¿Qué dice la Biblia sobre el transgénero?

Algunos argumentarían que la Biblia no dice nada sobre la explosión del fenómeno transgénero en el mundo occidental. Después de todo, no hay ningún versículo que diga: “No harás la transición de hombre a mujer”. Pero tampoco hay versos que hablen explícitamente sobre la violencia armada, la anorexia, el submarino, los combustibles fósiles, las vacunas, los OGM, los HMO o Pokemon Go. No debemos esperar que la Biblia hable en términos del siglo XXI para cada eventualidad del siglo XXI.

Pero eso no significa que la Biblia no brinde una guía para los cristianos que intentan dar sentido a nuestro momento transgénero. De hecho, cuando se trata de transgenerismo, la Biblia en realidad tiene mucho que decir, no por un texto de prueba aquí o allá, sino por una comprensión rica y generalizada del género y la identidad sexual.

Obviamente, el transgenerismo, como una tendencia cultural, es enormemente compleja y toca campos tan dispares como la genética, la moda, la medicina, el derecho, la educación, el entretenimiento, el atletismo y la libertad religiosa. Necesitamos cristianos que piensen y hablen sobre todos estos temas. También necesitamos cristianos que amen pacientemente, aconsejen y se hagan amigos de aquellos que sienten que su identidad psicológica como hombre o mujer contradice su sexo biológico «asignado». Al hacer la pregunta, “¿Qué dice la Biblia sobre el transexualismo?” estamos haciendo una pregunta que nos puede llevar en una docena de direcciones diferentes.

Quiero centrarme en solo una de esas direcciones. Si somos personas del Libro, personas que creen, como Jesús, que la Escritura no puede ser quebrantada (Juan 10:35), entonces la pregunta transgénero, para que produzca respuestas fructíferas en cualquiera de estas áreas, debe comenzar con una comprensión bíblica de hombre y mujer.

¿Y cuál es esa comprensión?

En resumen, la Biblia enseña que Dios nos hizo hombre o mujer, y sin importar nuestros propios sentimientos o confusión, debemos actuar de acuerdo con la realidad biológica del buen diseño de Dios. El transexualismo no alcanza la gloria de Dios y no es la forma de caminar en obediencia a Cristo.

Hay tres grandes bloques de construcción bíblicos que lo llevan a uno inexorablemente a esta conclusión.

1. Género binario

La Biblia no conoce otras categorías de género además de masculino y femenino. Mientras que los hombres y las mujeres en las Escrituras pueden expresar su masculinidad y feminidad en una maravillosa diversidad de formas, las Escrituras aún operan con las categorías binarias de hombres y mujeres. Eres uno o el otro. La anomalía de los individuos intersexuales no socava el diseño creacional, sino que da otro ejemplo de “gemidos” creacionales y las realidades de “no de la forma en que se supone que deben ser” de un mundo caído. Asimismo, los eunucos en Mateo 19 no se refieren a personas asexuadas, sino a hombres que nacieron sin la capacidad de procrear o que fueron castrados, probablemente para una corte real (para más información sobre el desafío de la intersexualidad y la cuestión de los eunucos, véase Denny Burk, What Is the Meaning of Sex?, 169-183).

La comprensión bíblica de hombre y mujer es más que una mera suposición escrita en grande en las páginas de Sagrada Escritura. Sabemos por Génesis 1 y 2 que las categorías de hombre y mujer son parte del diseño de Dios para la humanidad. De hecho, cuando Dios creó la primera pareja humana a su imagen, los creó varón y hembra (Gén. 1:27). Hizo a la mujer para ser complemento y ayuda del hombre (Gén. 2:18-22). Lejos de ser una mera construcción cultural, Dios representa la existencia de un hombre y una mujer como esenciales para su plan de creación. Los dos no son idénticos ni intercambiables. Pero cuando la mujer, que fue tomada del hombre, se une de nuevo al hombre en unión sexual, los dos se convierten en una sola carne (Gén. 1:23-24). Dividir a la raza humana en dos géneros, masculino y femenino —uno o el otro, no ambos, y no uno después del otro— no es invención de los mojigatos victorianos ni de los patanes patriarcales. Fue idea de Dios.

