Una mejor traducción de los manuscritos griegos originales traduce el pasaje así: "Nadie que haya sido engendrado por Dios practica el pecado; porque Su Simiente permanece en él; y no puede pecar, porque ha sido engendrado por Dios. Este engendramiento tiene lugar en el momento de la recepción del Espíritu Santo. En otras palabras, es el comienzo de la nueva vida espiritual, el vivir una vida semejante a la de Cristo. Esta "nueva criatura" (`2 Cor. 5:17`) está en un estado o condición embrionaria mientras está en la carne y nacerá del espíritu en la resurrección. El espíritu del Señor Dios es el poder o la influencia que se ejerce sobre la mente y el corazón de aquellos que han rendido sus propias voluntades y son obedientes a la voluntad Divina. Este santo poder del Señor transforma gradualmente la mente del cristiano, moldeando las facultades mentales para que mueran las esperanzas, los deseos y las ambiciones terrenales, mientras que se desarrollan las espirituales celestiales. La Nueva Criatura engendrada por espíritu adquiere una mente espiritual, desarrolla una nueva mente; su mente se renueva porque así dice el Apóstol: «No os conforméis a las cosas de este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento». (`Rom. 12:2`.) Debido a la debilidad y las imperfecciones de la carne, pecamos casi constantemente, no voluntariamente; la nueva mente, la mente de Cristo, no puede pecar. Todos los que son honestos consigo mismos reconocerán que son imperfectos y que no pueden hacer las cosas que harían a la perfección. (Ver `1 Juan 1:8`; `1 Juan 2:1`.) La Nueva Criatura embrionaria (la mente de Cristo dominada por el Espíritu Santo) no puede pecar (deliberadamente) mientras «Su Simiente (el espíritu) permanece en él.”