ASIRIA

2Ki 15:29 Tiglat-pileser los llevó cautivos a A
2Ki 17:6 llevó a Israel cautivo a A, y los puso en
Isa 7:18 y a la abeja que está en la tierra de A
Isa 10:5 oh A, vara y báculo de mi furor, en su
Isa 20:4 así llevará el rey de A a los cautivos
Isa 30:31 A que hirió con vara .. será quebrantada
Isa 31:8 entonces caerá A por espada no de varón
Hos 8:9 subieron a A, como asno montés para sí
Zep 2:13 extenderá su mano .. y destruirá a A


Asiria (heb. ‘Ashshûr o *Ashshur, tal vez “paso”, “héroe” o “igual”; ‘erets *Ashshûr ; ac. Ashshur; egip. ‘Iswr; fen. *Shr; gr. Assurí­a, de donde se translitera la forma española). Paí­s sobre el Tigris superior en la Mesopotamia; también el imperio dominado por los asirios. El nombre llegó a ser sinónimo del gobierno imperial sobre esa región, de modo que los babilonios y más tarde los persas (quienes sucedieron a los asirios como poderes mundiales) a veces fueron llamados “asirios” (Lam 5:6; Ezr 6:22). En el mismo sentido se llama “asirios” a los gobernantes seléucidas en un documento de la colección de los Rollos del Mar Muerto. I. Territorio. La patria de los asirios tuvo su lí­mite sur en el Pequeño Zab, un tributario del Tigris. En la vecindad de la desembocadura del Pequeño Zab, y sobre la orilla derecha (oeste) del Tigris, se encontraba Asur (Ashur), la antigua capital de Asiria. Desde allí­ la patria de los asirios se extendí­a hacia el noroeste por unos 130 km a lo largo del rí­o Tigris. Las ciudades más importantes estaban a lo largo de la margen izquierda (oriental) del rí­o: KarTukulti-Ninurta (al norte, no lejos de Asur), Cala, Ní­nive y Dur- Sharrukin. El paí­s no era muy grande, porque al oeste del rí­o habí­a un desierto, y la faja de tierra agrí­cola que habí­a entre el rí­o y las montañas al este era estrecha y mucho menos fértil que el suelo del sur de la Mesopotamia. Mapa XI. 47. Una puerta de ciudad asiria (reconstrucción moderna) en Bagdad. La escasez de tierras pudo haber sido responsable de algunas de las peculiaridades de los asirios. Fue un pueblo comercial emprendedor, y tuvo aventureros audaces, guerreros valientes y organizadores talentosos. Autodisciplinados rí­gidamente, eran crueles con los demás. No fue un pueblo cientí­fico ni literario, como sus parientes del sur, los babilonios, sin embargo, no carecí­an de talento artí­stico. Sus esculturas revelan el dominio de la piedra que les proveí­an las montañas cercanas (figs 30, 308, 312, 421, etc.). II. Idioma. Como los babilonios y los arameos, eran semitas y hablaban un idioma (asirio) estrechamente emparentado con el babilónico (Gen 10:22). También usaban la escritura cuneiforme de los babilonios, con algunas modificaciones locales en la forma de los caracteres. Con el tiempo el asirio fue sustituido por el arameo. Cabe destacar el inmenso aporte literario en forma de anales de guerra, tablas sincrónicas y diversos documentos sobre mitologí­a, astrologí­a y medicina. III. Cultura. Por el 1er milenio a.C., cuando entraron en contacto estrecho con los hebreos en Palestina, habí­an perdido su pureza racial, porque al gobernar sobre todo un imperio habí­an absorbido a muchos de los pueblos subyugados (como los horeos) y, por tanto, mostraban una gran mezcla de ellos en su apariencia y en sus caracterí­sticas. De gran riqueza artí­stica son las formas arquitectónicas (reflejadas mayormente en los templos) y los tallados de marfil. IV. Religión. Como eran semitas, tení­an 109 muchos dioses en común con otras naciones semí­ticas, especialmente con los babilonios. Adoraban a los grandes dioses de éstos: el dios sol Shamash; Sin, la diosa luna; Ea, el dios de la Tierra; e lshtar, la gran diosa de la fertilidad. También honraban a Anu, Marduk (Bel*) y a su hijo Nabu (Nebo*). Sin embargo, su dios principal, a través de toda su historia, fue Asur (que no pertenecí­a al panteón babilónico). Lo representaban como un sol alado que protegí­a y guiaba al rey, su principal servidor (fig 274, centro). También se lo representaba con un árbol, sí­mbolo de la fertilidad. Pero era principalmente y por sobre todo un dios guerrero, y la guerra llegó a formar parte de la religión nacional de los asirios. Pensaban que cada campaña militar se hací­a en respuesta a órdenes directas de Asur. Por ello, la participación en la guerra era un acto de adoración. Esta asociación del dios con las campañas militares asirias explica por qué su culto desapareció con la extinción del imperio, en contraste con el culto a los dioses en otras naciones, que sobrevivió a la muerte de la nación. (Por ejemplo, el dios patrono de los babilonios, Marduk, siguió siendo la deidad principal del valle de la Mesopotarnia bajo los persas, quienes conquistaron Babilonia; pero Asur nunca reapareció en el mundo antiguo después de la destrucción de Ní­nive.) V. Perí­odo preimperial. Una breve declaración de Gen 10:11 y 12 muestra que las ciudades asirias debí­an su existencia a una expansión del poder de la Babilonia primitiva. Mic 5:6 llama a Asiria sencillamente la tierra de Nimrod, quien fue el 1er fundador de imperios, partiendo de la Mesopotamia inferior. En la historia secular, Asiria aparece primero en el s XIX a.C. como un reino vasallo de los reyes de la Mesopotamia austral. Desde ese tiempo luchó continuamente por su independencia, por la supremací­a y a veces por el poder imperial sobre otras naciones. Sus gobernantes más ambiciosos durante su perí­odo temprano fueron Sargón I (c1780 a.C.) y Samsi-Adad I (c 1749-1717 a.C.), un amorreo, y ambos extendieron su influencia económica o militar hasta Anatolia y Siria. Luego siguió una lucha contra los horeos de Mitani y los hititas, de la cual, después de varios tropiezos, Asiria salió vencedora. Durante la última parte del 2º milenio a.C. varios gobernantes fuertes y ambiciosos trataron de establecer un imperio y tuvieron éxitos Momentáneos. Se pueden mencionar a los siguientes: Adad-nirari I (c 1306-c 1274 a.C.), quien derrotó a Babilonia e hizo campañas por el este y el norte con gran éxito; Salmanasar I (c 1274-1244 a.C.); Tukulti-Ninurta I (c 1244-1207 a.C.), vencedor nuevamente de los babilonios y conquistador de su capital, también obtuvo victorias sobre Elam, los arameos y los urarteos; y Tiglat-pileser I (1113-1074 a.C.), quien estableció su dominio sobre un área que se extendí­a desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Mediterráneo. Luego siguieron varios reyes débiles, cuyo poder apenas alcanzó más allá de las fronteras de su patria. VI. Perí­odo imperial. Unos 150 años después de la muerte de Tiglat-pileser I, Asiria fue por unos 300 años (desde el 933 hasta poco antes del 612 a.C.) la nación más poderosa de la tierra. Formó un imperio que cubrió toda la Mesopotamia y la mayor parte de los paí­ses vecinos, grandes extensiones de Anatolia, toda Siria y Palestina y aun, por un breve tiempo, Egipto. Fue durante este perí­odo cuando Asiria se puso en contacto con los hebreos y luego destruyó el reino de Israel, el del norte. Por eso, en la Biblia se menciona a varios reyes asirios, y en sus registros se incluyen 11 reyes hebreos (de Israel: Omri, Acab, Jehú, Joas, Menahen, Peka y Oseas; de Judá: Azarí­as, Acaz, Ezequí­as y Manasés). Mapa XI. 1. Asur-dan II (933-910 a.C.). Primer gobernante fuerte de este nuevo perí­odo; conquistó el norte de la Mesopotamia. Desde su tiempo los ejércitos asirios estaban en campaña en paí­ses extranjeros prácticamente cada año, y lo siguieron haciendo por siglos. Corrieron rí­os de sangre y los cadáveres se apilaron como montañas, para usar el lenguaje de aquel pueblo. 2. Salmanasar* III. Luego, unos 14 años de gobiernos débiles. 3. Adad-nirari III (810-782 a.C.). Esto no significa que Asiria fuera impotente durante ese perí­odo, porque sus campañas militares ocasionalmente llegaron hasta Damasco: Adad-nirari la conquistó de Hazael, y el rey Joas de Israel le entregó tributos; pero los éxitos militares asirios no eran permanentes. Habrí­a sido en esta época que Jonás cumplió su ministerio en Ní­nive. Esta etapa de debilidad comparativa de Asiria fue aprovechada por Jeroboam II, un rey fuerte de Israel, para restablecer el control sobre territorios que se habí­an perdido después del tiempo de Salomón. 4. Tiglat-pileser* III. 5. Salmanasar* V. 6. Sargón* II. 7. Senaquerib.* 8. Esar-hadón.* 9. Asurbanipal (669-c 627? a.C.). Bajo este monarca el imperio llegó al pináculo de su gloria y extensión territorial. Egipto, que se habí­a rebelado en los últimos años del reinado de Esar-hadón, fue subyugada una vez más, y Tebas,* quizá la ciudad más grande del 110 mundo en ese entonces, fue saqueada. De estas incursiones el rey se llevó a Asiria 2 obeliscos y estatuas del faraón egipcio (hace poco se encontraron en estado fragmentario 2 de esas estatuas en el palacio quemado de Asurbanipal en Nebi Yunus, uno de los montí­culos de ruinas de la antigua Ní­nive). Babilonia, dirigida por Shamash-shum- ukin (hermano del monarca), también se rebeló, pero esta rebelión fue aplastada. Asurbanipal también alega que el rey Manasés de Judá le pagó tributo. Tal vez él (o su padre Esar-hadón) desterró por un tiempo a Babilonia al rebelde Manasés (2Ch 33:11-13). Sin embargo, por sobre todos estos éxitos militares, a Asurbanipal se lo conoce como fundador de un gran palacio-biblioteca en Ní­nive (la biblioteca se descubrió en Kuyunjik, otro montí­culo de ruinas en la zona de Ní­nive). Gran amante del arte y de la literatura, Asurbanipal envió a sus escribas por toda la nación para que copiaran – para su biblioteca, sobre millares de tabletas de arcilla y en escritura cuneiforme- las producciones literarios (tablillas que son hoy uno de los tesoros invalorables del Museo Británico). Generaciones de asiriólogos trabajaron en estas reliquias, las que se constituyeron en la mayor fuente de informaciones literarias, históricas y culturales sobre las civilizaciones babilónicas y asirias (fig 48). Pero las señales de un colapso futuro ya eran claramente visibles en los dí­as de Asurbanipal, y unas 2 décadas después de su muerte el imperio declinó y se derrumbó. Los detalles de los últimos años del Imperio Asirio son escasos, por falta de informes históricos claros. Dos de los hijos de Asurbanipal lo gobernaron por unos pocos años, pero fueron incapaces de enfrentar a las fuerzas que se conjugaban contra el Imperio, especialmente la de los babilonios y los medos. Los primeros, que habí­an proclamado su independencia bajo Nabopolasar en el 626 a.C., estuvieron en guerra casi permanentemente con los asirios. En el 614 a.C. los medos, bajo Ciájares, destruyeron la ciudad de Asur, y Ní­nive corrió la misma suerte 2 años más tarde (612 a.C.), cuando cayó ante los ejércitos combinados de Ciájares y Nabopolasar. El último rey, Asurubalit II, pudo reunir un resto de las fuerzas asirias alrededor de sí­ y retirarse hasta Harán, que fue su capital por corto tiempo. Sin embargo, los babilonios pronto lo expulsaron de la ciudad, y con su salida los asirios desaparecieron de la historia (c 609 a.C.). Bib.: Herodoto ii. 141. A. T. Olmstead. History of Assyria [Historia de Asiria] (Nueva York, 1923); A. L. Oppenheim, Ancient Mesopotamia [Mesopotamia Antigua] (Chicago, 1964); CAH I-III (1970-1975).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

reino de Asia antigua, en la parte norte de Mesopotamia, en la cuenca media del Eufrates y el Tigris. Las inscripciones cuneiformes datan la existencia de A. desde el siglo XIX a. C. Su nombre proviene del de su primera capital, Assur, igualmente nombre del dios supremo del panteón asirio. Después, Calach (hoy Nimrud, en Irak) fue construida y hecha capital de A., el año 880 a. C., por el rey Assurnasirpal II, hijo de Tukulti-Ninurta II, quien gobernó del 884 al 859 a. C. Senaquerib, rey asirio del 704 al 681 a. C., trasladó la capital desde Calach hasta Ní­nive, en el año 705 a. C. ® Assurbanipal, rey de A. del 669 al 627 a. C., dotó la biblioteca de esta ciudad con textos eruditos y literarios, que hicieron a esta urbe famosa.

La parte occidental de A. estaba constituida por una estepa y la oriental por montes boscosos, valles fértiles y agua abundante, terrenos aptos para la agricultura. Al oriente de A. están los montes Zagros; al norte, armenia; al poniente, la llanura de Mesopotamia; al sur, el pueblo sumerio, bajo cuya influencia estuvo A. en el III milenio a. C.,como casi todo el Oriente Próximo. Sumer, después, serí­a el imperio de Sumer y Acad, y A., ca. 2300 A. C., integró el mismo. Hacia el año 1810 a. C.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Originalmente un territorio entre los rí­os Tigris superior y Zab, con su capital al principio en Asur, luego en Ní­nive. Asiria fue tomada en el tercer milenio a. de J.C. por los semitas de Arabia. Mencionada por primera vez en la Biblia en Gen 2:14, Asiria y los asirios son nombrados con frecuencia, a veces como Asur. Para el año 1900 a. de J.C. los mercaderes asirios tení­an una colonia en territorio heteo, en Kanish en Asia Menor. En el siglo XIII a. de J.C. expediciones militares asirias cruzaron el Eufrates, y para el año 1100 habí­an llegado al Mediterráneo. Para el año 1000 el reino arameo de Soba llegaba al Eufrates, pero David conquistó a Soba y detuvo su invasión de Asiria, una ironí­a de la historia ya que permitió que Asiria se hiciera fuerte. Bajo Salmanasar III los asirios empezaban a expandirse hacia Palestina. En 853 fueron derrotados en Karkar pero fueron victoriosos sobre Ben-hadad de Damasco y una coalición incluyendo a Acab, rey de Israel. Pero no siguieron adelante con su esfuerzo.

Después del avivamiento religioso bajo Elí­as y Eliseo, la alianza de Israel con Siria se deshizo. Cuando Jehú llegó al trono (2 Reyes 9—10), Salmanasar III aprovechó la oportunidad para exigir tributo de Jehú y para debilitar a Damasco. Dificultades internas previnieron que Asiria siguiera incursionando en Palestina por casi un siglo, hasta poco antes de la mitad del siglo VIII a. de J.C.

cuando Tiglat-pileser III invadió el occidente, dividió el territorio en provincias vasallas e intercambió poblaciones en gran escala para dificultar más la rebelión. En 733-32 conquistó Galilea, la planicie de Sarón, Galaad e hizo que tanto Israel como Judá pagaran tributos ((2Ki 15:29; 2Ki 16:9). Isaí­as profetizó que este intento por subyugar a Judá eventualmente fracasarí­a.

