La última cena de pan y vino del Señor como se lee en Lucas 22: 19, 20 fue Jesús’ manera de enseñar a sus apóstoles lo que deben hacer para ser sus verdaderos seguidores.  Jesús dijo específicamente: «Haced esto en memoria mía». después de haber partido el pan y repartido.

Este memorial de la Cena del Señor sirve como un recordatorio solemne de la muerte de Cristo y lo que significa ser partícipe de esa muerte. Cualquiera que haya hecho un voto de seguir los pasos de Cristo y vivir una vida haciendo la voluntad de Dios califica para tomar la Cena del Señor. 

Cuando Jesús dijo sus apóstoles a comer el pan y beber el vino, les estaba diciendo que al participar de esa cena, se estaban comprometiendo simbólicamente a compartir su caminar, y por lo tanto sus sufrimientos.  1 Corintios 10:16 dice: “¿No es la copa de acción de gracias por la cual damos gracias, una participación en la sangre de Cristo? ¿Y el pan que partimos no es una participación en el cuerpo de Cristo?” 

Jesús había llamado (y sigue llamando) a un grupo selecto de seguidores que están dispuestos a dejar de lado sus propias ambiciones y fines mundanos.  Aquellos que estén dispuestos a volverse desinteresados para poder glorificar a Cristo en todo lo que hagan, vivan para Cristo y no para sí mismos.

Si verdaderamente seguimos los pasos de Cristo, entonces nos esforzaremos tanto como como podamos para ser como él. Dio todo a su Padre Celestial por su amor a su Padre y al mundo entero de la humanidad. Nosotros también deberíamos querer dejar todo a un lado para complacer a nuestro Padre Celestial. Aquellos que se esfuerzan diariamente por hacer esto pueden participar en la Cena del Señor como una manifestación externa de lo que ha ocurrido en sus corazones.