Como es establece enfáticamente a lo largo de todas las Escrituras que los muertos están «dormidos»; "en sus tumbas" y que «los muertos nada saben», "porque no hay sabiduría, ni ingenio, ni ciencia en el sepulcro adonde vas"; y que todos permanecerán en este sueño de muerte hasta el momento del despertar, cuando «todos los que están en sus sepulcros saldrán a la voz del Hijo del Hombre»; debemos concluir que los moribundos no entraron enseguida al cielo; y que lo que vieron no fue un vislumbre real de las glorias celestiales, sino simplemente una fantasmagoría inducida por una condición excitada de los poderes imaginativos de la mente, con un correspondiente estado latente de las facultades de razonamiento. El Señor Jesús declaró en Su primera venida que nadie había ascendido al Cielo; y el Apóstol dice que los que duermen serán despertados y transformados en el segundo advenimiento.– Véase `Juan 3:13`; `1 Cor. 15:51,52`.