Salmanasar V sitió a Samaria por tres años. Murió durante el sitio, y su sucesor Sargón II (llamado ahora Sargón III) tomó la ciudad en el año 721 llevándose al exilio a sus ciudadanos más prósperos, reemplazándolos con colonizadores de otras provincias de su imperio ((2Ki 17:6-41).

Posteriormente, durante casi un siglo, Asiria tení­a problemas por todas partes:
de Babilonia, Elam, los medos, Frigia y Egipto. Sin embargo, Senaquerib casi captura a Jerusalén en 701-700 a. de J.C. (2Ki 18:13—2Ki 19:37; Isaí­as 36—37) desapareciendo el peligro cuando salió el Angel de Jehovah e hirió a 185.000 en el campamento de los asirios seguido por el asesinato de Senaquerib. Manasés, rey de Judá, pagó tributo a Asiria, excepto durante la breve rebelión por la cual fue llevado a Babilonia pero puesto en libertad después que buscó al Señor (2Ch 33:11-13). El último cuarto del siglo VII vio la decadencia y caí­da del Imperio Asirio y su sujeción por parte de los conquistadores caldeos de Babilonia con los medos. Ní­nive fue tomada en 612. Durante breve tiempo Babilonia reemplazó a Asiria como el mayor poder. Los profetas Elí­as, Eliseo e Isaí­as se ocupan mayormente de Asiria; otros varios profetas: Jeremí­as, Ezequiel, Oseas, Miqueas, Nahúm, Sofoní­as y Zacarí­as, la mencionan. Jonás fue enviado de verdad a profetizar a Ní­nive y el avivamiento que sin querer promovió salvó a la ciudad de la destrucción durante un largo tiempo.

Los asirios desde el principio agregaron a su culto al primitivo dios nacional Asur y también las deidades babilonias con su organización cultí­stica.

Dondequiera que influyeron sobre Israel y Judá, el esfuerzo era desmoralizador, como atestiguan los libros históricos de la Biblia y los profetas.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Asiria propiamente era el paí­s ubicado en la parte superior de la llanura de Mesopotamia que limitaba al norte y al este con Armenia (el antiguo Urartu) y al oeste con el desierto sirio y al sur con Babilonia. Sus grandes ciudades *Asur y *Ní­nive estaban ubicadas a lo largo de la parte central del rí­o Tigris (el Hidekel de Gn. 2:14). En el clí­max de su poder, durante los siglos VIII y VII a. de J.C. , el imperio asirio comprendí­a Anatolia del Sur, Cilicia, Siria, Palestina, Elam, Media, Babilonia y partes de Arabia.
Los orí­genes raciales de los primeros habitantes de Asiria son desconocidos, aunque se sabe que los sumerios habí­an estado en Asur desde el año 2900 a. de J.C. Cerámica prehistórica ( ca. 5000–3000 a. de J.C. ) ha sido encontrada en ciudades asirias como Asur, Ní­nive y Cala.
Emigrantes de Babilonia fundaron las ciudades de *Asur, *Ní­nive y *Cala de acuerdo con Génesis 10:11, 12. La cultura posterior asiria estuvo en deuda en gran parte tanto con los sumerios como con los acadios semí­ticos con sus influencias desde el sur. Otros elementos de la cultura asiria vinieron desde los desiertos del oeste y de la parte montañosa del norte. Se sabe que el constructor del imperio semí­tico, *Sargón de Acad, habí­a ocupado Ní­nive ( ca. 2350 a. de J.C. ) y los prí­ncipes asirios entraron en comercio con Capadocia en el Asia Menor durante los siglos XVIII y XIX a. de J.C. (véase las tabletas capadocias).
El poder asirio creció bajo el gobernador amorreo Samsi-Adad I (1813–1781 a. de J.C. ), cuyos hijos Yasma-Adad y Zimri-Lim gobernaron el estado amorreo de *Mari. Por las cartas de Mari sabemos que Samsi-Adad era contemporáneo y rival de Hamurabi, el legislador de Babilonia. Bajo el influjo de los *hurrianos en Mesopotamia, Asiria sufrió un perí­odo de declinación. Durante el siglo XV a. de J.C. Asiria fue vasallo de *Mitanni y solamente hasta que Mitanni fue subyugado por los heteos, Asiria fue libre para convertirse nuevamente en un estado fuerte e independiente.
Bajo Asur-ubalit I (1365–1330 a. de J.C. ), cuya correspondencia con Akhenatón ha sido conservada en las *Cartas de Amarna, Asiria reconquistó su poder. Las rutas del comercio del norte fueron nuevamente abiertas a Asiria. Ciertos territorios lejanos del oeste tales como Carquemis, perdidos desde los dí­as de Samsi-Adad fueron recuperados durante el reinado de Arik-denilu (1319–1308 a. de J.C. ) y Adad-Nirari I (1307–1275 a. de J.C. ).
Salmanasar I (1274–1245 a. de J.C. ) era un guerrero vigoroso que peleó con las tribus iraní­es en el campo montañoso oriente de Asiria y los horreos de Hanigalbat hacia el noroeste. Su hijo, Tukulti-Ninurta I (1244–1208 a. de J.C. ) determinó dominar Babilonia así­ como Asiria y en el proceso devastó a Babilonia. Después de Tukulti-Ninurta, la expansión asiria fue detenida por espacio de un siglo.
El siguiente gobernador asirio fuerte fue Tiglat-pileser I (1115–1077 a. de J.C. ) quien emprendió campañas hacia el norte hasta el mar Negro y el lago Van, hacia el sur hasta Babilonia y hacia el oeste hasta el Mediterráneo donde recibió tributos de Biblos, Sidón y Arvad en la costa fenicia. Después de Tiglatpileser, la presión ejercida por los arameos mantuvo a Asiria bajo control por un siglo y medio cuando Asur-nasir-pal II restauró su poder.
Una nueva dinastí­a asiria se inició con Tukulti-Ninurta II (890–885 a. de J.C. ) cuyo hijo *Asur-nasir-pal II (885–860 a. de J.C. ) empezó la polí­tica de presionar sobre el oeste. Las ciudades-estados de Siria y Palestina fueron mantenidas bajo tributo y los asirios buscaron controlar las rutas hacia Egipto y hacia el mar. Al mismo tiempo, Asiria habí­a asegurado el control de los pasos por las montañas del norte para detener invasiones y así­ sofocar cualquier revuelta babilónica que pudiera surgir.
Bajo Salmanasar III (859–824 a. de J.C. ), las tácticas de Asur-nasir-pal se continuaron, y Asiria gobernó el territorio que comprendí­a Armenia hasta el Golfo Pérsico, Media hasta la costa Siria, incluyendo Cilicia y el sur del Asia Menor. En el año 857 a. de J.C. , Salmanasar tomó la ciudad de Carquemis lo que hizo que se confrontara con una coalición de ciudades-estados que determinaron resistir las usurpaciones asirias. En el año 853 a. de J.C. , una batalla fue sostenida en *Karkar, en la cual Acab de Israel suplió dos mil carros y catorce mil hombres (de acuerdo con los anales asirios). Aunque Salmanasar cantó victoria prematuramente, la batalla fue irresoluta. Para el año 841 a. de J.C. , sin embargo, la coalición se habí­a roto y Salmanasar fue capaz de controlar el territorio de Hazael, aunque la ciudad de Damasco no fue tomada. Salmanasar continuó hacia el oeste alcanzando el rí­o Dog, en el Lí­bano, donde recibió tributo de los estados de Tiro y Sidón y de Jehú de Israel. Este evento, no registrado en la Escritura, está registrado y representado en el *Obelisco Negro de Salmanasar.
Samsi-Adad V (823–810 a. de J.C. ) se ocupó en gran parte de aplicar las revueltas de las provincias orientales. Después de un corto reinado murió, y su viuda Sammuramat (la legendaria Semiramis) actuó como regente hasta el año 805 a. de J.C. cuando su hijo Adadnirari III llegó a ser rey.
Durante una breve tregua en el dominio asirio en el Asia occidental, el gobernador arameo, Hazael de Damasco, buscó construir su imperio per subyugar a Israel y otros estados. Cuando Adad-nirari atacó a Hazael (804 a. de J.C. ) eso pareció una bendición a los pequeños estados del Asia occidental, ya que trajo alivio a la presión de los arameos. Adad-nirari en sus anales afirma que recibió tributo de Hatti (Siria del norte), Amurru (Siria oriontal), Tiro, Sidón, la tierra de Omri (Israel), Edom y Filistia hasta el Mediterráneo. Joás de Israel fue capaz de recuperar el territorio que se habí­a perdido anteriormente a Hazael (2 R. 13:25).
La presión asiria sobre Damasco continuó bajo Salmanasar III (781–772 a. de J.C. ). Jeroboam II tomó ventaja de esta polí­tica asiria y fue capaz de extender los lí­mites de Israel hasta el norte incluyendo el valle de Beq†™a (2 R. 14:25–28).
Al comienzo del reinado de Tiglatpileser III (745–727 a. de J.C. ), él tomó el trono de Babilonia bajo el nombre de Pulu o Pul (2 R. 15:19; 1 Cr. 5:26). Entre las revueltas que habí­a apaciguado estaba una organizada por †œAzariau de Yaudi† en alianza con Hatmat. Es tentador ver en este nombre el Azarí­as bí­blico (una variante del nombre Uzí­as) de Judá. Habí­a una pequeña ciudad sobre el norte de Siria llamada Yaudi y es probable que el rey de ese estado sea el mencionado, aunque el rey de Judea no puede ser totalmente ignorado. Los anales de Tiglat-pileser contienen la afirmación de que él recibió tributo de Manahem de Israel (compárese con 2 R. 15) y de Hiram de Tiro —un descendiente del Hiram perteneciente al Tiro daví­dico y salomónico.
Para el año 732 a. de J.C. Tiglatpileser habí­a capturado Damasco y habí­a puesto fin al entonces poderoso estado arameo que tení­a allí­ su centro. sus anales también nos dicen que él reemplazó a Peka, el asesino de Pekahiah, hijo de Manahem por †™Auzi (Oseas, 2 R. 15:30). Los asirios avanzaron hasta la costa fenicia, a través †œdel lí­mite de Israel† hasta Gaza, cuyo rey huyó a través del arroyo el-Aris hasta Egipto. Acaz de Judá se alió con los reyes de Amón, Maob, Edom y Askalón para pagar tributo a los asirios en lugar de correr el riesgo de un combate.
Mientras Damasco era una amenaza potencial a Asiria, su rey Rezí­n se alió con Peka de Israel en un esfuerzo para remover a Acaz de Judá y poner un rey antiasirio en el trono de Judá (Is. 7). Acaz sin duda buscó ayuda de Tiglat-pileser cuando su trono fue amenazado. Tal ayuda hubiera venido muy pronto. Sabemos que Israel fue atacado, Azor destruido (2 R. 15:29) y muchos fueron llevados al exilio. Aun Acaz fue sometido a Tiglat-pileser y leemos de las innovaciones religiosas que tuvieron lugar como resultado de la influencia asiria o de su presión (compárese 2 R. 16:10).
Salmanasar V (727–722 a. de J.C. ), hijo de Tiglat-pileser III, continuó la campaña en el occidents de Asia. Oseas de Israel aceptó el consejo de sus cortesanos proegipcios y rehusó pagar tributo a Salmanasar, esperando que Egipto lo ayudarí­a en el caso de un ataque. El ataque vino, ya que Salmanasar sitió Samaria, y la capital israelita cayó ante los asirios tres años después. Durante el sitio, Salmanasar evidentemente murió ya que Sargón II (722–705 a. de J.C. ) se atribuye haber tomado la ciudad y haber deportado 27.270 personas, colocándolas en las provincias orientales de su imperio.
Sargón fue un gobernador vigoroso. Después de la caí­da de Samaria (722 a. de J.C. ), derrotó a Carquemis (717 a. de J.C. ), saqueó Asdod y Gat (715 a. de J.C. ) y condujo ataques en sus tribus en el lago Van (714 a. de J.C. ). Al comienzo de su reinado invadió Elam (720 a. de J.C. ) y saqueó Susa. Una década más tarde sometió a Marduk-apal-iddina II (el Merodac-baladán) quien intentó organizar una Babilonia independiente en los pantanos a la cabecera del Golfo Pérsico. Sargón edificó un gran palacio en *Khorsabad cerca de Ní­nive pero murió antes de poder terminarlo.
Senaquerib (705–681 a. de J.C. ) pasó los primeros años de su reinado aplacando las revueltas que siguieron a la muerte de su padre Sargón. Marduk-apal-iddina tomó el trono de Babilonia (703–701 a. de J.C. ) y Senaquerib tuvo que juntar todas sus fuerzas para desalojarlo. En el proceso, la ciudad de Babilonia fue saqueada y Marduk-apal-iddina huyó a Elam y allí­ murió.
Cuando los problemas en el lado oriental de su imperio se resolvieron, Senaquerib marchó hacia el occidente en el año 701 a. de J.C. , sitió Sidón y marchó por la costa mediterránea hasta *Askalón. Fue probablemente en esta época que sitió *Laquis. El sitio de Laquis (véase 2 R. 18:13, 14) está representado en unos bajos relieves deicubiertos en el palacio de Senaquerib en Ní­nive.
Las Escrituras son claras en decir que Ezequí­as de Judá pagó tributo a Senaquerib —300 talentos de plata y 30 talentos de oro (2 R. 18:14–16). Los anales de Senaquerib hacen alarde del tributo recibido de Ezequí­as. Fue probablemente refiriéndose a la misma campaña que más tarde Senaquerib alardea en sus anales: †œEn cuanto a Ezequí­as, el judí­o, lo encerré como un ave en su jaula† (léase 2 R. 18:17–19:9). Tanto la Biblia como los anales asirios afirman que el sitio fue levantado y que Senaquerib se retiró sin castigar a Ezequí­as por su rebelión (2 R. 19:35). La Biblia atribuye la liberación de Ezequí­as a la intervención milagrosa de Dios. Una declaración de Herodoto se ha interpretado como diciendo que la causa secundaria pudo haber sido un ataque de peste bubónica en el campamento asirio (véase Herodoto ii. 141). De acuerdo con la narración babilónica posteriormente fue asesinado por su hijo. La Biblia (2 R. 19:37) menciona dos hijos que asesinaron a su padre, mientres éste adoraba en el templo de Nisroc —posiblemente el templo de Nusku o Ninurta en Ní­nive.
Senaquerib, el soldado, fue también constructor. Además de sus extensos palacios, templos y puertas de entrada fue responsable por el acueducto Jerwan (véase Acueducto) que suplió el agua para la irrigación de los grandes parques alrededor de Ní­nive. Fueron usados prisioneros de guerra en la construcción de estos proyectos.
Esar-Haddon (680–669 a. de J.C. ), Prí­ncipe de la Corona y Virrey de Babilonia bajo Senaquerib, tuvo que aplacar las revueltas resultantes de la muerte de su padre antes de poder gobernar efectivamente el imperio. Babilonia y Elam le dieron problemas así­ como las tribus del norte. Tiraka, de Egipto, soñó con que su tierra volviera a gozar de las glorias perdidas y animó a las ciudades- estados del oeste de Asia a rebelarse. Cuando Baal de Tiro rehusó pagar tributo, Esar-Haddon atacó. Abdi-Milki, de Sidón, también siguió el consejo de Tiraka y sufrió un sitio de tres años (676–673 a. de J.C. ). De acuerdo con sus anales, Esar-Haddon reclamó tributo de †œBaal de Tiro, Quemos-gabri de Edom, Musuri de Moab, Sili-Bel de Gaza, Metinti de Askalón, Mili-asapa de Gabal †¦ Ahi-Milki de Asdod †¦†
Dándose cuenta de que muchos de sus problemas en Asia occidental debí­an atribuirse a Tiraka, Esar-Haddon invadió Egipto en el año 672 a. de J.C. e instaló gobernadores asirios en Menfis y Tebas. Con sabidurí­a polí­tica, Esar-Haddon reunió a sus estados vasallos y proclamó a su hijo Asurbanipal como Prí­ncipe heredero de Asiria, y a Samas-sum-ukin como Prí­ncipe heredero de Babilonia. Fue así­ como él buscaba detener las revueltas acostumbradas que se verificaban cuando un nuevo gobierno subí­a al poder.
Sin embargo, los planes de Esar-Haddon encontraron obstáculos. Tiraka causó problemas en Egipto y Esar-Haddon decidió rendir a los egipcios a sus pies. Yendo rumbo a Egipto, Esar-Haddon murió en Harán. Le tocó a su hijo, Asurbanipal (679–627 a. de J.C. ) —famoso en la leyenda como Sardanápolis— marchar contra Tiraka. Después de tres dures campañas y del saqueo de Tebas (el †œNo† o No-Ammon† de Nahum 3:8) en el año 663 a. de J.C. , el control de Egipto estuvo nuevamente en manos asirias.
La rebelión continuó, sin embargo, en otros lugares. Esar-Huddon peleó en Tiro, Arvad y en Cilicia. Gyges de Lidia envió emisarios a Ní­nive en busca de una alianza con Asiria, pero este fue el único aspecto atractivo en un cuadro totalmente oscuro. Los medos amenazaban en el oriente y en el año 652 a. de J.C. , Samas-sum-ukin llevó a los babilonios a otra revuelta. Asurbanipal volvió su atención hacia Babilonia, la cual saqueó en el año 648 a. de J.C. *Susa, la capital de Elam que habí­a sido su aliada, fue saqueada en el año 639 a. de J.C.
Los problemas asirios en el oriente dieron al Asia occidental un perí­od de descanso. Josí­as estuvo en libertad para llevar a cabo sus reformas y continuar una polí­tica independiente en Judá. Egipto, nuevamente independiente, buscó unir las ciudades-estados de Siria y Palestina en una coalición antiasiria.
Los registros de las dos siguientes décadas son escasos y no existe certeza alguna concerniente a la fecha de la muerte de Asurbanipal. Los escitas se movilizaron hacia el área media del Eufrates y el poder medo creció en el oriente. En el año 625 a. de J.C. los asirios fueron expulsados de Babilonia. En ese entonces, los babilonios y los medos unieron sus fuerzas y cautivaron a Asur (614 a. de J.C. ) y a Ní­nive (612 a. de J.C. ). Sin-sar-iskan, hijo de Asurbanipal, pereció en las llamas de Ní­nive y las capital asiria fue rápidamente movida a Harán donde Asur-ubalit resistió por dos años. Los egipcios bajo el faraón Neko, deseando ahora ayudar a la debilitada Siria contra el nuevo gigante, Babilonia, llegaron demasiado tarde para impedir que Babilonia y los escitas aliados tomaran Harán y de esa manera ocasionaran el fin de la historia asiria.
Los reyes asirios eran gobernadores absolutos. No eran deificados como lo fueron los faraones egipcios, pero el rey de Asiria era considerado como un agente en la tierra del dios nacional Asur. El rey era, además, sacerdote principal de Asur y comandante de los ejércitos de Asiria. En tiempos de paz tení­a la responsabilidad de planear el bienestar del pueblo. Los gobernadores provinciales y de distritos cobraban y enviaban los impuestos y tributos a la capital en Ní­nive.
La ley asiria dependí­a en gran parte de los antiguos códigos sumerios y babilonios, pero mostraba una severidad mayor y un nivel cultural más bajo que el *Código de Hamurabi. Los negocios se hací­an a través de acuerdos escritos y las disputas eran resueltas por las cortes.
El Código de Ley de la Asiria Media fue descubierto por los arqueólogos en el antiguo sitio de *Asur, desde 1903 hasta 1914. No se conservó en una estela como el Código de Hamurabi, sino en tabletas de barro, algunas de las cuales estaban demasiado quebradas. Las tabletas datan del tiempo de Tiglat-pileser I (1115–1077 a. de J.C. ), pero las leyes mismas vení­an probablemente del siglo XV a. de J.C.
Como representante del dios Asur, el rey declaraba guerras santas contra aquellos que no reconocí­an su soberaní­a. La maquinaria de guerra asiria fue la más cruel que el mundo ha conocido. El ejército incluí­a una fuerza de carros muy bien entrenados, arqueros, lanceros y honderos. Rampas y arietes eran usados para capturar ciudades amuralladas y el botí­n de los pueblos capturados incluí­a la gente tomada como esclava que irí­a a Ní­nive a trabajar en la capital asiria. Gobernadores hostiles fueron algunas veces empalados o despellejados vivos como una advertencia a otros rebeldes potenciales.
La religión de Asiria era similar a la de Babilonia y a la de otras naciones semí­ticas antiguas. Aunque Asur era la deidad a quien Asiria era devota —los asirios son, por definición, †œla gente de Asur† — otras deidades tení­an intereses que no podí­an ser olvidados. Anu y Adad tení­an templos en Asur; a Istar, la diosa de la guerra y del amor, se le concedí­a especial adoración en Ní­nive. Nabú, el dios de la sabidurí­a y patrono de las ciencias, tení­a altares en Ní­nive y en Calah. La diosa luna, Sin, honrada desde la antigüedad por los sumerios en Ur, era todaví­a la patrona de la Harran asiria. Minurta, dios de la guerra y de la cacerí­a, era adorado en Calah.
BIBLIOGRAFIA: Georges Contenau, La Civilisation d†™Assur et de Babylone, Payot, Paris, 1937. Georges Contenau, Everyday Life in Babylon and Assyria, Edward Arnold, London, 1954. Jorgen Laessoe, People of Ancient Assyria, Barnes and Noble, New York, 1963. Sabatino Moscati, Ancient Semitic Civilizations, Elek Books, London, 1957. André Parrot, The Arts of Assyria, Golden Press, New York, 1961. A. T. Olmstead, History of Assyria. Charles Scribner†™s Sons, New York, 1923. A. Leo Oppenheim, Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization, University of Chicago Press, Chicago, 1964. Robert W. Rogers, A History of Babylonia and Assyria, 2 vol, Eaton and Mains, New York, 1901. Georges Roux, Ancient Iraq, George Allen and Unwin, London, 1964.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

