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Significado Bíblico de AYUNO

Significado Bíblico de AYUNO

Significado de Ayuno

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Abstinencia de alimentos, ya sea por razones religiosas o por falta de alimentos, o período de tal abstinencia. El AT no registra orden divina alguna que requiera el ayuno como deber religioso, excepto en el Día de la Expiación (Lv. 16:30, 31; 23:27; Nm. 29:7; cf Hch. 27:9; véase también el tratado Yoma de la Mishná). Sin embargo, hay numerosos casos de ayuno voluntario generado por motivos religiosos. En tales
situaciones, presumiblemente reflejaba un espíritu de abnegación voluntaria y de humildad ante Dios; a veces, penitencia por el pecado. A menudo, cuando era acompañado de intercesión ante Dios por pedidos específicos, expresaba sinceridad y falta de egoísmo.

Los israelitas ayunaron después de la matanza de los benjamitas (Jue. 20:26). Lo hicieron otra vez en señal de arrepentimiento por la idolatría cuando intercedieron ante Dios pidiendo ser liberados de los filisteos (1 S. 7:6). Los hombres de Jabes de Galaad ayunaron después de sepultar a Saúl y sus hijos, aparentemente contritos o
lamentando la derrota de Israel (31:13). David y sus seguidores hicieron lo mismo al recibir la noticia de la muerte de Saúl (2 S. 1:12).  Más tarde, David ayunó mientras intercedía ante el Señor por la vida de su hijo que le dio Betsabé (12:21-23).  Daniel ayunó cuando intercedió ante Dios por el fin de la cautividad (Dn. 9:3).  Esdras y su
grupo de exiliados ayunaron mientras oraban pidiendo protección divina en su viaje de regreso a Jerusalén desde Babilonia (Esd. 8:23). Nehemías se abstuvo de alimentos al saber del «gran mal y afrenta» que sufrían los exiliados que habían regresado a Jerusalén (Neh. 1:4). Ester hizo lo mismo antes de interceder ante Asuero por su pueblo (Est. 4:16), e invitó a los judíos a acompañarla en la
abstinencia.

Sólo rara vez el AT expresa la actitud divina con respecto a la práctica del ayuno. 121 En Is. 58:3-7 Dios lo rechaza de su pueblo en un momento de apostasía nacional, declarando que el «ayuno» que él «escogió» consiste en justicia y misericordia hacia los demás.  En Jer. 14:12 rehúsa aceptarlo si no está acompañado por una reforma
de la vida. Durante el cautiverio babilónico los judíos se habían acostumbrado a ayunar en ciertos aniversarios    relacionados con la caída de Jerusalén y la destrucción del templo, y tal vez por el asesinato de Gedalías (Zac. 7:5; cf 2 R. 25:1-4, 8, 9, 25; Jer. 52:6, 7), pero Dios no estaba interesado en estos supuestos símbolos
externos de humildad y arrepentimiento (Zac. 7:5).  Sólo una vez (Jl. 2:12) Dios invita a ayunar como evidencia de arrepentimiento.
Moisés (Ex. 34:28) y Jesús (Mt. 4:2) ayunaron 40 días cada uno, pero bajo circunstancias en las cuales el alimento no era fácilmente disponible. Los judíos piadosos ayunaban 2 veces cada semana (Lc. 18:12) -los lunes y los jueves-, práctica que Jesús ni apoyó ni    censuró, aunque él y sus discípulos no observaban estos ayunos rituales (Mt. 9:14, 15; Mr. 2:18-20; Lc. 5:33-35).  La única instrucción que dio con respecto al ayuno fue que no debía ser ostentoso (Mt. 6:16-18), sino sincero. Los dirigentes en Antioquía ayunaron antes de ordenar a Pablo al ministerio del
evangelio (Hch. 13:2, 3). 

Más tarde, el apóstol siguió la misma práctica cuando
ordenaba ancianos en las iglesias locales que él establecía (14:23).
Existe evidencia textual sólida para omitir el término de Mt. 17:21, Mr. 9:29, Hch. 10:30 y 1 Co. 7:5.  Si se acepta esta evidencia, el NT no tiene ninguna orden divina para ayunar o aprobación expresa del ayuno.  Afligir el cuerpo por el pecado del alma es esquivar el problema y no captar la verdadera naturaleza del arrepentimiento, ya
que el pecado es una enferínedad del alma y no del cuerpo.  El principal beneficio que se obtiene del ayuno es la claridad mental que proviene de una abstinencia total o parcial de los alimentos, y que capacita a la persona para percibir la voluntad de Dios
en forma más clara.  Por otro lado, a veces hay tanta concentración en la búsqueda de la ayuda divina en un tiempo de crisis que las necesidades físicas y el deseo de alimentarse a menudo se pasan por alto.