2. Identidad de género

Alguien con respeto por las Escrituras puede decir en este punto: “Estoy de acuerdo en que Dios hace que sea hombre o mujer. Pero estás confundiendo sexo biológico con género. Conozco a cristianos transgénero que desean abrazar el diseño de Dios para hombres y mujeres, pero también creen que la forma en que Dios los creó no se corresponde con el sexo que se les asignó al nacer”. No dudo que haya personas así por ahí (y en nuestras iglesias). Si bien algunas personas que adoptan una identidad transgénero pueden hacerlo por diversión, muchas sienten firmemente que solo viviendo como el sexo opuesto pueden abrazar por completo su verdadero yo.

La pregunta no es si tales personas y sentimientos existen. . La pregunta es si el es de nuestro estado emocional o mental es igual al debe del diseño de Dios. La mayoría de los cristianos rechazan este pensamiento en muchas otras áreas, desde trastornos alimentarios hasta divorcios no bíblicos. Entendemos que seguir a Cristo significa morir a nosotros mismos (Mateo 16:24), ser renovados en nuestra mente (Romanos 12:2) y no andar más como antes (Efesios 4:17-18). Ser “fieles a nosotros mismos” siempre es una elección falsa cuando significa ir en contra de la Palabra de Dios.

Por mucho que la academia contemporánea diga lo contrario, la Biblia cree en la unidad orgánica del sexo biológico y la identidad de género. Es por eso que macho y hembra son (únicamente) el tipo de pareja que puede reproducirse (Gén. 1:28; 2:20). Es por eso que la homosexualidad —un hombre que se acuesta con un hombre como con una mujer (Lev. 18:22)— está mal. Es por eso que el apóstol Pablo puede hablar de las parejas homosexuales como algo que se desvía de las relaciones naturales o la función natural de las relaciones sexuales entre hombres y mujeres (Rom. 1:26-27). En cada caso, el argumento solo funciona si se supone una equivalencia entre la biología de la diferencia sexual y las identidades correspondientes de hombre y mujer.

3. Confusión de género

El tercer bloque de construcción se deriva naturalmente de los otros dos. Si el binario de hombre y mujer es idea de Dios, y si estamos destinados a abrazar, por diseño divino, nuestra diferencia biológica y creacional como hombres y mujeres, entonces es lógico pensar que la confusión de estas realidades desagradaría a Dios. Y así vemos claramente en la Biblia que los hombres no deben actuar sexualmente como mujeres (Lev. 18:22; Rom. 1:18-32; 1 Cor. 6:9-10), que los hombres no deben vestirse como mujeres (Deut. . 22:5), y que cuando los hombres y las mujeres adoptan expresiones de identidad obviamente de otro género es una vergüenza (1 Cor. 11:14-15). No tenemos el derecho inalienable de hacer lo que queramos con nuestro yo físico. Pertenecemos a Dios y debemos glorificarlo con nuestros cuerpos (1 Corintios 6:19-20).

No he comenzado a responder todas las preguntas importantes sobre el cuidado pastoral, el consejo y la compasión por los que sufren. y confundido Pero con las ráfagas de viento cultural que hay, no podemos asumir que los cristianos, incluso aquellos en buenas iglesias, saben qué pensar sobre el género o por qué pensarlo. Con suerte, esta breve publicación y estos tres componentes básicos pueden ayudarnos a garantizar que se establezca la base correcta. Después de todo, el objetivo no es construir un muro para mantener a la gente fuera, sino que Dios pueda edificar su iglesia en la verdad y la gracia para que podamos recibir a la gente, llamando a los portadores de su imagen a abrazar la vida que es verdaderamente vida (1 Timoteo 6:19).

Este artículo se publicó originalmente en TheGospelCoalition.org. Usado con autorización.

Kevin DeYoung es pastor principal de la Iglesia Reformada Universitaria (PCA) en East Lansing, Michigan, cerca de la Universidad Estatal de Michigan. Él y su esposa Trisha tienen seis hijos pequeños. Puedes seguirlo en Twitter.

Fecha de publicación: 15 de septiembre de 2016

Imagen cortesía: Thinkstockphotos.com

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