El pueblo asirio surgió en †¢Mesopotamia como consecuencia de emigraciones desde Babilonia que vinieron a asentarse en la ciudad de †¢Asur, en la margen occidental del †¢Tigris, la cual fue durante un tiempo capital del reino asirio. Otras ciudades importantes eran †¢Ní­nive y †¢Cala, que aparecen mencionadas en el AT como fundadas por †¢Nimrod junto con †¢Babel (Gen 10:9-12). A. aparece en el registro bí­blico por primera vez en Gen 2:14, donde se habla del rí­o †¢Hidekel, †œel que va al oriente de A.†

Los monumentos asirios describen a una población de fuerte contextura, de tez oscura, nariz prominente, con barba hirsuta, grandes guerreros, y famosos por su crueldad. Su idioma era de origen semí­tico y lograron desarrollar una escritura cuneiforme que se basaba mayormente en ideogramas mezclados con elementos silábicos que esculpí­an en rocas o en tablillas de arcilla. Las excavaciones arqueológicas han resultado en hallazgos de obras monumentales y grandes bibliotecas. Esto ha permitido aprender mucho sobre su historia, la cual permaneció durante mucho tiempo tan perdida que llevó a algunos a cuestionar las menciones que sobre los asirios se hací­an en la Biblia.
religión de los asirios era politeí­sta, sin rastro alguno de monoteí­smo. Entre sus dioses principales estaba Asur, que era considerado como el fundador de la nacionalidad asiria, †¢Bel, Anu y Ea. Bel era también una deidad babilónica (Isa 46:1; Jer 50:2; Jer 51:44). Otros dioses eran Salmán o Salmanu, el dios sol, que aparece como parte del nombre de reyes ( †¢Salmanasar), y Sin, el dios de la luna, también utilizada en esa forma ( †¢Senaquerib). También la famosa Istar, diosa de las estrellas.
la ciudad de Asur se fue formando el reino asirio originalmente para los años 1700 al 1100 a.C. En cosa de tres siglos llegó a tener tanto poder como para compararse con otros reinos al S, incluso tratando con Egipto de igual a igual. Pero el rey que expande el territorio hasta llevarlo a los niveles de un imperio fue Tiglat-pileser I, aproximadamente en los años 1114 al 1076 a.C. Sus conquistas se extendieron hacia el Mediterráneo, por el O, favorecido por la declinación del poderí­o de los hititas gracias a las invasiones de los pueblos egeos que vení­an ocupando parte del continente desde sus bases en las islas. Luego este rey atacó Armenia, en el N, y conquistó parte de su territorio. Nace así­ el imperio asirio, que en el momento de su mayor apogeo llegó a conquistar toda Mesopotamia, Canaán y Egipto.
és de Tiglat-pileser I vinieron varios reyes en un perí­odo de decadencia de los asirios, hasta el arribo al trono de †¢Salmanasar III, que reinó en tiempos del rey israelita †¢Acab. Ya habí­a comenzado la amenaza asiria a Israel. Se hizo una alianza sirio-israelita en contra de A., pero fue derrotada en la batalla de Karkar, a orillas del rí­o Orontes, en el 853 a.C. A partir de esa fecha los avances asirios hacia el S son cada dí­a más insistentes, llegando a conquistar varias ciudades en Siria y Fenicia e imponiendo tributo incluso a Israel, en tiempos del rey asirio Rimón-nirari III, en el 810 a.C.
el primer gobernante asirio que se menciona en la Biblia es Tiglat-pileser III, que reinó del 745 al 727 a.C. éste logró dominar a Babilonia, donde se le conoció con el nombre de †¢Pul. El rey de Israel †¢Manahem pagó un tributo a los asirios para conseguir apoyo a su posición, tras obtener el trono después de una conspiración (2Re 15:14-22). De manera que el Reino del Norte (Israel) vino así­ a constituirse en vasallo de los asirios. Cuando posteriormente el rey †¢Peka decidió no seguir pagando ese tributo, Tiglat-pileser III invadió †œy tomó a Ijón, Abel-bet-maaca, Janoa, Cedes, Hazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí­; y los llevó cautivos a A.† (2Re 15:29; 1Cr 5:26).

†¢Acaz, rey de Judá, no compartió la rebelión de Peka contra el poder asirio, por lo cual el rey de Israel se alió con †¢Rezí­n, rey de Siria, para atacar a Jerusalén y obligar así­ a Acaz a una polí­tica unida frente a los asirios. Ante estos hechos surge el oráculo de Isaí­as, anunciando la destrucción del Reino del Norte y de Rezí­n (Isa 7:1-25). La acción fracasó porque Jerusalén no pudo ser tomada y, además, Acaz solicitó el auxilio de Tiglat-pileser III, que atacó Damasco y la tomó, matando a Rezí­n (2Re 16:1-11). Acaz se reunió con el rey asirio en Damasco y copió un altar que vio allí­ (2Re 16:1-12).
más tarde †œel rey de A. descubrió que Oseas conspiraba† con Egipto, para librarse del yugo asirio, se produjo otra invasión. Samaria fue sitiada y tomada †œy llevó a Israel cautivo a A., y los puso en Halah, en Habor junto al rí­o Gozán, y en las ciudades de los medos† (2Re 17:1-6), cumpliéndose así­ las profecí­as de juicio que se habí­an hecho contra el Reino del Norte (Israel). La invasión la hizo Salmanasar V, pero el sitio de Samaria duró unos tres años, y la conquista de la ciudad se completó cuando reinaba Sargón II, en el año 720 a.C.
ón atacó Egipto, que era la potencia rival de A. Isaí­as, viendo lo que habí­a acontecido con Samaria en manos asirias, aconsejó siempre al reino de Judá que no buscara alianza alguna con Egipto. Sargón conquistó a †¢Asdod, que se habí­a rebelado contra los asirios (Isa 20:1-6). En tiempos de †¢Senaquerib, hijo de Sargón, el rey judí­o †¢Ezequí­as se alió con †¢Merodac-baladán, rey caldeo y con los egipcios para rebelarse contra A., por lo cual el gobernante asirio vino †œcontra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó† (2Re 18:13), y se efectuó el sitio de Jerusalén, que sólo fue librada cuando †œel ángel de Jehová … mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil†. Senaquerib volvió a su tierra, donde murió asesinado por dos de sus hijos (2Re 18:13-37; 2Re 19:1-37; 2Cr 32:1-22; Isa 36:1-22; Isa 37:1-38).
asirios representaron siempre en el AT una amenaza para Israel, en términos militares. Los profetas describen a A. como un instrumento ejecutor de los juicios de Dios sobre su pueblo, que se habí­a apartado en pos de la idolatrí­a. Leemos en Isa 10:5 : †œOh A., vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira†. Sin embargo, encontramos en las Escrituras una hermosa promesa: †œEn aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a A., y asirios entrarán en Egipto y egipcios en A.; y los egipcios servirán con los asirios a Jehovᆝ (Isa 19:23). Es decir, que en los tiempos mesiánicos aun la pugna entre estas dos potencias rivales desaparecerá.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, ABEC REGI HIST ARQU

ver, PUL El gran reino de Asiria estaba situado cerca del rí­o Tigris, limitado al norte por Armenia, por el monte Zagros y Media al este, Babilonia al sur, Siria y el desierto de Siria al oeste. Pero es indudable que sus fronteras no fueron siempre las mismas. Ní­nive vino a ser su capital. Sus ruinas se hallan ahora dentro del territorio del Iraq. La primera alusión a Asiria se halla en Génesis (Gn. 2:4), donde leemos que uno de los rí­os del Paraí­so “va al oriente de Asiria” (traducción alternativa: “iba hacia el este a Asiria”). El nombre de Asiria parece haber derivado de su primera capital, Assur (que ahora recibe el nombre de Qal ‘at Sarqat), sobre el Tigris. Aparentemente, gentes procedentes de Babilonia establecieron allí­ una monarquí­a, y hubo varios reyes antes de Salmansar I (alrededor del año 1300 a.C.). Su descendencia mantuvo el trono durante seis generaciones hasta Tiglat-pileser I (alrededor del año 1130 a.C.). Este último puede ser considerado como el fundador del primer Imperio Asirio. Hermoseó Ní­nive y acaudilló sus ejércitos en varias direcciones. Después de él, el reino entró en decadencia bajo Rimón-nirari II, 911 a.C., pero el hijo de éste, Assurnatsir-pal, 883 a.C., volvió a reforzar el reino, arrebatando territorio de los fenicios y de los “Kaldu” (caldeos). Le sucedió Salmansar III, 858 a.C., que expandió aún más sus fronteras, y dejó relatos de sus conquistas, de los que se conservan tres monumentos en el Museo Británico, uno de los cuales es el llamado Obelisco Negro. En él aparecen como coaligados en contra de él, Ben-adad, rey de Siria, y Acab, rey de Israel. Estos fueron derrotados en la batalla de Karkar en el año 853 a.C. Hazael de Damasco fue también vencido; recibió tributo de Yahua, el hijo de Khumri, esto es, de Jehú, a quien incorrectamente llama hijo de Mori, rey de Israel. El siguiente rey que invadió Siria fue Rimón-nirari III, 810 a.C. Extendió sus victorias hasta lo que él denomina “la costa del sol poniente”, que indudablemente es el Mediterráneo, e impuso tributo sobre los fenicios, israelitas, edomitas, filisteos y Damasco. Después de esto el poder de Asiria se desvaneció por un tiempo. El siguiente rey notable fue Tiglat-pileser II o III, 745 a.C., que es considerado como el fundador del segundo imperio asirio. Consolidó las varias colonias, deportó a las poblaciones turbulentas y dividió al paí­s en provincias, cada una de las cuales pagaba un tributo anual fijo. En sus inscripciones aparecen los nombres de Joacaz (Acaz) de Judá; Peka y Oseas, de Israel; Reson (Rezí­n), de Damasco, e Hiram, de Tiro. También se halla el nombre de Merodac-baladán. Tomó Hamat y tuvo a toda la Palestina a su alcance. Atacó a las tribus del otro lado del Jordán, y llevó al exilio a los rubenitas, gaditas y a la media tribu de Manasés (1 Cr. 5:26). Acaz buscó aliarse con él contra Rezí­n, rey de Damasco. Rezí­n fue muerto y Damasco tomada, y allí­ Acaz se encontró con el rey de Asiria (2 R. 16:1-10; 2 Cr. 28:16-21). Se adueñó asimismo de Babilonia, que posteriormente recuperó su independencia bajo Merodac-baladán. Algunos asiriólogos consideran que Tiglat-pileser (cuyo nombre parece haber sido Pulu) es el mismo que el Pul mencionado en las Escrituras, pero ello no concuerda con la cronologí­a bí­blica; además, en un pasaje (1 Cr. 5:26) se menciona a Pul y Tiglat-pileser como dos personas distintas. Salmansar IV accedió al trono en el año 727 a.C. Oseas, rey de Israel, era tributario suyo; al descubrirse que se habí­a aliado con el rey de Egipto, Samaria fue asediada (1 R. 20:1; 2 R. 17:3-5). Sargón le sucedió en el año 722 a.C., y es él quien conquistó Samaria. Una inscripción suya en Corbasad dice: “Asedié la ciudad de Samaria y deporté a 27.800 hombres que moraban allí­, y tomé cincuenta carros de ellos, y ordené que fueran tomados el resto. Puse a mis jueces sobre ellos, e impuse sobre ellos el tributo de los anteriores reyes.” También llevó colonos nuevos a Samaria, pero es de suponer, por los nombres de los lugares de donde procedí­an, que tal cosa no fue hecha inmediatamente. Conquistó Carquemis, castigó al rey de Siria, e hizo desollar vivo al rey de Hamat. Sargón es mencionado por el profeta Isaí­as como enviando a su general a Asdod, que la tomó (Is. 20:1). Una inscripción menciona la caí­da de esta ciudad. Sargón derrotó a Merodacbaladán en Babilonia, pero fue asesinado en el año 705 a.C. Su nombre era Sharru-kenu, “rey fiel”. Senaquerib sucedió a Sargón, su padre, en el año 705 a.C. Ezequí­as habí­a sido tributario; al rebelarse, Senaquerib tomó las ciudades amuralladas de Judá, y después Ezequí­as le envió los tesoros de su propia casa y los del templo. A pesar de ello Jerusalén fue atacada y se dieron discursos blasfemos contra el Dios de Israel. Ezequí­as se humilló ante Dios y el ángel del Señor dio muerte a 185 000 asirios. Senaquerib volvió a su tierra y fue asesinado por dos de sus hijos (2 R. 18:13-19:37). Escribiendo en primera persona Senaquerib relata: “Al mismo Ezequí­as lo encerré como a un pájaro en una jaula dentro de Jerusalén su ciudad real… además de su anterior tributo y dones anuales, le impuse otro tributo y la honra debida a mi majestad, y lo impuse sobre ellos.” Una tableta muestra a Senaquerib sentado en un trono recibiendo el botí­n de la ciudad de Laquis. Se supone que vivió 20 años después que dejara Palestina, antes de ser asesinado. Nada dice de la pérdida de su ejército, y es posible que nunca se recuperara de este choque. Esar-hadón le sucedió en el año 681 a.C. Se dice de él que reinó del Eufrates al Nilo. También conquistó Egipto y lo dividió en 20 provincias, gobernadas por asirios. Según una inscripción, reclamó la soberaní­a sobre Babilonia, y tuvo allí­ su corte. Esto explica que él, como rey de Asiria, llevara a Manasés cautivo a Babilonia (2 Cr. 33:11). Es mencionado también en Esdras (Esd. 4:2) como habiendo enviado colonizadores a Judea. Después de reinar durante 10 años, asoció consigo en el reino al famoso Assurbanipal. De nuevo fue otra vez conquistado. Reunió una famosa biblioteca en Kouyunjik, las tabletas de terracota de las que hay un número preservadas. Assurbanipal murió alrededor del año 626 a.C. La gloria del reino de Asiria iba declinando, y alrededor del año 606 a.C. Ní­nive fue tomada y destruida (Nah. 1-2). Los asirios eran idólatras. De las inscripciones se pueden ver cientos de nombres de dioses. La lengua de los asirios era una rama de las lenguas semí­ticas, y provení­a del acadio. Se escribí­a con escritura cuneiforme. Asiria fue usada por Dios como Su vara para castigar a Su pueblo Israel por sus pecados. También esta misma vara, por su soberbia y maldad tuvo que sufrir el juicio de Dios (cp. Is. 10:5-19; 14:25; Ez. 31:3-17; Nah. 3:18, 19; Sof. 2:13). Algunos de los pasajes que hablan del rey de Asiria son proféticos, y se refieren al futuro escatológico que espera su cumplimiento. cuando, como “reyes del norte”, tendrán que ver otra vez con Israel, y será juzgada por Dios. La indignación contra Israel cesa con la destrucción del asirio (cp. Is. 10:12; 14:25; 30:27-33). Un notable pasaje habla del derramamiento de bendición sobre Asiria con Egipto e Israel (Is. 19:23-25): “Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mí­o Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad.” Vemos así­ que los asirios tienen un gran puesto en las Escrituras tanto en el pasado como en el futuro, indudablemente porque han tenido que

ver, y tendrán todaví­a que

ver, con el pueblo terrenal de Jehová, “el Israel de Dios”. El asirio es el azote abrumador de la ira de Dios debido a la relación de Israel con la idolatrí­a.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Historia
Las autoridades antiguas difieren grandemente con referencia al ascenso, al progreso, la extensión y la duración de este imperio. Pero su historia comienza con los sumos sacerdotes de Asur. Al principio era una provincia de Babilonia hasta el tiempo de Amurabi (1728- 1688 a. de J.C.), y no se ha determinado exactamente cuándo se independizó. La primera capital fue Asur, en la ribera derecha del rí­o Tigris, como a 96 Kms. al sur de Ní­nive, su capital posterior.
Como todas las demás naciones antiguas y guerreras su territorio fue diferente en los distintos perí­odos de su historia. Pero hablando en términos generales, de los tres grandes paí­ses era el que estaba más al norte, y ocupaba el llano de Mesopotamia. Estaba limitado al norte por las montañas Nifates de Armenia, al oriente por Babilonia; al sur por Media; al oeste por la vertiente del rí­o Eufrates. De norte a sur tení­a como 450 Kms. y 257 Kms. de este a oeste.
Era una tierra muy fértil y por consiguiente mantení­a una población grande. Esto, además, la hací­a ser el centro de muy importantes movimientos polí­ticos. Muy pronto sus habitantes alcanzaron gran prosperidad y un alto grado de civilización. Este dato es declarado por muchos escritores antiguos y por la investigación de hombres cientí­ficos. Hay ruinas de muchos canales de irrigación, acueductos y ciudades poderosas. Las ruinas demuestran que muchas ciudades estaban agrupadas alrededor de Ní­nive, y en las riberas del rí­o Tigris se ha encontrado ruinas en una distancia de 322 a 482 Kms.
Excavaciones recientes han mostrado que los asirios conocí­an bien las artes y las ciencias. Era gente muy afanosa, con un buen espí­ritu de ingenio y gracia, como también de buen gusto. Hací­an y usaban vidrio transparente y lentes de aumento. Hubo cuatro perí­odos distintos en la historia de Asiria: (1) El perí­odo primitivo, que comprende la fundación de la primera colonia por Asur hasta el tiempo de Tiglath-Pileser I, cerca de 1120 a. de J.C. Durante este tiempo comerciantes y soldados asirios viajaban hasta Capadocia. Se rebelaron y no solamente ganaron su independencia de Babilonia, sino que la dominaron. Antes de que este perí­odo concluyera Babilonia se rebeló y rechazó a los conquistadores asirios de su paí­s. (2) El imperio antiguo de Tiglath-Pileser I, 1120 a. de J.C. a Pul (o Tiglath-Pileser III), 745 a. de J.C. Después de la muerte de Tiglath-Pileser I el paí­s declinó y cayó bajo el poder de los arameos. Más tarde revivió bajo reyes fuertes, como Salmanasar II, y dominó paí­ses tales como Siria, incluyendo Fenicia, Edom y Filistea; también Armenia y Tarso de Cilicia. Otra vez la nación decayó hasta que Tiglath-Pileser II, la restableció. (3) El segundo imperio desde Tiglath-Pileser III,
745 a. de J.C., hasta el rey Esarhadón, 681 a. de J.C. Este segundo imperio fue fundado por Tiglath-Pileser III, cuya polí­tica era hacer un imperio de toda el Asia occidental, mantenerlo unido por leyes fiscales y poder militar, y asegurar para los mercaderes de Ní­nive el comercio del mundo. Samaria, Damasco, Neftalí­, la capital hetea y Babilonia, todas fueron vencidas por él y por su sucesor, antes del fin de este perí­odo. (4) El cuarto perí­odo y la caí­da del imperio, desde Esarhadón, 681 a. de J.C., hasta un sitio por los medos, babilonios y escitas que duró dos años, al fin fue derrotado en 609 a. de J.C. Bajo el mando de Esarhadón el segundo imperio alcanzó su más grande prosperidad, aun conquistando Egipto y haciéndolo tributario de Asiria. Pero cuando su hijo Asur-bani-pal lo sucedió, el lujo y la extravagancia consumieron la fuerza y el esplendor de la nación; Ní­nive, su capital, fue completamente destruida, y nunca más fue habitada.
El Gobierno y la Religión
Asiria tení­a un gobierno despótico, compuesto de muchos reinos unidos solamente por ciertas obligaciones como pagar tributo y respeto a la autoridad suprema. Con pocas excepciones, como en el reinado de Tiglath-Pileser, cada nación tení­a sus propios gobernadores, leyes y religión. Por la relajación de esta organización el imperio sufrí­a frecuentes sublevaciones de la gente subyugada, por eso se necesitaba de mucha energí­a para conquistarlos de nuevo. Trataban de prevenir estas sublevaciones castigando rigurosamente a los culpables. Una manera de hacerlo era desterrando en grandes grupos a los habitantes del distrito transgresor, como hicieron con los judí­os.
Tal nación nunca pudo estar segura de su poder para resistir los ataques de las naciones enemigas, y estaba constantemente en peligro de deshacerse. El que haya durado cinco siglos, es un gran tributo a la dirección de sus reyes y al poder y energí­a de su pueblo.
La religión de Asiria era la del estado, y se parecí­a a la de Babilonia, pero se diferenciaba en dos aspectos importantes: (1) El rey, y no el sumo sacerdote, era supremo. (2) La cabeza de su religión era el dios nacional Asur o Assur, cuyo sumo sacerdote y representante era el rey.
Asur era originalmente Asir, “el lí­der” en guerra, quien, por lo tanto, es representado como el dios guerrero armado con un arco. En la época cuando adoraban al sol en Babilonia, Asur fue identificado como el dios del sol. La semejanza del nombre causó que fuese identificado también con la ciudad de Asur, donde era adorado, en el tiempo cuando las ciudades de Babilonia del norte fueron deificadas, probablemente bajo la influencia hetea.
Más tarde todaví­a, los escribas explicaron que habí­an tomado el nombre del dios primitivo cosmogónico An-sar, el firmamento de arriba, que en la edad neo- babolónica se pronunciaba Assor.
La combinación de los atributos del dios guerrero, que era el dios del ejército, con la ciudad deificada a la cual pertenecí­a el ejército, causó que Asur llegara a ser la deidad principal de una nación militar. El ejército era “las tropas de Asur”, los enemigos eran “los enemigos de Asur”, y demandaban que ellos confesaran la supremací­a de este o eran destruidos.
Asur era considerado supremo sobre todos los demás dioses. Originalmente, su contraparte femenina que era Asirtu, la Asera del Antiguo Testamento, habí­a estado a su lado, y algunos literatos sugirieron que su esposa habí­a sido Belit, “la Señora” o Istar, o alguna otra diosa babilónica; pero las tentativas eran puramente literarias. Cuando Ní­nive tomó el lugar de Asur como capital del reino, Istar, alrededor de cuyo santuario habí­a crecido Ní­nive, empezó a compartir con él algo de honor en la adoración, aunque su posición fue secundaria hasta el fin. Así­ sucedió también con el caso del dios guerrero llamado Ninip.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

Paí­s de la antigüedad que ocupaba el extremo septentrional de la llanura mesopotámica o de lo que hoy es el extremo septentrional de Irak. Se hallaba comprendido principalmente en el triángulo formado por los rí­os Tigris y Pequeño Zab, que constituí­an su lí­mite occidental y meridional, respectivamente, mientras que al N. limitaba con las montañas de la antigua Armenia, y al E., con los montes Zagros y la tierra de Media. Sin embargo, hay que destacar que estos lí­mites eran bastante variables: cuando el poder de Babilonia se debilitaba, las fronteras de Asiria se extendí­an hacia el S. del rí­o Pequeño Zab, y retrocedí­an cuando la fortuna polí­tica de Asiria decaí­a y ascendí­a la de Babilonia. Los otros lí­mites también fluctuaron, en especial el del rí­o Tigris, ya que desde una época temprana Asiria extendió su influencia al O. de ese rí­o. Más tarde, el Imperio asirio llegó a alcanzar una extensión mucho mayor. (MAPA, vol. 1, pág. 954.)
Asiria y Babilonia mantuvieron una estrecha relación durante toda su historia. Eran estados vecinos que ocupaban una misma región sin que hubiera ninguna división natural que sirviera de frontera entre sus territorios. Sin embargo, la región de Asiria propiamente dicha era sobre todo una zona de tierras altas, con un terreno accidentado y un clima más fresco y sano que el de Babilonia. Parece que sus habitantes eran más enérgicos y agresivos que los babilonios. En algunos relieves tallados se les representa con una constitución fuerte, tez oscura, barba y cejas abundantes y nariz prominente.
Se cree que Asur, ciudad de Asiria situada al O. del rí­o Tigris, fue la primera capital de aquella región. Con el tiempo, Ní­nive llegó a ser su capital más importante, aunque a veces los monarcas asirios usaron Cálah y Jorsabad como ciudades capitales. A lo largo de la parte septentrional de Asiria corrí­a una ruta comercial en dirección al Mediterráneo y Asia Menor, con bifurcaciones hacia Armenia y la región del lago Urmia. Gran parte de las guerras de Asiria tení­an como objetivo conseguir o mantener el control de esas rutas comerciales.

