ABEL

Gen 4:2-10
Mat 23:35; Luk 11:51 la sangre de A el justo
Heb 11:4 por la fe A ofreció a Dios .. sacrificio


Abel (heb. Hebel [1], quizá “soplo [aliento]”, “transitoriedad”; gr. Abel [compárense con el ac. aplu o ablu y el sum. ibila, “hijo”; si es transliteración de estas palabras, el significado “hijo” serí­a un término genérico (como Adán o Enós: “hombre”)]; heb. ‘âbêl [2], tal vez “corriente de agua”, “arroyo”, “pradera [prado]”; con leve modificación vocálica, “duelo” o “lamento”; egip. ibr). 1. Segundo hijo de Adán y Eva (Gen 4:2; etc.). En la Biblia se registra un único incidente de su vida: su ofrenda, que resultó más aceptable que la de su hermano Caí­n (vs 3-5). Al ser del rebaño, hablaba de su fe en el Redentor prometido, el verdadero Cordero de Dios que habrí­a de aplastar la cabeza de la serpiente (Gen 3:15; Joh 1:29). El derramamiento de sangre era un reconocimiento por parte de Abel de su pecaminosidad y necesidad de la misericordia y del perdón divinos (Lev 17:1 l; Heb 9:22). Además, su ofrenda fue un primogénito “de lo más gordo de” las ovejas; como tal, era una evidencia de su disposición a dar al Señor lo más escogido. Tal fidelidad le ganó un lugar de honor en la galerí­a de los notables de Heb_11 Si Hebel significa “vapor”, “vanidad”, “hálito” o “fugacidad”, el nombre serí­a apropiado como referencia a la brevedad de la vida de Abel. La Biblia no da indicaciones acerca de cuándo se le habrí­a puesto ese nombre. 2. Nombre que entra en la composición de ciertos topónimos; a veces aparece solo. Ejemplos: Abel-bet-maaca, Abel-maim, Abel-mehola, Abel-mizraim, Abel-sitirn, etc.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

vapor, soplo de viento. Nombre del segundo hijo de Adán y Eva. Fue el primer pastor. Sus sacrificios de animales, al contrario de los de su hermano Caí­n, agricultor éste, eran gratos a Dios. Esto despertó la envidia de Caí­n quien dio muerte a A. Gn 4, 1-26; Mt 23, 35; Lc 11, 51; Hb 11, 4; 12, 24.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Una palabra heb. que se escribe de la misma forma y significa aliento, vapor que es inconstante; pero más bien debe ser ligada con una palabra acadia que significa hijo. Fue el segundo hijo de Adán y Eva, y el que fue asesinado por su hermano Caí­n (Génesis 4). El desafecto entre los dos hermanos se manifestó cuando Caí­n presentó una ofrenda de frutos de la tierra y Abel ofreció una oveja. Quizá Dios habí­a revelado previamente (Gen 3:21?) que el hombre le debí­a presentar sacrificios de sangre. Dios aceptó la ofrenda de Abel porque fue sacrificio de un animal, y/o por el espí­ritu (por la fe, Heb 13:4) en que fue presentado (Gen 4:4-5). Así­, Abel fue el primer ejemplo del camino de justicia por la fe (Mat 23:35; 1Jo 3:12).

Abel (geográfico
(heb., †™avel, un prado).
1. El nombre de una ciudad involucrada en la rebelión de Seba (2Sa 20:14, 2Sa 20:18); lo mismo que Abel-bet-maaca (2Sa 20:15).
2. La gran piedra de Abel (1Sa 6:18).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(“Soplo Fugaz”).

Segundo hijo de Adán y Eva, matado por su hermano Caí­n. Ofreció el primer sacrificio a Dios en la Biblia, Gen. 4.

– Justo: Mat 23:35, I Jua 3:12.

– Su sangre: Luc 11:15, Heb 11:4 : – Fe de Abel, Heb 11:4 : –

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Inestabilidad, transitoriedad). Segundo hijo de †¢Adán y †¢Eva, que se dedicó al pastoreo. Trajo una ofrenda a Dios, la cual fue preferida por éste antes que la de Caí­n (Gen 4:1-2). No se nos dice la razón para esta preferencia en la narración de Génesis, ni se nos enseña que en aquellos tiempos los sacrificios de animales fueran preferidos por encima de las ofrendas vegetales, pero en Heb 11:4 la causa que se señala para el agrado de Dios es que A. hizo su ofrenda †œpor la fe†. Su hermano Caí­n lo mató por envidia. A. sólo es mencionado, en el AT, en el libro de Génesis, pero en el NT el Señor Jesucristo lo llama †œel justo† (Mat 23:35; Luc 11:50-51).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

(Prado). Ciudad cerca de Bet-semes, donde habí­a una gran piedra. Se menciona un refrán que puede significar que era muy antigua e ilustrada: †œQuien preguntare, pregunte en A.† (2Sa 20:18). Los filisteos devolvieron allí­ el arca de Jehová que habí­an capturado en una batalla (1Sa 6:18). En la toponimia de Israel esta palabra se usa como un prefijo.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG HOMB HOAT HSHA = “vapor” o “soplo”. Segundo hijo de Adán, de oficio pastor. Era justo (Mt. 23:35) y lleno de fe (He. 11:4). Por envidia le asesinó su hermano Caí­n. Abel tipifica la “sangre inocente” (Mt. 23:34). Se han hecho muchas conjeturas acerca del porqué su ofrenda fue aceptada por Dios y no lo fue la de Caí­n. La que más concierta con el conjunto de la doctrina bí­blica es la de que el sacrificio de un cordero pudo haber sido mandato de Dios como anticipo del “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, o sea, el plan de la Redención. Una prueba incidental de ello puede ser los numerosos altares de los tiempos prehistóricos que se encuentran esparcidos en el mundo. El paganismo distorsionó el propósito divino, llegando a ofrecer ví­ctimas humanas, pero la orden de los sacrificios expiatorios que hallamos en el Pentateuco, después de la salida de Israel de Egipto, pudo ser, al igual que la institución del matrimonio y del dí­a de reposo, una restitución de un antiguo mandato, más que una innovación. “Acordarte has del dí­a de reposo”, dice en Exodo. Y en cuanto a sacrificios, leemos que Abraham los ofrecí­a mucho antes de la institución del ministerio leví­tico. ¿De dónde le vino la idea a Abraham sino de una tradición procedente de la primitiva revelación de Dios en el Edén? La carta a los Hebreos (He. 11:4) dice que “por fe Abel ofreció mejor sacrificio”. ¿Fe a qué? La fe requiere el conocimiento, o, en este caso, revelación. El sacrificio de Abel es prueba de un carácter obediente a Dios, mientras que la ofrenda de Caí­n es prueba de un carácter altivo, que trató de imponer su propio culto de homenaje al Creador, y no quiso humillarse a depender de su hermano, para su ofrenda, a pesar de la probable revelación de Dios. En el Nuevo Testamento Abel es considerado como mártir (Mt. 23:35) de su fe (He. 11:4) y de su justicia (1 Jn. 3:12). El primero en morir de la raza humana fue el primero en entrar en la gloria de Dios y una prenda de las primicias que nadie puede enumerar. “La sangre de Abel” clamó justicia sobre la tierra, pero la sangre de Jesucristo trajo el perdón y la salvación para todos los que se arrepienten (He. 12:24; 1 Jn. 1:7).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[011]Hijo de Adán y Eva y emblema bí­blico de la bondad y del cumplimiento del deber de dar culto a Dios Creador con los frutos de la tierra. La aceptación divina de las ofrendas de Abel, el justo, despertó la envidia de su hermano Caí­n, el irascible, el cual terminó por asesinarlo, convirtiéndole en “el sí­mbolo del justo que derrama su sangre a manos del inicuo” (Mt. 23.25 y 1 Jn. 3. 12) El mito o leyenda de los dos hijos de Adán y Eva, Caí­n y Abel, el bueno y el malo, se transformó en emblema de los dos tipos de conducta humana: la del fiel que cumple con su deber cultual ante Dios y ante los hombres y la del criminal que derrama la sangre del hermano inocente.

