JD Greear llama al divorcio la «D escarlata» que algunos cristianos usan sin darse cuenta. Pero a Greear le gustaría que nosotros, todos nosotros, pensemos en el divorcio de manera diferente a lo que solemos pensar en la iglesia.
En Jeremías 3:8, Dios esencialmente se llama a sí mismo divorciado. Esto debería ayudar a aquellos que luchan con el estigma del divorcio. Y si bien es cierto que el divorcio no fue el resultado del pecado de Dios, sino del pecado de Israel, Greear explica que incluso si el pecado fue un factor en tu divorcio, no tiene por qué descalificarte de un futuro esperanzador.
Grear dice en la cruz, Jesús quita el pecado hecho por ti, y en la resurrección él anula el pecado hecho por ti. Se nos dice en Isaías 53 que Jesús fue herido por nuestro pecado, pero nosotros somos sanados por esas mismas heridas. Lo mismo que hirió a Cristo se convirtió en la fuente de nuestra sanidad. Greear reitera: “En la cruz, los pecados cometidos por ti son perdonados; los pecados que te han hecho quedan sanados.”
Grear usa la historia de David y Betsabé para ilustrar cómo Dios puede tomar una relación que comenzó inmersa en tantas formas de pecado y usarla para su gloria. . A pesar del horrible comienzo de su relación, los hijos de David y Betsabé terminaron siendo del linaje de Cristo.
“¿Qué puede significar eso”, pregunta Greear, “pero que Dios puede soportar la peor y más devastadora tragedia? y anularlo para siempre?”