En Lucas 20:45-47, Jesús advierte a los discípulos que no tengan el espíritu orgulloso de los escribas. Él dice: "Guardaos de los escribas, a quienes les gustan…los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor… que devoran viudas' casas, y por el bien de la apariencia ofrecen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación.” A través de este contexto, Jesús está contrastando a la gente arrogante y fanfarrona con la viuda humilde que silenciosamente dio todo lo que tenía.

El relato de este evento, también registrado en Marcos 12: 41-44, no identifica el contexto de la ofrenda. Históricamente, había 13 cofres en el templo en los cuales  la gente podía donar dinero para diferentes propósitos: ofrendas por pecados específicos, ofrendas para ayudar con el mantenimiento del templo y sacrificios, ofrendas para ayudar a los pobres.

Por ejemplo, 2 Reyes 12:9  y 2 Crónicas 24 nos informa que el templo del Señor estaba en mal estado. El sacerdote Joiada puso un cofre con un agujero en la tapa junto al altar para las ofrendas para reparar el templo. La gente trajo lo que su corazón les impulsó a traer y lo pusieron en el cofre. Entonces se completó el trabajo.

En Nehemías 13:13, los tesoreros fueron designados para distribuir a los levitas para su servicio en el templo. (Recuerde que los levitas no tenían heredad en la tierra). La comida y el dinero puestos en esta tesorería provenían de un sistema voluntario en Israel donde la gente traía una décima parte de su grano, vino y aceite para mantener a los levitas. También procedían ofrendas del botín de guerra, como lo demuestra la plata, el oro, el bronce y el hierro de Jericó que se pusieron en el tesoro en Josué 6:24, y también lo que David había almacenado para la construcción del templo en 1 Reyes 7:51.

Sin embargo, el punto que Jesús estaba destacando era la generosidad de la mujer. No fue para lo que se usó el dinero, sino para la condición del corazón del donante. Le estaba dando al Señor de corazón y se estaba enfocando en la voluntad y la obra de Dios y no en su propia voluntad y obra terrenal.

Cuán diferente es esto del evangelio de la prosperidad que algunos predican. Si estamos viviendo de acuerdo con la palabra de Dios, elegimos sufrir pérdidas terrenales para que Dios finalmente sea glorificado. El Señor Jesús no tenía hogar, “…Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Mateo 8:20. Además, los cristianos deben seguir su ejemplo de no buscar los placeres terrenales, “Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígueme” Mateo 16:24. Como dice el apóstol Pablo en Romanos 8:18, "Porque considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de compararse con la gloria que nos ha de ser revelada."