Los fariseos interpretaban Neh. 8:10, 12 de manera que hacían ilegal el ayuno en sábado (a menos que el sábado cayera en Día de Expiación cf Judit 8:6).  El cristianismo posterior hizo del sábado un día de ayuno y del domingo un día de fiesta.

Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: AYUNO

AYUNO según la Biblia: (a) Ayuno causado por la imposibilidad de conseguir alimento. Parece que a esto pertenecen: los 40 días que pasó Moisés en Sinaí (Éx. 34:28; Dt. 9:9); el ayuno de Elías durante su viaje a Horeb (1 R. 19:8); el del Señor Jesús en la tentación en el desierto (Mt. 4:2; Mr. 1:13; Lc. 4:2); y también ciertos ayunos de Pablo (2 Co. 6:5).

Abstención de tomar alimento período de tiempo dentro del cual se da esta abstinencia.

(a) Ayuno causado por la imposibilidad de conseguir alimento. Parece que a esto pertenecen: los 40 días que pasó Moisés en Sinaí (Éx. 34:28; Dt. 9:9); el ayuno de Elías durante su viaje a Horeb (1 R. 19:8); el del Señor Jesús en la tentación en el desierto (Mt. 4:2; Mr. 1:13; Lc. 4:2); y también ciertos ayunos de Pablo (2 Co. 6:5).

(b) Ayuno voluntario por motivos religiosos. En este sentido, se emplea el término con frecuencia para describir los períodos prescritos de abstención de alimentos. No se evidencia ninguna orden de ayunar en la ley mosaica; no aparece ni este verbo ni los términos ayuno o abstinencia en el Pentateuco.

En todo caso, si se buscan alusiones al ayuno, se tienen que deducir de expresiones como «afligiréis vuestras almas» (Lv. 16:29; 23:27; Nm. 29:7). La primera mención de ayuno se halla en la época de los jueces (Jue. 20:26), en un tiempo de gran aflicción nacional.

Los últimos libros del AT presentan numerosos ejemplos de ayunos no prescritos (Esd. 8:21; Neh. 9:1; Est. 4:3; Sal. 35:13; 69:11; 109:24; Dn. 6:18; 9:3). En ocasiones se proclamaban ayunos en tiempos de calamidades (Jer. 36:9; Jl. 1:14); el objeto de esta abstinencia era el de afligir el alma (Sal. 35:13; 69:11), y de dar más fuerza a la oración (Is. 58:3, 4).

El ayuno público significaba que el pueblo, consciente de un gran peso de culpa, se humillaba ante Dios (1 S. 7:6). El verdadero ayuno no se limita a una mera práctica exterior: implica el abandono del mal y de los placeres prohibidos (Is. 58).

En la época de Zacarías se proclamaron ayunos en los meses 4º, 5º, 7º y 10º (Zac. 8:19). Esto era para conmemorar el inicio del asedio de Jerusalén en el 10º mes (2 R. 25:1); su caída al mes 4º (2 R. 25:3, 4; Jer. 52:6, 7), la destrucción del Templo en el mes 5º (2 R. 25:8, 9), el asesinato de Gedalías y de sus compañeros judíos en el 7º mes (2 R. 25:25).

La profetisa Ana servía a Dios con oraciones y ayunos (Lc. 2:37). Los fariseos ayunaban dos veces a la semana (Lc. 18:12). Cuando las personas religiosas y formalistas ayunaban, fingían ostensiblemente su tristeza.

El Sermón del Monte ataca duramente esta hipócrita práctica (Mt. 6:16-18). Los discípulos de Juan el Bautista ayunaban; los del Señor no lo hicieron durante Su presencia personal en la tierra (Mt. 9:14,15; Mr. 2:18-20; Lc. 5:33-35), pero sí después de Su partida, bajo ciertas circunstancias (Hch. 13:2-3).

El ayuno no es una imposición formal sobre el cristiano, pero sí que es recomendable su práctica en un espíritu de oración y de súplica. Es de temer que por cuanto muchos han abusado del ayuno en el pasado, haciéndolo una práctica obligatoria y externamente formal, los creyentes han descuidado la unión del ayuno con la oración.

El espíritu del ayuno se halla en la propia negación, y surge de la profunda consciencia de necesidad y urgencia.

Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: AYUNO