Cuando Dios creó a Adán, primero formó el cuerpo de Adán y luego insufló en su nariz aliento de vida. Adán se convirtió en un alma viviente. (Génesis 2:7)Él no recibió un alma. Además, las almas mueren – no son inmortales. “El alma que pecare, esa morirá” Ezequiel 18:4. La Biblia no enseña la transmigración del alma o del espíritu.

La Biblia dice que todos tienen garantizada una segunda vida (pero no más que eso) debido a la muerte expiatoria del hijo de Dios, Jesucristo.  1 Corintios 15:21-22, “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.” La resurrección nos devuelve como la misma persona que éramos, no como otra persona o diferente forma de vida. 

El propósito de esta segunda vida es enseñarnos la justa ley de Dios y darnos la oportunidad de obtener la vida eterna. Será difícil aprender la justicia si una persona ha vivido una vida mala. Sin embargo, para los que han vivido bien, será más fácil aprender a vivir en el amor y la justicia.  Así que lo que hacemos en esta vida importa. Pero todos tendrán una oportunidad completa de reformar sus vidas y alcanzar la vida eterna. Si bien esto es similar al concepto de “karma”, esa palabra y concepto no se encuentran en la Biblia.

Esta doctrina de muerte y resurrección también se enseña en Hebreos 9:27-28:  “…Cristo fue sacrificado una vez para quitar los pecados de muchos pueblos; y aparecerá por segunda vez, no para llevar el pecado, sino para traer salvación a los que le esperan.” Volver a la vida varias veces anula la obra de Jesús como Salvador, como se presenta en la Biblia.