Desde los primeros tiempos cristianos la sangre de Abel serí­a valorada como preanuncio de la de Jesús (Hebr. 11.4). Por eso cobra cierta vida en la catequesis el bendecir la bondad del pací­fico agricultor que vive de su trabajo y cum ple con su conciencia y el repudiar la envidia del que llega a matar a su her mano por que le reprocha silenciosamente su conducta.

(Ver Patriarcas 2)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Segundo hijo de Adán y Eva, matado por su hermano Caí­n, con lo que aparece en la tierra la guerra fratricida, la lucha de clases, contienda entre ganaderos (Abel era pastor) y agricultores (Caí­n cultivaba la tierra), las dos únicas profesiones existentes entonces en el mundo. Jesús sitúa a Abel, hombre justo, primera sangre inocente vertida en el mundo, entre los profetas (Mt 23,35). Abel, por la fe, ofrecí­a a Dios un sacrificio más perfecto que el de Caí­n (Heb 11,4). Si su sangre clama todaví­a a Dios, ¿cuánto más clamárá la de Jesús? (Heb 12,24).

E.M.N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

1. (Posiblemente: Exhalación; Vanidad.) Segundo hijo de Adán y Eva, y hermano menor del primogénito, Caí­n. (Gé 4:2.)
Es probable que Abel haya tenido hermanas durante su vida, pues el registro dice que sus padres tuvieron hijas, aunque no se mencionan por nombre. (Gé 5:1-4.) Llegó a ser pastor de ovejas, y su hermano, agricultor. (Gé 4:2.)
Al cabo de algún tiempo no especificado, tanto Abel como Caí­n presentaron una ofrenda a Jehová Dios. Cada uno llevó algo de lo que tení­a: Abel, de los primogénitos de sus rebaños; Caí­n, de los frutos del suelo. (Gé 4:3, 4.) Ambos creí­an en Dios. Indudablemente aprendieron acerca de El por lo que sus padres les enseñaron, y también debieron saber por qué estaban fuera del jardí­n de Edén y se les negaba la entrada. Sus ofrendas indicaban que reconocí­an su posición alejada de Dios, y eran una expresión de su deseo de conseguir el favor divino. Dios aprobó la ofrenda de Abel, pero no la de Caí­n. El registro no muestra cómo se manifestaron la aprobación y el rechazo de las ofrendas, pero sin duda ambos se dieron cuenta de ello. La razón por la que Dios solo aprobó la ofrenda de Abel se explica en escritos posteriores. En Hebreos 11:4 el apóstol Pablo cita a Abel como el primer hombre de fe, y muestra que esta fe resultó en que su sacrificio fuera de †œmayor valor† que la ofrenda de Caí­n. En contraste, 1 Juan 3:11, 12 señala que la actitud de corazón de Caí­n era mala, hecho que quedó demostrado cuando más tarde rechazó el consejo y la advertencia de Dios y asesinó con premeditación a su hermano Abel.
Aunque no se puede decir que Abel conociera de antemano el desenlace final de la promesa de Génesis 3:15 acerca de la †œdescendencia† prometida, probablemente habí­a pensado mucho en esa promesa y creí­a que tendrí­a que derramarse sangre —alguien tendrí­a que ser †˜magullado en el talón†™— para que se pudiera elevar de nuevo a la humanidad a la condición de perfección que Adán y Eva habí­an disfrutado antes de su rebelión. (Heb 11:4.) Por ello, el que Abel ofreciese primogénitos del rebaño ciertamente fue apropiado, y sin duda también fue un factor que contribuyó a que Dios aprobara su ofrenda. Abel ofreció como regalo †˜vida†™, aunque esta fuera solo de entre sus rebaños, al Dador de la vida. (Compárese con Jn 1:36.)
Jesús enseñó que Abel fue el primer mártir, objeto de la persecución religiosa de su intolerante hermano Caí­n, y con referencia a Abel, dijo que vivió en el tiempo de la †œfundación del mundo†. (Lu 11:48-51.) En este texto la palabra †œmundo† traduce el término griego kó·smos en su acepción de mundo de la humanidad. El término †œfundación† traduce la voz griega ka·ta·bo·le, y literalmente significa †œlanzamiento hacia abajo [de simiente]†. (Heb 11:11.) Es evidente que Jesús usó la expresión †œla fundación del mundo† para referirse al nacimiento de los hijos de Adán y Eva, con lo que se produjo un mundo de seres humanos. Pablo incluye a Abel entre la †œnube de testigos† de tiempos precristianos. (Heb 11:4; 12:1.)

