Transcripción de audio
Me parece que en mis momentos más desesperados, cuando la confusión del alma se debe a algún problema familiar, matrimonio, salud, iglesia o trabajo — en esos momentos — el remedio es confiar en él. No solo va a funcionar al final, y vas a estar con él para siempre en la más íntima comunión, pero en este momento él no te ha dejado. Te dio un ayudante.
Fíjate, me encanta esto, no te dio un observador, como, “Estoy mirando. Estoy justo aquí a tu lado y te estoy observando”. Eso no es lo que necesito. ¡Todo el mundo ya me está mirando! No necesito que otra persona me vigile. Necesito una ayuda, un abogado, un consolador, un paracleto, uno que esté a mi lado, en mí, sobre mí, debajo de mí, a mi alrededor, y que trabaje a través de mí, porque no puedo resolver nada por mí mismo, ni puedo superarlo.
Cualesquiera que sean los problemas que causan que se levante una confusión profana, no dejes que tu corazón se turbe.
-
Confía en él porque tiene un lugar para ti en la casa de tu Padre.
-
No se turbe vuestro corazón porque Jesús os preparó un lugar abriendo camino allí y quitando cada obstáculo, especialmente tu pecado.
-
No se turbe vuestro corazón porque Jesús mismo es vuestra morada, y ha prometido venir y llevaros consigo. No es como si te estuviera llevando a alguna habitación por ahí. ¿Quién quiere una habitación? No quiero una habitación; quiero una persona Una habitación simplemente significa que estás en la casa, y Jesús es tu habitación.
-
No se turbe vuestro corazón porque el Padre y Jesús son uno, de modo que si tenéis a Jesús, tenéis al Padre.
<li
Y por último, ahora tenéis a Jesús porque os envió su Espíritu, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de la verdad. Y no es un observador. Él es un ayudante omnipotente para el problema de esta noche al que te enfrentas, y el de mañana, y la muerte y la resurrección.
Lea, vea o escuche el mensaje completo: