfrentan las mujeres jóvenes hoy en día, por lo que algunas de las situaciones que describe son un poco difíciles. Con esa advertencia, le insto a que lea Girls Gone Mild. Y haga que sus hijos que están en su adolescencia o más lo lean también. Más que nunca, necesitan saber que bueno no es una mala palabra.
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