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La eternidad está en juego en la lucha contra la pornografía

La eternidad está en juego en la lucha contra la pornografía

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La sangre de Cristo fue el precio de nuestro dominio propio y la hermosura de Cristo es la misión del Espíritu en nosotros. La sangre de Cristo compra la presencia del Espíritu que exalta a Cristo, y el Espíritu está allí para exaltar a Cristo en todo lo que hacemos, incluido el dominio propio. Por lo tanto, la forma en que el Espíritu produce dominio propio es diferente del dominio propio del mundo.

“Las hermosuras de Cristo que todo lo satisfacen pueden perderse para siempre en la esclavitud de la lujuria. O se pueden disfrutar para siempre en la pureza del corazón”.

La forma en que el Espíritu Santo produce dominio propio en el creyente es revelando las bellezas de Cristo a nuestras almas como supremamente hermosas y supremamente satisfactorias. Él quita la dureza del corazón y la ceguera del alma para que pueda ver y saborear las bellezas de Cristo por lo que realmente son. Lo que nos muestra a través de la palabra de Cristo es que las bellezas de Cristo que todo lo satisfacen pueden perderse para siempre en la esclavitud de la lujuria. O se pueden disfrutar para siempre en la pureza de corazón. Eso es lo que nos muestra. Así obra el milagro en nosotros. Él nos muestra que se acerca el día, y ahora es, cuando disfrutaremos a Cristo con la plenitud del gozo que supera todo posible placer de la lujuria.

Esto nos lleva de regreso a ISIS y al millón de dólares. Está a punto de degollar a tu mejor amigo o de darte un millón de dólares. El Espíritu Santo, en esta analogía, nos muestra que hay mucho más en juego que eso. Es lo que nos revela: lo que está en juego, cuando enfrentamos la tentación de la lujuria, es mayor. Él revela que las bellezas de Cristo pueden perderse para siempre en la esclavitud de la lujuria o disfrutarse para siempre en la pureza del corazón. Esto quiere decir que el Espíritu Santo, por la palabra de Cristo, revela esto:

Si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Porque mejor es que pierdas uno de tus miembros, que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. (Mateo 5:29)

Esa es la hendidura final de ISIS, pero mucho peor. El Espíritu Santo trae a tu mente: puedes perder todo de Cristo en la esclavitud de la lujuria. Y el Espíritu Santo nos revela la otra palabra de Cristo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Esa es una recompensa para siempre, infinitamente superior a un mísero millón de dólares, por el cual cada uno de ustedes tendría dominio propio.

El dominio propio es un fruto del Espíritu Santo. Él crea el milagro, nosotros actuamos el milagro. Él lo crea al abrir nuestros ojos para ver las bellezas de Cristo, que pueden perderse para siempre en la esclavitud de la lujuria, o pueden disfrutarse para siempre en la pureza de corazón.

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11 de febrero de 2015