Biblia

Dando gracias a Dios por un misionero valiente

Dando gracias a Dios por un misionero valiente

John G. Paton creía en hacer misiones cuando morir es ganar. El misionero escocés del siglo XIX en las Nuevas Hébridas, una cadena de islas en el Pacífico Sur, no era ajeno al sufrimiento. Poco después de su llegada a las islas en 1858, enterró a su esposa y a su hijo recién nacido. Había dejado la tranquilidad de Europa por las penurias de las Hébridas, y se familiarizaría bien con el dolor.

Durante los años siguientes, su vida se caracterizó por pérdidas y enfermedades, críticas de amigos respetados, peligros de los nativos caníbales, y una profunda comunión con Jesús.

Quizás es su comunión con Dios lo más fascinante. En medio de tanta aflicción, Paton caminó cerca de Jesús. En una historia en particular, se escondió en lo alto de un árbol mientras una banda de nativos lo perseguía. Los disparos de sus mosquetes resonaron junto con sus gritos, mientras él permanecía en silencio.

Lo cuenta en su autobiografía,

Nunca, en todas mis penas, mi Señor se acercó a mí, y habló más dulcemente en mi alma, que cuando la luz de la luna parpadeaba entre aquellas hojas de castaño, y el aire de la noche jugaba en mi frente palpitante, mientras le decía todo mi corazón a Jesús. ¡Solo sin estar solo! Si es para glorificar a mi Dios, no me molestará pasar muchas noches a solas en tal árbol, para sentir de nuevo la presencia espiritual de mi Salvador, para gozar de su consoladora comunión. (Autobiografía, 200)

Paton vivió muchos años después de esa noche en el árbol. Hoy, 28 de enero, se conmemora el aniversario de su muerte en 1907 y su encuentro con el Salvador que conocía tan profundamente. Para ayudar a conmemorar su vida, nos gustaría destacar el libro electrónico de John Piper sobre la biografía de John G. Paton con la esperanza de que lo encuentre inspirador e incluso que le cambie la vida. Descarga el libro electrónico gratis como PDF, MOBI o EPUB y ayúdanos a correr la voz.

Gracias, Dios, por John G. Paton. ¡Ojalá aprendamos de su vida y sirvamos el evangelio en el extranjero, en nuestros hogares y en nuestras calles como si morir fuera una ganancia!