Predicación y oración
En la obra clásica Sobre la doctrina cristiana, Agustín ofrece un consejo significativo para quienes predican. Uno de sus pensamientos más importantes es sobre el significado de la oración en la vida del predicador. Escribe:
“Nuestro maestro cristiano, aunque diga lo que es justo, santo y bueno (y nunca debe decir otra cosa), haciendo todo lo posible para ser escuchado con inteligencia, placer y obediencia, triunfará más por la piedad en la oración que por los dones de la oratoria. Por lo tanto, debe orar por sí mismo y por aquellos a quienes se va a dirigir, antes de intentar hablar.
“Cuando llegue la hora de hablar, debe, antes de abrir la boca, levantar su alma sedienta a Dios, para beber de lo que está a punto de dar, y ser él mismo saciado de lo que está a punto de repartir”. (de Predicar para convencer)