Significado Bíblico de COMUNION
Significado de Comunion
Ver Concordancia
(gr. generalmente koinÇnía, «asociación», «comunión», «participación»,
«compañerismo», «compartir algo»).
Participación mutua en alguna bendición o experiencia. En el NT el término se
usa para expresar el concepto de participación conjunta en experiencias como
compartir las bendiciones del evangelio (Fil. 1:5). La palabra se encuentra
particularmente en los pasajes que se refieren a la íntima relación que
experimentan los cristianos con Dios (1 Jn. 1:3), con Cristo (1 Jn. 1:3; 1 Co.
1:9), con el Espíritu Santo (2 Co. 13:14) y con los demás creyentes (1 Jn.
1:3,7). Lo estrecho de esta relación encuentra su expresión más peculiar en
conexión con la Cena del Señor, en la que los cristianos simbólicamente
participan de la carne y la sangre de Cristo. En 1 Co. 10:16, Pablo describe
la copa y el pan de la Cena del Señor como «la comunión de la sangre de Cristo»
y la «comunión del cuerpo de Cristo». En contraste, se recomienda a los
creyentes a no tener comunión con los «demonios» (v 20) ni con las «obras
infructuosas de las tinieblas» (Ef. 5:11; cf 2 Co. 6:14).
Además de su significado corriente, la iglesia primitiva usaba koinÇnía para
describir el acto de compartir las bendiciones temporales con los creyentes (2
Co. 8:4); como tal, se puede traducir apropiadamente como «ofrenda» o
«contribución» (Ro. 15:26; 2 Co. 9:13).
Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: COMUNION
COMUNIÓN según la Biblia: Relación dentro de la cual dos partes tienen alguna cosa en común, asociación. Los creyentes tienen comunión con el Padre y con el Hijo (1 Jn. 1:3), con el Espíritu Santo (2 Co. 13:13), y unos con otros (1 Jn. 1:7). Por ello deben andar en la luz, practicar la verdad dejarse así purificar de todo pecado (1 Jn. 1:6-7).
(gr. «koinonía», de «koinos»: común a varias personas).
Relación dentro de la cual dos partes tienen alguna cosa en común, asociación. Los creyentes tienen comunión con el Padre y con el Hijo (1 Jn. 1:3), con el Espíritu Santo (2 Co. 13:13), y unos con otros (1 Jn. 1:7). Por ello deben andar en la luz, practicar la verdad dejarse así purificar de todo pecado (1 Jn. 1:6-7).
El mismo Dios nos llama a esta comunión de Su Hijo (1 Co. 1:9), basada en la comunión con el sacrificio de Su cuerpo y de Su sangre (1 Co. 10:16), yendo también hasta la comunión de Sus sufrimientos (Fil. 3:10; 1 P. 4:13).
Estando así unidos al Señor, los primitivos cristianos perseveraban en la comunión fraternal, poseyéndolo todo en común, hasta el punto de ser todos de un corazón y de un alma…, e incluso una sola bolsa (Hch. 2:42, 44-45; 4:32).
Pablo puede exhortar de manera semejante a los filipenses: «si hay… alguna comunión del Espíritu», a tener un mismo amor, una misma alma, y un solo y mismo pensamiento (Fil. 2:1-2).
Así, la «koinonía» no es solamente «espiritual», sino que se extiende al dominio de lo más práctico. De hecho, el mismo término griego significa también «ofrenda» (Ro. 15:26), «ayuda» («participar»), «libertad» (2 Co. 9:4; 9:13; He. 13:16).
Aparte de esto último, la comunión no sería más que una entelequia teórica y carente de significado. El adjetivo «koinonos» significa también «socio» (Lc. 5:10; 2 Co. 8:23; Flm. 17).
Los socios participan en una empresa y/o en unos bienes comunes. De ahí la utilización del término «koinonos» en las siguientes expresiones:
la parte que tenéis en el evangelio (Fil. 5:1);
participantes de la gloria (1 P. 5:1);
participantes de la naturaleza divina (2 P. 1:4).
Hasta ahí llega en efecto nuestra asociación con Jesucristo. Ello, evidentemente, excluye cualquier asociación con el enemigo: «¿Qué comunión (tiene) la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial?
¿O qué parte el creyente con el incrédulo?» (2 Co. 6:14-15). Pablo le decía a Filemón: «… que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús» (Flm. 6). ¡Que así sea con nosotros!