¿Cómo habla la †˜sangre de Jesús de mejor manera que la de Abel†™?
Debido a su fe y a tener la aprobación divina, de lo que hay un registro que continúa dando testimonio, fue posible decir que Abel, †œaunque murió, todaví­a habla†. (Heb 11:4.) En Hebreos 12:24 el apóstol se refiere a †œJesús el mediador de un nuevo pacto, y a la sangre de la rociadura, que habla de mejor manera que la sangre de Abel†. Aunque la sangre de Abel se derramó en martirio, no rescató ni redimió a nadie, como tampoco lo hizo la sangre de su sacrificio de ovejas. En realidad, su sangre clamaba a Dios por venganza contra Caí­n, el asesino. En cambio, la sangre de Jesús, presentada en ese texto como sangre que valida el nuevo pacto, habla de mejor manera que la de Abel en el sentido de que clama a Dios para que ejerza misericordia sobre todas las personas de fe, como Abel, y es el medio que posibilita su rescate.
Puesto que Set nació cuando Adán tení­a ciento treinta años, seguramente poco después de la muerte de Abel, es posible que este tuviera tantos como cien años al tiempo de su martirio. (Gé 4:25; 5:3.)

2. (Cauce.) Ciudad también llamada Abel-bet-maacá o Abel de Bet-maacá. Se usa asimismo como prefijo de nombres de diferentes lugares. (2Sa 20:18; véase ABEL-BET-MAACí.)

3. En 1 Samuel 6:18 la Versión Torres Amat (1953) hace referencia a †œla Piedra Grande llamada después Abel†, y la nota al pie de la página lee: †œAbel significa †˜luto†™ o †˜llanto†™: nombre que se cree dado a aquel lugar por causa de la gran mortandad de los betsamitas†. Sin embargo, en las traducciones modernas por lo general solo se lee en este pasaje †œla gran piedra†. (Compárese con NC, NM, BJ y otras.) Aunque el texto masorético usa en este versí­culo la palabra ´A·vél, la Versión de los Setenta griega y los targumes arameos la traducen como si fuera ´é·ven, es decir, †œpiedra†, lo que armoniza con el versí­culo 14 de este mismo capí­tulo. Como el incidente registrado en 1 Samuel 6:18 tuvo lugar en Judá, cerca de Bet-semes, no puede referirse a Abel de Bet-maacá.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Elemento de ciertos nombres geográficos, principalmente en la Transjordania. La interpretación tradicional con el sentido de “pradera” no ofrece ninguna certidumbre, y Baumgartner (KB, p.7) prefiere “arroyo, curso de agua”, comparando los vocablos heb. ˒ûḇāl, yûḇāl, yāḇāl. El “Abel” del TM de 1 S. 6.18 (cf. av) probablemente sea un error del texto, y debería leerse ˒eḇen = “piedra“ (cf. LXX y vss. modernas). En 2 S. 20.18 “Abel” representa “Abel (de) Bet-maaca” (vv. 14–15), y 2 Cr. 16.4 (¿texto corrupto?) Abel-maim parece ser el mismo lugar (cf. 1 R. 15.20). La ubicación precisa de Abel-mizraim “del otro lado (o “al lado”), con neb; cf. °vp “al oriente”) del Jordán” (Gn. 50.11) y de Abel-keramim (Jue. 11.33, °vp, en algún lugar de Amón) no se conoce, pero véase Skinner y Kidner sobre Gn. 50.11, y LOB, pp. 243, 371 para sitios posibles.

G.I.D.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Segundo hijo de Adán y Eva, y hermano (tal vez mellizo, Gn. 4.1–2) de *Caín. A veces se relaciona este nombre con el ac. Aplu, el sumerio ibila, ‘hijo’, o el ac. ibilu, ‘camello’, pero estas asociaciones no pasan de ser conjeturas. Abel fue un hombre justo (dikaios, Mt. 23.35), y cuando, como pastor (Gn. 4.2), presentó una ofrenda de los primogénitos de su rebaño, Dios la aceptó (Gn. 4.4; He. 11.4). Posteriormente fue asesinado por Caín, sin dejar, hasta donde podamos saberlo, descendencia. Está claro que para Cristo se trataba de una persona histórica (Mt. 23.35; Lc. 11.51).

Bibliografía.KB, pp. 227; y cf. Landersdorfer, Sumerisches Sprachgut im Alten Testament, 1916, pp. 67–68.

T.C.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

(De la palabra hebrea para Vanidad, “probablemente llamado así por la brevedad de su vida”—Gesenio; griego Abel, de ahí la forma española).

Abel fue el segundo hijo de Adán. Vigouroux y Hummelauer sostienen que la palabra asiria aplu o ablu, que forma Abal, es decir, “hijo,” es la misma palabra, no una coincidencia ortográfica, puesto que el hebreo y el asirio son lenguas cercanamente afines. Algunos, como Flavio Josefo (Ant., I, II), piensan que significa “aflicción” o “lamentación”. Cheyne afirma que “un correcto análisis del relato favorece el significado de pastor, o más generalmente de pastor de ovejas”; el asirio ibilu (Enc. Bib., s.v.) “carnero, camello, asno, u ovejas salvajes.”

Caín, el primogénito, era agricultor. Abel poseía los ganados que vivían en el campo. Los dos eran, por consiguiente, doblemente hermanos, por nacimiento y por vocación.

Abel no se menciona en el Antiguo Testamento excepto en Génesis 4. San Agustín lo presenta como tipo del regenerado, y Caín del hombre natural. “Caín fundó una ciudad en la tierra, pero Abel como extranjero y peregrino anhelaba la ciudad de los santos que está en los cielos” (Ciudad de Dios, XV, I). Los descendientes de Caín eran malvados, pero como nada se dice de los de Abel, se supone que no los tuvo; o por lo menos que ningún hijo suyo estaba vivo en el momento del nacimiento de Set, “a quien Dios me ha otorgado en lugar de Abel”, como lo expresó Eva (Gn. 4,25).

Los abelianos, o abelitas, una secta del norte de África mencionada por San Agustín (de Haer., LXXXVII), pretendían imitar a Abel casándose, pero condenaban el uso del matrimonio. Adoptaban niños quienes también se casaban y vivían de la misma forma que sus padres adoptivos. El relato bíblico sobre los sacrificios de los hermanos y sobre el asesinato de Abel expone que Caín ofreció “de los frutos de la tierra”, Abel “de las primicias de su rebaño y de la grasa de los mismos”. Las ofrendas de Caín no fueron propicias, las de Abel se efectuaron con generosidad y amor, y por lo tanto recibieron el beneplácito de Dios. Josefo dice (Ant., I, II), “Dios se mostró más complacido con las ofrendas de Abel, cuando le honraba con lo que crecía naturalmente, que lo que estaba con lo que era la invención de un hombre codicioso, y obtenido al forzar el suelo.” San Juan da la verdadera razón de por qué Dios rechazó el sacrificio de Caín y aceptó el de Abel: “porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas” (1 Jn. 3,12). Luego Dios dijo, “no me es grata la oblación de vuestras manos” (Mal. 1,10). El amor del corazón debe santificar la elevación de las manos. Caín ofreció dans Deo aliquid suum, sibi autem seipsum (Ciudad de Dios, XV, II), pero Dios nos dice a todos lo que San Pablo escribió a los Corintios, “No busco vuestras cosas sino a vosotros” (2 Co 12,14).

