AFRICA

ífrica (gr. Libúe). Nombre genérico para la región de Libia* (Act 2:10). Mapa XIX, E-8.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Puede ser el continente entero o el Africa romana proconsular (o sea, la actual Túnez a la cual se agregaron Numidia y Mauritania). El AT contiene muchas referencias a Egipto y algunas a Etiopí­a (p. ej., Isa 45:14; Jer 13:23). En el NT, Egipto, su ciudad griega Alejandrí­a (Act 18:24), Etiopí­a (Act 8:27) y el puerto de Cirene (en la Libia actual; ver Mar 15:21) son mencionadas principalmente por sus colonias judí­as. Jesús mismo fue a Egipto (Mat 2:13-14) y hubo judí­os de Africa el dí­a de Pentecostés (Act 2:10).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

En la Biblia, el continente africano es mencionado de varias maneras. Los hijos de Cam fueron †œCus, Mizraim, Fut y Canaán† (Gen 10:6). Estos ocuparon lo que hoy se conoce como la tierra de Israel (Canaán), †¢Egipto (Mizraim), †¢Libia (Fut) y †¢Etiopí­a (Cus), extendiéndose luego a regiones aledañas (Gen 10:13-20). A veces se hace refe-rencia a í. como la tierra de los rí­os. Así­, en Isa 18:1, Isa 18:7 : †œÂ¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los rí­os de Etiopí­a…. pueblo de elevada estatura y tez brillante … cuya tierra es surcada por rí­os†. Etiopí­a llegó a conquistar a Egipto, y su rey †¢Tirhaca amenazó a Asiria (2Re 19:9). Muchos toman las referencias a Etiopí­a en las Escrituras como que señalan, por extensión, a í. Moisés tomó por mujer a una etí­ope o de otro paí­s africano, la †œcusita†. Esto causó disgustos con Aarón y †¢Marí­a (Num 12:1).

El paí­s africano de más relación con Israel fue Egipto. Allí­ fueron dos de los patriarcas a residir por un tiempo (Abraham y Jacob) y los israelitas habitaron por más de cuatro siglos. Después del éxodo, la influencia egipcia se hizo sentir en Israel de muchas maneras. Unas veces pací­ficamente: Salomón casó con la hija de Faraón (1Re 3:1) y otras por guerras e invasiones (2Cr 12:1-2; 2Cr 35:20). Los etí­opes trataron de conquistar a Israel (2Cr 14:8-13). No era raro que etí­opes vivieran en Israel. Algunos eran soldados (2Sa 18:21) y funcionarios públicos (Jer 38:12-13). Después de la destrucción de Jerusalén, especialmente durante el reinado de Ptolomeo Filadelfo, muchos judí­os se refugiaron en Egipto y Etiopí­a, y establecieron colonias que propagaron la fe de Israel. Actualmente viven en Israel miles de personas traí­das de Etiopí­a que son practicantes del judaí­smo o posiblemente descendientes de judí­os.
sirvió de asilo a José y Marí­a, con el niño Jesús (Mat 2:13-19). Se supone que el eunuco etí­ope que se convirtió por la predicación de †¢Felipe llevarí­a el cristianismo a su paí­s (Hch 8:26-39). También se menciona en las Escrituras a †¢Libia. Algunos de los que oyeron el primer sermón de Pedro vení­an de †œí. más allá de Cirene† (Hch 2:10), esto es, el N de í., donde luego hubo comunidades cristianas muy importantes. En el último tiempo, dice Dios, †œdevolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento. De la región más allá de los rí­os de Etiopí­a me suplicarán…† (Sof 3:9-10).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

(v. “Ecclesia in Africa”, Islam, religiones tradicionales)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

I. Conocimiento primitivo y nomenclatura

Los griegos designaron con el nombre de “Libia” el continente, pero había dudas con respecto a su extensión y su relación con Asia. Herodoto (s. V a.C.) ya estaba convencido de que estaba prácticamente rodeado por el mar, y cita (Hist. 4.42) un supuesto viaje de circunnavegación por una tripulación fenicia al servicio de Faraón *Necao. La traducción de un documento púnico, el Periplo del mar de Eritrea, cuenta un viaje cartaginés, que evidentemente llegó hasta Sierra Leona, antes del 480 a.C. Los romanos aplicaron el nombre de “Africa” a todo el continente (Pomponio Mela, 1.4), pero más regularmente al África proconsular, que comprendía la zona (aprox. el Túnez moderno) anexada de Cartago en 146 a.C., más los dominios de Numidia y Mauritania, que añadieron posteriormente. Pero aunque los cartagineses pueden haber conocido más acerca de las regiones del otro lado del Sahara que lo que nos imaginamos, el conocimiento del África que tenían los pueblos antiguos que han dejado el mayor número de documentos literarios se limitaba, en su mayor parte, a las zonas que formaban parte de las civilizaciones mediterráneas o que eran accesibles a ellas, y raramente penetraron las colosales barreras de los montes Atlas, el Sahara y afrontaron los peligros del Nilo superior.

II. África en el Antiguo Testamento

Igualmente, los principales intereses de Israel en África estaban relacionados naturalmente con su poderoso vecino, Egipto. Ya sea como granero de los patriarcas, como opresor durante el cautiverio o como la caña frágil del período del avance asirio, no podían ignorarse los cambiantes papeles de Egipto. A pesar del cruel pasado, los israelitas mantenían un recuerdo tierno de Egipto (Dt. 23.7), lo que nos prepara para las profecías de que Egipto compartirá finalmente con Israel el conocimiento y la adoración del Señor (Is. 19; nótese el cambio de tono a medida que avanza el capítulo). Cada tanto se mencionan otros pueblos africanos (* Libia, * Fut), pero las alusiones más frecuentes son a Cus (* Etiopía), la designación general para las tierras que se encontraban más allá de Egipto. Se menciona expresamente el color de piel y el físico característicos de los habitantes (Jer. 13.23; Is. 45.14, y probablemente Is. 18.2, 7).

En algunos períodos las circunstancias históricas ligaron Egipto y Etiopía ante los ojos de los hebreos, y aparecen juntos, a veces con otros pueblos africanos, como naciones representativas sobre las que se ejecutarán los justos juicios de Dios (Is. 43.3; Ez. 30.4ss; Nah. 3.9), como los que un día reconocerán la verdadera condición del pueblo de Dios (Is. 45.14), y como los que finalmente recibirán al Dios de Israel (Sal. 87.4, y especialmente Sal. 68.31). La visión de Etiopía, símbolo de la gran incógnita africana más allá del río de Egipto, elevando sus manos hacia Dios, fue como un toque de trompeta durante el avivamiento misionero de los ss. XVIII y XIX. Aun dentro del período bíblico tuvo una cierta medida de cumplimiento; no solamente hubo colonias judías en África (cf. Sof. 3.10), sino que un etíope al servicio de los judíos hizo más por el profeta de Dios que los verdaderos israelitas de nacimiento (Jer. 38), y el etíope de elevado cargo de Hch. 8 era evidentemente un prosélito devoto.

A pesar de una larga tradición de exégesis perversa en algunos sectores, no es posible relacionar la maldición de Cam (Gn. 9.25) con una maldición permanente instituida divinamente sobre los pueblos negroides; se la aplica explícitamente a los cananeos.

III. África en el Nuevo Testamento

Jesús mismo recibió hospitalidad en suelo africano (Mt. 2.13ss). Los asentamientos judíos Egipto y Cirene, prefigurados quizás en Is. 19.18s, y otros lugares, evidentemente constituyeron campo fructífero para la iglesia primitiva. Simón, el que llevó la cruz, era de Cirene, y podemos inferir que sus relaciones con Jesús no terminaron allí, porque sus hijos aparentemente eran muy conocidos en la comunidad cristiana primitiva (Mr. 15.21). En Pentecostés estaban presentes judíos, egipcios y cirenaicos (Hch. 2.10); el poderoso *Apolos era judío alejandrino (Hch. 18.24); conversos de Cirene, entre los que probablemente se encontraba el profeta *Lucio, participaron en el trascendental acto de predicar a un auditorio netamente pagano en Antioquía (Hch. 11.20s). Pero nada sabemos con certeza sobre la fundación de las iglesias en Egipto y el N de África, que fueron algunas de las más destacadas del mundo a fines del S. II. La tradición, que no es posible seguir hasta una época muy primitiva, de que Marcos fue el pionero de la evangelización de Alejandría (Eus., HE 2.16) nos ofrece, cuando se la aplica a 1 P. 5.13, el único apoyo a la teoría de que Pedro residió allí (pero cf. G. T. Manley, EQ 16, 1944, pp. 138ss). El gráfico cuadro que pinta Lucas en Hechos sobre la marcha del evangelio en las tierras al N del Mediterráneo puede oscurecer el hecho de que la propagación por las tierras del S debe haber sido casi igualmente efectiva, y que probablemente se llevó a cabo en época igualmente temprana. Hubo cristianos en África más o menos en la época en que los hubo en Europa.

Pero Lucas no se olvida de África. Nos muestra cómo, por medios que la iglesia apostólica nunca anticipó, y antes que empezara la verdadera misión a los gentiles, el evangelio llegó al reino de Meroe (Hch. 8.26ss), como si se tratase de las arras del cumplimiento de los propósitos divinos que se anuncian en el AT para el África.

Bibliografía.J. Daniélou, Nueva historia de la iglesia, 1964.

M. Cary y E. H. Warmington, The Ancient Explorers, 1929; B. H. Warmington, The North African Provinces, 1954; id. Carthage, 1960; C. K. Meek, Journal of African History 1, 1960, pp. 1ss; C. P. Groves, The Planting of Christianity in Africa, 1, 1948, pp. 31ss.

A.F.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico