Los escritores inspirados de la Biblia nos dicen exactamente lo que pasó con el espíritu del ladrón que murió en la cruz. Y también nos dicen qué pasa con los espíritus de aquellos que fueron devotos seguidores de Cristo y fueron fieles hasta la muerte. No sería bueno para nosotros decir qué fue de estos espíritus. Demasiados supuestos líderes del pensamiento religioso han teorizado y especulado sobre lo que pasó con los espíritus de los difuntos y han expuesto los resultados de sus vanas imaginaciones. No añadamos a la terrible confusión presentando nuestras propias ideas, sino escuchemos lo que declaran las Escrituras, reconociendo que el Señor Dios ciertamente puede guiarnos al conocimiento de la Verdad. Leemos: “Entonces el polvo volverá a la tierra, como era; y el espíritu volverá a Dios que lo dio.” (`Ecl. 12:7`.) Este texto nos recuerda la sentencia original de muerte pronunciada sobre Adán por su desobediencia. Había sido formado del polvo y, por lo tanto, debía perder la vida y volver al polvo. Él murió. El aliento de vida (el espíritu), el principio energizante de la vida, fue removido del cuerpo y devuelto a Dios, quien es la fuente de toda vida. El alma viviente, el ser inteligente, murió. Como dice la Biblia: «El alma que pecare, esa morirá». (`Eze. 18:4`.) De estas escrituras es evidente que el espíritu del ladrón y de todos los que mueren regresa a Dios. Este principio animador (espíritu), llamado vida, será dado a todos los fieles y obedientes en la resurrección.