No, no es posible. Incluso después de convertirnos en cristianos, continuaremos viviendo en nuestra carne caída. El Apóstol Pablo escribió a los creyentes en Galacia diciendo, “la carne desea lo que es contra el Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contra la carne; estos se oponen entre sí, por lo que no haces lo que quieres”. (Gálatas 5:17 CSB) Pablo escribió sobre su propia lucha personal contra el pecado en Romanos 7:18 (NVI), «Porque sé que nada bueno mora en mí, esto es, en mi carne». Porque tengo el deseo de hacer lo correcto, pero no la capacidad para llevarlo a cabo.”

Es importante reconocer que los cristianos lucharán contra el pecado hasta la muerte. “Si nosotros (los cristianos) decimos que no tenemos pecado, solo nos estamos engañando a nosotros mismos y no viviendo en la verdad” 1 Juan 1:8 (NTV). 

Entonces, ¿cómo debemos vivir? Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame” Mateo 16:24. Diariamente, debemos pedirle a Dios gracia para ayudarnos a obedecer Su voluntad.

Es practicando la negación de la voluntad propia y obedeciendo la voluntad amorosa de Dios que somos transformados. Jesús mismo fue perfeccionado al obedecer a Dios. “En los días de su carne, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas a aquel (Dios) que podía salvarlo de la muerte, y fue oído a causa de su reverencia. Aunque era hijo, aprendió la obediencia a través de lo que sufrió. Y siendo perfeccionado, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen,” Hebreos 5:7-9.      

Finalmente, cuando no obedezcamos perfectamente, debemos orar a Dios y «confesar nuestros pecados». Entonces Dios será «fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y para limpiarnos de toda maldad». (1 Juan 1:9) 

Esta es la lucha de la fe, así que no os desaniméis. Dios no se dará por vencido contigo. Filipenses 1:6, «el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará». Dios ha prometido: “Nunca te dejaré ni te desampararé”. Hebreos 13:5.