Transcripción de audio

Mi padre era el hombre más feliz que he conocido. Y le pregunté una vez: “Papá, ¿cuál dirías que es la clave para una vida de felicidad?” Y ni siquiera dudó, dijo: “Cuéntale a alguien acerca de Jesús”. ¡Eso no es lo que esperaba!

Y sabes que su respuesta es verdadera. Lo sabes, de esas pocas veces que eres capaz de recibir y desbordar, recibir y desbordar. Para eso estás hecho. Eso es para lo que se hizo esta cosa llamada cerebro, boca y manos: para recibir gracias incalculables de Dios y luego contárselas a alguien. Cuando eso sucede, el flujo simplemente se fortalece y estás a dos días de tu muerte.

Así que sí, resolvamos encontrar a alguien a quien contárselo. Hazlo con un correo electrónico, una llamada telefónica, una nota. Hazlo con un amigo. Y no estoy hablando de nada elaborado o teológico, solo digo: «¿No es Dios bueno?» Eso serviría. Durante el almuerzo, miras a alguien a los ojos y dices: «¿No es Dios bueno?» Y probablemente te mirarían y dirían: «¿Por qué dices eso?»

«¡Porque estoy vivo!» o “Podría levantarme de la cama esta mañana”, o “No tengo dolores ni molestias”, o “Puedo verte al otro lado de esta mesa”, o “¡Mis pecados están perdonados! ¡He escapado del infierno! ¡Dios ya no está enojado conmigo! ¡Me voy al cielo!”

Eso no requiere ningún tipo de educación. Eso simplemente toma la realidad.

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