“El amor de Cristo nos constriñe, habiendo hecho este juicio, que uno murió por todos; por lo tanto, todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. (2 Corintios 5:14-15).

¿Qué significa ser cristiano? Charles Hodge ve la respuesta en este texto: “Es estar tan limitados por un sentido del amor de nuestro divino Señor hacia nosotros, que le consagramos nuestras vidas.”

Ser cristiano no significa simplemente creer en nuestra cabeza que Cristo murió por nosotros. Significa “estar restringido” por esa realidad. La verdad nos presiona; agarra y sujeta; impulsa y controla. Nos rodea y no nos deja escapar. Nos enjaula en la alegría.

Pero, ¿cómo hace eso? Pablo dice que el amor de Cristo por él lo constriñe a causa de un juicio que formó acerca de esa muerte. “. . . habiendo hecho este juicio, que uno murió por todos, luego todos murieron.” Pablo se hizo cristiano no cuando decidió que Cristo murió por los pecadores, sino cuando hizo el serio juicio de que la muerte de Cristo era también la muerte de todos por quienes él murió.

En otras palabras, convertirse en cristiano es llegar a creer no solo que Cristo murió por todo su pueblo, sino que todo su pueblo murió cuando él murió. Convertirse en cristiano es, en primer lugar, hacerse la pregunta: ¿Estoy dispuesto a ser persuadido de que Cristo murió por mí y yo morí en él? ¿Estoy listo para morir para poder vivir? Luego, en segundo lugar, convertirse en cristiano significa responder: Sí, de corazón.

El amor de Cristo nos constriñe a responder que sí. Sentimos tanto amor fluir hacia nosotros de la muerte de Cristo que descubrimos en su muerte nuestra muerte — nuestra muerte a todas las demás lealtades en competencia. Estamos tan abrumados (“constreñidos”) por el amor de Cristo que el mundo se desvanece, como ante ojos moribundos.

Un cristiano es una persona que vive bajo la presión del amor de Cristo. El cristianismo no es simplemente creer en un conjunto de ideas sobre el amor de Cristo. Es una experiencia de ser constreñido por ese amor.

Pero esa restricción proviene de un “juicio” que hacemos sobre la muerte de Cristo: «Cuando él murió, yo morí». Es un juicio profundo. “Así como el pecado de Adán fue legal y efectivamente el pecado de su raza; por lo que la muerte de Cristo fue legal y efectivamente la muerte de su pueblo” (Hodge). Y como nuestra muerte ya sucedió, no llevamos esa condenación (Romanos 8:1-3). Y ese es el corazón del amor de Cristo por nosotros. A través de su propia muerte inmerecida, murió nuestra muerte bien merecida.

Y por tanto ese “juicio” que hacemos sobre su muerte resulta en ser “constreñidos” por su amor. ¡Cómo no viviremos para aquel que murió nuestra muerte para que podamos vivir! Ser cristiano es ser constreñido por el amor de Cristo. Esta es la forma en que Charles Hodge lo expresó de nuevo:

Un cristiano es aquel que reconoce a Jesús como el Cristo, el Hijo del Dios viviente, como Dios manifestado en la carne, amándonos y muriendo por nuestra redención; y que está tan afectado por un sentido del amor de este Dios encarnado que se ve obligado a hacer de la voluntad de Cristo la regla de su obediencia, y de la gloria de Cristo el gran fin por el cual vive.

Constreñido por Su amor,

Pastor John