Y el ángel les dijo: «No temáis, porque he aquí os traigo una buena noticia de gran gozo que será para todo el pueblo» (Lucas 2:10).

Los pastores de Belén tenían miedo del santo ángel. Eso es comprensible. La santa gloria naturalmente infunde terror en el corazón de las personas pecadoras.

Pero el ángel les dijo que no tenían que temer. ¡Él les traía buenas noticias! Cristo el Señor, su Salvador, había nacido en la ciudad de su padre, David. Y este Salvador traería paz entre aquellos en quienes Dios estaba complacido: paz con Dios (Romanos 5:1) mediante el perdón de sus pecados (Lucas 1:77).

Dios había enviado a su santo Hijo a el mundo no para condenarlo, «sino para que el mundo sea salvo por él» (Juan 3:17). “Por amor a nosotros [hará] pecado al que no conoció pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). Y eso significaría “ninguna condenación para todos los que [están] en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

Esa maravillosa noche el ángel anunciador proclamó el principio del fin de nuestro terror a la santidad de Dios. Más que eso, fue el principio del fin de todos nuestros miedos. “Dios es amor” (1 Juan 4:16), y “el amor perfecto echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).

“No temas” Este es el mensaje de Navidad de Dios para ti si estás en Cristo Jesús. Dios es completamente tuyo (Romanos 8:31) y vencerá todos tus miedos y todos tus enemigos (Romanos 8:35-39).

No tienes nada que temer. ¡Esa es una buena noticia de gran alegría!