Militarismo. Asiria era básicamente una potencia militar, y en el cuadro histórico que ha quedado de sus hazañas se observa una gran crueldad y rapacerí­a. (GRABADOS, vol. 1, pág. 958.) Uno de sus monarcas guerreros, Asurnasirpal, describe de la siguiente manera el castigo que infligió a varias ciudades rebeldes:
†œEdifiqué una columna cerca de la puerta de su ciudad y desollé a todos los principales que se habí­an sublevado, y cubrí­ la columna con su piel. A algunos los emparedé dentro de la columna, a algunos los colgué en maderos de la columna […]. Y desmembré a los oficiales, a los oficiales reales que se habí­an rebelado […]. A muchos de sus cautivos los quemé con fuego, y a otros muchos los capturé vivos. A algunos les amputé las manos; a otros, la nariz, las orejas y los dedos; a muchos les saqué los ojos. Hice un montón de los vivos y otro de las cabezas, y até sus cabezas a postes (troncos de árboles) alrededor de la ciudad. Quemé en el fuego a sus jóvenes y a sus ví­rgenes. Capturé vivos a veinte hombres y los emparedé en el muro de su palacio […]. Al resto de sus guerreros los consumí­ de sed en el desierto del Eufrates […].† (Ancient Records of Assyria and Babylonia, de D. D. Luckenbill, 1926, vol. 1, págs. 145, 147, 153, 162.)
En muchos relieves se les representa tirando de sus cautivos por cuerdas en cuyos extremos habí­a garfios que les traspasaban la nariz o los labios, o sacándoles los ojos con la punta de una lanza. La tortura sádica era un rasgo frecuente de las guerras asirias, rasgo del que se jactaban con total desvergüenza y que registraban con sumo cuidado. El que otros pueblos supieran de su crueldad sin duda les dio ventaja militar, pues aterrorizaba a los que estaban en su lí­nea de ataque y desmoronaba su resistencia. El profeta Nahúm llamó con acierto a Ní­nive, la capital de Asiria, un †œalbergue de leones† y una †œciudad de derramamiento de sangre†. (Na 2:11, 12; 3:1.)

¿Qué tipo de religión tuvieron los asirios?
Asiria heredó su religión sobre todo de Babilonia, y aunque los asirios consideraban que su dios nacional, Asur, era el dios supremo, seguí­an aceptando a Babilonia como el principal centro religioso. Los reyes asirios también serví­an de sumos sacerdotes de Asur. En un sello que encontró A. H. Layard en las ruinas de un palacio asirio y que ahora se conserva en el Museo Británico, se representa al dios Asur con tres cabezas. La adoración asiria se destacaba por la creencia en trí­adas de dioses, así­ como en una pentada o grupo de cinco dioses. La trí­ada principal la formaban: Anu, que representaba el cielo; Bel, que representaba la región habitada por el hombre, los animales y los pájaros, y Ea, que representaba las aguas terrestres y subterráneas. Una segunda trí­ada la componí­an: Sin, el dios de la Luna; Shamash, el dios del Sol, y Rammán, el dios de la tormenta, aunque en su lugar a menudo estaba Istar, la reina de las estrellas. (Compárese con 2Re 23:5, 11.) Después estaban los cinco dioses que representaban cinco planetas. La obra Unger†™s Bible Dictionary (1965, pág. 102) comenta lo siguiente sobre los dioses que formaban los grupos trinos: †œA veces se invoca a estos dioses individualmente con expresiones que parecen ensalzar a cada uno de ellos a una posición de supremací­a sobre los demás†. Sin embargo, en su panteón habí­a otras innumerables deidades secundarias, muchas de las cuales eran patronas de las ciudades. Cuando Senaquerib fue asesinado, el registro menciona que estaba adorando a Nisroc. (Isa 37:37, 38.)
La religión practicada en torno a estas deidades era animista, es decir, creí­a que todo objeto y fenómeno natural estaba animado por un espí­ritu. Sin embargo, se distinguí­a en cierto modo de las religiones de las naciones circundantes que adoraban a la naturaleza, pues los asirios pensaban que la guerra era la mejor manera de expresar la religión nacional. (GRABADO, vol. 1, pág. 956.) Por esta razón, Tiglat-piléser I dijo en cuanto a sus luchas: †œMi Señor, ASUR, me instó†; y en sus anales, Asurbanipal registró: †œPor la orden de ASUR, SIN, SHAMASH, mis grandes dioses y señores cuya protección me otorgaron, entré en la tierra de Mannai y marché a través de ella victoriosamente†. (Records of the Past: Assyrian and Egyptian Monuments, Londres, 1875, vol. 5, pág. 18; 1877, vol. 9, pág. 43.) Sargón solí­a invocar la ayuda de Istar antes de ir a la guerra. Los ejércitos marchaban detrás de los estandartes de los dioses, que debieron ser sí­mbolos de madera o metal colocados sobre postes. Se daba mucha importancia a los agüeros, y para conocerlos examinaban el hí­gado de animales sacrificados, el vuelo de los pájaros o la posición de los planetas. El libro Ancient Cities (de W. B. Wright, 1886, pág. 25) informa: †œLa guerra era la ocupación de la nación, y los sacerdotes la fomentaban sin cesar. Su manutención procedí­a en gran medida de los despojos de guerra, de los que siempre se les asignaba un porcentaje fijo antes que otros pudiesen participar de ellos, pues esta raza de saqueadores era extremadamente religiosa†.

Cultura, literatura y leyes. Los asirios construyeron palacios impresionantes, con las paredes revestidas de losas esculpidas, en las que representaban con muchí­simo realismo escenas de guerra y paz. Las entradas estaban adornadas con toros alados que tení­an cabeza humana, esculpidos en un solo bloque de piedra caliza que pesaba unas 36 Tm. En sus sellos cilí­ndricos se observan intrincados grabados. (Véase ARQUEOLOGíA.) Debieron tener considerables conocimientos metalúrgicos, a juzgar por su fundición de metales. Sus reyes construyeron acueductos y perfeccionaron los sistemas de riego, hicieron parques reales, tanto botánicos como zoológicos, en los que habí­a plantas, árboles y animales de muchos paí­ses. Sus edificios palaciegos dan prueba de que poseí­an un sistema de desagüe bien estudiado y unas medidas sanitarias bastante buenas.
Un aspecto de especial interés han sido las grandes bibliotecas construidas por ciertos monarcas asirios, con decenas de miles de tablillas de barro, prismas y cilindros, inscritos todos con escritura cuneiforme, en los que se explican importantes acontecimientos históricos, datos religiosos y asuntos legales y comerciales. Sin embargo, algunas leyes de cierta época de la historia asiria ilustran de nuevo la dureza que con tanta frecuencia caracterizó a aquella nación. El castigo estipulado para ciertos delitos era la mutilación. Por ejemplo: a una muchacha esclava no se le permití­a presentarse en público cubierta con un velo, y si violaba tal ordenanza, se le amputaban las orejas. La siguiente ley ilustra la desprotección legal que tení­a la mujer casada: †œDejando aparte las penas que se inscriben en la tablilla con respecto a una mujer casada, un hombre puede azotar a su esposa, arrancarle el pelo, cortarle y lastimarle las orejas. Legalmente no hay en ello ninguna culpa (imputable)†. (Everyday Life in Babylonia and Assyria, de H. W. F. Saggs, 1965, pág. 152.)

Historia bí­blica y seglar. La primera referencia bí­blica a Asiria se encuentra en Génesis 2:14, donde Moisés dice, desde la óptica de su tiempo, que el rí­o Hidequel (Tigris), en un principio una de las cuatro cabeceras del rí­o †œque procedí­a de Edén†, †˜iba al este de Asiria†™. (Gé 2:10.)
El nombre de esta tierra se derivó de Asur, hijo de Sem. (Gé 10:22.) Por lo tanto, parece que poco después del Diluvio sus primeros pobladores eran semitas. Sin embargo, pronto se fueron infiltrando otros, como Nemrod, nieto de Cam, que entró en Asiria y edificó a †œNí­nive y a Rehobot-Ir y a Cálah y a Resen entre Ní­nive y Cálah: esta es la gran ciudad†. (Gé 10:11, 12; compárese con Miq 5:6.) No se indica si la construcción de estas ciudades siguió a la de la Torre de Babel y a la posterior confusión de lenguas (Gé 11:1-9), si bien en ese capí­tulo ya se mencionan diversas lenguas. (Gé 10:5, 20, 31.) De todos modos, se deja claro que la construcción de la ciudad de Ní­nive, la capital de Asiria, se dirigió desde Babilonia, hecho con el que concuerda la historia seglar. En fechas posteriores, se dice que las tribus que descendieron de Ismael, hijo de Abrahán, llegaron en sus marchas nómadas hasta Asiria. (Gé 25:18.)
En el perí­odo aproximado de 1100-900 a. E.C. (que siguió al reinado de Tiglat-piléser I), Asiria vivió una época de decadencia, y a menudo se ha opinado que esta circunstancia favoreció la extensión de los lí­mites de la nación de Israel durante el reinado de David (1077-1038 a. E.C.) y la posterior extensión de su influencia durante el reinado de Salomón (1037-998 a. E.C.). Por supuesto, tal expansión se debió principalmente al apoyo de Dios y no tanto al debilitamiento de Asiria. (2Sa 8, 10; 1Re 4:21-24.)

Asurnasirpal II y Salmanasar III. La amenaza asiria empezó a acercarse a Israel durante el reinado de Asurnasirpal II, célebre por sus despiadadas campañas bélicas y crueldades ya mencionadas. Según algunas inscripciones, cruzó el rí­o Eufrates, invadió la zona septentrional de Siria y exigió tributo de las ciudades fenicias. Su sucesor, Salmanasar III, es el primer rey que registra haber tenido un contacto directo con el reino septentrional de Israel. Los registros asirios informan que Salmanasar avanzó hacia Qarqar, junto al rí­o Orontes, donde luchó contra una coalición de reyes. Aquella batalla no tuvo resultados decisivos. El Obelisco Negro de Salmanasar, en Nimrud, registra que Jehú (c. 904-877 a. E.C.) le pagó tributo, y tiene un relieve que probablemente representa al emisario de Jehú entregando el tributo a dicho monarca asirio. (Véase SALMANASAR núm. 1.)

Adad-nirari III y sus sucesores. Después de Samsi-adad V, sucesor de Salmanasar III, ascendió al trono asirio Adad-nirari III. Las inscripciones informan que atacó Damasco y recibió tributo de Jehoás de Samaria. Tal vez fue hacia mediados del siglo IX a. E.C. (c. 844) cuando se comisionó al profeta Jonás para que fuera a Ní­nive, la capital de Asiria. Como resultado de su advertencia de la inminente destrucción que les iba a sobrevenir, todos los habitantes de la ciudad, incluso el rey, se arrepintieron. (Jon 3:2-6.) Puede ser que por aquel entonces el rey de Asiria fuese Adad-nirari III, aunque esto no se sabe con certeza.
Según el registro histórico, entre los reyes que sucedieron a Adad-nirari III estuvieron sus hijos: Salmanasar IV, Asur-dan III y Asur-nirari V. Sin embargo, cabe destacar que en ese perí­odo la agresividad asiria estaba en decadencia.

Tiglat-piléser III. El primer rey asirio que se menciona por nombre en la Biblia es Tiglat-piléser III (2Re 15:29; 16:7, 10), también llamado †œPul† en 2 Reyes 15:19. Debido a que en 1 Crónicas 5:26 aparecen ambos nombres, en el pasado se pensó que se trataba de dos reyes distintos. Sin embargo, la lista †œA† de reyes babilonios da el nombre de †œPulu† e indica que ambos nombres corresponden a la misma persona. De modo que es posible que en un principio se conociera a este rey por el nombre de Pul y que al ascender al trono asirio, adoptara el nombre de Tiglat-piléser.
Durante el reinado de Menahem de Israel (c. 790-781 a. E.C.) Tiglat-piléser III invadió el territorio del reino septentrional. Menahem le pagó 1.000 talentos de plata (6.606.000 dólares [E.U.A.]) y así­ consiguió la retirada de los asirios. (2Re 15:19, 20.) Más tarde, el rey Péqah de Israel (c. 778-759 a. E.C.) se unió al rey Rezí­n de Siria para luchar contra el rey Acaz de Judá (761-746 a. E.C.). A pesar de que Isaí­as profetizó la segura desaparición de esta amenaza siro-israelita debido al poder del rey de Asiria (Isa 7:1-9, 16, 17; 8:3, 4), Acaz escogió el proceder insensato de enviar un soborno a Tiglat-piléser para que atacara a aquella coalición y así­ aliviase la presión bajo la que estaba Judá. El monarca asirio respondió capturando varias ciudades de la zona N. de Israel, así­ como las regiones de Galaad, Galilea y Neftalí­. Tiglat-piléser habí­a adoptado la táctica de deportar la población de las zonas conquistadas a otros lugares con el fin de reducir el riesgo de sublevaciones, y lo mismo hizo en esta ocasión con algunos israelitas. (1Cr 5:6, 26.) Además, Judá quedó entonces subordinado a Asiria, por lo que el rey Acaz viajó a Damasco, que también habí­a caí­do ante los asirios, para rendir homenaje a Tiglat-piléser. (2Re 15:29; 16:5-10, 18; 2Cr 28:16, 20, 21; compárese con Isa 7:17-20.)

Salmanasar V. Salmanasar V sucedió a Tiglat-piléser III. Hosea (c. 758-740 a. E.C.), usurpador del trono de Israel, al principio se sometió a la exacción de tributo impuesta por Asiria, pero después conspiró con Egipto para liberar a Israel del yugo asirio. Ante esto, Salmanasar dio comienzo a un sitio de tres años de la ciudad de Samaria, que terminó con la caí­da de dicha ciudad (740 a. E.C.) y el exilio de Israel. (2Re 17:1-6; 18:9-11; Os 7:11; 8:7-10.) Según la mayorí­a de las obras de consulta, Salmanasar murió antes de finalizar la conquista de Samaria, y la ciudad cayó ante Sargón II. (Véanse SALMANASAR núm. 2; SARGí“N.)

Sargón II. Los registros de Sargón hablan de la deportación de 27.290 israelitas a diferentes lugares del Alto Eufrates y Media. También se narra la campaña contra Filistea, en la que conquistó Gad, Asdod y Asdudimmu. Fue para el tiempo de esta campaña cuando se le dijo al profeta Isaí­as que advirtiese al pueblo de la futilidad de confiar en Egipto o Etiopí­a como protección contra el agresor asirio. (Isa 20:1-6.) Al parecer, durante el reinado de Sargón, por primera vez se llevó gente de Babilonia y Siria para repoblar Samaria, y después ese rey asirio hizo volver del exilio a un sacerdote israelita para que instruyera a estas personas en †œla religión del Dios del paí­s†. (2Re 17:24-28; véanse SAMARIA núm. 2; SAMARITANO.)

Senaquerib. Senaquerib, el hijo de Sargón II, atacó al reino de Judá durante el decimocuarto año del reinado de Ezequí­as (732 a. E.C.). (2Re 18:13; Isa 36:1.) Este se rebeló contra el yugo asirio —yugo que habí­a resultado de la maniobra de su padre Acaz (2Re 18:7)—, a lo que Senaquerib reaccionó invadiendo todo Judá y conquistando 46 ciudades. (Compárese con Isa 36:1, 2.) Después, desde su campamento de Lakí­s, exigió que Ezequí­as pagase un tributo de 30 talentos de oro (c. 11.560.000 dólares [E.U.A.]) y 300 talentos de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]). (2Re 18:14-16; 2Cr 32:1; compárese con Isa 8:5-8.) Aunque las cantidades exigidas se pagaron, Senaquerib envió a sus voceros para conminar a Jerusalén a rendirse sin condiciones. (2Re 18:17–19:34; 2Cr 32:2-20.) Sin embargo, Jehová mató a 185.000 soldados en una sola noche, y de ese modo obligó al jactancioso rey asirio a retirarse y volver a Ní­nive. (2Re 19:35, 36.) Allí­ lo asesinaron más tarde dos de sus hijos, y otro de sus hijos, Esar-hadón, lo reemplazó en el trono. (2Re 19:37; 2Cr 32:21, 22; Isa 37:36-38.) Estos acontecimientos, con la excepción de la aniquilación de las tropas asirias, también están registrados en el Prisma de Senaquerib y en un prisma de Esar-hadón. (GRABADOS, vol. 1, pág. 957.)

Esar-Hadón. Durante el reinado de Manasés (716-662 a. E.C.), Jehová permitió que los jefes del ejército asirio se llevaran cautivo a este rey judaí­ta a Babilonia, para aquel entonces bajo el control asirio. (2Cr 33:11.) Hay quien cree que se deportó a Manasés para el tiempo de la victoriosa campaña de Esar-hadón contra Egipto. Sea como sea, en algunas inscripciones se menciona a Menasi (Manasés) de Judá entre los que pagaban tributo a Esar-hadón. Más tarde Manasés fue devuelto a Jerusalén. (2Cr 33:10-13.) Según Esdras 4:2, parece que el intercambio de población entre el reino septentrional de Israel y otros lugares todaví­a continuaba en los dí­as de Esar-hadón, lo que puede explicar el perí­odo de †œsesenta y cinco años† mencionado en la profecí­a de Isaí­as 7:8. (Véanse ACAZ núm. 1; ESAR-HADí“N.)

Asurbanipal. Antes de su muerte, Esar-hadón habí­a nombrado prí­ncipe heredero de Asiria a su hijo Asurbanipal, y a su otro hijo, Shamash-shum-ukin, heredero del trono de Babilonia. Más tarde, Shamash-shum-ukin se rebeló contra su hermano, pero Asurbanipal aplastó la rebelión y saqueó la ciudad de Babilonia.
Asurbanipal fue quien consiguió la mayor expansión del imperio. Reprimió una sublevación de Egipto y saqueó la ciudad de Tebas (No-amón). Para entonces los lí­mites del Imperio asirio abarcaban las regiones de Elam y parte de Media, y se extendí­an hasta Ararat; por el O. llegaban hasta Cilicia, en Asia Menor, y de ahí­, hasta Egipto y luego Arabia, pasando por Siria e Israel (pero no por Jerusalén), hasta Babilonia. Al parecer †œel grande y honorable Asnapar† mencionado en Esdras 4:10 es el mismo Asurbanipal. (Véase ASNAPAR.)

La caí­da del imperio. La Crónica de Babilonia (B. M. [Museo Británico] 21901) relata la caí­da de Ní­nive, capital de Asiria, después del sitio al que la sometió el rey babilonio Nabopolasar, con el apoyo de Ciaxares el medo, en el año decimocuarto de su reinado (632 a. E.C.). Esta dice: †œLa ciudad [convirtieron] en montes de ruinas y cúmu[los (de restos)]†. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 239.) De esta manera llegó a un fin ignominioso el cruel gobierno asirio. (Isa 10:12, 24-26; 23:13; 30:30-33; 31:8, 9; Na 3:1-19; Sof 2:13.)
Según esta misma crónica, en el año decimocuarto de Nabopolasar (632 a. E.C.), Asur-uballit II intentó perpetuar el dominio asirio, con la ciudad de Harán como capital de su reino. Respecto al decimoséptimo año (629 a. E.C.) de Nabopolasar, dice: †œEn el mes Du´uzu, Asur-uballit, rey de Asiria, (y) un gran [ejército de] E[gip]to [que habí­a venido en su ayuda] cruzó el rí­o (Eufrates) y [marchó a] la conquista de Harán†. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 305.) De hecho, lo que este pasaje narra es el intento de Asur-uballit de reconquistar Harán, pues con anterioridad se le habí­a hecho huir de la ciudad. Esta referencia concuerda con las palabras sobre el faraón Nekoh —cuya intervención le costó la vida al rey Josí­as de Judá (c. 629 a. E.C.)— que se hallan en 2 Reyes 23:29, donde dice que †œFaraón Nekoh el rey de Egipto subió al rey de Asiria junto al rí­o Eufrates†, seguramente con el fin de ayudarle. Este †œrey de Asiria† bien pudo haber sido Asur-uballit II. Sin embargo, la campaña militar contra Harán fracasó: el Imperio asirio habí­a llegado a su fin.
El tí­tulo †œrey de Asiria† se aplicó al rey persa (Darí­o Histaspes) que dominaba Asiria al tiempo de la reconstrucción del templo de Jerusalén (terminado en 515 a. E.C.). (Esd 6:22.)

Asiria en la profecí­a. Asiria figuraba en la profecí­a que Balaam pronunció alrededor del año 1473 a. E.C. (Nú 24:24.) También se encuentran numerosas referencias a Asiria en las profecí­as de Isaí­as, Jeremí­as, Ezequiel, Miqueas, Nahúm, Sofoní­as y Zacarí­as. Además, en toda la profecí­a de Oseas se entreteje la advertencia de que Asiria asolarí­a el reino septentrional de Israel. Por otra parte, con frecuencia se condenó la confianza que pusieron en tales naciones paganas los apóstatas de Israel y Judá, vacilando a menudo entre Egipto y Asiria como †œuna paloma simple sin corazón†. (Jer 2:18, 36; Lam 5:6; Eze 16:26, 28; 23:5-12; Os 7:11.) Los desastrosos resultados de tal proceder están narrados ví­vidamente en el registro bí­blico. (Eze 23:22-27.) De igual modo, se habí­a profetizado la humillación del pueblo asirio y la repatriación de los israelitas exiliados. (Isa 11:11-16; 14:25; Jer 50:17, 18; Eze 32:22; Zac 10:10, 11.) Por último, la profecí­a habí­a señalado que llegarí­a un dí­a en el que existirí­an relaciones pací­ficas entre Asiria y Egipto, y que ambos pueblos se unirí­an, con el beneplácito divino, al pueblo de Israel, para llegar a ser †œuna bendición en medio de la tierra†. (Isa 19:23-25.)

[Fotografí­a en la página 234]
Talla procedente del palacio septentrional de Ní­nive. El rey y la reina disfrutan de una fiesta en los jardines; del árbol que se halla frente a los arpistas cuelga la cabeza de un rey conquistado

[Fotografí­a en la página 236]
Carros asirios llevando estandartes religiosos al campo de batalla

[Fotografí­a en la página 238]
Relieve procedente de Nimrud; muestra a soldados asirios llevándose los dioses de una ciudad conquistada

Fuente: Diccionario de la Biblia

Nombre del antiguo país cuyos habitantes se llamaban asirios. Se encontraba en la llanura mesopotámica superior, limitado al O por el desierto sirio, al S por el Jebel Hamrín y Babilonia, y al N y E por los montes urartianos (armenios) y persas. La parte más fértil y más densamente poblada de Asiria se encontraba al E del río central denominado Tigris (“Hidekel”, Gn. 2.14). El heb. aśśûr (as. aśśur) se usa tanto para el territorio como para sus habitantes. El término Asiria se aplicaba a veces a aquellos territorios que estaban sujetos al control de sus reyes, que residían en Nínive, Asur (°vrv1 “Assur”; °vrv2 “Asiria”), y Cala, las ciudades principales. En la cúspide de su poder en los ss. VIII-VII a.C. estos territorios incluían Media y Anatolia del S, Cilicia, Siria, Palestina, Arabia, Egipto, Elam, y Babilonia.

En el AT se consideraba que Asur era el segundo hijo de Sem (Gn. 10.22) y era distinto de Asuram (“Asurim”), tribu ár. descendiente de Abraham y Cetura (Gn. 25.3), y de los *asureos de 2 S. 2.9 (°vm), donde “hijos de Aser” (°vm), o “Gesur”/“Gesuri” quizá sea más correcto (así °vrv2; cf. Jue. 1.31–32). Asiria, que siempre se distingue cuidadosamente de Babilonia, representa el poder mundial cuyas invasiones a Israel y Judá fueron permitidas divinamente, si bien posteriormente ella también sufrió a causa de su incredulidad. Hay frecuentes referencias a la tierra (Is. 7.18; Os. 11.5) y a los reyes de Asiria (Is. 8.4; 2 R. 15–19).

I. Historia

a. Historia temprana hasta el 900 a.C.

Asiria estuvo habitada desde tiempos prehistóricos (p. ej. Jarmo, ca. 5000 a.C.) y se ha encontrado alfarería de los períodos conocidos como Hassuna, Samarra, Halaf, y Ubaid (ca. 5000–3000 a.C.) en una cantidad de sitios arqueológicos, incluyendo Asur, Nínive, y Cala, las que, según Gn. 10.11–12, fueron fundadas por inmigrantes oriundos de Babilonia. Si bien el origen de los asirios sigue siendo motivo de discusión, los sumerios ya estaban presentes en Asur para el 2900 a.C., y la lengua y la cultura asirias le deben mucho a los pueblos que habitaban la región meridional. Según la lista de reyes asirios, los primeros 17 reyes de Asur “vivían en tiendas”. Uno de ellos, Tudiya, hizo un tratado con *Ebla ca. 2300 a.C., de modo que no puede ser un mero “antepasado epónimo”.

Los reyes de Babilonia, incluido Sargón de Agade (*Acad), ca. 2350 a.C. edificaron en Nínive, Asiria, y se ha encontrado en Asur una inscripción de Amar-Suen de Ur (ca. 2040 a.C.) relativa a construcciones. Después de la caída de Ur ante los invasores amorreos Asur, según la lista de reyes asirios, fue gobernada por príncipes independientes. Estos establecieron relaciones comerciales con Capadocia (ca. 1920–1870 a.C.). Samsi-Adad I (1813–1781 a.C.) aumentó sus tierras gradualmente, y sus hijos Yasmah-Adad y Zimrilim gobernaron en *Mari, hasta que dicha ciudad fue capturada por *Hamurabi de Babilonia. Con el advenimiento de los grupos mitanni y hurrita en el Éufrates superior la influencia de Asiria declinó, aun cuando siguió siendo una comunidad agrícola próspera cuya vida y costumbres típicas pueden verse en las tablillas descubiertas en *Nuzi. Bajo Asur-uballit I (1365–1330 a.C.) Asiria comenzó a recuperar algo de su antiguo esplendor. Inició correspondencia con Amenofis IV de Egipto, ante lo cual Burnaburias II de Babilonia se opuso, declarándolo vasallo suyo (cartas de Amarna). No obstante, la declinación de los mitanni permitió que las rutas comerciales hacia el N fueran reabiertas, y en los reinados de Arik-den-ili (1319–1308 a.C.) y Adad-nirari I (1307–1275 a.C.), territorios tan alejados hacia el O como Carquemis, perdidos desde los días de Samsi-Adad, fueron recuperados.

Salmanasar I (1274–1245 a.C.) hizo constantes expediciones contra las tribus en los montes orientales y contra nuevos enemigos en Urartu. También procuró contener las fuerzas hurritas mediante campañas en Hanigalbat al NO. Reedificó *Cala como nueva capital. Su hijo Tukulti-Ninurta I (1244–1208 a.C.) tuvo que dedicar buena parte de su atención a Babilonia, de la que también fue rey por siete años hasta que fue asesinado por su hijo Asurnadinapli. Poco después Babilonia se hizo independiente nuevamente, y hubo un renacimiento de la buena fortuna por un tiempo bajo Tiglat-pileser I (1115–1077 a.C.). Hizo campañas vigorosas contra las tribus muski (* Mesec) y subarianas, extendiéndose además hasta el lago Van en el N y hasta el Mediterráneo, donde recibió tributo de Biblos, Sidón, y Arvad, haciendo también expediciones hasta Tadmor (Palmira) en sus esfuerzos por controlar las tribus arameas (ahlames) del desierto. Fueron las actividades de estas últimas tribus las que detuvieron a Asiria desde ca. 1100 al 940 a.C. y dejaron libertad a David y a Salomón para arremeter contra Siria (Aram).

b. El período neoasirio (900–612 a.C.)

Bajo Tukulti-Ninurta II (890–884 a.C.) los asirios comenzaron a llevar a cabo acciones militares más enérgicas contra las tribus que oprimían a Asiria. Su hijo, Asurnasirpal II (883–859 a.C.), en una serie de brillantes campañas, subyugó a las tribus del Éufrates medio, y llegó al Líbano y a Filistea, donde las ciudades ribereñas le rindieron tributo. También mandó expediciones al N de Babilonia y a las montañas del E. Su reinado marcó el comienzo de una presión sostenida por Asiria contra el O, lo cual significó que entraría en conflicto con Israel. Más de 50.000 prisioneros se emplearon en la ampliación de Cala, donde Asurnasirpal edificó una nueva ciudadela, palacio y templos, y comenzó a trabajar en el zigurat. Empleó artistas destinados a esculpir esculturas en sus recintos para audiencias, y también hombres expertos para que se ocuparan del cuidado de jardines botánicos y zoológicos, y de un parque.

El hijo de Asurnasirpal, Salmanasar III (858–824 a.C.), continuó la política de su padre y amplió grandemente las fronteras de Asina, haciéndose amo desde Urartu hasta el golfo Pérsico, y desde Media hasta la costa siria y Cilicia (Tarso). En 857 a.C. capturó Carquemis, y su ataque a Bit-Adini (* Bet-eden) alertó a las principales ciudades-estados al SO. Irhuleni de Hamat y Hadad-ezer de Damasco formaron una coalición antiasiria de diez reyes que enfrentaron al ejército asirio en la batalla decisiva de Carcar en 853 a.C. Según los anales asirios, “Acab el israelita (sir’alaia)” proporcionó 2.000 carros y 10.000 hombres en esta oportunidad. Tres años más tarde Salmanasar llevó a cabo una nueva serie de operaciones dirigidas principalmente contra adad-ezer (probablemente * Ben-adad I). Para el año 841 a.C., año 18º de Salmanasar, la coalición se había deshecho, de modo,que toda la fuerza del ejército asirio pudo dirigirse contra *Hazael de Damasco, que luchó mediante una acción de retaguardia en las montañas del Antilíbano y se retiró a Damasco. Cuando fracasó el sitio a ciudad, Salmanasar se trasladó a través del Haurán al nahr el-kelb en Líbano y allí recibió tributo de los gobernantes de Tiro, Sidón, y de “Jehú (Yaû-a) hijo de Omri”, en el reinado de Jehú más , que Joram, acción que no se menciona en el AT pero que figura en el “Obelisco negro” de Salmanasar en Nimrud (Cala). Hizo grabar escenas de las otras campañas en el revestimiento de bronce de las puertas del templo en Imgur-Bel (Balawat), que se encuentran actualmente en el Museo Británico.

Samai-Adad V (823–811 a.C.) se vio obligado a iniciar expediciones de represalia en Nairi para contrarrestar los complots del rebelde Ispuini de Urartu, y además lanzó tres campañas contra Babilonia y la fortaleza de Der en la frontera elamita. Samsi-Adad murió joven, y su influyente viuda Sammuramat (Semiramis) actuó como hasta el 805 a.C., cuando el hijo de ambos, Adad-nirari III, pudo asumir la responsabilidad por su cuenta. Mientras tanto el ejército llevó a cabo expediciones en el O y el N, y Guzana (* Gozán) fue incorporada como provincia asiria. Adad-nirari salió a apoyar a Hamat en el 804 atacando Damasco, donde gobernaba *Hazael, hijo de Ben-adad II, a quien mencionó por su título arameo Mari˒. Esto le dio a Israel un respiro de los ataques de Atam (2 R. 12.17; 2 Cr. 24; 23s), y muchos gobernantes le llevaron regalos al asirio en reconocimiento por su ayuda. Afirma este que entre , los que llevaron tributo se encontraban “Hatti (N de Siria), Amurru (E de Siria),Tiro, Sidón, la Omri (Israel), Edom, y Filistea hasta el Mediterráneo”. Una estela de Rimah (Asiria) nombra a “Joás de Samaria” (Ya˒usu samerinaia) entre estos, ca. 796 a.C. La acción de Asiria parece haberle permitido a Joás recuperar ciudades en su frontera N, que anteriormente habían caído en manos de Hazael (2 R. 13.25). Los asuntos internos parecen haber estado en orden, ya que el rey asirio edificó un palacio nuevo fuera del muro de la ciudadela en Cala.

Salmanasar IV (782–773 a.C.), si bien fue hostigado por Argistis I de Urartu en su frontera N, mantuvo la presión contra Damasco, e indudablemente esto ayudó a Jeroboam II a extender las fronteras de Israel hasta la Beqá (“entrada de Hamat”, 2 R. 14.25–28). Pero Asina en esos momentos estaba siendo debilitada por disensión interna, por cuanto la sucesión estaba incierta, ya que Salmanasar había muerto joven y sin dejar vástago. Una notable derrota en el N fue marcada por la “señal de mal agüero”, un eclipse de sol, en 763 a.C., fecha de importancia para la cronología asiria. Una vez más el O se encontraba en condiciones de reagruparse para resistir futuros ataques, como lo indica el tratado arameo de Matiel de Bit-Agusi (Arfad) con Bargaayah.

Los archivos de Tiglat-pileser III (744–727 a.C.) son fragmentarios, e incierto el orden de los acontecimientos de su reinado. Era, empero, un gobernante fuerte, que se propuso reconquistar, e incluso ampliar, los territorios que le debían lealtad al dios nacional Asur. En los primeros tiempos de su reinado fue proclamado rey de Babilonia bajo su nombre nativo Pul(u) (2 R. 15.19; 1 Cr. 5.26). En el N luchó contra Sardur II de Urartu, que planeaba intrigas con los estados sirios. Mediante implacables campañas Tiglat-pileser derrotó a los rebeldes en ciudades a lo largo de los montes Antitauros (Kasiari) hasta Kummuh, y organizó el territorio sometido en una serie de provincias que le debían lealtad al rey. *Arfad fue asediada durante dos años (742–740 a.C.), y durante esta época Rezín de Damasco y otros gobernantes vecinos aportaron tributos. Mientras Tiglat-pileser estaba ausente en las montañas del N en 738 “Azriau de Yaudi” propició una revuelta en combinación con Hamat. Yaudi era una pequeña ciudad-estado en el N de Siria, si bien existe la posibilidad de que la referencia sea a Azarías de Judá. En esta época Tiglat-pileser sostiene que recibió tributo de Manahem (Meni ḫimmu) de Samaria e Hiram de Tiro. Este acontecimiento no se menciona en el AT, el que registra un pago posterior. Entonces, la suma de 50 siclos de plata exigido a los israelitas pudientes para hacer frente a esta demanda era, como lo prueban contratos asirios de la época, el precio de un esclavo. Evidentemente equivalía a un rescate a fin de evitar la deportación (2 R. 15.20).

Una serie de campañas dos años más tarde terminó con la captura de Damasco en 732 a.C. Tiglat-pileser, según sus anales, remplazó a Peka, el asesino de Pekaía, hijo de Manahem, por Ausi (Oseas). Cf. 2 R. 15.30. Esto fue, probablemente, en el 734 a.C., cuando los asirios atravesaron la costa fenicia y siguieron a través de “la frontera de Israel” hasta llegar a Gaza, cuyo rey, Hanunu, huyó cruzando el “Río de *Egipto”. Esta acción en Palestina fue, en parte al menos, una respuesta al pedido de Iauḫazi ([Jo]Acaz) de Judá, cuyo tributo figura junto al de Amón, Moab, Ascalón, y Edom, para ayuda contra Rezín de Damasco y Peka de Israel (2 R. 16.5–9). Israel (Bit-Homria) fue atacada, Hazor en Galilea destruida (2 R. 15.29), y muchos prisioneros fueron llevados al exilio. Acaz, también, pagó cara esta acción y tuvo que aceptar obligaciones religiosas (2 R. 16.10ss), siendo el altar importado sólo uno de los símbolos de vasallaje. Otro fue una imagen del rey semejante al que Tiglat-pileser colocó en Gaza cuando la conquistó.

Salmanasar V (726–722 a.C.), hijo de Tiglat-pileser III, también hizo la guerra en el O. Cuando el vasallo asirio Oseas dejó de pagar su tributo anual por escuchar las propuestas de ayuda prometidas por Egipto (2 R. 17.4), Salmanasar sitió Samaria (v. 5). Después de tres años, según la Crónica babilónica, “quebró la resistencia de la ciudad de Samara˒in” (Samaria [?]) de modo que “el rey de Asiria (que) tomó Samaria” (v. 6) y se llevó a los israelitas al exilio en el Éufrates superior y en Media quizá sea este mismo rey asirio. Sin embargo, como su sucesor Sargón II posteriormente afirma que la toma de Samaria fue obra suya, puede ser que el rey cuyo nombre no se menciona en el vv. 6 fuese Sargón, que podría haber estado asociado con Salmanasar en el sitio, y que puede haber completado la operación cuando este último murió.

Sargón II (721–705 a.C.) fue un gobernante enérgico como Tiglat-pileser III. En sus anales afirma que, cuando Iau-bidi de Hamat convenció a los ciudadanos de Samaria a que retuviesen los impuestos, sacó 27.270 (ó 27.290) personas de la zona de Samaria, “con los dioses en los cuales confiaban”. La fecha precisa de este exilio, que quebrantó a Israel como nación independiente, no se ha podido determinar todavía tomando como base los documentos asirios. Hanunu de Gaza había regresado de Egipto con apoyo militar, de modo que Sargón marchó hacia Rafia, donde, en el primer encuentro entre los ejércitos de las dos grandes naciones, derrotó a los egipcios. A pesar de esto, las gentes y los gobernantes de Palestina siguieron apoyándose en Egipto, y la historia de este período conforma un fondo esencial para las profecías de Isaías. En 715 Sargón intervino una vez más, saqueando Asdod y Gat y afirmando haber ”subyugado a Judá”; pero no hay pruebas en el AT de que haya entrado allí en dicha época. Sargón derrotó a Pisiris de Carquemis en el 717 e hizo campañas en Cilicia. Continuó incursionando contra los mannai y contra las tribus en la zona del lago Van (714 a.C.) que estaban inquietas por la presión de los cimerios. En el S invadió Elam, saqueó Susa, y empujó a Marduk-apla-iddina II (* Merodac-baladán) de vuelta hacia las tierras pantanosas en el nacimiento del golfo Pérsico. Sargón murió antes de que se pudiera completar su nuevo palacio en Dur-Sarrutun (Khorsabad).

Los primeros años de Senaquerib (704–681 a.C.) se fueron en suprimir rebeliones que surgieron a la muerte de su padre. Mientras fue príncipe heredero tuvo la responsabilidad de custodiar la frontera N, y el conocimiento adquirido le sirvió en sus relaciones con Urartu y Media, y en sus expediciones militares, que llegaron hasta Cilicia por el O, donde Tarso fue capturada en el 698 a.C. Marduk-apla-iddina arrebató el trono de Babilonia (703–701 a.C.), y se requirió una expedición militar concentrada para desalojarlo. Probablemente fue durante estos años que los caldeos pidieron ayuda a Ezequías (2 R. 20.12–19). La desaprobación de esta alianza por parte de Isaías estaba justificada, porque para el 689 a.C. los asirios habían corrido a Merodac-baladán del país y habían saqueado Babilonia. Una operación naval planeada para cruzar el golfo en persecución del rebelde se anuló al saberse que había muerto en Elam. Más aun, en el 701 a.C. Senaquerib se había encaminado a Siria, había sitiado Sidón, y se había traslado hacia el S a fin de atacar a la rebelde Ascalón. Probablemente fue en esta época que los asirios sitiaron Laquis con éxito (2 R. 18.13–14), victoria que se observa en los bajos relieves del palacio de Senaquerib en Nínive. Luego el ejército salió al encuentro de los egipcios en Elteque. Durante estos movimientos en Judá, Ezequías pagó tributo (2 R. 18.14–16), hecho que se registra en los anales asirios. La opinión de la mayoría es la de que fue posteriormente, durante esta misma campaña y año, que Senaquerib “encerró a Ezequías el judaíta en Jerusalén como un pájaro enjaulado”, y exigió su rendición (2 R. 18.17–19.9). Cualquiera sea la interpretación, los asirios levantaron el sitio repentinamente y se retiraron (2 R. 19.35–36, cf. Herodoto, 2. 141). Otro parecer vincula el sitio de Jerusalén con una campaña posterior, quizá contra los árabes en el 686 a.C. Este punto de vista, que representa a una minoría, supone que no hubo ningún lapso, como es probable, entre el regreso a Nínive y el asesinato de *Senaquerib por sus hijos en el mes de Tebet del 681 a.C. (Is. 37.38; 2 R. 19.37). La Crónica babilónica afirma que Senaquerib fue asesinado por “su hijo”, y Esar-hadón, su hijo menor y sucesor, afirma haber perseguido a sus hermanos rebeldes, presumiblemente los asesinos, hasta el S de Armenia (para una discusión más detallada de la aparente discrepancia entre los textos del AT y los asirios en cuanto al lugar y al número de los asesinos, véase DOTT, pp. 70–73).

Senaquerib, con su esposa semítica occidental, Naquía-Zakutu, reedificó Nínive extensamente, sus palacios, sus accesos y templos, y a fin de asegurar la provisión de agua construyó acueductos (Jerván) y represas. Esta agua era usada también para regar grandes parques alrededor de la ciudad. Para llevar a cabo estos proyectos se usaron prisioneros de las campañas, incluyendo judíos, que pueden verse en los relieves de los palacios.

Esar-hadón (680–669 a.C.) había sido designado príncipe heredero por su padre dos años antes de que llegara al trono, y había servido como virrey en Babilonia. Cuando los babilonios del S se rebelaron, una sola campaña bastó para suprimirlos, y Naid-Marduk fue designado como su nuevo jefe en el 678. Pero fue preciso encarar una serie de campañas para contrarrestar las maquinaciones de sus vecinos, los elamitas. En los montes más hacia el N, también, las periódicas campañas mantuvieron a las tribus de Zamua y de la llanura de Media sujetas al dominio asirio. Las tribus del N eran más inquietas, debido a las intrigas de Teuspa y de los cimerios. Esar-hadón también entró en conflicto con tribus escitas (Išguzai).

En el O Esar-hadón continuó la política de su padre de exigir tributo a las ciudades-estados, incluyendo las de Cilicia y Siria. Siria de Tiro se rehusó a pagar y fue atacada, y Abdi-Milki fue sitiada en Sidón por tres años a partir del 676. Esta oposición a la dominación asiria fue instigada por Tirhaca de Egipto y provocó una reacción inmediata. Esar-hadón aumentó el monto a pagar, exigiendo además lana, piedra, y otros elementos para su nuevo palacio en *Cala y para la reconstrucción de Babilonia. Puede haber sido en relación con esto último que Manasés fue llevado allí (2 Cr. 33.11). A “Manasés (Menasi) de Judá” se lo menciona entre los que tuvieron que pagar tributo a Esar-hadón en esa época. Estaban incluidos “Baal de Tiro, Qaus-(Quemos)-gabri de Edom, Musuri de Moab, Sili-Bel de Gaza, Metinti de Ascalón, Ikausu de Ecrón, Milki-asapa de Gebal … Ahi-Milki de Asdod, como también 10 reyes de Chipre (Iadnana)”.

Teniendo en cuenta que estos estados debían lealtad cuando menos nominal a Asiria, estaba expedito el camino para el cumplimiento de la ambición de esta de controlar el delta egipcio, de donde procedía buena parte de la oposición. Esto se llevó a cabo mediante una gran expedición en el 672 a.C., que dio por resultado la instalación de gobernantes asirios en Tebas y Menfis. En este mismo año Esar-hadón citó a sus vasallos para que escuchasen su declaración de Asurbanipal como príncipe heredero de Asiria, y de Samas-sum-ukín como príncipe heredero de Babilonia. De este modo esperaba poder evitar disturbios similares a los que señalaron su propia sucesión al trono. Las copias de los términos y los juramentos impuestos en esta ceremonia resultan de interés como indicación del tipo de relación entre un soberano y sus vasallos, basada en *“pactos”. Pueden trazarse muchos paralelos entre ella y la terminología del AT (D. J. Wiseman, Vassal-Treaties of Esarhaddon, 1958). Demuestra que Manasés, y todos los otros gobernantes, tienen que haber jurado lealtad eterna a Asur, el dios nacional de su amo (2 R. 21.2–7, 9). Al final del reinado de Esar-hadón comenzaron las revueltas que dichos “pactos” tenían por objeto evitar. El faraón Tirhaca incitó a los jefes locales del Egipto inferior a rebelarse. Estando Esar-hadón en Harán, en camino a aplastar dicha insurrección, murió y fue sucedido por sus hijos, como estaba planeado.

Asurbanipal (668-ca. 627 a.C.) reinició inmediatamente la tarea incompleta de su padre, y se dirigió a enfrentar a Tirhaca (Tarqu); pero se hizo necesario emprender tres campañas y saquear Tebas en el 663 (Nah. 3.8, “No-amón”, °vm) para reconquistar el control de Egipto. Durante su reinado Asiria alcanzó su mayor extensión territorial. Las campañas punitivas contra los rebeldes en Tiro, Arvad, y Cilicia pusieron a Asiria en contacto con Lidia (otra potencia en ascenso), cuyo rey Giges envió emisarios a Nínive en busca de una alianza contra los cimerios. Las incursiones contra las tribus árabes y la restauración de Manasés de Judá, llamado Minse por Asurbanipal, probablemente tuvieron como único fin mantener abierta la ruta a Egipto. No obstante, Asiria estaba destinada a caer precipitadamente. Los medos aumentaban su control sobre las tribus vecinas y amenazaban el territorio de Asiria. Para el 652 a.C. Samas-sum-ukín se había rebelado, y la lucha con Babilonia que sobrevino como consecuencia de ello, y que impidió al ejército ocuparse de urgentes cuestiones más lejanas, terminó con el saqueo de la capital del S en el 648 a.C. Esta rebelión había sido apoyada por Elam, de modo que Asurbanipal resolvió saquear *Susa en 645 y la transformó seguidamente en provincia asiria. Libre de las frecuentes incursiones del ejército asirio en apoyo de sus autoridades locales y sus recolectores de impuestos, las ciudades-estados del O gradualmente fueron liberándose de Asiria, y en Judá esta libertad que comenzaban a experimentar habría de reflejarse en las reformas iniciadas por Josías. Una vez más Egipto era independiente y comenzaba a intrigar en Palestina.

La fecha de la muerte de Asurbanipal es incierta (ca. 631–627 a.C.), y hasta el momento se han encontrado muy pocos textos históricos relacionados con este período. Las hordas de los escitas (Umman-manda) comenzaron a dominar la zona del Éufrates medio y Kiajares de Media sitió Nínive. Es posible que Asurbanipal haya delegado el poder a sus hijos Asur-etel-ilani (632–628 a.C.) y Sin-sar-iskún (628–612 a.C.). Asurbanipal mismo se interesaba por las artes. Edificó ampliamente en *Nínive, donde en su palacio y en el templo de Nabu reunió bibliotecas de tablillas (véase sección III, Literatura, inf.).

Con el surgimiento de Nabopolasar los *caldeos echaron a los asirios de Babilonia en el 625 a.C. Los babilonios se unieron a los medos a fin de capturar Asur (614 a.C.) y en julio/agosto de 612 a.C., como lo habían predicho Nahúm y Zofonías, Nínive sucumbió a sus ataques. Estas campañas se relatan detalladamente en la Crónica babilónica. Los muros se fracturaron por efecto de inundaciones (Nah. 1.8; Jenofonte, Anabasis 3.4) y Sin-sar-iskún (Sardanápalo) pereció en las llamas. Por dos años el gobierno bajo Asur-uballit se mantuvo en Harán, pero de Egipto no llegó ningún auxilio, Necao llegó demasiado tarde para impedir que la ciudad cayera en manos de los babilonios y escitas en el 609 a.C. Asiria dejó de existir y su territorio fue tomado por los babilonios.

En años posteriores “Asiria” formó parte de los imperios persa, helenístico (seléucida), y parto, y durante esta época “Asiria” (en persa Athura) siguió usándose como designación geográfica general de sus dominios anteriores (Ez. 16.28; 23.5–23).

II. Religión

El rey asirio actuaba como regente del dios nacional Asur sobre la tierra, y ante él rendía cuentas de sus actividades en forma regular. De este modo, las campañas se concebían, por lo menos en parte, como guerras santas contra quienes se negaban a reconocer su soberanía, o violaban los límites de sus tierras, y eran implacablemente perseguidos en casos de rebelión. El templo principal de Asur se encontraba en la capital, Asur, y se creía que diversas deidades protegían los intereses de las otras ciudades. Anu y Adad residían en Asur, y tenían templos y zigurats asociados allí, mientras que Istar, diosa de la guerra y del amor, era adorada en Nínive, aunque como “Istar de Arbela” ejercía también dominio en Erbil. Nabu, dios de la sabiduría y patrono de las ciencias, tenía templos tanto en Nínive como en Cala (Nimrud), donde existían bibliotecas formadas por empleados reales y alojadas en parte en el templo de Nabu (* Nebo). Sin, el dios lunar, y sus sacerdotes y sacerdotisas, tenían un templo y un monasterio en Ehulhul, Harán, y estaban íntimamente asociados con sus correspondientes en Ur. En general, los consortes divinos y las deidades menos destacadas tenían sagrarios dentro de los templos principales; así en Cala, donde se han descubierto los templos de Ninurta, dios de la guerra y de la caza, Istar, y Nabu, había lugares para deidades tales como Sala, Gula, Ea, y Damkina. En casi todos los sentidos la religión asiria difería poco de la de *Babilonia, de donde procedía. Para el lugar que ocupaba la religión en la vida diaria, véase la sección que sigue.

III. Literatura

La vida diaria y el pensamiento de los asirios se puede ver en los cientos de cartas, documentos económicos y administrativos, y textos literarios que se han encontrado en las excavaciones. Así, la primera parte del 2º milenio a.C. ha sido iluminada por las cartas procedentes de Mari y de Semsara y ca. 1500, durante el período de influencia hurrita, de *Nuzi. El período mejor conocido, sin embargo, es el del imperio neoasirio, cuando muchos textos, incluyendo algunos copiados del período asirio medio, permiten realizar una reconstrucción detallada de la administración y el servicio civiles. Así, los anales históricos, registrados en prismas, cilindros, y tablillas de arcilla, si bien destinados originalmente a ser introducciones a las inscripciones que describían las empresas edilicias del rey, pueden ser ampliados mediante los textos que registran los pedidos reales a alguna deidad (con frecuencia Samás) de que se le concedan oráculos que sirvan para orientar en decisiones relativas a asuntos políticos y militares. Una cantidad de las cartas y textos legales, como también los anales, hacen referencia a Isaías, Judá, y las ciudades-estados del O (DOTT, pp. 46–75; Iraq 17, 1955, pp. 126–154).

Asurbanipal, hombre culto, creó una biblioteca para la que importó o copió textos tanto de los archivos exitentes en Nínive, Asur, y Cala como de los centros religiosos de Babilonia. De este modo, en 1852–3, en su palacio de Nínive y en el templo de Nabu allí, Layard y Rassam descubrieron 26.000 fragmentos de tablillas, que representaban alrededor de 10.000 textos diferentes. Este hallazgo y su subsiguiente publicación sirvió de fundamento para el estudio de la lengua asiria semítica y del babilonio, del que se diferencia principalmente en aspectos dialectales. La escritura cuneiforme, con 600 o más signos en forma de ideogramas, sílabas, o determinativos, fue adoptada de los sumerios, pueblo más primitivo. La lengua asirio-babilónica (acádica) proporciona actualmente el grueso de las antiguas inscripciones semíticas. Ya que algunos de los textos tenían traducciones sumerias interlineadas, el hallazgo mencionado ha resultado de importancia para el estudio de esta lengua no semítica, que sobrevivió, como lo hizo el latín modernamente, para fines religiosos.

El descubrimiento en la colección de Nínive (Kuyunjik), que ahora se encuentra en el Museo Británico, de un relato babilónico del diluvio (Gilgamés XI), publicado posteriormente por George Smith en diciembre de 1872, sirvió de estímulo para la realización de excavaciones posteriores, y se ha escrito bastante con especial referencia a la importancia de estos hallazgos para el AT. Los textos de la biblioteca comprenden manuales eruditos, vocabularios, listas de palabras y de signos, y diccionarios. Los textos mitológicos escritos en forma poética incluyen la serie de doce tablillas que ahora se conoce con el nombre de “Epopeya de Gilgamés” y que describe su búsqueda de la vida eterna y la historia que le relató Utanapistim de su propia salvación del *diluvio, en una embarcación construida especialmente. La epopeya de la *creación, llamada Enuma eliš, porque así comienza, se refiere principalmente a la exaltación de Marduk como cabeza del panteón. Un antiguo poema épico babilónico (Atra-hası̄s) describe la creación del hombre a continuación de una huelga contra los dioses, y también el diluvio. Este poema ofrece paralelos más claros con el AT que tanto la epopeya de Enuma eliš como la de Gilgamés. Otros poemas épicos incluyen el descenso de Istar al mundo inferior en busca de su esposo Tammuz. A diferencia de muchas teorías recientes, no se ha encontrado hasta el presente ningún texto que describa la resurrección de Tammuz. Hay leyendas (entre las que se cuenta la de Sargón de Agade, que fue salvado al nacer mediante el recurso de colocarlo en una cesta de juncos en el río Éufrates hasta que fue rescatado por un jardinero, el que lo llevó al rey) que han sido comparadas con incidentes del AT. Estos textos literarios de origen acadio contienen también la leyenda de Etana, que se fue volando al cielo en un águila, y la del dios Era, que luchó contra Babilonia. La literatura sapiencial incluye el poema del sufriente justo (Ludlul bēl nēmeqi) o el así llamado “Job babilónico”, la teodicea, los preceptos y la admonición babilónicos, entre los que se encuentran consejos sabios, dichos y diálogos de un pesimista, y consejos a un príncipe del mismo género, pero no del mismo espíritu, que la literatura sapiencial del AT. Hay también colecciones de himnos, fábulas, dichos populares, parábolas, proverbios y cuentos (“El hombre pobre de Nipur”) que son precursores de formas literarias posteriores.

La literatura religiosa también está bien representada por tablillas agrupadas en series de hasta noventa, con su número y título indicados en un colofón. La mayoría son presagios obtenidos mediante el estudio del hígado o las entrañas de animales sacrificados, o de los movimientos y rasgos de hombres, animales, aves, objetos y planetas. Muchas tablillas ofrecen instrucciones para rituales destinados a asegurar el bienestar del rey y el de su territorio. Íntimamente ligados a estos textos están las observaciones minuciosamente registradas que formaban la base de la ciencia acádica, especialmente la medicina (prognosis y diagnóstico), la botánica, la geología, la química, la matemática, y el derecho. Para fines cronológicos, las listas que abarcaban muchos de los años entre ca. 1100 y el 612 a.C. daban el nombre del epónimo por el que se designaba cada año del calendario. Estas listas, juntamente con las de los reyes y la informacion astronómica, proporcionan un sistema de fechado que resulta preciso, con un margen de error de pocos años.

IV. Administración

El gobierno se derivaba de la persona del rey, que era también el líder religioso y el comandante en jefe. Ejercía autoridad directa, aunque también delegaba la jurisdicción local a gobernadores provinciales (p. ej., * Rabsaces, * Rabsaris) y a gobernadores de distrito, que se encargaban de reunir y despachar los tributos e impuestos, que generalmente se pagaban en especie. Eran apoyados por las expediciones del ejército asirio, cuyo núcleo estaba constituido por una fuerza regular altamente capacitada y pertrechada, integrada por carros, expertos en asedios, arqueros, lanceros, y honderos. Los territorios conquistados pasaban a ser vasallos del dios Asur bajo juramento, y se los obligaba a rendir lealtad política y religiosa a Asiria. Los que ofendían eran castigados con represalias e invasiones, que daban por resultado el pillaje y la destrucción de las ciudades, la muerte de los líderes rebeldes, y la esclavitud y el exilio de los ciudadanos capacitados. Los que quedaban eran sometidos a vigilancia por agentes proasirios. Esto contribuye a explicar tanto la actitud de los profetas hebreos para con Asiria como el temor de “una olla que hierve; (cuya) paz está hacia el norte” (cf. Jer. 1.13) por parte de los pequeños estados de Israel y Judá.

V. Arte

De las excavaciones se conservan muchos ejemplos de arte asirio, pinturas murales, bajos relieves esculpidos, estatuas, ornamentos, paneles esmaltados y pintados, sellos cilíndricos, tallados en marfil, como también objetos de bronce y otros metales. Algunos de los relieves son de particular interés por el hecho de que la estela y el obelisco de Salamanasar III en Nimrud mencionan a Israel, y porque quizá esté representado Jehú. Senaquerib, en las esculturas de su palacio en Nínive, pinta el sitio de Laquis y el empleo de cautivos judaítas para trabajar en los proyectos edilicios, mientras de las puertas de bronce de Balawat muestran a ejército asirio en lucha contra Siria y Fenicia. Otros relieves de Asurnasirpal II en Nimrud y de Asurbanipal en la “Caza del león” en Nínive constituyen fuentes pictóricas para conocer la vestimenta, las costumbres, las operaciones militares y civiles de los asirios entre los ss. IX y VII a.C.

VI. Excavaciones

Los primeros exploradores buscaban la *Nínive bíblica (Kuyunjik y Nebi Yunus) frente a Mosul, que fue inspeccionado por C. J. Rich en 1820 y excavado en 1842–3 por Botta, en 1846–7, 1849–51 y 1853–4 por Layard y Rassam, por el Museo Británico en 1903–5, 1927–32, y posteriormente por arqueólogos iraquíes. Otras ciudades principales excavadas incluyen Asur (Qalaat Shergat) por expediciones alemanas (1903–14); *Cala (Nimrud) por los británicos—Layard (1842–52), Loftus (1854–5), Mallowan y Oates (1949–63)—y por iraquíes y polacos (1969–76); y Dur-Sarrukín (Khorsabad) por los franceses (1843–5) y los norteamericanos (1929–35). Sitios prehistóricos alejados incluyen Jarmo, Hassuna, Thalathat, Umm Dabaghiyah, Arpachiyah y Tepe Gavra. Las principales ocupaciones asirias de la época media que se han desenterrado, además de Asur, son Tell Rimah y Billa (Shibaniba). Sitios asirios posteriores de nota incluyen Balawat (Imgur-Bel).

Para sitios explorados en 1842–1939, véase S. A. Pallis, The Antiquity of Iraq. 1956; para 1932–56 véase M. E, L. Mallowan, Twenty-Five Years of Mesopotamian Discovery, 1956; y subsiguientemente, informes en las revistas Iraq, Sumer (pass.).

Bibliografía.G. Contenau, Vida cotidiana en Babilonia y Asiria, 1958; J. Vardamann, La arqueología y la Palabra viva, 1968.

Historia: CAH 1, 1971, pp. 729–770; 2, 1975, pp. 21–48, 274–306, 443–481; 3, 1978. Inscripciones: A. K. Grayson, Assyrian Royal Inscriptions, 1975–6; W. H. Hallo y W. K. Simpson, The Ancient Near East; A History, 1971, cap(s). 5; A. L. Oppenheim, Letters from Mesopotamia, 1967; Ancient Mesopotamia, 1964. Relación con el AT: ANET, DOTT. General: Reallexikon der Assyriologie, 1932–78. Arte: R. D. Barnett, The Assyrian Palace Reliefs, 1976; The Sculptures of Ashurbanipal, 1976; M. E. L. Mallowan, Nimrud and its Remains, 1966. Otros: G. van Driel, The Cult of Aššur, 1976; J. N. Postgate, Taxation and Conscription in the Assyrian Empire, 1974.

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico