Los mentores matrimoniales podrían ser justo lo que le falta a su matrimonio
Alrededor de los 5 años de nuestro matrimonio, mi esposo y yo pasamos varios años sin ningún tipo de tutoría como individuos o como pareja.
Esos no fueron buenos años. Carecíamos de perspectiva, sabiduría y esperanza.
Sentimos intensamente la ausencia de un lugar para desahogarnos y luchar sobre las decisiones de la vida con alguien que no estaba personalmente afectado por nuestras elecciones. Carecíamos de una caja de resonancia para nuestras decisiones de crianza y nuestras irritaciones entre nosotros.
Flotamos a través de estos pocos años de una vida de casados con hijos sin amarlos o encontrar un propósito en lo que estábamos haciendo.
Después de algunas mudanzas y algunos cambios de trabajo, comenzamos a buscar una nueva iglesia. Visitamos varias fraternidades compuestas por parejas que se parecían mucho a nosotros, con niños de la edad de nuestros hijos y casas en vecindarios similares.
En cambio, elegimos un cuerpo eclesiástico diverso en edad, raza y situación económica. Vimos parejas allí de muchas generaciones. Decidimos que este lugar se convertiría en nuestro hogar.
Lo necesitábamos y nos necesitaba a nosotros. Encontraríamos gente allí para observarnos, seguirnos y guiarnos. Pudimos encontrar los mentores que necesitábamos.
Lo hicimos. Muchas personas se han volcado en nuestras vidas individuales y en nuestro matrimonio en los 20 años desde que hemos estado en nuestra iglesia.
Ni siquiera nos habíamos dado cuenta de cuánto necesitábamos mentores hasta que presenciamos el crecimiento que estaba ocurriendo en nosotros.
La tutoría nos había cambiado.