En las tradiciones y leyendas hebreas, cristianas y árabes se dice que Dios mostró su aceptación del sacrificio de Abel enviando fuego para consumirlo, como en 1 Rey. 18,38. Caín al instante resolvió matar a su hermano, pensando que éste le suplantaría, como Jacob le hizo a Esaú más tarde; o porque pensó que el linaje de Abel tendría el honor de aplastar la cabeza de la serpiente (Gén. 3,15). (Hummelauer, Curs. Com. S. Sac.). San Jerónimo (Com. in Ezech., 8,27, no. 316), siguiendo la tradición judía, presenta la llanura de Damasco como la escena del crimen, e interpreta el nombre de la ciudad sanguinem bibens (bebedor de sangre). Un viajero citado y con la aprobación del Rev. S. Baring-Gould (Leyendas sobre los Personajes del Antiguo Testamento) sitúa la escena a media milla de Hebrón; sin embargo, no existe tal tradición local en la vecindad de Hebrón. La ciudad de Damasco referida es ciertamente la ciudad Siria. El Corán (Sura v, 30, etc.) concuerda con la Biblia en los datos principales sobre los sacrificios y asesinato, pero añade la leyenda de que Dios envió un cuervo que enseña a Caín cómo enterrar a su hermano escarbando en la tierra. Según la tradición judía, el cuervo enseñó a Adán y Eva cómo enterrar a su hijo, y Dios recompensó al cuervo concediéndole tres cosas: (1) sus crías serían inviolables, (2) comida abundante (3) su petición por la lluvia sería concedida (Pirke Rab: Eliezer, XXI).

En el Nuevo Testamento se menciona frecuentemente a Abel. Su vida pastoral, su sacrificio, su santidad, su trágica muerte hacen de él una sorprendente figura de Nuestro Divino Salvador. En 1 Jn. 3,12 se hace alusión a sus justas obras; el mismo Cristo le canoniza (Mt. 23, 34-35) como el primero de una larga línea de profetas martirizados en aras de la justicia. El no profetizó por medio de la palabra, sino por medio de su sacrificio, del que conoció por revelación su significado simbólico (Vigouroux); y también por su muerte (Ciudad de Dios, XV, 18). En Hebreos 12,24 se menciona su muerte, y se muestra el contraste entre su sangre y la de Cristo. Este último no invita a la venganza, sino a la misericordia y al perdón. Abel, aunque muerto, habló (Hb. 11,4), Deo per merita, hominibus per exemplum (Piconio), es decir, a Dios por sus méritos, a los hombres por su ejemplo. Para una interpretación rabínica del plural hebreo que significa “sangres”, en Gn. 4,10, ver Mishna San., IV, 5, donde se refiere a Abel y a su semilla. Los Padres lo sitúan entre los mártires. Martyrium dedicavit (San Agustín, op. cit., VI, XXVII); San Juan Crisóstomo lo asocia con San Juan el Bautista (Adv. Judaeos, VIII, 8); otros hablan en términos similares. En la Iglesia Latina, sin embargo, no se encuentra en los martirologios antes del siglo X (Encyci. théol., s.v.).

En el canon de la Misa su sacrificio se menciona con los de Melquisedec y Abraham, y su nombre está a la cabeza de la lista de los santos invocados para ayudar a los moribundos. Las opiniones del alto criticismo radical pueden ser resumidas con las palabras de Cheyne: “El relato de Caín y Abel es una leyenda israelita antigua conservada por J porque contiene una tendencia provechosa” (Encyci. bib. s. v.). La interpretación conservadora de la narración difiere de la de las escuelas críticas radicales porque acepta el relato como historia o que por lo menos tiene bases históricas, mientras que ellos la consideran sólo una de las leyendas del Génesis.

Bibliografía: Referencias patrísticas en P.G. y P.L.; GEIKIE, Horas con la Biblia; ID., Los Descendientes de Adán; ID., Desde la Creación a los Patriarcas (Nueva York, 1890); HUMMELAUER, Cursus Scrip. Sac. (París 1895); PALIS en VIG., Diccionario de la Biblia. Para leyendas vea: La Biblia, el Korán y el Talmud, tr. Del Germ por WEIL (Londres, 1846), 23-27; STANLEY, Sinaí y Palestina; Id., Leyendas sobre Caín y Abel, 404, ss.; BARING-GOULD, Leyendas sobre los Personajes del Antiguo Testamento (Londres, 1871) I, 6; GUNKEL, Las Leyendas del Génesis, (tr., Chicago, 1901). Para una presentación notoria de la HISTORICIDAD del Antiguo Testamento, contra los reclamos de la escuela crítica, consulte a ORR, Los Problemas del Antiguo Testamento (Nueva York, 1906); DRIVER, Génesis (1904).

Fuente: Tierney, John. “Abel.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/01035c.htm

Traducido por Alfredo Moreno Prieto. L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica